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Las memorias del horror en las cárceles de Daniel Ortega

Tres exreos políticos relatan las brutalidades en El Chipote y el SPN: Malas condiciones, uñas arrancadas, aislamiento y torturadores fanáticos

represión en las cárceles de Nicaragua

Ilustración: Confidencial

Octavio Enríquez

20 de junio 2023

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El expreso político Carlos Bonilla López alias “El Conejo”, de 33 años, dice cinco años después que no puede olvidar el nombre de su torturadora: Luxana. La conoció el 23 de julio de 2018 cuando lo capturaron por primera vez y lo llevaron a la inexpugnable prisión policial de El Chipote en Managua, cerca de la Laguna de Tiscapa.

Ese domingo le dieron choques eléctricos, lo golpearon en el estómago para doblegarlo y ella puso a calentar una plancha. Luxana era de las detectives de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), a cargo del conocido centro de torturas de la dictadura de Daniel Ortega. 


Bonilla recuerda que Luxana daba las órdenes para que el resto de policías lo golpearan. Ella misma le gritó: “Si no hablás, hijueputa, te quemo”, cuando la plancha estaba caliente y amenazó con ponerlo en sus costillas.

Luxana también pidió a los otros oficiales que le abrieran las piernas con fuerza. El dolor se intensificó y Bonilla dice que ya sentía que no tenía nada más que perder: encarcelado y sin su madre. Su progenitora falleció por cáncer el 10 de mayo de ese año, cuando él estaba luchando en las barricadas cercanas al sector de la Universidad Politécnica en Managua, uno de los epicentros de las masivas manifestaciones que sacudieron al régimen, cancelada y confiscada en 2022.

Ese día, presionado por sus torturadores, Bonilla pidió que lo mataran. Escuchó una contraorden para que lo enviaran a su celda y que, además, cesara la golpiza, porque “este hijueputa quiere ser mártir”. El nombre de Luxana le quedó grabado no sólo porque no es común. Bonilla afirma que ella se presentó con saña en los Juzgados para acusarlo por el asesinato de un policía en el contexto de las protestas. Guarda incluso una foto de la oficial —vestida de civil— en el estrado. 

Según el expediente 011393-ORM4-2018-PN, la única policía con el nombre señalado por la víctima es la teniente Luxana del Socorro Dávila, quien se presentó efectivamente como testigo en un proceso que acabó con una condena a 90 años para el acusado. 

La teniente Dávila pasó estos cinco años en la sombra como laboran sus colegas, bajo perfil en la DAJ. El 23 de abril de 2023 fue ascendida, sin embargo, a jefa del Departamento de Delitos Especiales en la misma dependencia. Luxana se ganó una promoción en una serie de nombramientos de mujeres policías que fueron asumidos por la vicepresidenta Rosario Murillo como el aseguramiento del “liderazgo femenino” en la institución.

A “El Conejo” le quedaron las vivencias, luego que fue desterrado el 9 de febrero de 2023 en un avión, enviado por el Ejecutivo de Nicaragua a Estados Unidos con 222 presos políticos, a quienes declararon “traidores de la patria”. 

Bonilla estuvo preso en dos ocasiones. En la primera, estuvo tras las rejas entre julio de 2018 y el 11 de junio de 2019, cuando salió libre por la autoamnistía orteguista. Lo recapturaron el 18 de enero de 2020 y lo mantuvieron encarcelado hasta aquel sorpresivo febrero de 2023, el mes de su exilio forzado.

El policía asesinado, por el que le abrieron el primer proceso, fue Hilton Manzanares, originario de León. La segunda vez lo acusaron por portación ilegal de armas. Cuando por este último caso,  le faltaban días para salir, él asegura que le sembraron drogas en la prisión de Máxima Seguridad conocida como “La 300”, ubicada en Tipitapa en el costado oeste del complejo penitenciario Jorge Navarro. Lo condenaron nuevamente por otros diez años en un caso en que responsabiliza al subalcaide Roberto Clemente Guevara Gómez, señalado también por varios expresos como torturador.

Adentrarse en la mente de alguien que disfruta haciendo daño a los otros es complejo. Según el libro Anatomía de la Tortura, elaborado por Miguel Ángel Pichardo, la tortura se ubica dentro de un método de aplicación racional e instrumental que persigue diversos objetivos: No sólo destruir al sujeto, sino que, mediante el terror, paralizar a una sociedad.

En marzo de 2023, un grupo de expertos en derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (GHREN) denunció la comisión de “delitos de lesa humanidad” en el país centroamericano, comparando estos crímenes con los cometidos por los nazis en la segunda guerra mundial. 

En ese documento aparecen mencionados los malos tratos a los cuales fueron sometidos los reos de conciencia. También las condiciones insalubres, la humedad, la falta de ventilación; todas fueron prácticas de las autoridades orientadas a “castigar y quebrar a las personas”. 

