A principios de marzo de 2025, Fernando, un ganadero instalado en Matiguás, recibió un aviso urgente de sus ordeñadores: uno de los terneros estaba infestado de gusanos. Mientras se dirigía a los potreros, recordó una vieja plaga que afectaba al ganado cuando era joven. Al llegar y ver al animal, supo que el viejo enemigo del ganado había vuelto.
“Cuando era joven existía esto, pero en esa época nosotros no le decíamos gusano barrenador, sino gusano de mosca”, relata a CONFIDENCIAL.
Al comprobar que era la misma peste con distinto nombre, decidió implementar la vieja fórmula: limpiar las heridas con cloro para eliminar la presencia física de los gusanos. Luego de varios días de intensa vigilancia sobre el animalito, y sobre otras tres reses que también se contagiaron, Fernando puede decir con orgullo que sus animales tienen dos meses de estar sanos.
La presencia del gusano barrenador ha movilizado al sector ganadero que, ya sin organización gremial que lo aglutine, tuvo que valerse por sí mismo. Bernardo, un productor que cría reses en el norte de la ciudad de Matagalpa, explica que las grandes fincas ganaderas implementan un control y seguimiento bastante exhaustivo para garantizar que sus animales estén sanos.
Tal rigurosidad no es exclusiva de los establecimientos más grandes. Los pequeños y medianos ganaderos también lo hacen, “porque todo el mundo está consciente del problema”, explicó Bernardo.
Tal nivel de vigilancia es importante, considerando que “esta plaga no solo ataca al ganado. También cerdos, perros… ¡lo que sea! Donde haya una heridita o sangre, ahí la mosca pone los huevos para que sus crías se alimenten. Incluso en humanos ha habido casos”, afirmó.
La peste del gusano barrenador impuso a los ganaderos de cualquier tamaño, la obligación diaria de revisar a todos los animales. “En las fincas grandes, donde hay mucho ganado, los trabajadores van todos los días a los potreros a revisarlos detenidamente, porque a veces la infección comienza en los lugares menos pensados. Yo he visto al gusano hasta en la chapa que los animales andan en la oreja”, relata.
Esa es, de hecho, la estrategia que se implementa en la finca de Fernando. “Todos los días revisamos a los animales, y ya tenemos dos meses que no encontramos gusanos”, asegura.
Mantener controles sobre el ganado
Esos niveles de vigilancia han permitido minimizar el riesgo, gracias al esfuerzo concertado de los ganaderos. Bernardo ha escuchado que el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha entregado veneno a los productores, para que lo apliquen en las heridas de los animales que ya están infectados con gusanos.
“Si eso sigue así, esta plaga no debería ser un problema mayor, pero si el ganadero en general se descuida puede salirse de control. Yo he visto que la gente está tomando o tiene conciencia del problema y está implementando los debidos controles”, detalla.
A finales del siglo XX, el esfuerzo concertado de Centroamérica y México, con apoyo de Estados Unidos a través de la desaparecida Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), los países de la región declararon la victoria sobre una plaga que amenazaba a toda la industria ganadera regional.
El gusano barrenador se desarrolla cuando la mosca Cochliomyia hominivorax deposita sus huevecillos en una herida abierta de cualquier ser vivo de sangre caliente, incluyendo a humanos. De la eclosión de esos huevos nacen gusanos que se alimentan del tejido vivo y lo infectan. Esto provoca lesiones graves, la pérdida de la función de órganos y hasta la muerte, en casos severos.
El 5 de julio de 2023, Panamá declaró estado de emergencia animal en todo su territorio. A partir de ese momento, la plaga avanzó por el resto de Centroamérica y el sur de México. Nueve meses después, el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA), decretó alerta sanitaria animal en toda Nicaragua, por la presencia en el país del gusano barrenador del ganado, mediante la resolución ejecutiva 30-2024 publicada en el Diario Oficial La Gaceta.
Pérdidas por el gusano barrenador
La presencia del gusano barrenador en el hato de cualquier ganadero implica gastos y atrasos. Un animal infectado comienza a perder peso, y es probable que sufra de fiebre. Por eso el esfuerzo diario de revisarlos porque “cuando ya está parasitado por el gusano barrenador, además de limpiarlo, hay que aplicarle algo para matar el gusano y darle un tratamiento de acompañamiento”, subraya Bernardo. En este caso, se requiere aplicar algún antibiótico para combatir cualquier infección adicional causada por la herida abierta que marcó el inicio de la invasión del gusano barrenador en primer lugar.
El atraso ocurre porque “los mataderos no aceptan un animal que esté infectado con gusano barrenador. Te lo rechazan. Cuando el productor va a mandar sus animales al matadero tiene que revisar que no lleven un problema, porque ¿para qué lo va a enviar a un matadero para que se lo rechacen, si después tiene que buscar cómo llevarlo de regreso a la finca?”, cuestiona.
Medidas de contención son parcialmente eficaces
El esfuerzo oficial para contener la enfermedad, va más allá de entregar veneno. En declaraciones brindadas a medios oficialistas, el director ejecutivo del IPSA, Ricardo Somarriba, dijo que a lo largo del primer trimestre, se habían detectado 67 personas infectadas por el gusano, y 16 938 casos en animales, entre ellos reses y cerdos (la mayoría); además de perros, caballos, ovejas, cabras, aves y conejos, según datos cortados al 12 de febrero.
Pese a todo el trabajo de divulgación, no ha sido posible contener el crecimiento del contagio, tanto en animales como en humanos. Las estadísticas ofrecidas por Somarriba muestran que los 16 casos informados al 23 de enero de 2025, crecieron hasta convertirse en 30 al 12 de febrero, y llegar a 67 al 24 de marzo. Desde entonces, no se han ofrecido nuevas actualizaciones de ese dato.
Entre las medidas implementadas por el régimen para contener la plaga se destaca la dispersión de moscas estériles. Esta medida también se aplicó en Costa Rica y Panamá, donde la infestación es mayor y por donde se cree que la plaga avanzó hasta Nicaragua.
Las moscas esterilizadas fueron esparcidas en dos etapas. Primero fue en Rivas, Río San Juan y la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS), que tienen frontera con Costa Rica, por donde ingresó la plaga a Nicaragua. Luego se distribuyeron por el resto del territorio nacional, a razón de 27 millones de moscas semanales, subrayó Somarriba.
Según el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio (PNPCC), del ciclo productivo 2025 – 2026 el IPSA realizará 4240 visitas para inspeccionar 275 500 animales y curar a 85 000 de ellos, “en el marco del plan de contingencia para la prevención, control y erradicación del gusano barrenador del ganado”.