20 de abril 2024
En abril de 2018, calles, plazas, rotondas y barrios de Nicaragua se volvieron centros de referencia para los nicaragüenses que protestaban de manera pacífica en contra del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Estos lugares sirvieron como punto de partida para las marchas multitudinarias, para vigilias, altares en honor a los fallecidos o refugio para salvaguardar la vida ante los ataques de paramilitares y policías.
Seis años después de las protestas masivas, estos sitios emblemáticos han cambiado por el paso del tiempo, y también por la intervención de la dictadura Ortega-Murillo, que intenta borrar cualquier vestigio de la rebelión cívica.
La mano orteguista se deja ver desde las rotondas de donde salieron las marchas autoconvocadas, hasta las universidades que sirvieron de refugio para los estudiantes, y ahora están confiscadas.
CONFIDENCIAL hace un recorrido gráfico por el antes y el ahora de algunos de estos lugares emblemáticos de 2018.
UPOLI: Confiscación y proselitismo en el primer bastión de la resistencia
La Universidad Politécnica (UPOLI) fue el primer bastión de la resistencia en Managua. Estudiantes y ciudadanos se atrincheraron y resistieron los ataques de paramilitares y la Policía Nacional. Diez personas murieron en los enfrentamientos, según un conteo del Movimiento Estudiantil 19 de Abril.
En varias ocasiones, centenares de nicaragüenses se autoconvocaron a las afueras del centro de estudios para mostrar su apoyo a los universitarios. Además, llevaban víveres e insumos médicos para que siguieran resistiendo.
La UPOLI fue cancelada y confiscada en febrero de 2022. Ahora tiene el nombre de Universidad Nacional Politécnica y es administrada por el Consejo Nacional de Universidades (CNU), el brazo represor del régimen contra las universidades.
El FSLN ha llenado con su propaganda el recinto y los universitarios son obligados a pintar murales en honor de Carlos Fonseca y Augusto C. Sandino, personajes del ideario sandinista.
Rotonda Jean Paul Genie tomada por la Policía
La Rotonda Jean Paul Genie, contiguo al centro comercial Galerías Santo Domingo, fue en 2018 uno de los puntos de concentración más importantes para las movilizaciones autoconvocadas en Managua.
La rotonda fue inicio y final de algunas marchas multitudinarias que recorrieron la capital, y el escenario de vigilias y conciertos. También se instaló un altar en honor a los fallecidos de las protestas: una cruz de madera por cada uno de los asesinados.
Tras la llamada “Operación Limpieza” y la prohibición de protestas cívicas, la rotonda fue tomada por la Policía Nacional, que desde 2018 mantiene dos o más agentes en los alrededores. Además, la Alcaldía de Managua se encarga de instalar decoraciones según la temporada.
Del Estadio Dennis Martínez al Estadio “Soberanía”
Durante los primeros días de las protestas, el Estadio Nacional Dennis Martínez sirvió como cuartel de paramilitares y policías, que desde ahí dispararon contra los estudiantes que protestaban en las cercanías de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).
El 30 de mayo de 2018, durante la llamada “Madre de todas las marchas”, francotiradores apostados en el estadio dispararon contra los manifestantes desarmados. Ese día fueron, en Managua, asesinados ocho nicaragüenses.
A finales de 2022, la dictadura lo renombró Estadio Nacional Soberanía, porque Dennis Martinez criticó a Ortega y Murillo, a raíz de la masacre desatada en 2018.
En noviembre de ese año, el régimen borró el nombre del destacado expelotero nicaragüense de la fachada, el interior y los logos del Estadio Nacional de Béisbol.
UNAN-Managua sin trincheras, bajo control de UNEN
Centenares de jóvenes se atrincheraron en el recinto de la UNAN-Managua, entre mayo y julio de 2018. Además de exigir la renuncia de Ortega y Murillo, los estudiantes demandaron la salida de los dirigentes de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) —leales al FSLN—, y el restablecimiento de la autonomía universitaria.
Durante esos meses, algunos estudiantes de Medicina instalaron en las aulas puestos de primeros auxilios para atender a los jóvenes heridos por la Policía y paramilitares. La universidad era un refugio para los ciudadanos que protestaban.
La Policía retomó el control de la universidad, el 13 de julio, tras atacar durante 17 horas seguidas a decenas de jóvenes, que se refugiaron en la iglesia Divina Misericordia, cercana al recinto. Los agentes trabajaron en coordinación con paramilitares. Ese día fueron asesinados: Gerald Vásquez y Francisco Flores.
En la actualidad, el Frente Sandinista tiene un control total de la universidad, donde instalaron barras detectoras de metales. Las instalaciones son usadas para proselitismo político, y en el puente más vistoso de la universidad cuelga un letrero que dice: “¿Y si fuera tu casa?”, acompañado de fotografías que muestran el supuesto saqueo que hicieron los estudiantes atrincherados.
