
1 de mayo 2025
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El dictador admite que recibe nicaragüenses deportados que estuvieron presos en Guantánamo; critica a Trump de pasar por encima de la ley y los poderes
Rosario Murillo y Daniel Ortega, autoproclamados "copresidentes", en un acto público, en Managua, el 30 de abril de 2025. // Foto: CCC
Después de mantener un cauteloso silencio durante los primeros 100 días de la administración de Donald Trump, ante las políticas arancelarias y migratorias del presidente de Estados Unidos, el codictador Daniel Ortega Saavedra, tildó de “crímenes de lesa humanidad”, algunas de las decisiones del titular de la Casa Blanca. Admitió que “hoy llegaron hermanos nicaragüenses que estuvieron encarcelados en Guantánamo”, y luego denostó la “actitud criminal del Gobierno norteamericano de perseguir y encarcelar a los que han trabajado, derramando sudor y derramado sangre para que ese país tuviera más riqueza”.
Las palabras del dictador, de 79 años de edad, ocurrieron durante un acto convocado para honrar el décimo tercer aniversario de la muerte del comandante Tomás Borge, y celebrar por adelantado el Día Internacional de los Trabajadores, pero Ortega –que ocupa el poder desde 2007– olvidó mencionar ambos temas. En vez de eso, se centró en atacar a nicaragüenses que se insurreccionaron en contra de su dictadura en abril de 2018, recordando con nostalgia los días en que cogobernaba con el Consejo Superior de la Empresa Privada, (Cosep). El acto ocurrió ante casi 21 000 policías, militares, encapuchados y trabajadores estatales en la Plaza de la Fe, según el Gobierno.
“El presidente de Estados Unidos ha lanzado un paquete de medidas económicas sin consultar con ningún país. Ahí está, amenazando a la economía mundial y a la economía norteamericana. Ya el pueblo de Estados Unidos se está comenzando a rebelar, porque sienten el impacto de la carestía de la vida”, dijo Ortega.
El dictador no dijo cuántos nicaragüenses llegaron en el vuelo procedente de la base estadounidense en Guantánamo (Cuba), ni cuántos vuelos le precedieron a este. Sin embargo, sí admitió la llegada de ciudadanos nicaragüenses deportados de ese país, que ha sido reportada por CONFIDENCIAL. También mencionó que “hay muchos que están encarcelados en cárceles de El Salvador, sin ninguna ley ni justificación. Ni siquiera la OEA ha nombrado a El Salvador como la cárcel de los inmigrantes”, cuestionó.
En marzo de 2025, CONFIDENCIAL publicó que cinco vuelos con migrantes nicaragüenses deportados de Estados Unidos arribaron a Managua, durante los primeros dos meses de la Administración de Trump, según un análisis con base en información de las plataformas que registran los vuelos impulsados por las operaciones aéreas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, conocidas como ICE Air.
Dos semanas después, CONFIDENCIAL también confirmó que el Gobierno de Estados Unidos ha enviado a migrantes nicaragüenses deportados a la base naval de Guantánamo, en Cuba, y el primer vuelo hacia Nicaragua se realizó el jueves 3 de abril de 2025.
Ortega también narró la historia de una niña de dos años separada de la madre que fue enviada a Venezuela, preguntando “qué espera el presidente Trump para mandarle a la niña, porque ese es un crimen horrendo. Es un crimen de lesa humanidad”. Al señalar que esos traslados se hicieron sin anuencia de los jueces, aseguró que “en Estados Unidos desaparecieron todos los poderes. El poder es él, que decide qué se hace, y qué no se hace”.
Además, Ortega criticó las pretensiones de su homólogo estadounidense “que se quiere adueñar de Groenlandia, Canadá y Panamá”, asegurando que los representantes de Trump negocian poniendo un cañón en la cabeza a sus contrapartes. “Ya dijeron que si no les entregan el canal, lo van a tomar”, repitió, recordando la invasión de Panamá, ocurrida en 1989.
Ortega vaticinó que “si China y Estados Unidos no se entienden, eso le hará daño a la economía, y a las empresas de ambos países que tienen inversiones en el otro país, o las de los chinos en Europa. Es una locura querer hacerlos desaparecer, y el que va a desaparecer es él [Trump], a manos del pueblo norteamericano”.
Ojalá el presidente Trump tenga la capacidad… ya que estuvo en el Vaticano, tal vez algo del papa Francisco le ilumina, para que se apacigüe y busque entendimiento, porque “el camino de Trump lleva a la destrucción de la humanidad”.
El séptimo aniversario de la Rebelión de Abril fue el otro gran tema para Ortega, quien recordó “la paz y la armonía” que supuestamente se respiraba en una Nicaragua en la que su esposa y entonces vicepresidenta Rosario Murillo, y el entonces presidente del Cosep, José Adán Aguerri, daban declaraciones juntos.
Recordó con nostalgia la época en que trabajadores y campesinos, latifundistas, capitalistas, empresarios y banqueros, llegaron a un supuesto acuerdo nacional “porque veníamos de una guerra”. En su narrativa, “la paz” alcanzada, permitía mejorar las condiciones de vida de todos los nicaragüenses, “desde el más pobre hasta el más rico”.
Hasta que vino el mal, que según Ortega, impulsado por “los imperialistas del norte”, empecinados en “tratar de destruir ese cariño” que mostraban los nicaragüenses, y que causaba el asombro de los empresarios latinoamericanos.
“Ellos [los imperialistas] querían un baño de sangre. No tenían paz. Querían un baño de sangre” porque no querían hacer un nuevo aporte a la cuota patronal que las empresas deben entregar al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. “Simplemente, se le estaba pidiendo a los empresarios que aportaran un poco más para nivelar el ingreso de los trabajadores. Ese fue el detonante, y entonces se levantaron aquellos grupos de vendepatrias”, calificó.
Ortega rememoró el momento en que los empresarios organizados en el Cosep, con José Adán Aguerri a la cabeza, participaron del Diálogo Nacional, pero ahora sentados en la bancada de enfrente, junto con muchos otros empresarios que habían sido beneficiados por su cercanía al régimen.
Aseguró que los imperialistas “empezaron a amenazar a los empresarios y les dijeron que no les iban a permitir realizar operaciones bancarias, es decir que les iban a cerrar los bancos”. También mencionó las presiones que recibieron quienes decidieron hacer cabildeo en el Congreso de Estados Unidos para que no aplicaran estas medidas contra Nicaragua.
De ahí que los tildara de “traidores”, en especial al recordar el momento en que los representantes de la sociedad civil le entregaran una carta en la que reclamaban el cese de las autoridades de la Asamblea Nacional y el Consejo Supremo Electoral, y su sustitución, para abrir el camino a elecciones libres. De paso, reclamó porque a él mismo se le daban tres días para dejar el Gobierno. “Era la carta que le presenta un ejército a un gobierno derrotado”, catalogó.
Ortega mencionó “en este séptimo aniversario, todo nuestro amor, todo nuestro cariño. Honores para los hermanos que fueron asesinados en el intento de golpe de abril: hermanos civiles, mujeres, policías, jóvenes, estudiantes. Lo que destruyeron ya fue construido, y las condiciones de ahora son mejores que cuando fueron destruidos”, aseveró.
Tomás Borge y el día de los trabajadores quedaron para otro día.
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Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.
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