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Trump le ofrece a Cuba “palo y zanahoria”

“No hay gran amor en La Habana, hacia la corrupción venezolana, y hacia Daniel Ortega, pero son aliados”

Carlos F. Chamorro

22 de mayo 2019

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El pasado dos de mayo, el reportero Jon Lee Anderson debía participar como panelista en un foro en la Universidad de Brown, sobre la revolución sandinista 40 años después, que reunió a exdirigentes del FSLN, comandantes de la contra, exdiplomáticos de Estados Unidos, académicos, líderes de la sociedad civil, y jóvenes universitarios de la rebelión de abril, a reflexionar sobre las lecciones del pasado.

Fogueado como corresponsal en la cobertura de las guerras de Centroamérica en los años 80 y autor de una celebrada biografía del Che Guevara, desde 1988 Anderson forma parte del staff de la revista The New Yorker, para la cual ha cubierto los conflictos de Siria, Líbano, Irak, Afganistán, y Libia, entre otros, y ha recorrido América Latina en busca de historias y personajes que retratar.

En 2014, por ejemplo, Anderson regresó a Nicaragua y publicó en el New Yorker la crónica “El canal del comandante”, sobre la faraónica obra de Daniel Ortega con el misterioso empresario chino Wang Jing, en la que preguntaba, con escepticismo, si la promesa de este mega proyecto le traería alguna riqueza a Nicaragua, o solamente a su líder.


En la mañana del 30 de abril, viendo las noticias de Venezuela desde su residencia en Dorset, en el sur de Inglaterra, Anderson canceló su comparencencia en la Universidad de Brown para hablar del pasado, y se marchó a Caracas para reportear en caliente la última crisis del régimen de Nicolás Maduro ante el desafío del presidente interino Juan Guaidó, ahora al frente de una intrincada conspiración cívico-militar, bajo la sombra de la política norteamericana.

La semana pasada Anderson, también maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano Gabriel García Márquez, estuvo en San José Costa Rica, brindando un taller en Centroamérica Cuenta, sobre perfiles periodísticos. Media hora antes de que saliera al aeropuerto, conversamos ante las cámaras de Esta Semana sobre la política de Donald Trump hacia Venezuela, Cuba y Nicaragua, y esto fue lo que nos dijo este periodista norteamericano con su peculiar acento caribeño.

¿Qué pasó en Venezuela el 30 de abril cuando Guaidó liberó a Leopoldo López y llamó al Ejército a sumarse?, ¿fue un intento de golpe de Estado o una sublevación cívico-militar?

Lo último. Yo le hablé (a Guaidó) unos días después, estando de nuevo en Caracas, y dijo que lo que él esperaba que sucediera ese día es lo que pasó en el año 1958, cuando con un alzamiento del pueblo con los militares derrocaron a Marcos Pérez Jiménez, el dictador de ese momento.

En los círculos opositores se habla de que sí había acuerdos, como dijo John Bolton ese mismo día, con algunos personeros altos en el régimen, como el mismo jefe de las fuerzas armadas, Padrino López y otros, que finalmente se plegaron. Queda un misterio alrededor de su actuación, pero sí un oficial importante ese día se deslindó del Gobierno y apareció con la carta de dimisión y desacuerdo con el presidente Maduro, que es el jefe del Sebin, de la inteligencia venezolana, y obviamente, él se fue del país también, probablemente convenido con los norteamericanos.

Queda un misterio y un tufo de incertidumbre en torno a lo que se ha dicho sobre los otros involucrados en el complot de alzamiento, que incluye al presidente del Tribunal Supremo (Maikel Moreno), y Padrino López y uno más. Uno pregunta ¿qué pensará Nicolás Maduro cuando mira al jefe del Estado Mayor y el jefe del Tribunal Supremo? ¿Pensará que son caballos de Troya, que son traidores? O no tiene mucha maniobrabilidad, o hay otra cosa.

