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Las penurias de los nicaragüenses que se enferman en el exilio

Sin seguro y limitada atención médica que no pueden pagar, nicaragüenses en Costa Rica y EE. UU. relatan cómo enfrentan enfermedades físicas y mentales

ilustración migrantes

Redacción Confidencial

10 de octubre 2023

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Seis meses después de haber llegado a Estados Unidos, desterrado y despojado de su nacionalidad nicaragüense, el excarcelado político, Kevin Solís, comenzó a sentirse mal. Sufría un cansancio generalizado y un hormigueo en parte de su cuerpo, pero evitó por todos los medios ir a un hospital. Hasta que el 22 de agosto pasado casi se desmayó en una calle, por lo que su pareja, la también excarcelada política, Samantha Jirón, lo llevó a un hospital aún en contra de su voluntad.

“Yo pasé evadiendo los síntomas, decía que seguro era el cansancio. Hasta que tuve un bajón en la calle y prácticamente caí desmayado”, explica Solís.


En el hospital le diagnosticaron parálisis de Bell, un trastorno del nervio que controla el movimiento de los músculos de la cara, provocado entre otras cosas por el estrés en alto nivel. Los médicos también descubrieron que tenía inflamados los nervios cerebrales por lo que, además de un largo tratamiento médico, debe mantener un nivel de estrés superbajo para evitar que la parálisis se repita y se extienda al resto del cuerpo.

“Iba a quedar internado no sé cuánto tiempo, pero yo me opuse en todos los sentidos a quedarme ahí”, comentó Solís, quien abandonó el hospital después de 42 horas. La razón: se sentía de nuevo encerrado, como si estuviera de nuevo preso. 

“Estar sin poder tomar una decisión propia, sin levantarme, tomar agua e ir al baño, hizo que me sintiera otra vez encerrado (preso) y eso me desesperó. Además, otra noche en el hospital me iba a salir otra gran cantidad de plata, si solo con lo que me hicieron me salió una factura por 28 000 dólares”, subrayó el excarcelado político.

Solís —al igual que la mayoría de los nicaragüenses exiliados en Estados Unidos— no cuenta con un seguro médico por lo que buscó apoyo con un seguro comunitario, el cual le fue aprobado debido a la gravedad de su caso. A través de ese seguro comunitario pudo pagar la factura del hospital y parte del tratamiento que le recetaron. Sin embargo, señala que no puede permitirse el tiempo de reposo médico. “Si me pongo a reposar seis meses tendría que reposar en la calle”, bromea.

Vivir exiliado en Estados Unidos “es duro”, comenta Solís. “Si no trabajas no comes, si no trabajas no tenés renta, y el pasar pensando si te dará este mes o no para todo eso te estresa, pero poco a poco uno se la va llevando”, agrega.

Deterioro generalizado de la salud

Al igual que Solís, ocho de cada diez exiliados afirman que su salud desmejoró luego de su huida del país. Situación que atribuyen principalmente al “estrés postraumático y la ambivalencia emocional”, de acuerdo con el informe Cuerpos desgastados por la represión, salud y exilio de nicaragüenses, elaborado por el Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh).

Entre los padecimientos que más aquejan a los exiliados destacan problemas neurológicos, cardíacos, hipertensivos, gastrointestinales y psicológicos, principalmente ansiedad y depresión, detalla la investigación basada en un sondeo realizado a 118 nicaragüenses exiliados, ubicados mayoritariamente en Costa Rica y Estados Unidos.

En el caso específico de quienes son expresos políticos, seis de cada diez señalaron que presentan enfermedades que adquirieron durante el encierro, tales como problemas de la piel, hipertensivos, neurálgicos, visuales, fúngicos y gastrointestinales.

Sobre el acceso a la atención médica cuatro de cada diez exiliados dijeron haber tenido problemas para ser atendidos. La primera razón es porque no tienen dinero para pagar la atención médica, la segunda es porque fueron discriminados por el personal de Salud, la tercera porque no los atendieron en los hospitales públicos y la cuarta porque desconfían del sistema de Salud.

A Calidh le preocupa que los países con mayor acogida de exiliados sean Costa Rica y Estados Unidos, donde, advierten, “el acceso a la salud no es universal”. Por lo que los exiliados podrían estar postergando su atención médica.

“Tomar un par de pastillas e irse a dormir”

Miurel Cuaresma es una nicaragüense exiliada que llegó hace cinco años a Costa Rica, relata que —al igual que la mayoría de los exiliados— ha sufrido enfermedades como estrés, depresión y migrañas permanentes. Padecimientos que ha tenido que enfrentar sola y sin más alternativas que “aguantarse o automedicarse”, aún en detrimento de su salud.

Relata que antes de salir de Nicaragua tenía un peso aproximado de 65 kilogramos, pero en el exilio bajó a 50 kilogramos y no ha logrado recuperarse. Señala que ha habido meses en los que no puede alimentarse “de la mejor manera”, además que su estado emocional no le permite “disfrutar la comida o sentirse plena”.

“Vivo con migraña constante, llevo años con ella, hasta ya me resigné a tomar un par de pastillas e irme a dormir esperando que se me quite”, describe Cuaresma. 

