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El impacto de la muerte de Humberto Ortega en el Ejército: “No hay cohesión”

Dora María Téllez: “Hay un gran malestar, no hay cohesión alrededor de la servidumbre a la cual ha sometido a la institución la familia Ortega Murillo"

Humberto Ortega brinda un discurso como jefe del Ejército de Nicaragua en la década de 1980.

Humberto Ortega Saavedra, hermano menor del dictador Daniel Ortega, fue jefe del Ejército en los años ochenta y hasta 1995. // Foto: Cindy Karp / Getty

Carlos F. Chamorro

6 de octubre 2024

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La muerte del exjefe y fundador del Ejército, Humberto Ortega, como preso político de su hermano, el dictador Daniel Ortega, por oponerse y cuestionar la “sucesión dinástica” del poder a Rosario Murillo y sus hijos, ha generado un malestar soterrado en las filas del Ejército, el Gobierno, y el Frente Sandinista. 

“Ese comunicado cínico y enjundioso del Ejército lo que te dice es que tienen un enorme malestar interno por la manera en cómo Humberto Ortega fue tratado, por la manera en cómo fue apresado, y las razones por las que fue apresado” afirma Dora María Téllez, historiadora y activista política. 

“No hay cohesión dentro del Ejército alrededor de la servidumbre a la cual han sometido a esa institución a la familia Ortega Murillo en torno a sus intereses de poder, porque ya la familia Ortega Murillo no representa ni siquiera al Frente Sandinista, se representan solo ellos, y sus intereses económicos, y obviamente, sus intereses de sucesión dinástica”, considera Téllez. 

En una entrevista en el programa Esta Semana, que se transmite el domingo 7 de octubre de 2024 a las 8.00 P.M. en el canal de YouTube de CONFIDENCIAL, debido a la censura televisiva en Nicaragua, Téllez analizó la “sucesión dinástica”, que está en el trasfondo de la muerte de Humberto Ortega, que Rosario Murillo pretende imponer “contra viento y marea”. 


“Todo el mundo sabe lo que se dice en los corrillos del Frente Sandinista, el Ejército, la Policía y el Estado: la carrera de Rosario Murillo para tener el poder total comenzó desde hace ya más de un año y medio, y ahora se han ido incrementando las purgas en las instituciones del Estado, que obedecen a la necesidad de Murillo de tener un círculo de lealtad cerrado alrededor de ella”, dice la exguerrillera.

“Si algo tenemos que entender los nicaragüenses es que la sucesión dinástica solo la podemos detener nosotros con nuestra resistencia y con nuestra oposición, y con nuestra actividad política, de la manera en que la queramos hacer”, advirtió Dora María Téllez, fundadora del Movimiento Renovador Sandinista (ahora Unamos). 

No le perdonaron cuestionar “sucesión dinástica”

Humberto Ortega es el tercer preso político que muere bajo custodia policial de la dictadura desde 2019. Primero fue Eddy Montes, asesinado en la cárcel modelo, después Hugo Torres, preso en el Chipote, y ahora Humberto Ortega, que estaba bajo el régimen de casa por cárcel de facto. ¿Qué significa este patrón de muertes de prisioneros políticos? 

Te indica las condiciones carcelarias que hay para presos políticos en Nicaragua, pero también los presos que meten. Si meten a la cárcel a una persona mayor de 70 años que tiene padecimientos crónicos, en el caso de Humberto (Ortega) es una cosa totalmente bárbara. Lo de Eddy Montes fue un disparo, un asesinato y nadie ha hecho ninguna investigación sobre el asesinato de Eddy Montes. Y en el caso de Hugo (Torres), es de negligencia total. Hugo tenía más de 70 años también, pero era absolutamente sano, no tomaba ningún medicamento cuando llegó a la cárcel. Pero el régimen de los Ortega-Murillo está diseñado como una maquinaria. 

Hay dos presos políticos más que meter en la lista, Flores Castillo que dicen que se suicidó en la cárcel. Pero nunca hay autopsia. Y el otro es el señor de Ometepe, que salió en unas condiciones gravísimas a morirse días después. Ahora está don Eliseo Duarte, en el hospital Lenin Fonseca desde hace tres años con derrame cerebral, está parapléjico y no han sido capaces de mandarlo a su casa. Es una cosa de veneno, de odio, de necesidad de agredir, de matar, de ejercer violencia contra las personas que están presas políticas. Eso es lo que este régimen ha mostrado.

