El politólogo Javier Meléndez, experto en relaciones cívico militares, describe la estructura del Ejército de Nicaragua, que se ha consolidado después de 2018, como un “enano cabezón”, presidido por una “gerontocracia militar clientelista”, en detrimento de los ascensos en la carrera militar de un centenar de coroneles.
El exdirector del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP), que fue cancelado por el régimen en 2018, detalló que en la cúpula militar se mantiene inamovible un “tapón institucional”, que encabeza un general de cuatro estrellas Julio César Avilés; e integran los recién ascendidos coroneles generales Bayardo Rodríguez, jefe del Estado Mayor, y Marvin Corrales, inspector general, ambos generales de tres estrellas; luego hay una vacante de generales de dos estrellas; y el tapón se cierra con 24 generales de brigada de una estrella, que fueron ascendidos por Daniel Ortega desde 2007.
En una entrevista en el programa Esta Semana, que se transmite en el canal de YouTube de CONFIDENCIAL, por la censura televisiva, el director de Expediente Abierto descartó que el ascenso de los coroneles generales Rodríguez y Corrales represente un síntoma de “movilidad”, en la estructura del Ejército, sino que más bien refuerza el “tapón institucional”, basado en la “lealtad política”, que impide el ascenso en el Ejército de los coroneles que han envejecido en el cargo, y de varios centenares de tenientes coroneles y mayores, que se formaron en la academia militar después de 1990.
El dictador Daniel Ortega dijo que la creación de los nuevos rangos militares de coroneles generales no es un invento, sino que supuestamente surgió a solicitud del Consejo Militar para fortalecer el Ejército. ¿A qué se puede atribuir la creación de estos nuevos rangos? ¿Había alguna necesidad en la estructura del Ejército?
Aunque Ortega afirmó que no es simplemente inventar un grado por inventar, la evidencia indica que la creación del rango de coronel general es una estrategia política más que una necesidad operativa.
En los ascensos de (Bayardo) Rodríguez y (Marvin) Corrales, veo tres propósitos. El primero es institucionalizar simbólicamente una jerarquía más completa con cuatro niveles, donde tienes un general de una estrella y un general de cuatro estrellas, con la idea de reforzar una estructura piramidal. Las estructuras piramidales son intrínsecas a los ejércitos, pero esta estructura es para cerrar con más fortaleza la posibilidad de no tener gente que no pudiera dar la lealtad que el régimen requiere.
El segundo elemento es proyectar una ilusión de movilidad dentro del Ejército sin alterar la distribución real del poder, ni los cargos estratégicos que le sirven a los intereses del régimen. Estos cambios no son para reforzar los intereses de la Seguridad Nacional de Nicaragua, son cambios para reforzar los intereses estratégicos del régimen de Ortega-Murillo.
Y el tercer elemento tiene que ver con la paranoia que afecta a las estructuras más altas del régimen. Ellos están tratando de atar la sucesión de generales a un círculo superestrecho de oficiales muy leales que les permita reforzar el control político, lo que también implica bloquear el acceso de nuevos cuadros. Si insisten en tener un alto mando del Ejército, con un círculo muy cerrado de generales que viene del legado de la lucha sandinista en los 70, significa que ellos no tienen confianza en lo que viene más abajo de ellos.
Eso abre una ventana de oportunidad en el sentido de que si no hay cuadros intermedios en el Ejército en que ellos no confían completamente, puede ser una oportunidad para pensar que en algún momento pudiera haber una nueva situación en el Ejército.
Con este ascenso a coroneles generales, de los dos mayores generales, en efecto, se transmite una cierta imagen de que algo se movió en el Ejército, pero sabemos que se mantiene intacta una estructura bastante más amplia de 25 generales, encabezada por el general Avilés, que conforman el “tapón institucional”. ¿Cómo impacta esto en la Carrera Militar, en los oficiales de otros rangos subordinados, coroneles, tenientes coroneles, mayores?