La privación de sueño, la angustia generada a los familiares por falta de información y la prohibición de lectura y escritura en El Chipote fueron prácticas arbitrarias denunciadas por organismos de derechos humanos y por la prensa independiente como violatorias de las normas mínimas de Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos conocidas como “reglas Nelson Mandela”. 

Bajo la custodia de las autoridades, fallecieron al menos dos exreos de conciencia. El abogado Eddy Montes, quien fue asesinado el 16 de mayo de 2019. Le dispararon con un fusil AK en el SPN. El general de brigada en retiro Hugo Torres Jiménez murió como prisionero político durante febrero de 2022 en la cárcel de El Chipote. Los dos casos se mantienen años después en la impunidad.

CONFIDENCIAL conversó con tres exreos de Ortega para recordar sus días en las prisiones de Nicaragua. En sus relatos, mencionan experiencias en El Chipote viejo (Tiscapa), el complejo Evaristo Vásquez o nuevo Chipote (en el barrio Memorial Sandino de Managua), y el complejo carcelario La Modelo, de Tipitapa donde está también el pabellón de máxima seguridad, conocida como “la 300” o “el Infiernillo”, donde permanece encarcelado el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.

Los testimonios ofrecen una descripción minuciosa de la falta de condiciones carcelarias y el fanatismo de los torturadores. “En la primera ocasión, vivía con ansiedad, esperando a diario mi libertad. Estaba claro de mi inocencia, a pesar de la condena de 90 años que impusieron por el caso del policía”, relata Bonilla.

Ortega ha dicho públicamente que el servicio de cárceles es un “servicio en condiciones adversas”. Durante el acto del 41 aniversario del Ministerio de Gobernación, al que pertenece la institución carcelaria, el gobernante dijo que las puertas de las penitenciarías están abiertas para que los familiares visiten a sus reos. “Cuando se dice que los están torturando, que se están muriendo, que tienen cosidos los labios, -ya quisiera verlos con los labios cosidos, inventan tantas cosas-, simplemente para crear una imagen negativa de Nicaragua”, acusó.

Kevin Solís: “Roberto Guevara me levantó la uña del pie”

Los testimonios desmienten a Ortega. Cuatro meses después de que fue desterrado, el estudiante de Derecho Kevin Solís, de 23 años, asegura que se aferró a Dios cuando se encontraba solo con su alma en una celda del pabellón de máxima seguridad “la 300”. En ese lugar, según sus palabras, el único que tiene autorización para realizar torturas y ordenar las mismas es Roberto Guevara. 

Solís recuerda un prontuario de abominaciones de ese alto oficial del Sistema Penitenciario: le dio una golpiza, le arrancó uñas, le fracturó costillas y la columna, le limitó los alimentos, le prohibió contacto durante nueve meses con sus familiares, y en tres años de cárcel sólo recibió 60 minutos de sol, a razón de veinte minutos por cada 365 días. Le pusieron grilletes y los mandó a una jornada de castigos que el oficial llamaba “la reflexión”.

El área donde los golpeaban la llamaban “el túnel”.  A Solís lo sacaron a las dos de la mañana en 2021, después que su abogada se mostró preocupada públicamente por su situación de salud. Guevara le reclamó por “las estupideces” que andaban hablando también sus familiares.

“Me agarraron.  Él (Guevara) regresó con una pinza y una tenaza. Me levantó la uña del pie, me dejó hasta el amanecer y me dijo que me iba a soltar hasta que pidiera cacao. Pasé llorando toda la noche. No me puse valeroso.  Pero no le pedí cacao”, cuenta el joven.

Las agresiones continuaron. Cuando Solís estuvo en huelga de hambre, Guevara buscó una manguera y se la introdujo a la fuerza para darle avena durante al menos tres días para “desactivar” cualquier posible efecto de la protesta en su salud. Más guardias también lo golpearon en otra ocasión, luego de recibir la autorización de Guevara. Entonces le dieron en las costillas y en la cabeza. Llegó a tener tanto miedo que Solís confiesa que lo primero que hacía era subirse en el camarote, cuando escuchaba abrir la puerta.

Los guardias pasaron una hora diciéndole “basura”

Otro tipo de tortura ocurría cuando lo sacaban para sentarlo en una banca rodeado de sus torturadores. La misión de ellos era decirle basura durante una hora. “¡Sos un asesino! ¡Desestabilizaste el país, mirá cómo los abandonaron! ¡Les importan los otros presos que están en El Chipote, a ustedes los abandonaron!”. La cantinela nunca paraba y esas acusaciones eran muy distintas a lo registrado en el expediente, en que le imputaron portación ilegal de armas y el robo a un fanático del partido de Gobierno que él asegura se infiltró en una marcha opositora realizada en la Universidad Centroamericana. 

