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Un estallido de rabia, juventud y hermandad

Abril nos recordó que los jóvenes no querían emigrar y que es posible construir un mundo mejor en nuestra patria, que tenemos fuerza de acción

La Rebelión de Abril aún tiene la oportunidad de sacar a Ortega del poder y desmantelar la dictadura por la vía pacífica, pero antes debe desatar el nudo que está impidiendo la unidad nacional. Foto: Confidencial // Archivo.

José Antonio Peraza

18 de abril 2024

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"Porque Abril levantó sus flores hirientes / y alzó a la multitud contra el palacio del tirano. / Subió el pueblo agitando sus banderas. "Felicidad fue estar vivo en aquel amanecer”. Códice de Abril, 1956, PAC

Era muy frecuente escuchar en los medios de comunicación, antes del 2018, una queja muy frecuente contra los jóvenes por su indiferencia ante la dictadura que construía Ortega. Se decía que vivían hipnotizados por el internet, que bastaba con desconectarlos, para que su vida perdiera referencia con respecto a la realidad nacional. Mientras se decía esto, otros sectores si sabían que estaba pasando, pero callaban de forma cómplice, facilitando el ascenso vertiginoso del dictador.  


Sin embargo, como Director Ejecutivo del Movimiento por Nicaragua (MpN), cuando visitaba distintas regiones del país, lo que escuchaba era un gran malestar. Debido a eso, siempre dije, en público y en privado, que tarde o temprano la ciudadanía nicaragüense despertaría, especialmente, los jóvenes. Ese malestar latente en los jóvenes lo comprobamos en los campamentos que realizamos con jóvenes en distintos lugares del país. Esa molestia no sólo era contra el gobierno, sino contra toda la clase política tradicional que gobernaba Nicaragua desde 1990.

Por tanto, no me cabía duda que la rebelión de abril se estaba gestando de forma silenciosa. Su expresión en las calles fue espontánea (sin organización), pero, definitivamente, no fue producto del azar sino, más bien, por la acumulación de tensiones y arbitrariedades con el pasar de los años. Según el Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI) las protestas de abril: “no fueron producto de acontecimientos aislados sino de años de procesos institucionales y prácticas estatales que fueron coartando la expresión ciudadana, cerrando espacios, cooptando instituciones públicas y concentrando el poder en la figura presidencial compuesta por Ortega y Murillo”. Todo esto, según el GIEI, “fue generando y acumulando un descontento social” que detonó en las protestas de 2018.

Pero, emocionalmente ¿cómo veo yo Abril? Es difícil decirlo en palabras, por eso lo voy a expresarlo a través de dos canciones. Una, el Blues de la Soledad, de Joaquín Sabina. Allí el poeta-cantor nos habla de “Noches de Rabia y Juventud”. La otra canción es La Perla, el barrio portorriqueño, que Rubén Blades define así: “Aquí nada vale tu apellido y tu dinero, se respeta el carácter de la gente con que andamos”. Para mí eso es Abril, un estallido rabioso de deseos de cambio protagonizado por la juventud, un “Basta Ya”; un sentimiento que se sobrepuso al prejuicio del origen y que valoró la determinación de la gente. Un movimiento donde todos dijimos “Aquí sólo hay hermanos” porque nos cobija una sola bandera la: Azul y Blanco.

En una investigación sobre la rebelión abril que realicé junto al equipo del MpN “Resurgir Ciudadano y Estado Represor en las Protestas Cívicas”, entrevisté a muchos jóvenes para esculcar cómo se habían involucrado en las movilizaciones de abril.  Uno de los jóvenes entrevistados O. Munguía expresó así su involucramiento en las protestas de abril: “… esto fue masivo, ya todo mundo estaba en la calle; eso afirmó más el descontento”.  Pero el carácter espontaneo y no planificado de la rebelión fue más que evidente. El mismo O. Munguía se interrogó a sí mismo: “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Esto no tiene que ver nada conmigo?”; “Bueno, yo tengo cosas que hacer, tal vez yo no conocía a ninguno que anduviera ahí”; “yo dije no me meto, no es conmigo, y con los míos tampoco y … no me está afectando nada a mí, no voy a meterme a nada que no me afecte, muchos de los nicaragüenses somos así”.