También se habla de una operación de contrainteligencia, en que estas personas que se quedaron con Maduro y aparecieron firmes al final de ese día fatídico, eran parte de una operación de contrainteligencia para aparentar que estaban con la idea y, que finalmente no, para dejar en ridículo a la oposición. Y, de hecho, cuando yo llegué de vuelta a Caracas, a dos días del alzamiento fallido, Guaidó no aparecía ya en las tribunas, había una noción de él un poco como huidizo, ¿qué iba a pasar después?; y es la segunda vez desde febrero que ha habido un acontecimiento anunciado, estos actos grandes, como el de la frontera con la ayuda humanitaria el 23 de febrero, que finalmente, pues, no resultó en nada.

Sanciones y colapso económico no cambian Venezuela

¿Y cuál es el balance en este momento? ¿Hay un empate o tiene la iniciativa Maduro?

Hay una especie de empate, porque por un lado Guaidó está protegido por las amenazas norteamericanas: han dicho a Maduro, de Trump para abajo, que si le tocan a él, las consecuencias serán drásticas. ¿Qué significa eso? Nadie sabe, pero se nota que el Gobierno de Maduro ha ido en contra de su gente, en marzo se llevaron preso a su asistente principal, Roberto Marrero, y el otro día a su vicepresidente (Edgard Zambrano) y han inhabilitado a una veintena de parlamentarios, como para dejarlo aislado, se nota que esa es la táctica; pero es obvio también que no saben hasta qué punto pueden ir contra Guaidó, de ahí proviene su poder, que es inusual, y hace que todo sea muy teatral, en que él aparece en tribunas, da discursos, y después de un alzamiento militar, en donde ha aparecido con hombres armados, uno pensaría que no sería posible, y eso, creo yo, demuestra un poco la debilidad del Gobierno.

Yo fui a Washington después de Caracas, justamente para tomar el pulso, y siento que hay dos facciones en la administración Trump: los diplomáticos de carrera, institucionales, que buscan una especie de diálogo negociado, son realistas y creen que la única manera de salir de este hoyo es que se incluya un grupo de chavistas dentro de un gobierno de transición, para que no quede como un golpe de Estado, una revolución fracasada, con todos sus adeptos sintiéndose derrocados, defenestrados, y una oposición vencedora, eso es lo que yo creo que hay que evitar en Venezuela porque va a seguir la polarización con posibilidad de violencia; entonces, los más diestros creen que tiene que haber una salida pactada.

Ahorita en Noruega, hay dos personeros, uno de la oposición y uno muy cercano a Maduro, que han ido ahí para platicar, vamos a ver si resulta. Los noruegos fueron claves en las negociaciones triangulares entre el presidente Santos de Colombia, las FARC y Cuba, que resultaron en el final de una guerra civil de 52 años.

Las sanciones norteamericanas contra individuos del régimen de Maduro, y también contra Pdvsa y el entorno de la máquina económica petrolera ¿han debilitado al régimen de Maduro? ¿pueden generar un cambio?

Más simbólico que otra cosa, porque no es que Nicolás Maduro tiene su dinero en el Sun Bank de Miami, y si es que tiene dinero, nadie sabe. Son actos simbólicos de acorralamiento, es parte de la táctica norteamericana que es aislar a Maduro, desligarlo de la población. Y con las sanciones petroleras sí, aunque todavía no han empezado, es decir, han empezado a distraer los fondos que irían normalmente al Gobierno de Maduro, a un fondo en vías de espera del próximo Gobierno, de las compras norteamericanas de petróleo venezolano que ha seguido, el dinero ya no va al Gobierno de Maduro, que sí es problemático para el Gobierno, porque como todos sabemos tienen hiperinflación, y grandes problemas de suministro, de gobernanza, debido a la falta de efectivo.

Pero la crisis económica no ha producido un descalabro político, hay precariedad en la vida cotidiana de la gente…

Sí, mucho

Las medicinas, el acceso a alimentación, y sin embargo eso no tiene un efecto político.

