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“El proyecto de Ortega Murillo es una dinastía, pero también lo tuvieron los Somoza y se acabó”

Dora María Téllez advierte la paranoia del régimen, la persecución a los empleados públicos, el desplome del apoyo al FSLN, y la purga en la Policía

Dora María Téllez

Dora María Téllez, excomandante guerrillera. Foto: Tomada de la BBC/Atahualpa Amerise

Redacción Confidencial

20 de julio 2023

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La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo vive una paranoia de la que pueden observarse señales muy claras en Nicaragua tras 16 años en el Poder Ejecutivo: la persecución a los empleados públicos, la purga de altos jefes policiales y la pérdida de la base partidaria que la respaldó, advirtió la excomandante sandinista Dora María Téllez desde el exilio.

Téllez es una de los 222 presos políticos que fue desterrada a Estados Unidos y una de las protagonistas de la revolución sandinista que este 19 de julio de 2023 cumplió 44 años con Daniel Ortega convertido en  un dictador totalitario que no da respuesta a los  problemas más sentidos de la población como el desempleo.


“Hay una realidad totalmente negada. El costo de la vida es insostenible. No hay empleo, y se pierden porque se pierde la inversión. Los empresarios cierran las empresas pequeñas y medianas, porque los persigue la Dirección General de Ingresos (DGI), la Dirección General de Aduanas (DGA) y el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y, finalmente, terminan en la lista de sospechosos que tiene la Policía”, lamentó Téllez en esta entrevista con Esta Noche y CONFIDENCIAL.

La celebración de este 19 de julio ha sido nuevamente un acto de culto a la personalidad de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Una actividad cada vez más reducida. ¿Por qué el régimen ya no convoca de manera masiva? 

Simplemente, ha llegado a un punto en el cual la inmensa mayoría de los nicaragüenses se siente gravemente afectada por las acciones del régimen: la falta de libertades, las condiciones económicas, el desempleo, la división de las familias, la corrupción, la persecución policial. Es decir, nadie siente que está bien. 

Hay una estricta minoría, que está alrededor de los Ortega Murillo, ni siquiera los funcionarios públicos, ni los Policías, sienten que están bien. Francamente, ni siquiera los soldados—tal vez unos tres o cuatro del mando superior—, pero más allá de eso me parece que están en una situación entre incómoda y mala. No es gratuito que a esta altura haya más de 350 000 nicaragüenses que han salido fuera del país desde 2018 a la fecha, huyendo, buscando trabajo, oportunidades y saliendo porque simplemente le robaron la nota, las universidades cerraron, no les entregan su título, jóvenes perseguidos y perseguidas, gente encarcelada. 

La última encuesta de CID Gallup en junio pasado apunta a una caída hasta el 13% de la simpatía del Frente Sandinista. ¿Esos factores son parte de lo que podría explicar el desplome? 

La simpatía por el Frente Sandinista se ha caído desde hace muchos años. Pero aquí estamos frente a una pérdida de la base social del sandinismo que acompañaba a Daniel Ortega en su búsqueda del poder y en su mantenimiento del mismo. Es decir, aquí estamos hablando de que lo que se está erosionando son los pilares políticos, en los que ha descansado esta dictadura. Están erosionados por la propia conducta del régimen de Ortega Murillo; ya ni siquiera puede mantener intacta su propia base social. 

Los servidores públicos han testificado sobre las presiones políticas que sufren y los altos funcionarios que no tienen pasaportes para viajar. ¿Es sostenible esa persecución? 

Los funcionarios públicos son perseguidos desde que aparecen en sus trabajos hasta que se acuestan, porque además están microlocalizados en los barrios para ver cómo se comportan. Es insostenible. 

Los funcionarios están ahí porque necesitan su trabajo, comer, su salario y el régimen lo que hace es aprovecharse y tratarlo como una especie de esclavitud política. Tienen que ir a caminar, a una marcha, salir a la esquina, gritar. Y lo otro es que no hay un solo funcionario público que no esté con el país por cárcel. Toda esa gente que le han quitado el pasaporte es porque están prisioneros dentro de Nicaragua y se supone que son orteguistas. Tienen que pedir permiso a Rosario Murillo para salir del país y habitualmente no se lo dan. 