“No asisto a ningún Ebais (Equipos Básicos de Atención Integral en Salud) ni a ninguna clínica porque se me dificulta pagar —incluso— 10 000 colones (USD20). Entonces lo que hago es automedicarme, solo tomo ibuprofeno o cosas naturales”, agrega.

Las pocas veces que recibió atención médica en el exilio fue cuando estaba embarazada y cuando el virus de la covid-19 comenzaba a propagarse en Costa Rica. 

“Cuando me di cuenta que estaba embarazada fui a un Ebais y cuando enseñé mi carnet de solicitante de refugio como que me quedaron mirando mal”, comenta Cuaresma. Sin embargo, el episodio que la marcó ocurrió cuando fue a dar a luz en un hospital, ya que, asegura, fue víctima de xenofobia por parte del personal de Salud.

“El doctor me dijo que nosotros (los nicaragüenses) estábamos acostumbrados a la medicina de carretón de caballo”, relata Cuaresma. Ese comentario la hizo sentir enojada y vulnerable, por lo que “le levanté la voz al doctor y sentí como que había defendido algún derecho”. Luego otras personas “me explicaron que solo podían atenderme durante el parto y un par de meses después para revisar que todo quedara bien”, subraya.

La segunda vez que ella acudió a un Ebais fue debido a una fiebre que la aquejaba y al salir del lugar tenía una deuda de 70 000 colones (USD100). Después de mucho trabajo realizó el pagó. Desde entonces no ha vuelto a recibir atención médica.

Sin acceso a atención médica

El abogado Braulio Abarca, miembro del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, advierte que el acceso a la salud para los nicaragüenses exiliados es “un tema muy crítico”. Debido a que al menos en Costa Rica —que alberga unos 200 000 nicaragüenses solicitantes de refugio— el acceso sólo es posible para quienes tienen cobertura médica de la Caja Costarricense del Seguro Social.

Mientras tanto, Calidh advierte que “en Estados Unidos la medicina es mayoritariamente privada, donde es necesario tener un seguro médico para hacerse atender”. 

Los exiliados, al no tener ningún seguro médico, no pueden ser atendidos en los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (EBAIS) o en hospitales costarricenses. “Si acaso te atienden, te giran una factura que puede rondar entre los 500 y los 1000 dólares, dependiendo del tipo de atención que te brinden”, comentó el defensor de derechos humanos.

Entre 2020 y 2023, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) firmó convenios con la Caja Costarricense del Seguro Social, para garantizar que 9775 refugiados o solicitantes de refugio (muchos de ellos de Nicaragua, Venezuela y otros países) tengan cobertura del seguro de salud.

De acuerdo con el Censo Población de Costa Rica, realizado en 2011, menos de la mitad de los 300 000 nicaragüenses que residían hasta ese entonces legalmente en ese país están inscritos como cotizantes ante la Caja Costarricense del Seguro Social.

Para Abarca, las limitaciones económicas hacen que los exiliados “no tengan acceso a la salud”. 

Algunas alternativas para exiliados

Ante la falta de acceso a atención médica que enfrentan los exiliados en Costa Rica, el defensor de derechos humanos plantea que existen algunas organizaciones que desarrollan jornadas periódicas de atención en salud o que brindan atención médica a muy bajo costos.  

Entre esas organizaciones destacó a SOS Nicaragua, que realiza jornadas periódicas de atención en salud, principalmente en medicina general, odontología general, ginecología y medicina interna. 

También organizaciones como el consultorio médico María Auxiliadora y la clínica odontológica de la Universidad de Costa Rica (UCR) brindan atención médica a bajos costos para las personas de bajos recursos económicos. 

Finalmente, Abarca mencionó que existen clínicas como Asembis o Clínicas Sin Fronteras que brindan atención médica a bajo precio, debido a que trabajan de forma híbrida “entre una clínica y una fundación”. 

Migrante nicaragüense agonizó a metros de un Ebais

El pasado 20 de septiembre, el medio costarricense crhoy reportó la muerte de una migrante nicaragüense identificada como Digna Georgina Salinas, quien a pesar de poseer un seguro médico agonizó a escasos 25 metros de un Ebais en Concepción Abajo de Alajuelita.

El medio costarricense relató que durante varios días, Salinas acudió al Ebais a medirse la presión arterial. Precisamente, el día que falleció iba de camino de camino al Ebais para una cita médica, pero sufrió una descompensación. Se resbaló y cayó en una cuneta, sufriendo un trauma importante en la cabeza.

Varias personas se acercaron a auxiliar a Salinas y solicitaron ayuda al personal del Ebais, pero les indicaron que no podían atenderla. 

“La respuesta del personal del centro médico fue de que ellos no podían salir del Ebais porque hay un protocolo que tenían que seguir. Al ver la negativa del Ebais, se fueron a la delegación de Concepción Abajo y les dijeron que no se podía hacer nada”, destacó crhoy. 

Cuando la ambulancia de Cruz Roja llegó al sitio, ya Salinas no tenía signos vitales. Su cuerpo fue trasladado a la Morgue Judicial para su respectiva autopsia.

El vocero de la Caja Costarricense del Seguro Social, Álvaro Tejera, dijo a los medios de comunicación de ese país que iniciarán una investigación para "determinar lo sucedido". Casi un mes después de la muerte de Salinas, no se sabe nada del caso.


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Redacción Confidencial

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