No, la gente ha tendido a huir, o sea, ha buscado resolver yéndose del país, que es una lástima para Venezuela, pero ha sido la vía tomada por la mayoría de los venezolanos en dificultades. Muchos venezolanos han quedado en el país porque pueden recursear, han aprendido a resolver las artimañas, me acuerdo un poco de Cuba, del periodo especial después del colapso soviético, es algo parecido. Los ingresos de los cubanos en esa época eran decentes antes, pero una vez que se desmonetizó la economía, el Gobierno cubano, era muy centralizado, no podía suministrar las necesidades de la gente, entonces recurrían a una bolsa negra.

En el caso de Venezuela, alguien que está en un ingreso fijo, digamos un funcionario público de mediano nivel, con un ingreso que antes podía haberle pagado la renta, la matrícula de sus hijos en la escuela y un carro, pues, ahora le sirve para cinco aguacates y dos malangas y una yuca, para dos días, o sea, él puede alimentar a su familia con su sueldo mensual, durante quizás tres días, tienen que tener otra cosa. Los que no tienen esas artimañas, remesas de parientes que viven afuera, que no todos los venezolanos lo tienen, tienen que salir a buscar la vida, entonces por eso se están desparramando por todo el mundo.

La alianza Cuba, Venezuela, Nicaragua

En Nicaragua, tanto el comandante Ortega como el Ejército de Nicaragua y la oposición se están viendo constantemente en el espejo de Venezuela, ¿se puede hacer un paralelismo entre la crisis de Maduro, la crisis de Ortega, y las opciones de salida que tienen ambos?

Sí, es cierto, y en ambos casos los gobiernos han recurrido, no a sus fuerzas de seguridad convencionales, aunque sí han incidido en algo, sino a unos grupos irregulares con máscaras, con motos, con armas, para salir a amedrentar a la población, que es muy lamentable ver, pero que yo creo que demuestra también un poco la debilidad de estos Gobiernos, de que no pueden confiar en sus fuerzas públicas, que no han sabido, tampoco, lidiar con una oposición cívica, no violenta, y han cometido, políticamente hablando, el error de insistir en su pureza revolucionaria, como la máxima virtud en la patria y vilipendiar a la oposición como contrarrevolucionarios.

Obviamente cuando hay problemas y polarizaciones políticas, es el deber del Estado en zanjar esas politizaciones y no aumentarlas, y mucho menos recurrir a gente posiblemente criminales, delincuentes, enmascarados para amedrentar a su oposición. Yo creo que en ambos casos hay una solución a la mano, pero no ayuda el hecho de que en Washington, el país más fuerte de la región, tenemos un gobierno muy histriónico, bastante agresivo, y con un asesor de Seguridad Nacional, que es John Bolton, que ha anunciado que Nicaragua, Venezuela, como Cuba, es el nuevo eje del mal, la troika del terror los llama, y las sanciones, que también ha anunciado para Nicaragua y para Cuba, son el primer paso a su derrocamiento. Entonces cuando arrinconas a gente, sea quien sea, buenos o malos, casi siempre se vuelven más agresivos.

¿Cómo entra Cuba en esta ecuación? ¿Qué se juega para Cuba en el destino de Nicolás Maduro en Venezuela?, porque Cuba tienen una relación económica única con Venezuela, que no la tiene Nicaragua, por ejemplo, quizás similar a la que tuvo antes con la Unión Soviética.

Correcto. Chávez subsidió a Fidel durante muchos años con el petróleo, Cuba ha ayudado a Venezuela con maestros y muchos médicos, de veinte a treinta mil personas, con asesoría militar, son socios ideológicos y codependientes.

En los últimos años, con el declive de la economía venezolana, también ha bajado el suministro de petróleo tan esencial en Cuba, de Venezuela a la isla, antes eran cien mil barriles al día y que ahora podría oscilar entre treinta y cincuenta. Cuba, sin ese petróleo, sentiría la dificultad, desde ya tiene dificultades económicas de nuevo, no es tanto como en el periodo especial, pero sí lo tiene: de suministro de pollo, de ingredientes caseros; pero tiene ahora la posibilidad de ingresos que no tenía hace veinticinco años, con el mayor flujo de turismo y mayor presencia en el exterior; hay más cubanos viviendo fuera, hay más remesas; los cubanos pueden viajar, ir y volver, cosa que no podían hacer con tanta facilidad hace treinta años. Entonces, igual se lo van a ver color de hormiga, para todos.