En el caso de Humberto Ortega, lo que mucha gente se pregunta es por qué muere en aislamiento total, después de haber sido condenado en un acto público por traición a la patria por su propio hermano Daniel Ortega, con quien había tenido contactos y relaciones previas durante la enfermedad de Humberto Ortega. 

No le perdonaron a Humberto lo que dijo, que no había ninguna capacidad de sucesión de Daniel Ortega, que habría que abrir caminos a una transición democrática en Nicaragua, que eso se hacía mediante una negociación, que había que buscar condiciones para que la oposición actuara. Desde el punto de vista Rosario Murillo y de Daniel Ortega, es absolutamente imperdonable. Y ellos decidieron que callar a Humberto Ortega era una manera de ejemplificar que nadie podía hablar, ni siendo hermano del propio Daniel Ortega. Entonces lo trataron con un odio absoluto al que agregaron todos los traidos que Rosario Murillo tuvo siempre con Humberto Ortega. 

Los altos funcionarios públicos que están cayendo presos, muchos están en condición de desaparecidos, no les permiten visitas a su familia, lo tienen totalmente aislado, no tienen defensores, los condenan por zoom, las violaciones a los derechos humanos se han hecho extensivas ya no solamente a los opositores o a quienes el régimen de Ortega sospecha que son opositores, sino también dentro de sus propias filas, dentro del Frente Sandinista. 

Ahí está el caso de los de La Comuna que ya están condenados, eran del Frente Sandinista; dentro de la Policía, el caso de (el comisionado general Alberto) Acuña; dentro del círculo de amigos y parientes de Daniel Ortega, desde el caso de el “cuervo” (Jorge) Guerrero y el propio Humberto. El modelo represivo de Ortega Murillo se ha extendido a todos los sectores de la sociedad nicaragüense. No hay nadie que esté fuera, antes estaban fuera los del Frente Sandinista, ahora ya no, eso se acabó. Ellos están ahora metidos en la lista de los que están siendo reprimidos también.

La orden de encarcelar a Humberto Ortega, después que él brinda estas declaraciones a Infobae, cuestionando la sucesión dinástica ¿viene de Daniel Ortega o de Rosario Murillo? 

Yo creo que esa es una decisión alimentada en la mesa del comedor por los dos. Ahí ves la mano clarísima de Daniel Ortega, enfurecido por sentir que Humberto usó la visita que él le había hecho para después salir a dar unas declaraciones, como que él lo estaba autorizando. Y obviamente Rosario Murillo siente que Humberto Ortega la había descartado completamente como sucesora, lo cual es cierto. Pero, además, Humberto dijo que el Ejército de Nicaragua tenía que prepararse para jugar un papel en la transición democrática, y eso es imperdonable para Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

Las purgas en el Gobierno, Policía, Ejército y FSLN

¿O sea que el encarcelamiento, primero, y ahora la muerte de Humberto Ortega, están poniendo en el centro del debate en el país, por lo menos dentro del propio gobierno del Frente Sandinista, y en el Ejército, el tema de la sucesión dinástica? 

Sí, todo el mundo sabe lo que se dice en los corrillos del Frente Sandinista, el Ejército, la Policía y los funcionarios del Estado, que la carrera de Rosario Murillo para tener el poder total comenzó desde hace ya más de un año y medio, y ahora se ha ido incrementando la cortada de cabezas. Las purgas generales en las instituciones del Estado obedecen a la necesidad de Murillo de tener un círculo de lealtad cerrado alrededor de ella. 

En la Cancillería se volaron a (Denis) Moncada, se volaron a la vicecanciller (Arlette Marenco) y a la otra persona también de confianza. La Cancillería quedó prácticamente descabezada. Eso se va a reponer con gente que obedezca a los designios de Rosario Murillo. Indudablemente, ella ha tomado un control cada vez mayor de las instituciones públicas y de las cabezas de las instituciones públicas.

¿Qué impacto puede tener entre los altos oficiales del Ejército en las filas del Ejército la muerte del ex jefe y fundador de esta institución como prisionero político de Daniel Ortega y Rosario Murillo por oponerse a la sucesión dinástica?. 

A mí la medida de lo que pasa dentro del Ejército me la da el comunicado del Ejército. Es un comunicado cínico. 24 horas antes decía “el paciente” Humberto Ortega y 24 horas después, ya eran “los jefes, oficiales, soldados, marinos, pilotos, paracaidistas”, ese comunicado enjundioso del Ejército lo que te dice es que tienen un enorme malestar interno por la manera en cómo Humberto Ortega fue tratado, por la manera en cómo fue apresado y las razones por las que fue apresado. Pero no solo por eso, sino también por la manera en cómo están siendo tratados los mandos militares, que cada vez tienen una condición peor, ellos y sus familias.

