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Apelamos a la Alianza Cívica para que se constituya en un movimiento social que planifique, gestione y convoque un plan nacional de desobediencia civil
Apelamos a la Alianza Cívica para que se constituya en un movimiento social que planifique
La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, es una de las expresiones más diversas y plurales de la sociedad nicaragüense. Su conformación es un logro significativo en un país que no se caracteriza por su capacidad de generar consensos. A pesar de que su constitución se llevó a cabo bajo condiciones adversas y en corto tiempo, la Alianza logró agrupar a buena parte de la sociedad civil organizada, a grupos de estudiantes universitarios, empresarios, movimientos sociales, y campesinos, entre otros. Eso es, en sí mismo un mérito importante que debe reconocerse.
Entendemos que, inicialmente, los integrantes de la Alianza fueron convocados por la Conferencia Episcopal de Nicaragua para servir como interlocutores de las necesidades del pueblo en el Gran Diálogo Nacional. El país agradeció los esfuerzos de la Alianza durante un diálogo que hoy ha fracasado o está estancado por culpa de la intransigencia del gobierno de Nicaragua. Sin embargo, ante la ausencia de ese diálogo—que continúa siendo necesario cuando exista voluntad política real para dialogar—la mayoría del pueblo de Nicaragua que añora la paz y la democracia, también reclama un liderazgo más claro, transparente y eficaz de parte de la Alianza. Ese liderazgo, hasta ahora poco visible, es más urgente que nunca en momentos en que el régimen ha arreciado la persecución política y la criminalización de la protesta.
Debemos reconocer que las características y necesidades del contexto en que fue creado la Alianza, ha cambiado. En ese sentido, creemos que también debería de cambiar la estrategia para lograr la paz y democracia que tanto anhelamos. Por lo tanto:
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