Logo de Confidencial Digital

PUBLICIDAD 4D

PUBLICIDAD 5D

Los dilemas de El Carmen ante Estados Unidos

Dejar que el régimen siga su camino hacia el despeñadero, o adelantarse a promover una apertura inevitable

Caricatura Proyecciones económicas

Manuel Orozco

11 de abril 2025

AA
Share

Como los faraones en Egipto que rehusaron liberar al pueblo de Israel de la esclavitud, los auto consagrados Ortega-Murillo tampoco aceptan liberar al pueblo de Nicaragua de su radicalismo tropical.

Pero de igual forma que a los faraones egipcios, a la dictadura le han caído plagas de todo tipo, la cuenta incluye: la condena del pueblo y de la comunidad internacional, una protesta social imborrable y un rechazo masivo silencioso, más de sesenta sanciones internacionales individuales contra transgresores, más de 20 resoluciones en la OEA, vergüenza ajena en el SICA, nueve informes sobre violaciones de derechos humanos desde Naciones Unidas, el papa Francisco los acusa de ser una “dictadura hitleriana”, una economía dependiente del sudor del migrante y multada con aranceles, y mucho más. Ortega y Murillo representan un régimen tóxico con el que nadie se quiere sentar a su lado.

Al final, la dictadura ha venido perdiendo fuerza, su círculo de poder es menor, la economía baja de rendimiento económico, la censura y la desinformación ya es ignorada por la gente. El nica sabe lo que vive y lo que tiene, se ha adaptado, pero no lo ha aceptado y buscan vivir vidas paralelas, la del miedo y el acecho, por un lado, y la de negación y normalidad sin abrir la boca. Pasan caminando por una esquina evitando cruzarse la otra a menos que sea inevitable (tener un viaje al exterior y que lo rastreen con el programa de monitoreo cubano, ir a una entidad del Gobierno y que le rastreen los números del celular, o tragarse una queja).  ¿Cuánto más?

Rosario Murillo movió las fechas de las elecciones de manera arbitraria porque teme que su consolidación se desvanecería en noviembre de 2026 frente a una protesta internacional de vigilancia electoral más eficiente y determinada, después que la comunidad internacional aprendió la lección del robo electoral de Maduro. Ella sabe que el momento de entablar vínculos con grupos cívicos es cuestión de tiempo y eso la llena de rabia. Se imagina poemas virulentos con prosas profanas porque no sabe cómo aprender a perder.


Cree que con extender su reinado inconstitucional un año más podrá gozar de pleno poder y control en lo poco que queda de su vida terrenal. La realidad muestra todo lo contrario. Sus aliados se van yendo poco a poco, ni siquiera sus partidarios del FSLN están totalmente convencidos y apoyan porque no hay de otra, y hasta la salud de ambos dictadores cada vez da señales de estar seca y marchita. El general Avilés despacha con Murillo porque las promesas de grandeza lo motivan. Pero están agotando el tintero de la finca que administran.

El golpe de los aranceles sobre la dictadura los reposiciona frente a un sector privado que ya de por sí estaba esquineado, y las pocas ganancias que sacaba de la Zona Franca, el agro o la importación desde Estados Unidos, se les van a achicar más o desaparecer.

Saben que China o los BRICS no son un sustituto, y la Unión Europea no los va a rescatar. Se está agotando el fondo con el que siguen enriqueciéndose a costa del pueblo con préstamos del BCIE. Ya no es sostenible vivir de préstamos porque la rentabilidad es mínima, la demanda es baja, y no hay confianza en invertir. Además, ante el inminente retorno de nicaragüenses, la opción de amenaza represiva se achicará más por razones que no se pueden mencionar aquí, pero ella sabe que el cambio es inevitable.

Aunque las crisis económicas no botan dictaduras, la fuga de capital financiero y humano disminuye la rentabilidad clientelar de éstos, y en esa dirección viene las cosas desde hace rato. No son solo palabras, las empresas lo viven: en 2018 tanto Honduras y Nicaragua tenían una cartera crediticia comparable; a 2025 la cartera de crédito de Honduras es cinco veces la de Nicaragua (la cual sigue del mismo tamaño que hace siete años, 0% de crecimiento y 20% anual para Honduras).

Además, la ansiedad de algunos dentro del círculo está en dirección a la impaciencia ante avizorar, en plena vista, la disminución gradual de sus privilegios, y ellos no se van a quedar de brazos cruzados sabiendo que, tarde o temprano, ella los puede purgar.

Para muchos es herético considerar que para salir de la situación dictatorial el círculo de poder forma parte de la solución y moralizan con muchas razones, unas justas y otras más a modo de excusa, la realidad es cada vez más indefendible.

¿Qué pueden hacer los dictadores atrincherados en El Carmen?

Toda transformación política inicia con una decisión de parte de un lado de la balanza que subordina el ego, para encausar los pasos hacia una ruta alternativa a la dictadura que ofrezca al menos la alternabilidad en el poder y señalizar la disposición de iniciar un cambio.

La evidencia histórica de las transiciones políticas invariablemente incluye a quienes ostentan el poder al inicio del proceso de cambio. La caída de Assad en Siria (mediante el uso de la fuerza y la victoria sobre el dictador) muestra lecciones sobre el proceso político de conformación de un Gobierno de transición con una composición mixta de sectores de todo el país. La reciente transición en Bangladesh, que ocurre sin baño de sangre, o el retorno democrático en Filipinas después de Duterte, son otros casos ejemplares de lo que entraña una transición.

El cierre de todos los espacios apuntan a que Rosario Murillo inicie el primer paso delegando en un interlocutor indicado —Laureano Ortega y sus otros acompañantes de confianza. La comunicación es vital para señalizar una salida a la situación actual porque las tendencias apuntan a un deterioro generalizado para ellos y el país.

Laureano y Rafael Ortega Murillo en el núcleo familiar, Ovidio Reyes y Fidel Moreno, en el círculo de poder de Gobierno, enfrentan el dilema de dejar que el régimen siga el camino al despeñadero, o persuadir a Rosario Murillo de entablar un proceso para abrir canales de comunicación; crear un acercamiento con Estados Unidos y Centroamérica, con actores económicos del país, y con nicaragüenses comprometidos a una transición democrática. No hace falta hacer ruido para tocar las puertas, sino dar señales pragmáticas de apertura.

El interés común, en este momento, es evitar una colisión con la Administración Trump en Estados Unidos y la necesidad de mejorar la relación con este país. El súbito cambio en la retórica antinorteamericana y el manejo de un discurso diplomático con Estados Unidos, desde que inició la Administración Trump, representa un cambio llamativo, pero es insuficiente. Para Estados Unidos la relación se mejora con seguridad jurídica, con un ambiente democrático incluyente para lo cual los gobernantes en El Carmen tienen que indicar sus intenciones con modificaciones y cambios al andamiaje legal actual para anticipar la presión política que Estados Unidos realizará sobre Nicaragua en el futuro cercano: el negocio de los migrantes internacionales es solo uno de los muchos malestares que el clan familiar le ha causado a Estados Unidos.

El primer paso empieza con humanizar al enemigo al que han satanizado injustificadamente, a Estados Unidos, a los nicaragüenses expulsados, a los líderes cívicos y empresariales, abandonando el lenguaje agotado de un golpismo que nunca existió y nunca convenció. 

PUBLICIDAD 3M


Tu aporte es anónimo y seguro.

Apóyanos para que podamos seguir haciendo periodismo independiente en el exilio. Tu contribución económica garantiza que todas las personas tengan acceso gratuito a nuestras publicaciones.



Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

PUBLICIDAD 3D