Ese comunicado exagerado tiene que ver con eso. Y si vos te fijás la última frase dice algo como “con firmeza y decisión y cohesión”. Solamente hablas de cohesión cuando necesitas cohesión. Lo que está claro es que no hay cohesión dentro del Ejército, alrededor de la servidumbre a la cual han sometido esa institución a la familia Ortega Murillo en torno a sus intereses de poder. Porque ya la familia Ortega Murillo no representa ni siquiera al Frente Sandinista. Se representan solo ellos, sus intereses de poder y sus intereses económicos, y obviamente, sus intereses de sucesión dinástica.

¿Y qué impacto puede tener esta muerte de Humberto Ortega entre los altos funcionarios del Gobierno y en el propio Frente Sandinista, y el llamado sector histórico del Frente Sandinista? 

La muerte de Humberto es un corolario a lo que ha venido sucediendo. El golpe a Carlos Fonseca Terán y a la gente de La Comuna que eran orteguistas incondicionales, no eran opositores, no hacían crítica ni nada, pero los golpearon porque simplemente deben haber expresado algún descontento. Tal vez con la sucesión alrededor de Rosario Murillo, entonces los fundieron, pero también ha fundido a otra gente por razones políticas. Por no definirse completamente alrededor de los designios de Rosario Murillo. 

Todos estos funcionarios públicos de alto nivel están avisados de lo que ha venido pasando, que llega Horacio Rocha a la oficina de cada uno, les quita la llave, los saca con la policía, les quita el carro, les quita todo y lo mandan a su casa, virtualmente casa por cárcel. Esa es la realidad que están viviendo los altos funcionarios desde que cayó Alba Luz Ramos en la cabeza de la Corte Suprema de Justicia y después barrieron con la Corte, con el Poder Judicial, y después con el resto. 

Y cayó (Adolfo) Marenco de la Policía, el gran jefe de la inteligencia que participó en la represión del 2018 de manera decisiva. Marenco también está casa por cárcel. Todo el mundo dice ¿qué pasó con Avellán? También cayó el director de Auxilio Judicial. El golpe se ha se ha reproducido entre los militares con el general (Rigoberto) Balladares, y entre la Policía, y en el Frente Sandinista, no hay ya nadie por fuera del modelo represivo de la familia Ortega Murillo, que cada vez está más paranoica, cada vez tiene más miedo, tiene más frustraciones y en el caso de Rosario Murillo cada vez quiere asentar más su poder en las instituciones públicas.

Derechos humanos, verdad, justicia y venganza

En el audio que grabó a CONFIDENCIAL, Humberto Ortega se describe a sí mismo como un prisionero político, pero después de su muerte ha se ha producido una discusión entre algunos sectores, incluidos ex presos políticos, sobre que si Humberto Ortega era o no preso político, mientras que otros sectores más bien han hasta celebrado su muerte porque condenan el papel que él jugó en la guerra en los años 80. 

Lo mejor que he oído sobre eso es lo que dijo Yader Morazán, en un tweet: la categoría de preso político es una categoría internacional. Vos sos preso político cuando te echan preso por razones de lo que opinaste, de lo que hiciste  en materia política, de que te opusiste a un gobierno, cívicamente. Eso fue lo que le pasó a Humberto Ortega. Técnicamente, desde el punto de vista de la categoría internacional es un preso político. 

Si alguien se alegra de que los Ortega Murillo se hayan convertido en verdugos de Humberto Ortega. ¿Por qué le sobas la espalda al verdugo? Uno jamás tiene que sobarle la espalda al verdugo. No solamente de Humberto Ortega, también de todos los presos políticos y de los muertos que ha habido en Nicaragua, y del daño que se ha producido al país. 

No te podes poner de acuerdo con la dictadura en que ejerza el papel de verdugo sin justicia. Si alguien quería llevar a la justicia Humberto Ortega, a mí me parece muy bien; si alguien quería llevarlo a juicio, es decisión de cada quien; si alguien lo quería acusar, no le veo ningún problema. Las personas se acusan y tienen derecho a la defensa. Pero alabar que el régimen de los Ortega Murillo, una dictadura, ejerza el papel de verdugo, y yo alegrarme, eso a mí me parece que tenemos algún problema. Hay que diferenciar entre los términos de justicia y venganza, que son cosas muy distintas