Ortega no habló de los problemas que más preocupan a la gente: el desempleo, el costo de la vida y la corrupción. Pero ha defendido la invasión rusa a Ucrania en foros internacionales. ¿Qué gana con ese alineamiento a Putin? 

Hasta ahorita, nada, más que cartitas al niño Dios y que vengan delegaciones de RT en español, que hacen propaganda de Putin. Pero lo que le pasó a Nicaragua ahora es peor. En la reunión entre los países latinoamericanos y la Unión Europea, donde Ortega no llegó, todo el mundo firmó una declaración condenando la invasión rusa a Ucrania, menos el canciller Moncada. Venezuela y Cuba firmaron la declaración. 

El nivel de aislamiento en que los Ortega han caído y en esta adhesión a Rusia quedaron completamente solos. Pero hay una cosa peor —y el presidente chileno lo dijo con toda claridad—, cualquier país tiene que condenar una invasión extranjera a otro país. Y simplemente (el régimen) hace caso omiso de eso. 

Ahora, ¿saben los Ortega Murillo la condición de desempleo que hay en Nicaragua? ¿El precio del costo de la vida? Tal vez les lleguen algunos informes de sus encuestadores que le dicen lo que quieren oír. Porque si uno lee las noticias de los canales y de los medios de comunicación orteguista, esa es la isla de la fantasía.  Hay una realidad totalmente negada. El costo de la vida es insostenible. No hay empleo, y se pierden porque se pierde la inversión. Los empresarios cierran las empresas pequeñas y medianas, porque los persigue la DGI, DGA e INSS y, finalmente, terminan en la lista de sospechosos que tiene la Policía. 

“La reforma a la Policía es inconstitucional”

La dictadura impuso una reforma a la Constitución y a la ley de la Policía que cambia la naturaleza de la institución y amenaza con cárcel a los oficiales que piden su baja y los acusa de desertores. ¿Qué impacto tiene en la institución? 

Si ellos sacan una ley amenazando a Policías que se dan de baja —o salen de la institución— quiere decir que tienen una enorme fuga y es razonable. La inmensa mayoría de los policías están mal pagados, maltratados, sometidos a una rutina de trabajo extra. No tienen vacaciones, días feriados, pero, además, están obligados a reprimir a la gente, su propia comunidad, a personas que simple y llanamente protestan o simplemente a amenazar; a estar en una esquina asediando a alguien. Ese es un trabajo sucio. Habrá algunos fanáticos que quieran hacerlo. Pero ese trabajo, la inmensa mayoría de los policías no está conforme con hacerlo y se van. 

Ortega sigue recurriendo a reformas inconstitucionales. La Constitución dice que para reformar la carta magna se necesitan dos vueltas: una en un año y la otra en otra legislatura. Aquí nos quitó la nacionalidad y reformó la Constitución, que no la podía reformar, porque la Constitución lo que dice es que ningún nicaragüense puede ser privado de su nacionalidad. Es una cosa elemental. Nosotros fuimos constitucionalmente despojados de nuestra nacionalidad y la reforma a la Policía es inconstitucional. 

Ortega quiere convertir a la Policía en otro Ejército. La   Constitución decía que era una institución de naturaleza civil que anda armas. Le quitan lo de institución de naturaleza civil. Es un cuerpo armado, dice la reforma, y, ¿a quién le llega a su oído? Al Ejército. La gran pregunta es por qué. Quiere un Ejército que le siga sirviendo para la represión, la persecución, el asedio y el asesinato de los nicaragüenses. ¿Qué piensa el Ejército? Yo quisiera escuchar.

La Constitución también decía que no puede existir ningún otro cuerpo armado en el país más que el Ejército de Nicaragua. Pero bueno, ya hemos visto que ha habido varios cuerpos armados: los paramilitares con armas de guerra, impunidad, cometiendo crímenes impunemente. 

Ortega removió al jefe de la cárcel El Chipote, el comisionado general Luis Alberto Pérez Olivas, ¿usted tuvo algún contacto con él, mientras fue prisionera? 

