2 de octubre 2024
Durante su vida pública, Humberto Ortega Saavedra siempre alardeó de su astucia. Y la tuvo en su actividad política guerrillera, durante su carrera militar y en su faceta de empresario millonario, aunque de la última nunca le gustó hablar. El hermano menor del dictador Daniel Ortega, que falleció como su preso político la madrugada del 30 de septiembre de 2024, fue el primer jefe del Ejército Popular Sandinista en 1979 y del nuevo Ejército de Nicaragua en 1994. También, uno de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista , y una figura respetada y controvertida, por igual.
Nació el 10 de enero de 1947, en el municipio La Libertad, Chontales, en el centro de Nicaragua, y fue uno de los estrategas de la revolución que derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle en 1979. Cuarenta años después, en el ocaso de su vida, cuestionó la dictadura de su hermano, con quien mantuvo una relación de altos y bajos hasta sus últimos días. Y murió a los 77 años, en condición de “prisionero político”, según el último mensaje que grabó.
“Ideólogo, estratega, escritor e historiador”... y millonario
La trayectoria militar de Humberto Ortega estuvo marcada por dos operaciones guerrilleras fallidas. La primera fue en 1967, cuando un comando sandinista intentó atacar la caravana del dictador Anastasio Somoza Debayle, en Managua. Todo falló y cayó preso. La segunda fue en 1969, en Alajuela, Costa Rica, cuando ideó y dirigió un complot para intentar liberar de una prisión a Carlos Fonseca Amador, y volvió a caer preso y fue herido de gravedad.
Le impactaron dos balas calibre 38 y 45, y por las heridas perdió la movilidad de sus manos y dedos, y nunca pudo volver a empuñar un arma. Desde entonces se volvió un “estratega” militar, con aprendizajes en Corea del Norte y Cuba.
Quienes lo conocieron también lo describen como amante de una vida de lujos. Inclusive, durante los años ochenta —cuando Nicaragua vivía una época de racionamiento— el jefe del Ejército vestía su traje militar con zapatos Bally, camisas y pantalones Pierre Cardin y un clásico Rolex.
Desde su retiro, en febrero de 1995, vivió entre Nicaragua y Costa Rica dedicado a cuidar de su fortuna, originada en la apropiación ilegal de millonarios fondos públicos, producto de la venta de armas del Ejército Popular Sandinista en los años 90. El exjefe de Ejército se convirtió entonces en un empresario, aunque nunca aceptó ser nombrado como tal.
“Soy un ideólogo, estratega, escritor e historiador”, dictó para ser citado con las etiquetas que creía a su altura, tanto como con el rango de “comandante en jefe” del Ejército, con el que prefería ser llamado para marcar superioridad entre los nueve comandantes históricos, resumió en un artículo ABC.es
Humberto Ortega también asumió el papel de factor político y negociador en momentos de crisis política. Desde esa posición promovió el primer pacto político con Arnoldo Alemán en 1997, tras la segunda derrota electoral de su hermano Daniel, y luego también intentó —sin éxito— resolver el estallido social de 2018 hasta cuestionar, seis años después, el plan dinástico de su hermano y su cuñada, con una declaración que lo convirtió en preso político y lo condujo a su muerte.
Pieza clave en la profesionalización del Ejército
Tras el triunfo de la Revolución Sandinista, Humberto Ortega Saavedra fue nombrado Ministro de Defensa y jefe del Ejército. También jugó un papel crucial en las negociaciones de paz que llevaron al fin de la guerra civil nicaragüense en 1990.
Bajo su mandato, el Ejército sandinista se transformó en una fuerza militar moderna, a raíz de la transición democrática con el Gobierno de Violeta Barrios de Chamorro. Y al retirarse, en 1995, se mantuvo relativamente alejado de la vida política, aunque siempre cuestionando al político de turno, incluso cuando esa silla la volvió a ocupar su hermano.
En las últimas décadas, también se dedicó a escribir y reflexionar sobre la historia, sus experiencias, y puntos de vista de la revolución sandinista y la política nicaragüense.
La declaración que enfureció a su cuñada
El quiebre de la relación entre los hermanos Ortega Saavedra empezó en diciembre de 2018, cuando Humberto opinó a favor de adelantar las elecciones para salir de la crisis sociopolítica que estalló tras la represión contra las protestas ciudadanas en abril de ese año. Días después, Daniel lo llamó “peón del imperio” norteamericano.
Las críticas públicas continuaron en julio de 2021, cuando Ortega y Murillo dirigían una nueva cacería contra opositores y activistas nicaragüenses, encarcelando, entre ellos, a siete precandidatos presidenciales que buscaban competir contra Ortega en las elecciones de ese año.
“Estoy claro que estos que están detenidos no son terroristas, no han atentado en contra de la estabilidad del país; simplemente son opositores que tienen su punto de vista como yo lo tengo”, dijo el excomandante sandinista en el programa Oppenheimer Presenta, de la cadena internacional CNN en Español y dirigido por el periodista Andrés Oppenheimer.