De acuerdo con la campaña Nicas libres ya, una iniciativa de varias organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales a favor de los presos políticos, Solís fue sobreviviente del ataque del orteguismo a la iglesia Divina Misericordia el 14 de julio de 2018 en Managua. Por eso, le mencionaban las protestas cuando lo insultaban calificándolo de desperdicio. 

Lo condenaron a 23 meses de prisión y lo excarcelaron el 4 de abril de 2019. Como Bonilla, él fue recapturado también, pero el 6 de febrero de 2020. “No hubo un día en que yo pensara que iba a salir libre. Perdí la esperanza, yo pensaba que al mundo exterior no le interesamos, porque a todos les interesa llevar un plato a su mesa. Vos en máxima seguridad no te enterás de nada, estás completamente aislado”, dijo Solís.

Moisés Leiva: “La respiración es corta en El Chipote viejo”

El matagalpino Moisés Alfredo Leyva conoció la celda número 15 de las instalaciones de El Chipote viejo. Ahí lo mandaron con un señor de su pueblo, a quien no conocía: el abogado Eddy Montes Praslin.

Esas celdas eran pequeñas. Recuerda que tenían como un metro de ancho. A los dos presos, los tuvieron sin comer hasta el amanecer, luego de someterlos a interrogatorios que los policías hacían cada quince minutos. “El Chipote viejo es el peor. La respiración es corta, el calor es mucho: De 35 a 40 grados; te sofocás, casi te asfixiás, no tenés una cobija. Una pichinga de gaseosa o de agua te sirve como cabecera para dormir. Estás desnudo sólo en bóxer en una estructura de cemento. Es la cárcel más terrible que he pisado en mi vida”, se queja Leiva.

Leiva también puede dar testimonio sobre la cárcel La Modelo en Tipitapa. Lo trasladaron a ese lugar el 25 de noviembre de 2018 y permaneció ahí hasta el 5 de abril de 2019. Fue recapturado el 28 de septiembre de ese mismo año y estuvo preso hasta el destierro masivo de reos políticos a Estados Unidos.  

Los últimos meses sin libertad, Leiva los pasó en el penal de Waswalí, en Matagalpa, al norte de Nicaragua. No se le olvida el nombre de otro torturador en ese lugar: el director Donald Pérez Garay. El 9 de febrero de 2023, cuando la suerte estaba echada y serían desterrados los reos políticos, ese oficial no le quiso decir su destino y con sorna le advirtió que iría a otro lugar mejor: “La 300”. 

Eran palabras mayores. El lugar ya lo conocía, porque estuvo aislado ahí en diciembre de 2018. En ese sitio eran otros los agresores de presos que le traía la memoria: Roberto Guevara, Marlon Luna, primer alguacil Vladimir Chávez Chávez, y Darling Iván Morales Duarte. 

“Este señor (Morales Duarte) muchas veces me dijo que él me quería asesinar, que me quería dar 30 tiros, veneno y un favor le hacía a la patria si eso pasaba. Que él era sandinista. Muchas veces, él me llegaba a torturar de esa manera y yo, a veces me tiraba seis o siete días sin comer, porque no quería agarrar la comida. Vivía con agua y galletitas”, explica Leiva, quien perdió a un hermano asesinado en las protestas, José Alfredo.

La cárcel le dejó varias huellas visibles. “Tengo cicatrices en la nariz, tres heridas en la cabeza de siete puntadas. Me zapatearon bien. Me pandearon la nariz, me lesionaron la rodilla. Me torturaron en un calabozo”, relata Leiva.

El exrecluso matagalpino está pidiendo la libertad de su hermana, Reina Isabel, de quien porta pancartas en cada manifestación que se da en Estados Unidos y cuya detención también atribuye a razones políticas.

Gonzalo Carrión, coordinador del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca+, lideró un equipo que sistematizó 158 casos de tortura. Realizaron una jerarquización de los perpetradores de abusos tanto en la Policía Nacional como en la Dirección General del Sistema Penitenciario Nacional (DGSPN).

De acuerdo con las denuncias recibidas por ellos, la cadena de mando de la Policía en estos casos es presidida por su jefe, el primer comisionado Francisco Díaz Madriz. La integran también nueve comisionados generales, siete comisionados mayores, un subcomisionado, seis capitanes, dos investigadores, tres tenientes y 33 oficiales de bajo rango. Pero el sistema de tortura alcanza a otros funcionarios.

La lista de los abusadores del SPN

La investigación menciona la responsabilidad del prefecto Julio Guillermo Orozco y del subprefecto Venancio Alaniz, director y subdirector de la DGSPN. Las denuncias refieren agresiones directas a los reos, protagonizadas por al menos 16 guardias. 