El nicaragüense promedio podría tener la impresión de que se están creando nuevos espacios para la formación de oficiales, pero lo cierto es que no hay promoción interna, solo en grados. Esto es grave, porque impide una verdadera movilidad funcional y aletarga el Ejército en un inmovilismo con generales de alto grado, que en realidad yo dudo que se estén preparando y entendiendo los nuevos escenarios de seguridad estratégica y de seguridad en Nicaragua, más allá de lo que reciben de las instrucciones de Rusia, de China y de los intereses que tengan ellos para herir los intereses de Estados Unidos.
El otro elemento es que el Estado Mayor General sigue compuesto por los mismos tres altos mandos que son Avilés (jefe del Ejército), Rodríguez (jefe del Estado Mayor) y Corrales (inspector general). La permanencia de estos mandos en sus puestos clave que Ortega prorroga por decreto, sin duda, perpetúa el estancamiento del Ejército.
Se institucionaliza una gerontocracia militar y clientelar que actúa como escudo del régimen, yo no sé si en Cuba o Venezuela se está dando este fenómeno. En Venezuela, al contrario de Nicaragua, por la desconfianza que tiene Maduro, él está rotando constantemente los mandos aparte del general en jefe del Ejército. Pero en el caso de Nicaragua y estos movimientos de la cúpula militar es al estilo cubano de antaño y al estilo de Corea del Norte y la Unión Soviética.
El poder de Rosario Murillo
Estás hablando de la relación de Ortega con el Ejército, pero en Nicaragua hay una “copresidencia” de Ortega y Murillo. ¿Qué significa esto para la cúpula militar? ¿Ortega ha perdido alguna preeminencia que tenía sobre el Ejército, o tienen ambos, “copresidentes” o “codictadores”, la misma autoridad en el mando ante el Ejército de Nicaragua?
La “copresidencia” legal ahora, entre Daniel Ortega y Murillo, efectivamente ha ido generando una profunda reconfiguración en la tradición del poder Ejecutivo de cualquier país. Solo el caso que Nicaragua sea el único país en el mundo que tiene una “copresidencia”, ya te dice que la dinámica del poder está completamente reconfigurada en Nicaragua. Pero no estoy seguro que se esté reconfigurando la preeminencia que tiene Ortega en el ámbito militar, al menos en el plano formal y operativo. Yo creo que el Ejército sigue siendo el bastión histórico y personal de Daniel Ortega, es un aparato que él ha cultivado desde los años 80.
Si vemos la evolución que ha tenido la Policía y su relación con el poder de la dictadura, la Policía ha sido intervenida por Rosario Murillo y por El Carmen desde hace varios años. En el Ejército ha prevalecido hasta hoy una especie de administración delegada en el general Avilés. ¿Puede esto cambiar con la sucesión dinástica de Rosario Murillo? ¿Temen los militares que se produzca una intervención similar a la que ocurrió en la Policía?
Estoy de acuerdo, el Ejército sandinista, en cierta forma, con Daniel Ortega todavía goza de algún nivel de autonomía funcional interna. El Ejército se norma y se rige por unas leyes que son perversas, que fortalecen el control del régimen, pero tienen la capacidad dentro de ellos, de manejar su presupuesto, de definir su operatividad, de definir su nivel de despliegue, de definir para dónde van los recursos, si al mar, al ejército, al aire. Eso se mantiene en la gestión interna, pero se da a cambio de la fidelidad política y absoluta de subordinación.
Esta autonomía relativa ha contrastado con la Policía Nacional, donde está completamente tomada por Rosario Murillo. Por el momento, no veo a corto plazo, que la delegación que ha dado Ortega al nivel de todo el Ejecutivo, sea igual o superior a la que él tiene. Ortega sabe que el bastión principal de su poder radica en el Ejército, mucho más que en la Policía.
El Ejército es “un enano cabezón”
Con el engrosamiento que se está produciendo en la cabeza del Ejército. ahora hay un general de cuatro estrellas que es Avilés, hay dos generales de tres estrellas que son los coroneles generales, hay varias vacantes de mayores generales de dos estrellas y más de 20 generales de brigada. ¿Tiene esto algún impacto económico en el presupuesto de la institución en materia de salarios, de pensiones? ¿Afecta de alguna manera las posibilidades económicas de los oficiales subordinados?