Aparecía muy poco por la galería. Directamente lo hacía en la sala despacho que conecta una galería con otra. Si entró a la “E”, donde estaba yo, fue excepcional y una cosa muy rápida. Nunca llegaba y no se metía directamente. Se fue a meter a un interrogatorio que me estaban haciendo. Un lapso tal vez de 30 minutos. Tuvimos un debate sobre el tema de los muertos y derechos humanos.

—Hay 22 policías muertos—dijo.

—Sí, nosotros estamos demandando que se investigue no sólo a los 22 policías, sino también a los otros 300.

—Esos 22 policías no murieron del susto.

—Pues tampoco los otros 300 murieron del susto. Fueron asesinados en las calles, mientras protestaban, y ustedes están obligados a respetar los derechos humanos.

Después se quejó de que la CIDH había dicho que ellos eran torturadores. Hay muchísimas denuncias sobre torturas en El Chipote. Y francamente yo no creo que la gente salga de aquí a inventar torturas en fila. Si querés limpiar tu nombre, le dije, llamen a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que haga una investigación aquí caso por caso. Pero no estés diciendo que no hay. Nunca más lo volví a ver. Solo aparecía el segundo al mando este comisionado mayor (Victoriano) Ruiz. 

“Ortega no confía en el mando policial, hay una purga policial”

Cayó también el jefe de espionaje, Adolfo Marenco. ¿Hay una crisis de confianza en la cúpula del brazo represor? 

Es gravísima. Comienza por el hecho de que nombran al comisionado general en retiro Horacio Rocha y aparece colocado por encima del jefe de la Policía e incluso del jefe del Ejército. Hasta ahora se ha dedicado a encabezar lo que parece ser una purga dentro de la Policía. ¿Por qué si querían hacer una limpieza necesitaban a alguien de afuera? ¿Será que Ortega no confía en el primer comisionado Francisco Díaz, que es su consuegro? 

Son palabras mayores. Eso quiere decir que la familia Ortega Murillo ha perdido confianza en el primer comisionado, en Marenco de Inteligencia y Pérez Olivas de El Chipote y en otros comisionados generales que han sido incondicionales en la represión de la protesta y de los opositores desde abril de 2018 para acá. Toda purga tiene un interés de poder. Pero lo que no dice esa purga es que los Ortega Murillo no confían en la jefatura policial, pese a que han estado profundamente comprometidos con la política represiva. 

El dicho popular dice que mal paga el diablo a quien bien le sirve. Ese es el pago que el régimen Ortega-Murillo le da a quienes han sido incondicionales. Ya antes, eso le sucedió a los paramilitares. Los convocaron, le ofrecieron gloria del moro. Fueron a matar gente, a la operación de limpieza, aparecieron con armas de guerra de toda naturaleza y después volvieron a sus casas en la misma condición en que estaban. Y se acabó. Se olvidaron de ellos y los paramilitares murieron ahí: muchos de covid-19, confiados en la palabra del comandante.

¿Cuál es la siguiente purga? Ya hubo una en el sistema judicial alrededor de la presidenta, Alba Luz Ramos. ¿Se trasladará esa purga al Ejército? Vamos a ver, pero es muy probable, porque este es un régimen que ya está en su etapa de paranoia. Le parece que todo el mundo está en su contra. Desconfían de todos y actúan con esa desconfianza.

En febrero pasado, usted dijo que el encarcelamiento de monseñor Rolando Álvarez le iba a explotar en la cara a la dictadura. ¿Cuál es el costo político que están pagando? 

Elevadísima. Y cada día que pasa va a ser más elevado. Nadie tiene impunemente a un líder religioso encarcelado, acusado de hablar en un púlpito. No lo han acusado de nada más. No lo pueden acusar de violación, abuso sexual, de robar. No lo pueden acusar de nada. Es el colmo de la estrechez de las libertades en Nicaragua. Ni siquiera existe libertad para comentar el Evangelio. Ortega se trató de sacudir la presión internacional, sacándonos a nosotros, desterrándonos y después quitándonos la nacionalidad y las propiedades.  Pero ahí está el obispo Álvarez y casi 60 personas más. El terror de la dictadura no le permite decir ya es suficiente.