En el caso de Cuba con Venezuela, se habla de que las presiones sobre Cuba, es palo y zanahoria, es bastante sencillo con Trump, -tú me ayudas con Venezuela, sácame a Maduro y voy suave con ustedes-, básicamente, es así, muy guaposo. Y no sé cómo reaccionarán los cubanos con eso. Yo creo que los cubanos pueden ver a Venezuela y decir que, -si ayudamos a sacar a Maduro, después vienen por nosotros de todas maneras-. O sea, no lo veo tan claro. No lo veo tan fácil para todos.

Al margen de la retórica y la simplificación que hace Bolton, en esta alianza, Cuba, Venezuela, Nicaragua, hay una estrategia política coordinada, es decir, Maduro se mueve en una dirección, Ortega se mueve en la misma dirección; se cierra el espacio político de negociación en Venezuela, se cierra en Nicaragua. ¿Hay o no una estrategia común?

No me consta que haya una estrategia en común. Lo que sí tengo claro es que son Gobiernos solidarios entre sí, tienen relaciones, tienen un historial que los vincula, que es la revolución, el socialismo, que los distingue de los demás países de la región. Lo que tienen hoy, a diferencia de hace tres años cuando estaba Barack Obama en el poder en Estados Unidos es, la diferencia entre un presidente que, si bien no los quería por sus ideologías, entendía de manera pragmática que la mejor manera de ir abriendo camino con estos países adversarios, era la apertura al diálogo, el contacto. Hoy en día lo que tenemos es un Gobierno que poco busca en el balde de la historia antigua, de contenimiento, de aislamiento y de retórica hostil. La historia nos dirá cuál va a ser el resultado. A mí no me convence la política, la postura del guaposo, del matón, que es un poco el comportamiento Trump. Yo creo que hay otras maneras de hacer las cosas.

Forman parte de una alianza política, pero tienen ciertas diferencias. El régimen de Ortega es distinto, por ejemplo, en términos económicos a Cuba y Venezuela, tienenun contrapeso distinto con el sector privado, y sin embargo tienen, comparten una naturaleza autoritaria en el ejercicio del poder y la represión ¿Hay un eslabón más débil en esa alianza?

Estoy pensando sobre todo en Nicaragua y Venezuela, por ser los más expuestos e inclusive geográficamente son más vulnerables, son gobiernos que pueden ostentar asedio del extranjero, del imperio, Cuba también, y así perdurar en el poder, lo hemos visto en muchas partes del mundo, que a pesar de sanciones y amenazas y demás, si no hay una invasión, pueden quedar durante años. ¿Qué piensa hacer Trump? ¿Invadir de nuevo a Nicaragua con la contra?

O que se debiliten sus bases de sustentación, el apoyo que tienen del Ejército, de su propia fuerza política

Correcto.

Poner límites a la represión producto de una rebelión como la que se produjo en Nicaragua.

Yo tengo la impresión, y podría equivocarme, de que no hay gran amor en La Habana, hacia la corrupción del régimen venezolano, y hacia Daniel Ortega, y lo que es su excusa para su gobierno en Nicaragua. Creo que hace rato, o sea en privado, no hay mucho amor perdido ahí, pero en público son aliados, ¿y qué van a hacer? Entonces, si los asedias juntos, van a unirse más, va a haber lazos inclusive más orgánicos y si pueden traer algún hermano mayor como Rusia, para velar por ellos, lo van a hacer. Algo de eso estamos viendo ahorita. Entonces, es muy problemático, es como guerra fría 2.0, con rumbo incierto.