Al igual que en los centros policiales, se identificaron como perpetradores de tortura a responsables de centros penitenciarios:

  1. Otrora alcaide Evenor Centeno, entonces director del Establecimiento de Máxima Seguridad.
  2. William Trujillo, subdirector de Máxima Seguridad.
  3. Alcaide Roberto Guevara.
  4. Alcaide Denis Evelio Muñoz García, Centro Penitenciario de Chinandega.
  5. Alcaide Rodrigo García del Centro Penitenciario de Granada.
  6. Otrora alcaide Janeth Pérez.

El documento del Colectivo de Derechos Humanos Nunca +. hace la salvedad que, excepto la exalcaide Pérez de las prisiones de mujeres, todas las autoridades mencionadas fueron denunciadas por golpizas constantes, aunque en redes sociales ella fue señalada por cometer maltrato psicológico

La tortura es una política de Estado en Nicaragua, ejecutada por personas con el objetivo de que el régimen mantenga el poder, según este organismo. “No son simples números, sino el contenido de historias personales y familiares. Un resumen de historias de dolor provocadas por ese sistema de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes”, lamentó Carrión.

Para el Mecanismo para el Reconocimiento de las Personas Presas Políticas, todavía hay al menos 36 encarcelados por razones políticas en Nicaragua. Entre ellos se encuentra el obispo de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, Rolando Álvarez, un religioso reconocido por su labor pastoral que es incómodo para el régimen, porque ha denunciado las violaciones de derechos humanos cometidas contra la ciudadanía. 

El religioso está aislado en el penal de máxima seguridad, en uno de los costados del complejo de prisiones en Tipitapa. El Parlamento Europeo pidió este 15 de junio una prueba de vida del religioso, condenado a 26 años y cuatro meses de prisión el 10 de febrero de 2023. 

El exparlamentario europeo Ramón Jáuregui tiene una opinión formada sobre la cárcel El Chipote, que conoció en 2019. Para él, se trata de celdas “medievales”. 

Ramón Jáuregui: “La tortura es el instrumento del tirano”

“La tortura es el instrumento del tirano. Detienen, encarcelan, torturan, porque sólo pueden mantenerse en el poder en base a la represión. No podrían gobernar si los ciudadanos tuvieran libertad. La tortura me parece deleznable, cruel, inhumana, internacionalmente condenable”, afirmó Jáuregui.

Para el exparlamentario europeo, es necesario que la oposición democrática se organice en una plataforma unitaria y se haga presente en las cancillerías, alzando su voz con todas las instituciones democráticas del mundo, para que la comunidad internacional entre a la situación de Nicaragua, marcada entre otras cosas por las terribles condiciones de los reclusos.

El último día que Kevin Solís estuvo preso ni sospechaba que lo iban a mandar en avión a Estados Unidos. Algunos expresos políticos creyeron que los iban a fusilar, mientras otros con humor negro pensaban que serían sacados del país para enviarlos a Rusia, China o Cuba, aliados del régimen.

El subalcaide Roberto Guevara le entregó personalmente la ropa a Bonilla, para que se cambiara el traje azul, característico de los acusados por supuesto terrorismo. “Nos pusieron bridas en las manos y nos montaron en los buses. Los vehículos llevaban cortinas. No podíamos ver, e iban dos guardias adentro”, relata.

Meses después, ambos piensan en Nicaragua. Mientras Bonilla califica como lamentable la persecución a la Iglesia católica, Solís dice que no existen los derechos constitucionales en el país, los derechos humanos dejaron de existir hace tiempo y la libertad de expresión es un delito que Ortega hace pagar con secuestro, tortura y muerte. 

“Gracias a Dios, no albergo odio. No digo que serán impunes. Quien cometió delitos va a pagar por ello. En lo personal, no creo que valga la pena guardar resentimiento. Ellos (los mismos guardias) van a abrir los ojos como muchos que se están dando cuenta de lo que está ocurriendo en Nicaragua”, dice convencido Solís.

Leiva agrega que no se puede creer que todos los guardias del régimen de Ortega y Murillo son malas personas. Sostiene que fue precisamente uno “bueno” el testigo clave del crimen de Eddy Montes Praslin, un oficial del SPN que tuvo que huir del país.

De aquel día del asesinato del reo de conciencia, hay un breve vídeo grabado por los reclusos que se pasó en el programa televisivo Esta Semana. En el patio de las cárceles, algunos reclusos alarmados no saben qué pasa y uno exclama agobiado: ¡Mataron a uno!”, denunciando a los guardias del Sistema Penitenciario. Así murió el preso político Eddy Montes Praslin, bajo un sistema dominado por los malos tratos contra quienes piensan políticamente diferente. 


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Octavio Enríquez

Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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