5 de enero 2018
La salida del cuestionado presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, sancionado por el gobierno de los Estados Unidos, comenzó a cobrar más fuerza este jueves, con las adelantadas juramentaciones de los primeros alcaldes, vicealcaldes y concejales electos, realizadas en su ausencia. Sin embargo, su salida “no sería suficiente señal” para Washington, según el excanciller Francisco Aguirre Sacasa.
Rivas no apareció en la juramentación de los electos, donde era el más esperado, y para Aguirre Sacasa no es casualidad. “Estoy seguro de que si Rivas no está acá es con la anuencia, por lo menos con la anuencia, del presidente de la República, y posiblemente por instrucciones del mismo presidente”, valora el exfuncionario.
A quince días de las sanciones del gobierno de Estados Unidos en contra de Rivas, bajo la Magnitsky Act, Rivas y el comandante Daniel Ortega han callado sobre el tema. Tampoco la vicepresidenta Rosario Murillo ha expresado alguna reacción oficial.
En diciembre pasado, fuentes de la comunidad nicaragüense en España confirmaron a Confidencial que Rivas fue visto en Madrid para las fiestas navideñas. Pero se desconoce su paradero actual.
Fuentes del FSLN también aseguraron ayer que Rivas “está de vacaciones fuera del país”, pero no precisaron su destino. El magistrado posee lujosas propiedades en Costa Rica, donde su hermano es embajador y realiza constantes viajes y largas estadías.
Aguirre Sacasa no duda que Estados Unidos ha enviado una “clara señal de su desencanto” no necesariamente limitada a Rivas, sino al gobierno de Daniel Ortega en general y el “retroceso de la gobernabilidad” en el país.
En entrevista con el programa de televisión Esta Noche, el experto en política norteamericana opinó que Washington eligió a Rivas como uno de los dieciséis extranjeros sancionados de todo el mundo, “porque él es la cara más visible del Consejo Supremo Electoral y una de las inquietudes más grandes de Washington es la falta de transparencia, libertad y credibilidad en los procesos electorales de Nicaragua, y también a la percepción de que hay un serio problema de corrupción en Nicaragua”.
Señales mínimas vs. señales correctas
Aguirre Sacasa insiste en que la salida de Rivas sería un señal, “pero mínima”, y en cambio, recomienda “un cambio de voluntad y de dirección en El Carmen (la residencia y despacho de Ortega) para que no hubiesen otras personas incluidas en el Global Magnitsky o que no se aprobara por el Senado la (iniciativa de sanciones) Nica Act”.
En ese sentido, estima que el sector privado juega un papel principal, pero que este no debería desempeñarse en Estados Unidos, sino en Nicaragua.
“Lo más importante para el gobierno de Nicaragua debe ser demostrar que están genuinamente comprometidos con retomar el sendero de la democracia representativa, y en ese sentido, me parece a mí que el sector privado, que es prácticamente o realmente el que tiene un diálogo con Daniel Ortega, debería hacer hincapié en la labor interna aquí en Nicaragua”, sugiere.
Aguirre Sacasa valora que la radicalización del gobierno de Nicaragua en contra de Estados Unidos, “sería una equivocación”. “No es un momento para andar radicalizando, en lugar de andar buscando un acercamiento con los Estados Unidos”, advierte.
El excanciller recuerda que “uno de los activos más grandes que tiene Ortega es el crecimiento económico robusto que ha tenido Nicaragua, su alianza con el sector privado y su reconocimiento de que el sector privado es el motor de la economía nicaragüense. Si él fuera a radicalizarse —agrega— vendrían otras sanciones. Algunas de las que están ahorita en tela de duda se materializarían y nosotros perderíamos una relación extremadamente beneficiosa para Nicaragua”.
“Entre las remesas, el superávit que tenemos con Estados Unidos en nuestra cuenta comercial y hasta en el otorgamiento de beneficios como el TPS (Estatus de Protección Temporal), nuestra relación con los Estados Unidos es igual al 35% de nuestro Producto Interno Bruto”, esto quiere decir, según el excanciller, que “para los Estados Unidos nosotros somos insignificantes, pero ellos para nosotros son de vida o muerte”.
Desde mediados del año pasado, miembros del sector privado han contratado a un grupo de cabildeo en Estados Unidos, pero las sanciones contra Rivas y la entrada de la Nica Act a la agenda del Senado, “demuestra que cualquier cabildeo que haya del gobierno o del sector privado no ha sido efectivo”, alerta Aguirre Sacasa.
Además, interpreta que tampoco el acompañamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) le genera confianza a Estados Unidos.
“La salida de Roberto Rivas no cambia nada. Sería una señal, pero no sería suficiente. Harían falta una serie de acciones que legitimen que Nicaragua está retomando el camino”, sostiene.
Albanisa ya está en el radar
Previo a las sanciones contra Rivas, un grupo de legisladores estadounidenses también solicitó medidas contra el vicepresidente de Albanisa y tesorero del FSLN, Francisco López.
Aguirre Sacasa considera que “Albanisa ya ha sido declarada como ‘radioactiva’ por el Tesoro de Estados Unidos”, tal como recuerda que fueron advertidos los representantes jurídicos y responsables del buen manejo de cada uno de los bancos nacionales en septiembre pasado.
“Hubo un mensaje claro para el sector financiero nacional: ‘El accionista principal de Albanisa se llama PDVSA, que está en la lista negra del Tesoro, ergo ustedes tengan mucho cuidado con cualquier transferencia que hacen o que hagan en el futuro a Albanisa’. O sea que ya la señal esa se dio”, reitera.
Confidencial confirmó meses atrás que todos los bancos del sistema financiero nacional, excepto uno, retiraron todos los fondos que Albanisa tenía en esas instituciones. El único que no lo habría hecho es el Banco Corporativo, del cual Albanisa es el principal accionista, y al cual fueron redepositados o transferidos esos depósitos, a fin de que los bancos se cubrieran contra la repercusión.