8 de enero 2025
La economía nicaragüense —lastrada por la falta de seguridad jurídica y un crecimiento basado en la exportación de capital humano— tendrá un desafío adicional a partir del 20 de enero de 2025, cuando Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos. El republicano promete implementar un plan de deportaciones masivas que podría incluir a 10 000 nicaragüenses en un primer momento, según advierten analistas. Si eso se cumple, aumentaría el desempleo en Nicaragua, y haría que disminuyan las remesas, que han dado “estabilidad” a la economía del país.
“La llegada de la Administración Trump supone un cambio en materia de política exterior, en especial si Marco Rubio asume como secretario de Estado, pero eso todavía está por verse”, opina el economista Juan Sebastián Chamorro. Además, recuerda que ya está en marcha una investigación de la Oficina del Representante de Comercio, que podría derivar en algún tipo de sanciones comerciales al país.
“De darle cabida a esto, podría abrir posibilidades de acciones comerciales que tengan un impacto sobre la economía. Por ejemplo, que el panel de investigación de la Sección 301 de la Ley de Comercio de Estados Unidos -que ya está en marcha- recomiende multas o el incremento de algún tipo de aranceles”, lo que podría significar que algunas exportaciones claves de Nicaragua pierdan competitividad, avizora.
El politólogo Manuel Orozco, director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo, del Diálogo Interamericano, vaticina que la guerra comercial que se avecina con la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles a las importaciones chinas, mexicanas y canadienses podría afectar el valor de las exportaciones y los costos de las importaciones nicaragüenses.
Esta guerra comercial no contabiliza las posibles penalidades que la Comisión de Comercio Exterior de Estados Unidos podría imponer a Nicaragua, con base en su investigación, que contempla cuatro grandes áreas, incluyendo las consecuencias de las reformas constitucionales sobre la relación comercial. “Ya de por sí la inversión extranjera ha disminuido, el número de empresas de zona franca ha caído de 191 a 175 en los últimos cinco años, y la contratación de mano de obra ha disminuido a 121 000 trabajadores, que son niveles de 2017”, detalla.
Crecer en 2025, lo mismo que en 2024
En su nota sobre Perspectivas Macroeconómicas 2024 - 2025, el Banco Central de Nicaragua (BCN), reiteró su expectativa de que el producto interno bruto (PIB) termine creciendo en el rango de 3.5% a 4.5% en 2024, “con la expectativa que se mantenga la dinámica positiva mostrada en todos los sectores, principalmente del sector servicios”. Prevén que el empleo continúe estable, con una tasa de desempleo promedio de entre 3.0% a 3.5%.
Las proyecciones para 2025 son idénticas a las de 2024, tanto en materia de crecimiento de la actividad económica, como de la tasa de desempleo.
El politólogo Orozco calcula que ese crecimiento —al que no duda en tildar de “mediocre”— estará en realidad más cerca del 3%. Por tercer año consecutivo, las remesas seguirán siendo el combustible principal del pequeño e ineficiente motor económico nicaragüense.
El problema es que también por tercer año consecutivo, se sigue diluyendo el crecimiento de las remesas. Si en 2022 crecieron 50.2%, en 2023 el aumento fue de solo 44.5%, a noviembre de 2024 se había reducido a 12.2%. “La tendencia de las remesas en 2025 es de un crecimiento no mayor al 6%, situación que tendrá un impacto sobre el consumo privado”, asegura Orozco.
“Las remesas han aumentado y eso aumenta el consumo, pero las remesas representan exportación de seres humanos, no de bienes y servicios. Un país no puede crecer con base en ese tipo de desarrollo, pues requiere que el capital humano se quede trabajando en el país, para desarrollar la economía nacional”, señala Chamorro, exviceministro de Hacienda y Crédito Público.
