
22 de marzo 2025
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Ovidio Reyes dice que las casas tienen “más pisos de cerámica” y “crece la venta de refrigeradoras y motos”, pero la gente sigue emigrando para comer
Un hombre atiende un negocio de venta de ropa en el Mercado Oriental, en Managua, Nicaragua. // Foto: EFE/STR
Las familias están mejorando sus hogares, y comprando cada vez más aparatos electrodomésticos. Hasta vehículos, según el presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), Ovidio Reyes, que citó datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide). El problema es que sus afirmaciones —que incluyen supuestas mejoras en el empleo y los salarios que reciben los trabajadores— contradicen la realidad cotidiana de los nicaragüenses.
Según las estadísticas oficiales, Nicaragua es un país de pleno empleo en el que solo el 2% de las personas está sin trabajo. Son los mismos datos que cita Reyes al decir que “claramente se observa ahí cómo las viviendas van obteniendo más techos, más pisos de cerámica, cómo las personas van obteniendo más tecnologías de comunicación, televisores, refrigeradoras, celulares y motos. Es increíble la cantidad de personas que tienen acceso a este medio de transporte”.
Lo afirma como una prueba de que “hay una mejora en las condiciones de vida de la población clarísima que se ve, y todo eso contribuye a la reducción de la pobreza”.
El economista Enrique Sáenz rechaza las afirmaciones del titular del BCN por considerar que “él conoce muy bien las cifras y sin embargo las omite, o las falsifica, o solo dice la mitad de la historia”.
Eduardo, que hasta hace unas semanas trabajaba en una tienda de conveniencia en Managua, pertenece a la “otra mitad” que no forma parte del mundo de Ovidio Reyes. Consultado por CONFIDENCIAL, confiesa que no recuerda cuándo fue la última vez que compró un aparato de cualquier tipo. Tampoco es que tuviera muchas opciones con el salario de 12 500 córdobas mensuales que lograba redondear cuando hacía horas extras.
Los sitios web de dos populares tiendas por departamentos del país, muestran que se necesitan 12 000 córdobas para comprar un refrigerador de siete pies, en rebaja. 9000 para una cocina de cuatro quemadores, y 32 000 para uno de los más sencillos modelos de moto. Y si una cama de resortes puede adquirirse a partir de los 10 600 córdobas, una laptop promedio, en rebaja, cuesta 18 500.
Aunque los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), usan un lenguaje diplomático, la falta de fiabilidad de los datos ha sido un señalamiento constante de las misiones que esa entidad multilateral envía a Managua. Disponer de información veraz es clave para que los distintos actores económicos (desde una transnacional hasta una familia en situación de extrema pobreza), puedan tomar decisiones que se correspondan con su realidad y sus intereses.
El régimen asegura que el 98% de los trabajadores tiene algún tipo de ingreso, sin importar si eso significa que trabajó solo una hora a la semana. O bien, destacan cómo ha crecido el consumo. O su esperanza de que los proyectos contratados con empresas de origen chino dinamicen el crecimiento y el empleo. O que el costo de la canasta básica bajó 1077 córdobas entre julio y octubre de 2024.
El economista Sáenz está desacuerdo con que en Nicaragua solo hay 2% de desempleo porque “según esos datos probablemente seríamos el país del mundo donde menos desempleo existe. Menos que Noruega o que los países nórdicos, que tienen prácticamente pleno empleo”.
Citando datos del Inide, analiza que en diciembre de 2024, el 54% de la población estaba en condición de desempleo total o de subocupación. Al desglosar ese número, dice usando el dato que ofreció el presidente del BCN, que hay 2% de desempleo abierto, 40% de subempleo (o sea, personas que no trabajaron las 48 horas semanales reglamentarias, o que sí lo hicieron, pero no obtuvieron ni siquiera el salario mínimo), y 12% de trabajadores sin remuneración.
“Esto significa que el 54% de la población nicaragüense se encuentra subocupada porque no tiene empleo, o porque desarrolla algún tipo de actividad económica y recibe una remuneración de sobrevivencia. O se encuentra en el subempleo, que ellos mismos definen como la persona que ni siquiera gana el salario mínimo”, abundó.
Según Reyes, los asalariados estarían recuperando un poco del poder adquisitivo, considerando que el Gobierno otorgó un ajuste del 4% en noviembre de 2024; que en marzo hubo un aumento del 4% en los salarios mínimos, y que la inflación fue de 2.8%. En contraste, Sáenz subraya que el aumento de los precios de la canasta básica “ya se comió” ese ajuste.
Reynaldo no sabe qué tan útil le habría resultado el aumento del salario mínimo, porque, como trabajador informal del sector transporte, él no tiene un salario asegurado. Lo que sí sabe es que la situación económica de su hogar se volvió tan insostenible, que tuvo que dejarlo todo atrás, juntando un pequeño monto para sobrevivir unas semanas en Costa Rica. Espera conseguir un trabajo en ese país, para enviar dinero de regreso a su esposa, que quedó en Nicaragua.
Datos del Inide muestran que el componente de alimentos de la canasta básica subió 313 córdobas en dos meses, al pasar de 14 369 córdobas en diciembre de 2024, a 14 682 en febrero de 2025. Eso significa que solo los trabajadores que tienen un salario mínimo que supera los 7823 córdobas recibieron un aumento que les permite adquirir la misma cantidad de alimentos.
Todos los demás trabajadores (los del sector agropecuario, que quedaron devengando 5950 córdobas ya con el aumento; los de la micro, pequeña industria artesanal y turística nacional, que ahora devengan 6268; y los del Gobierno central y de los gobiernos municipales que ganan hasta 7420 córdobas), ahora pueden comprar un poco menos de lo que compraban antes de ese reajuste.
Sáenz señala que “pese a la alharaca que han hecho con el Acuerdo de Libre Comercio con China, con las gigantescas inversiones prometidas y los créditos chinos, [Reyes] ni siquiera mencionó al gran socio chino”. El presidente del BCN se refirió a la construcción de viviendas de interés social; así como a inversiones en puertos y aeropuertos. Nunca especificó si se trataba de obras financiadas con el Tesoro de la República, o a través de los convenios firmados con empresas chinas.
“Si él dice que se va a repetir lo mismo que el año pasado, entonces una de dos: o esos anuncios de cuantiosas inversiones son cuentos chinos, o no van a tener ninguna repercusión en la economía del país”, sentenció Sáenz. Mientras tanto, la gente sigue migrando para que la familia pueda comer.
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Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.
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