“Yo he criticado con toda firmeza y respeto al Gobierno actual por eso yo podría ser catalogado de terrorista o traidor a la patria”, añadió Ortega. Menos de dos años antes, de que fuese llamado traidor a la patria por su hermano dictador.
En febrero de 2023, en otra entrevista con Oppenheimer, también destacó la valentía del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, entonces preso político de la dictadura y quien tras negarse a ser desterrado a Estados Unidos fue calificado por el dictador como “soberbio”, “desquiciado” y “energúmeno”, además de recluirlo en una celda de castigo en la cárcel La Modelo.
Contrario a las palabras de su hermano, Humberto Ortega dijo que “el obispo Álvarez es un obispo muy relevante acá en Nicaragua. Yo algunas veces, he seguido más de cerca su discurso y en general considero que su discurso está en la línea de las libertades que uno tiene que estar y tolerar en un gobierno democrático, entonces pienso que el obispo Álvarez es un hombre serio, consecuente y lo está demostrando”..
Las diferencias se volvieron irreversibles en mayo de 2024, cuando el general en retiro dio una entrevista al medio argentino Infobae, en la cual aseguró que su hermano, de 78 años y de regreso en el poder desde 2007, no tiene sucesores.
“Si falta Daniel Ortega, para mí, Humberto Ortega, no hay posibilidad de que nadie de ese grupo de poder pueda ejercer la influencia frente a un proceso”, apuntó el general de Ejército en retiro.
Desde 2017, Daniel Ortega gobierna junto con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. Pero consultado directamente sobre si Murillo sería la sucesora, el exjefe del Ejército sentenció que nadie.
“Nadie. Nadie. No quiero mencionar a nadie en particular. Sin Daniel no hay nadie, porque, con todo y todo, Daniel es el único líder, histórico, que aún conserva los créditos de esa lucha (política). Sin Daniel veo muy difícil que haya dos o tres que se junten”, indicó.
“Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo. Con la ausencia de Daniel sería muy frágil sostener todo lo que hasta ahora ha logrado sostener con gran esfuerzo y con enormes complejidades”, opinó.
La afirmación habría molestado a su cuñada y vicepresidenta, y la noche del 19 de mayo de 2024, horas después de la publicación de la entrevista, la Policía estableció un cerco alrededor de su vivienda, y lo despojaron de computadoras y celulares. Dos días después, el 21 de mayo, la Policía alegó que especialistas del Ministerio de Salud y médicos particulares “visitaron y valoraron” su salud.
Su hermano lo calificó de traidor a la patria
Nueve días después de la orden de “casa por cárcel de facto” contra el exjefe del Ejército, su hermano, el dictador Daniel Ortega, apareció en un acto oficial encabezado por el alto mando militar para anular una orden que Humberto entregó en 1992. Durante el acto, el dictador usó varios descalificativos contra su hermano, aunque en todo el evento se rehusó a pronunciar su nombre.
“¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! ¡Una traición al pueblo! ¡Una traición a la patria”, exclamó Ortega antes de invalidar la condecoración por decreto presidencial. “Ya desde entonces el jefe del Ejército tenía entregada su alma al diablo”, agregó sin mencionar el nombre de su hermano.
Después de denunciar su condición como prisionero político y demandar su libertad inmediata e incondicional, en un audio a CONFIDENCIAL que hoy es su última prueba de vida, Humberto Ortega fue trasladado el 11 de junio a una sala del cuarto piso del Hospital Militar en condición de aislamiento.
Humberto Ortega murió completamente aislado
Fuentes cercanas al alto mando militar en retiro aseguraron a CONFIDENCIAL que desde entonces él no tuvo ningún contacto con su familia, de manera que habría muerto bajo total aislamiento, la madrugada del 30 de septiembre de 2024.
Humberto Ortega es el segundo alto mando militar muerto en condición de preso político de la dictadura de su hermano, y el de mayor rango.
Antes de Humberto Ortega, el 13 de junio de 2021, el guerrillero sandinista y general de brigada en retiro, Hugo Torres Jiménez, fue detenido y convertido en preso político del régimen Ortega Murillo, durante una jornada de cacería política del régimen contra los integrantes de la Unión Democrática Renovadora (Unamos), antes Movimiento Renovador Sandinista (MRS).
En su encierro, Torres fue sometido a “torturas, tratos crueles y degradantes” hasta el día que falleció, el 12 de febrero de 2022, tras más de dos meses en los que la dictadura mantuvo oculto su paradero físico y condición de salud.
El mismo Humberto Ortega, en un artículo de opinión publicado días más tarde reprochó a su hermano que Hugo Torres murió por el “cruel encierro” al cual fue sometido, y demandó la liberación de los presos políticos de Nicaragua, sin seguramente sospechar entonces que él se convertiría en otro prisionero político, y tendría un similar desenlace.