Para el economista, Enrique Sáenz, presidente de la Fundación Puentes para el Desarrollo de Centroamérica, el verdadero costo de los más de 5000 millones de dólares que recibió Nicaragua en concepto de remesas en 2024 (los montos recibidos superan los 15 000 millones de dólares entre 2021 y 2024): es la desintegración familiar, el sufrimiento de estar en el exterior, el costo y el riesgo que significa que la parte más vulnerable de la familia quede en el territorio —muchos de ellos en condición de desamparo— aunque después reciban remesas.
Remesas no bastan para disminuir pobreza
El aumento constante en la recepción de remesas (casi 4760 millones a noviembre de 2024, según el último reporte disponible del BCN, lo que implica un crecimiento interanual de 12.2%), se traduce en un aumento de la actividad comercial y del consumo en general, pero no del empleo, ni de los salarios, ni disminuye la pobreza.
Dos números grafican la dimensión del sufrimiento de miles de familias en el país: se requiere un poco más de 14 000 córdobas para comprar solo el componente ‘alimentos’ que incluye la canasta básica que mide el mismo régimen, y casi 20 000 para adquirir la canasta completa. En contraste, el salario mínimo más alto que se paga en el país son los 12 803 córdobas pautados para el sector de la construcción, los establecimientos financieros y de seguros.
Por otra parte, el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), informó que al cierre de noviembre de 2024, el desempleo estaba en 2.8%, pero ni Sáenz ni Chamorro creen en esa estadística.
“Ese es un dato engañoso”, asevera Sáenz, mientras Chamorro destaca que “nadie puede corroborar los datos ni contradecirlos”. El problema con esa estadística —más allá de que no hay confianza en las instituciones en las que se sustenta la dictadura— es que tienen un defecto de origen. Ese defecto son las definiciones que sustentan lo que es empleo y desempleo, pero especialmente subempleo.
“¿Cómo se define qué es ‘población ocupada’ en Nicaragua? Son aquellas personas que, al momento de ser entrevistadas, declararon que la semana anterior habían trabajado por lo menos una hora”, explica Sáenz. “Eso significa que esta es una cifra que literalmente no sirve para nada, porque esconde las realidades crudas del mercado laboral nicaragüense”, añade.
Incluso aceptando el dato oficial del Inide, que sitúa la tasa de subempleo en 38.6% al mes de noviembre, lo que es dos puntos porcentuales menos que en noviembre de 2023, Chamorro opina que el dato real debe ser varios puntos más alto… superior al 40%, lo que es “extremadamente alto para los estándares latinoamericanos”.
Sumando unos niveles de subempleo que Sáenz sitúa por encima del 40%, con el 12 a 13% de la población que el INIDE categoriza como ‘trabajadores sin remuneración’, más el 2.8% de desempleo abierto, “estamos hablando que más del 55% de la población laboral nicaragüense se encuentra en condición de desempleo, de subempleo, o simplemente son trabajadores sin salario”.
Un fenómeno reciente agudiza esa pérdida de empleos: la invasión de negocios chinos que afecta a muchos pequeños negocios que no pueden ofrecer precios más bajos que sus competidores asiáticos, “bendecidos” por el trato favorable que reciben en las Aduanas nicaragüenses.
Ese trato favorable forma parte del modus operandi del sistema impositivo de la dictadura, que se complementa con un esquema corrupto basado en la extorsión. El resultado son empresas con cada vez menos ganancias que aducen trabajar solo para alimentar a un fisco siempre ávido por presentar un aumento de las recaudaciones.
“Las extorsiones a través de la DGI y la DGA, y los reparos fiscales como fuente importante de recaudación seguirán a la orden del día, particularmente al haber una situación fiscal un poco más comprometida. Lo cierto es que el endeudamiento con China está consumiendo muchos recursos del servicio de deuda, además que hay otras deudas que se tienen que ir pagando, así que el ajuste fiscal será mayor”, opina Chamorro.
El presupuesto está tensionado
Según el Presupuesto General de la República vigente para 2025, el Estado obtendrá ingresos récord por 158 730 millones de córdobas, (en promedio, casi 435 millones diarios). Ese monto supera en casi 20 100 millones, el total calculado a recibir en 2024. Y sin embargo, es un presupuesto que carga con la penitencia de tener que entregar aportes millonarios a los socios chinos que se comprometieron a construir las megaobras con las que sueña la dictadura, además de tener que transferir altas sumas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, (INSS).