La venganza con la UCA, referente de pensamiento y rebeldía
Desde el 10 de abril de 2018, la Universidad Centroamericana (UCA) se convirtió en un referente de la rebeldía universitaria en Nicaragua.
La entrada principal de la UCA sirvió para realizar vigilias, plantones y protestas. Además, fue el punto de partida de algunas marchas de los autoconvocados.
El ataque del régimen contra la UCA no fue armado. Lo hizo en los despachos. El Consejo Nacional de Universidades (CNU) —brazo represor del orteguismo— redujo anualmente la partida presupuestaria del 6% constitucional hasta eliminarla por completo en 2022.
El golpe final llegó el 15 de agosto de 2023, cuando una jueza orteguista ordenó la confiscación de los bienes de la UCA, acusada —sin pruebas— de los supuestos delitos de terrorismo, traición a la patria y conspiración. Dos días después, la dictadura creó e instaló en su recinto la “Universidad Estatal “Universidad Estatal Casimiro Sotelo Montenegro”.
El castigo con el barrio indígena de Monimbó
La Placita de Monimbó fue uno de los puntos más emblemáticos de la Rebelión de Abril en Masaya. Era uno de los puntos neurálgicos de todas las actividades de protestas que se hicieron en ese histórico barrio indígena.
Se celebraron reuniones de ciudadanos autoconvocados, se organizaron marchas y a su alrededor se levantaron decenas de barricadas. En toda Masaya se contabilizaron al menos 300 tranques, según conteo de los pobladores.
Como para dar una “lección” a Masaya, el régimen atacó al barrio con saña durante la llamada “Operación Limpieza”, el 17 de julio de 2018. Después de siete horas de asedio, policías y paramilitares habían asesinado a tres pobladores y causado la huida de centenares de ellos.
En la actualidad, la Placita de Monimbó luce remozada y “rojinegra”. Varias banderas del FSLN fueron instaladas en su contorno. Pese a la normalidad que tratan de transmitir, la Policía mantiene una vigilancia constante en el sitio.
La “barrida policial” al tranque de Sébaco
En el puente de entrada a Sébaco, municipio de Matagalpa, se instaló uno de los principales tranques que cerró el paso por la Carretera Panamericana. La Policía atacó constantemente a los ciudadanos autoconvocados que cortaban el tráfico.
Policías y paramilitares fuertemente armados se enfrentaron en varias ocasiones con los ciudadanos desarmados que exigían el cese de la represión policial. Los pobladores se refugiaron, casi siempre, en la iglesia Inmaculada Concepción de María.
Durante uno de los ataques, el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez —años después encarcelado y desterrado—, encabezó una procesión del Santísimo para calmar los enfrentamientos, pero la Policía no se detuvo.
Tras varios intentos y luego de herir a decenas de personas, la Policía se hizo con el control del lugar. En la actualidad, en el puente de entrada a Sébaco ondean tres grandes banderas rojinegras del FSLN.
Un muro que se cae a pedazos rumbo a la Basílica de San Sebastián
El lunes 9 de julio de 2018, un grupo de sacerdotes y obispos se dirigieron desde Managua hasta la Basílica Menor de San Sebastián, en Diriamba, para interceder por unos médicos voluntarios y manifestantes que llevaban un día atrapados en el templo, luego de un ataque policial y paramilitar a la ciudad que dejó al menos once muertos.
La comitiva era encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes; el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez —luego obligado a exiliarse—; y el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag —expulsado del país en 2022—. Pese a la presencia de los líderes católicos, turbas y paramilitares orteguistas agredieron y robaron a los religiosos, y a los defensores de derechos humanos y periodistas que los acompañaban.
En una de las fotografías de ese día se ve al cardenal Brenes y el obispo Báez enrumbándose hacia la basílica, por uno de sus costados, donde resalta un mural en honor al Güegüense, que en la actualidad se está cayendo en pedazos.
Barrio Sandino en Jinotega, el “Monimbó del Norte”
Los pobladores del Barrio Sandino, en Jinotega, lo autodenominaron —durante las protestas— el “Monimbó del Norte”, para honrar la valentía de su par en Masaya, y resaltar lo que ellos representaban.
Jóvenes del barrio levantaron los primeros tranques en la ciudad, que luego fueron replicados en otros sectores hasta dividir Jinotega en dos: la parte en rebeldía y la zona controlada por la dictadura.
El Barrio Sandino era el centro de las protestas: un refugio para los manifestantes, donde se instalaron puestos médicos improvisados para los heridos, y se cocinaban alimentos para los ciudadanos que estaban en las barricadas.
Durante la llamada “Operación Limpieza”, el Barrio Sandino fue el último en caer, el 23 de julio de 2018. Policías y paramilitares asesinaron a tres jóvenes, hirieron a varios y obligaron a huir a unos tantos más.
En la actualidad no existen vestigios de lo sucedido en el barrio. Sin embargo, la dictadura mantiene una presencia policial y acoso contra los pobladores que en 2018 se levantaron contra el régimen.