Yo puedo estar totalmente en desacuerdo con un preso político. Voy a mencionar uno: Brooklyn Rivera. Rivera era aliado del Frente Sandinista, fue diputado por esa alianza del Frente Sandinista hasta pocos días antes de que lo echaran preso. Estuvo en la Contra, está acusado de múltiples violaciones a los derechos humanos, pero es preso político. Y lo mismo Steadman Fagot, que era ministro asesor nombrado por Daniel Ortega tres días antes, pero lo echaron preso por lo que opinó sobre lo que estaba pasando en las tierras indígenas y con la invasión de colonos, es preso político. Me caigan bien a mi, o no me caigan bien. Sea un funcionario público como Steadman Fagot el día anterior, y ni siquiera lo han destituido. Está preso y ni siquiera lo han destituido. Se le metieron a las tierras y ni siquiera lo han destituido, pero es preso político. No podemos administrar la categoría de presos políticos por afinidades político ideológicas, tenemos que verlo como una categoría que tiene que ver con derechos humanos. Y cuando hablamos de derechos humanos, hay que hacer una diferencia, no podemos convertirnos en lo que son nuestros adversarios. 

Si vamos a defender los derechos humanos, vamos a defender los derechos humanos de todos los nicaragüenses, sin distinción. No, este me cae mal y está bueno que lo maten, aquel me cae bien y está bueno. Derechos humanos de todo el mundo, sin distinción. Ahorita hay cuatro personas desaparecidas, una de ellas era una funcionaria de la Corte Suprema. Su hermana y su esposo están desaparecidos. ¿La acusación? Porque se quería ir del país. ¿Cómo puede ser eso? Es una violación a sus derechos humanos. No les permiten visitas, nadie sabe dónde están. Son violaciones de derechos humanos. 

Uno nunca puede ponerse del lado del verdugo y tampoco le puede agradecer al verdugo que ejerza el papel de mano vengadora personal. Porque eso no es justicia. Y eso no conduce a que Nicaragua deje de tener dictadura ahora, y no tenga dictadura más adelante.

Mirando hacia el futuro, esto también refleja profundas heridas que hay en el país y cómo algunas personas están reaccionando ante esos hechos. Pero también pone de manifiesto que nunca el país se ha confrontado con la verdad, con su propia historia, y hay una ausencia de justicia, y también de verdad. 

Ese es el problema que hemos tenido, que siempre pasamos la página. Por eso es que hace un tiempo propusimos una Comisión de la Verdad, donde la gente pueda llegar a decir --yo quiero saber quiénes son los asesinados y cómo fue  lo del 22 de enero, ni siquiera hay una lista de los asesinados del 22 de enero 1967.

Yo quiero saber quién mató a amigos míos y por qué. Son investigaciones que ni siquiera se hicieron. Y uno quiere saber y tiene derecho a saber la verdad de lo que pasó. Y el país tiene derecho a saber la verdad de lo que ha pasado. Tiene derecho a saber sobre la Navidad Roja con un informe oficial de una entidad de investigación que diga esto es lo que pasó, y que el país aprenda y que se le ponga frente a las instituciones y le diga: véase usted en este espejo. Esta es la actuación institucional que tiene que haber para poder aprender como nicaragüense. 

De lo contrario, vamos a seguir en esta rueda de molino eternamente, sin lograr salir de este círculo vicioso de dictadura y guerras civiles y venganzas y dictaduras, guerras civiles y amnistía. Tiene que haber un esfuerzo de verdad y justicia.

Mientras tanto, lo que queda en este momento es el plan de la sucesión dinástica.¿se va a imponer por la fuerza la sucesión dinástica? 

A mí no me queda la menor duda de que Rosario Murillo está decidida a imponerse contra viento y marea. Una gran parte del modelo represivo actual obedece a la frustración que tiene Rosario Murillo por no poderse imponer completamente, por no desaparecer la resistencia, por no desaparecer la oposición, por no liquidar completamente lo que ella considera sus enemigos, nunca está satisfecha. 

No está satisfecha con haber desarticulado completamente a la diócesis de Matagalpa. Quiere seguir liquidando todo lo que encuentre. Si puede cerrar todas las iglesias, las va a cerrar. Si puede destruir todas las oenegés, las va a destruir, si puede echar presos a todos los pastores, los va a echar. 

Si algo tenemos que entender los nicaragüenses es que la sucesión dinástica, solo la podemos detener nosotros con nuestra resistencia y con nuestra oposición y con nuestra actividad política, de la manera en que la queramos hacer. Por debajo, clandestina. subrepticia, resistencia, gestiones internacionales, presencia en los medios de comunicación y en las redes sociales, los que pueden, para detener ese modelo de sucesión dinástica que ya está montándose en el país. Nosotros somos los únicos que podemos detenerlo. 

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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