Lo que sentí en Washington es que, más allá de la retórica de escalada, no tienen un plan B. Entonces tu eres un nicaragüense que ha visto la represión de Daniel Ortega, tienes que vivir afuera del país. ¿Acaso tú quieres ver una invasión militar de un país para salvar la situación?, ¿o piensas que alguna astucia diplomática que no ha sido utilizada, una solución pacífica puede ser probada para devolver Nicaragua una democracia que no ha sentido durante mucho tiempo

Nicaragua mantiene el rumbo de una insurrección cívica de una revolución pacífica.

Correcto.

Y evidentemente Ortega no está dispuesto a negociar su salida del poder de manera racional, como estadista, por las buenas…

Estamos viendo por todos lados eso mismo, que un presidente de un país tiene una oposición cívica y no está dispuesto a dialogar, es más, hemos visto que ha matado con sus grupos irregulares y policías entre 300 y 500 nicaragüenses civiles; y en el caso de Venezuela ya vemos la situación, pero con una política cada vez más bélica de Washington. Estamos en una época incierta y difícil en la región, en la que todos (están) hablando de posibilidades militares

Ortega debe recordar la historia de Nicaragua

¿Qué puede cambiar ese equilibrio?

Mira, como yo soy norteamericano, primero soy más crítico con mi país, es el país fuerte de la región, tiene muchas posibilidades de operación, que no ha probado. Pienso yo de reinstaurar, por ejemplo, un camino que no ha sido probado, yo no sé si funcionaría o no, por este Gobierno de Washington es, -vamos a parar, cambio de chip-, en cuanto a La Habana, volver un poco al buen (feeling) establecido con Obama, algo de eso, la distensión; y, a cambio del buen (feeling) y la distensión, y un poco de la seguridad mutua, abrir conversaciones en torno a los países problemáticos de la región.

Pero la estrategia de Trump es también una política electoral, en relación a cómo se define frente Cuba y frente a estos países de América Latina.

Lo veo difícil, de momento no veo un camino muy claro por delante, yo creo que va a empeorar, en el corto y mediano plazo. Pero no hablo de Venezuela únicamente, hablo en general, todo indica que estamos por un camino de mayor enfrentamiento.

La conclusión sería que, en todo caso, los agentes de cambio no son externos, sino que tendrían que ser domésticos, internos, en cada uno de estos países

Crear diálogos, diálogos cívicos de verdad, abrir el espacio, oxigenar estos países donde no hay espacio verdadero para actuación democrática, y podríamos hablar bien de los países donde están surgiendo autoritarios, gente dudosa: Honduras

En Guatemala se cierra el espacio político…

Guatemala, en Brasil, un poco más allá, miramos casos de corrupción oficiales, presidenciales en El Salvador; en Perú; acaso Macri en Argentina, va a haber una explosión social en cualquier momento, no han manejado bien la economía tampoco, es cierto que no hay tres millones de argentinos huyendo todavía, pero la región en general está muy problemática, y yo creo que es errado únicamente seguir la línea trazada desde Washington, sobre todo en Washington dominado por Donald Trump.

¿Cómo se ve Nicaragua desde el exterior? Ortega está en un diálogo político, hizo un compromiso de liberar a todos los presos en 90 días, fecha que se cumple el 16 de junio, de restablecer las libertades públicas, no hay derechos de movilización, de libertad de prensa y libertad de expresión, y son plazos políticos que se vencen. 

Eso no es justo, no es un ambiente en donde la oposición tiene las mismas reglas del juego, me parece a mí, que se está guapeando y se está manipulando el ambiente.

¿Es sostenible ese tipo de imposición autoritaria del gobierno de Ortega?

Creo que no. Los nicas tienen un historial, siempre han sido gente que son muy suaves durante un tiempo, tú lo sabes mejor que yo. Yo me acuerdo de ir a Nicaragua después de 25 años, hace como cuatro o cinco, y yo no podía creer que los nicas estaban tan mansos ante corrupción obvia y despotismo, pero eso terminó, y una vez que el nica se arrecha, no vuelve a calmarse, a menos que sienta que ha encontrado justicia, ¿no es así?, esa es la historia, Ortega es el primero que debe recordarla.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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