La duda es más que comprensible en un país donde los jóvenes han sido sacrificados por generaciones. Pero así es la toma de consciencia social y espiritual, es un flechazo que provoca que no se pueda seguir obviando lo que todos sabemos y que nadie quiere asumir. Es la rabia que sale de las almas jóvenes cansadas de tanto abuzo, que hacen valido el antiguo proverbio chino de que “una sola chispa puede incendiar la pradera”, citado Mao Zedong.

En Nicaragua esa pradera seca se incendió como producto del descuido de la Reserva Indio Maíz y del ataque a los ancianos que protestaba por el deterioro de sus miseras pensiones. Fue el coctel completo de atropellos que denunció el GIEI, lo que despertó la conciencia de los jóvenes ante la indolencia, injusticia, irresponsabilidad y mentiras del gobierno.  

Como dice el polítólogo Andreas Schedler, los regímenes autoritarios viven siempre en la incertidumbre, la inseguridad y, por tanto, en la mentira. Es ese poder enfermizo que les impide aceptar que se han equivocado y que tiene que echar marcha atrás, pero prefiere colocar a las víctimas como victimarios para evadir responsabilidades. Pero la rebelión no fue provocada sólo por el autoritarismo y voracidad de la dictadura, sino también por la indolencia, irresponsabilidad e incapacidad de la elite política y económica tradicional, que en vez de atender y buscar soluciones a los problemas del país, se acomodó complacientemente a las circunstancias que le impuso la dictadura.

Era esa la elite política y económica la encargada de hacer un diagnóstico de las difíciles condiciones en que la dictadura estaba introduciendo al país; no obstante, varios de sus liderazgos más “formados y claros” se convirtieron en voceros complacientes de la dictadura. Por tanto, no es de extrañar que fuera la Iglesia Católica (que sí tienen contacto con la gente), a través de su Conferencia Episcopal (CE), la que advirtiera al dictador y al país sobre los peligrosos que estaba tomando el país.     

La CE fue preclara y premonitoria cuando le señaló directamente al dictador: “lamentablemente somos un pueblo con una cultura política marcada por las ambiciones de poder, el mito de los caudillos mesiánicos y los fraudes electorales. No podemos olvidar la historia”. Desgraciadamente, muchos la olvidaron. Sin embargo, la CE fue más allá y señaló las características de los responsables, señalando que «desalienta la ausencia de un liderazgo de calidad y comprometido que norme la acción política, en la que todo parece estar al servicio de personas, grupos de poder y de partido,
en detrimento del bien común
».

Finalmente, la CE le advirtió al dictador y al país lo que podía suceder y que sucedió: “la actual estructura institucional y política del país, no traerá ni a mediano ni a largo plazo ningún beneficio ni para los actuales gobernantes, ni para los miembros del partido gobernante, ni para ningún nicaragüense”.

La inmensa mayoría de los jóvenes que protestaron y demandaron cambios no sabían nada del documento de la CE y, posiblemente, nunca habían votado por el hartazgo con la cultura política de los liderazgos tradicionales. Entonces, cómo surgió la chispa que los hizo comprender que su país iba por tan mal camino, a pesar que algunos, les decían que iba maravillosamente bien. Posiblemente, parte de la explicación esté contenida en una reflexión del filosofo alemán Jünger Habermas, quien afirma que “el pensar utópico parece tener por función descubrir alternativas de acción y juegos de posibilidades que remiten más allá de las continuidades históricas”. Buscando respuestas en realidades más cercanas, nuevamente, Rubén Blades magistralmente se pregunta por esas energías utópicas en su canción la Rosa de los Vientos: “cada uno lleva encima, la huella de sus sueños. ¿Quién dijo que la risa de tanta alma joven tiene que emigrar?;
¿O qué la llamarada de los sueños nobles ya no alumbra más?; …. ¿Quién dice que hay caminos imposibles de encontrar?

Definitivamente, Abril nos recordó que los jóvenes no querían emigrar y que es posible construir un mundo mejor en nuestra patria; que, como pueblo, tenemos fuerza de acción para encontrar caminos para construir nuevas realidades que nos alejen del peso de nuestra terrible historia. Que “felicidad fue estar vivo en aquel amanecer".

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José Antonio Peraza

José Antonio Peraza

Es politólogo y profesor universitario, con especialidad en proyecto de desarrollo y en sistemas políticos y electorales. Exmiembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). Fue detenido por el régimen en julio de 2021 y desterrado a EE. UU. en febrero de 2023.

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