Usted mencionaba que hay una política extorsiva contra las empresas. Hay amenazas de confiscaciones. ¿Qué futuro tiene el sector privado? 

El sector privado no tiene ningún futuro porque uno no puede desarrollar una empresa en una condición de inestabilidad, falta de paz social, paz política y de un sistema judicial serio. ¿Qué empresario confía en que si tiene un conflicto lo puede ir a resolver al Poder Judicial? ¡Nadie! La DGI y la DGA operan como francotiradores contra los empresarios por razones políticas, económicas, porque necesitan dinero para los impuestos. 

En la encuesta de CID Gallup de junio pasado, el 48% de los consultados respondieron que es probable o muy probable que Rosario Murillo sea electa como sucesora de Daniel Ortega, pero ella y su hijo Laureano Ortega son las figuras más impopulares. ¿Puede Ortega imponer una dinastía? 

El proyecto de Ortega Murillo es de una dinastía. Una vez que no esté Daniel Ortega, pues siguen Rosario Murillo y Laureano. Pero también ese proyecto lo tuvieron los Somoza y se acabó. Ellos pueden tener en la cabeza un proyecto dinástico, pero se va a acabar más rápidamente de lo que ellos piensan. Cada día esa dictadura hace todo lo que está a su mano para liquidar sus posibilidades de sobrevivir.

¿Cuáles son las posibilidades de que Laureano Ortega tenga un papel político en Nicaragua? Qué haya una elección limpia, libre, con participación de la oposición; que cese el exilio, el destierro, la persecución, se convoquen a observadores internacionales. Si quiere Laureano Ortega ser candidato del FSLN, ¡qué sea! Los opositores encantados que sean candidatos malos (ellos). Pero lo que ellos quieren es imposición de dedo, una continuidad dictatorial. Eso no es viable. Les importa mucho a ellos su impopularidad, no. Pero si les importa que su base social no los acompañe.

¿Qué papel juega la oposición en esa crisis? ¿Puede tener una incidencia bajo el estado policial que vive Nicaragua? 

Una parte importante está trabajando en una unión en la acción. Es un paso sumamente importante para no caer en la trampa del orteguismo de estar en una guerra entre opositores que no tiene ningún sentido. Esta no es una elección de Miss Opositor o Miss Opositora. No se trata de quién es el más bonito, el más simpático.  Se trata de qué en este momento actuemos conjuntamente. Ya sabemos que somos distintos, se trata de construir un país en democracia y eso implica el reconocimiento de que tenemos diversidad de opiniones, ideas, conceptos sobre el país, pero debemos coincidir en uno: Tenemos que lograr que Nicaragua se enrumbe a la transición a la democracia.

Siento que Monteverde como un proyecto que tiene más de dos años (de existir), que se ha ampliado y fortalecido ahora, está haciendo esfuerzos para ir ampliando ese espacio de diálogo.

Hay algunos sectores de la diáspora que alegan que Monteverde está dominado por sectores de izquierda y particularmente de UNAMOS que antes era MRS. ¿Qué rol tienen ahí? 

UNAMOS es parte de Monteverde desde su fundación. Pero el espacio no era una coordinación de organizaciones, sino de personas que influyen en ellas. Las personas que dicen eso a mí me parece que lo más importante sería que conformen sus propios espacios. Sería muy bueno.  Mientras mejor organizada esté la oposición, mejor estaríamos todos. Lo importante es que avancemos, incidiendo para que haya una apertura para una ruta de transición y presentarle a la comunidad internacional un planteamiento de cuál es el respaldo que queremos.

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Redacción Confidencial

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Confidencial es un diario digital nicaragüense, de formato multimedia, fundado por Carlos F. Chamorro en junio de 1996. Inició como un semanario impreso y hoy es un medio de referencia regional con información, análisis, entrevistas, perfiles, reportajes e investigaciones sobre Nicaragua, informando desde el exilio por la persecución política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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