Sin duda, esto tiene un impacto directo en términos salariales, en pensiones, porque es una estructura hipertrofiada. Es lo que en nicaragüense diríamos, “un enano cabezón”, era un modelo que se estaba generando ya desde antes de 2018, tímidamente. Pero luego, se incrementó esta capacidad de poner gente muy leal sin importar la operatividad media y baja del Ejército. Tienen un general de Ejército que es Avilés con cuatro estrellas, dos coroneles generales, Rodríguez y Corrales, que serían el equivalente a tres estrellas., tienen cargos vacantes en el rango de mayor general, que son equivalente a dos estrellas, y hasta 24 generales de brigada activos de 40, que ustedes mismos (CONFIDENCIAL) ha publicado que Ortega ha ascendido desde 2007.
Esto implica un incremento sostenido en las obligaciones presupuestarias en dos áreas claves: sueldos más altos en los rangos superiores, aunque en realidad no hay funciones nuevas asignadas a estos individuos (Rodríguez y Corrales), porque es acceso en grado, pero no en cargo. Esto tiene un peso presupuestario sin necesidad de modificar ninguna capacidad que mejore o modernice el ejército y, por supuesto, pensiones más voluntariosas en el futuro, ya que el cálculo se hace en base al rango más alto alcanzado, así como en otros ejércitos del mundo.
Vos decías que este fortalecimiento del “tapón” de la cúpula militar también revela una desconfianza de Ortega, Murillo y del general Avilés en otros oficiales que se han formado en el Ejército. ¿Qué es hoy el Ejército Nicaragua? ¿Es una guardia pretoriana familiar o existe alguna reserva institucional?
Esa es una pregunta un poco tramposa, porque yo mismo dije que si ellos no tienen la confianza de hacer de lado a esta gerontocracia de generales corruptos y trabajar con oficiales relativamente nuevos en los altos mandos del Ejército, significa que Daniel Ortega, particularmente, tiene aún desconfianza.
Esa es la clave de la supervivencia de decenas de años de Ortega, ser desleal y desconfiado con todo el mundo. Pero en este caso, él confía en cinco, seis, siete generales que fueron sus compañeros de lucha, no confía, seguramente, en generaciones más jóvenes de los recientes oficiales.
Entonces, no veo una institución que le quede una reserva institucional. En estos momentos, es una institución incondicional al régimen, los hechos lo dicen, la permanencia de (Julio César) Avilés, las reformas al Código Militar que eliminaron la alternancia y estos ascensos basados en lealtades políticas, antes que un mérito profesional, muestran que un proyecto de lealtad incondicional.
La subordinación del Ejército de Nicaragua a Rusia
¿Cómo valoras la reciente suscripción de convenios sobre defensa y seguridad que ha hecho el Estado de Nicaragua con Rusia y la subordinación del Ejército de Nicaragua al Ejército de Putin en Rusia? ¿Esto es relevante para Rusia, o es relevante para Nicaragua?
Es relevante para los dos. La relación entre los ejércitos de Nicaragua y Rusia es estrecha y funcional, y el interés estratégico es que ellos dos, mucho más Ortega que Putin, ven a Estados Unidos y Occidente como un enemigo. Entonces, ahí está la relación estratégica que quieren fomentar y necesitan cimentar.
Luego tenés la cooperación técnica militar que es sostenida, mucha gente dice: —No importa, si le entregan solo “chunches viejos”, como decimos los nicaragüenses, pero en realidad es una declaración de intención que se manifiesta en muchos hechos prácticos, en la canalización de recursos militares a Nicaragua para que sea un país mucho más disruptivo en la región, y es lo que quiere Putin, en Centroamérica, Putin quiere decirle a Estados Unidos: —Así como estás molestando allá en mi zona de influencia, yo también tengo la capacidad de hacer lo que quiera a través de Nicaragua y generar más disrupción.
No hay que menospreciar la relación de Ortega con Rusia, todo lo contrario, creo que hay que generar mucha más alerta sobre eso, porque es una relación política sólida.