4 de diciembre 2022
El cardenal de Nicaragua, Leopoldo Brenes, llamó este domingo a un “cambio de dirección” en el país centroamericano, que atraviesa una crisis sociopolítica desde 2018,
Brenes, quien junto al resto del Episcopado nicaragüense ha sido acusado por el presidente Daniel Ortega de intentar derrocarlo, matizó su llamado con referencias bíblicas, durante la misa dominical que presidió en la Catedral Metropolitana de Managua y que fue transmitida por redes sociales.
“Juan el Bautista viene a hacer ese llamado, un llamado a una conversión, que significa: cambio de dirección, reflexionar en nuestras vidas qué tengo que me impide caminar viendo al Señor”, dijo el purpurado, cuyo país se encuentra dividido entre quienes apoyan a Ortega y los que no simpatizan con el líder sandinista.
La crisis de Nicaragua se inició en 2018, cuando una serie de ataques armados contra protestas masivas antigubernamentales dejaron al menos 355 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de los cuales el mandatario reconoce 200, con el argumento de que se defendía de un supuesto golpe de Estado.
Adicionalmente, la CIDH reporta más de 250 presos políticos, entre opositores, críticos de Ortega y profesionales independientes, a quienes el presidente se niega a liberar, pese a las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) y a los ruegos de los familiares.
“En la viña del Señor hay de todo, hay unos que van con un corazón dispuesto, hay otros que no”, recordó Brenes, quien no hizo hizo señalamientos directos.
Brenes relató una escena en la que Juan el Bautista llama a un grupo para que “cambien”, algunos están de acuerdo, “pero los otros dos dicen ‘no’, en un espíritu de soberbia”.
“Aquella persona que dice ‘yo no tengo pecado’, quizá está cometiendo el mayor pecado de soberbia, creyéndose mejor”, resaltó el cardenal.
Iglesia católica sufre persecución de la dictadura
Asimismo, llamó a despojarse de “aquellas cosas que hay en nuestra vida y que nos impiden vivir verdaderamente feliz, quitando odio, quitando enemistades, quitando rencores, porque muchas veces estas actitudes nos enferman y nos hacen perder la paz”.
La Iglesia católica es una religión considerada “perseguida” en Nicaragua, tal como lo han mencionado diferentes obispos y sacerdotes en diferentes oportunidades.
Este año, el Gobierno sandinista expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.
En agosto pasado, sacerdotes de diferentes diócesis de Nicaragua pidieron al Gobierno el “cese de la persecución a la Iglesia Católica”, en medio de diferentes acciones que llevaron al arresto a más de una decena de religiosos, incluyendo algunos seminaristas, y al obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte, Rolando Álvarez. Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
Con un 58.5 % de creyentes, la Iglesia católica es la religión con más seguidores en Nicaragua, según el último censo nacional.
La crisis de Nicaragua empeoró con las elecciones generales de 2021, cuando Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, fueron reelegidos en sus cargos, en un proceso criticado porque siete de sus potenciales rivales fueron arrestados y dos huyeron al exilio.
Obispo Báez critica a “raza de víboras”
Por su parte, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, denunció desde el exilio a los poderosos que manipulan la religión y los llamó “raza de víboras”, mientras se pronunció por una religión que vele por la dignidad humana.
“Los poderes políticos que enarbolan la mentira con cinismo, manipulan la religión para sus intereses, se endiosan con altanería y se imponen con crueldad sobre el pueblo, también son “raza de víboras”, dijo el religioso carmelita durante su homilía, en que analizó la figura bíblica de Juan Bautista.
Báez ofició la misa este domingo cuatro de diciembre desde la parroquia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos y destacó su voz profética frente al poder, una voz fuerte que da esperanza a los decaídos al decir la verdad con valentía.
“Una sola voz serena pero firme que haga renacer la esperanza y no se deje intimidar por nadie, produce un efecto sorprendente, aunque sea solo una voz en el desierto. ¡Qué necesarias son hoy las voces que llaman a no conformarnos con la mediocridad y nos invitan a enderezar la vida personal y la convivencia social según la voluntad de Dios! ¡Qué necesarias son las voces que gritan sin temor en nombre de Dios la verdad e invitan sin desfallecer a tener esperanza!”, añadió el obispo.