“El INSS está quebrado y continuará quebrado”, asevera el exviceministro Chamorro, detallando que se mantiene por las transferencias directas que recibe del Gobierno, y que en 2024 sumaron más de 3126 millones de córdobas, mientras se reducen otras partidas. “Hay una disminución fuerte en seguridad social; están recortando el gasto y aumentando las transferencias directas del Gobierno central, lo que indica que el INSS sigue en la situación de quiebra que trae desde hace varios años”.
El problema del Seguro Social es que no es capaz de sostener sus ingresos por sí mismo. En parte, porque la economía nicaragüense no genera suficientes empleos formales que hagan crecer el número de los cotizantes. Adicionalmente, los pocos empleos que se crean, formales o no, tienen en su mayoría una escasa remuneración, lo que hace que el crecimiento de sus ingresos sea muy lento, y no esté acorde con sus necesidades de financiamiento.
“La economía de Nicaragua no genera ingresos ni mejora salarios, además que sufre la sangría de su fuerza laboral, y ni siquiera puede esperar el crecimiento del seguro facultativo, que es el que pagan los trabajadores por cuenta propia, que prefieren también irse del país”, explica Sáenz. De ahí que, además de requerir el salvavidas permanente del Estado, las escuálidas finanzas del INSS no permiten otorgar prestaciones (ni equipos, medicamentos y trato) de calidad.
Manuel Orozco dice que, aunque se habla mucho de un boom en el comercio, lo que hay es más bien el reemplazo de empresas que quebraron por otras nuevas. “Desde 2018-2020, quebraron más de 40 000 negocios formales (Nicaragua tenía 170 000 negocios formales en 2017, el resto era informal: más de 700 000 microempresas unipersonales). Más del 20% entró en quiebra o se salió, y eso se reflejó en la caída de la cartera de crédito, que hasta ahora se recupera a los niveles de 2018”.
Las exportaciones están estancadas
Hasta septiembre de 2024, último mes del que había datos publicados, las exportaciones totales del país (mercancías más zonas francas), apenas crecían 0.1%. Esa cifra insignificante se explica por las menores ventas de productos agropecuarios, (café en especial), y de zona franca.
La disminución en las exportaciones cafetaleras, se explican porque el Gobierno ha sido incapaz de resolver la crisis causada por la quiebra de Mercon Coffee Group, acaecida en diciembre de 2023. Eso llevó al cierre de CISA Exportadora, su empresa de referencia local, que exportaba casi el 50% del café vendido desde Nicaragua, además que poseía varios beneficios de café, y financiaba a muchos productores del grano.
Las estadísticas muestran que disminuyó el volumen de café exportado. A septiembre de 2023 se habían exportado 2 879 600 quintales, mientras que un año después, la cantidad exportada había disminuido en 12.4%, cerrando en 2 522 100 quintales (357 500 quintales menos). En ambos períodos, el precio bajó de 198.5 a 193.3 dólares.
La combinación de ambos factores dio como resultado una disminución de 84.2 millones de dólares (-14.7%), al comparar los 571.6 millones obtenidos al cierre del tercer trimestre de 2023, con los 487.5 millones recibidos en el mismo período de 2024. La debacle es aún mayor si se compara con septiembre de 2022, cuando habían ingresado 653.4 millones, de donde resulta una disminución acumulada de 165.9 millones, o -25.4%.
Al comportamiento de la demanda internacional por los productos nicaragüenses, hay que añadir la política de dejar en cero la tasa de devaluación del córdoba con respecto al dólar, que no solo afectó a los receptores de remesas y a los pensionados, sino también a los exportadores. Ellos sufren el impacto de esta política cambiaria, porque reciben la misma cantidad de córdobas por los dólares que perciben al exportar, pero sus costos no se mantienen invariables”, así que, o absorben esos costos, o los traspasan al productor, generando un impacto en distintos sectores.