
18 de marzo 2025
PUBLICIDAD 4D
PUBLICIDAD 5D
Con una estrategia de negociación sin confrontación directa, México evita sanciones económicas de Estados Unidos gracias a su presidenta
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, habla durante una rueda de prensa en el Palacio Nacional en Ciudad de México, el 17 de marzo de 2025. // Foto: EFE/Isaac Esquivel
El 4 de marzo de 2025 a la medianoche, Estados Unidos impuso aranceles del 25% a las importaciones mexicanas y canadienses, y del 10% a las chinas. Inmediatamente, China y Canadá respondieron con medidas de represalia. México, cuya economía depende en gran medida de la potencia del norte, hacia donde dirige el 80% de sus exportaciones, fue más mesurado. La presidenta, Claudia Sheinbaum, anunció a la mañana siguiente que su país tenía un plan de respuesta, y que los detalles serían compartidos en un encuentro público en el Zócalo de Ciudad de México.
Dos días después, el jueves 6 de marzo, Claudia Sheinbaum habló por teléfono con su par estadounidense, quien inmediatamente anunció que aplazaría los aranceles por un mes. “Hice esto como una concesión y por respeto a la presidenta Sheinbaum”, escribió Donald Trump en redes sociales. “Eres dura”, le dijo el republicano durante el llamado, en el que la mexicana le habló directamente en inglés, sin traductor. Es la segunda vez que la mandataria logra postergar aranceles que serían económicamente devastadores para su país luego de un diálogo telefónico con Trump, una estrategia que le ha creado la fama de ser la “Trump Whisperer”.
Las negociaciones de Claudia Sheinbaum con la potencia del norte consolidan su marca propia de gestión y la posicionan como una líder con título propio, más allá de ser la heredera política de Andrés Manuel López Obrador. Al asumir la presidencia en octubre de 2024, muchos analistas consideraban que sería imposible que saliera de la sombra del carismático líder del movimiento Morena, cuya hegemonía política ha reemplazado a la del PRI. Sin embargo, en los últimos cinco meses, especialmente en medio de las tensiones con Estados Unidos desde que asumió Trump en enero, Claudia Sheinbaum ha aumentado su aprobación del 70% al 85%.
Las trayectorias de los delfines de políticos carismáticos son complicadas. O bien quedan subordinados a sus jefes políticos, quienes muchas veces entorpecen su capacidad de gestión, o terminan traicionándolos. El caso de la presidenta mexicana parecía típico el año pasado, cuando, al asumir su mandato, se hablaba de la sombra inescapable de López Obrador. El panorama se volvió particularmente oscuro ante la llegada de Trump, conocido por sus actitudes misóginas y por utilizar a México como chivo expiatorio para todos los supuestos males: desde las drogas ilegales, hasta la migración y el crimen.
A menudo, Claudia Sheinbaum era desfavorablemente comparada con el carisma popular del fundador de Morena, debido a su estilo tecnocrático y mesurado. Durante la campaña electoral mexicana, su contrincante, Xóchitl Gálvez Ruiz, se refirió a ella despectivamente como la “dama de hielo”, en referencia a su estilo poco apasionado. Pero su reciente enfrentamiento con Estados Unidos ha demostrado el valor de mantener “la cabeza fría”, como prometió hacer la mandataria ante las amenazas constantes de la Casa Blanca.
Trump exige a Canadá y México que, para evitar los aranceles, detengan a los migrantes y el tráfico de fentanilo, el opioide sintético que ha provocado una crisis de salud en Estados Unidos. Sin embargo, después de dos meses de tira y afloje, muchos expertos opinan que ambos temas para Trump no tienen una verdadera vinculación, sino que él busca imponer aranceles como parte de su visión económica. Ciertamente, los flujos de migrantes y fentanilo hacia Estados Unidos son marginales desde Canadá, pero no ocurre lo mismo con México.
Aquí Claudia Sheinbaum ha hecho algunas concesiones reales, aunque de bajo costo político a nivel doméstico. Ha mantenido las políticas de migración de su antecesor. Desde hace años, México actúa como un muro para los migrantes de otros países que intentan atravesarlo para llegar a la frontera con Estados Unidos. Sheinbaum ha mantenido estas políticas, aceptando deportados de terceros países como solicita Washington. Además, estaría dispuesta a eventualmente aceptar personas que esperan pedir asilo en la potencia del norte, si es que el país vecino restablece el derecho al asilo, como lo exigen los tratados internacionales de derechos humanos.
Pero más allá de esta continuidad, el Gobierno de Claudia Sheinbaum ha implementado cambios relevantes para Trump. Desde el ámbito de la seguridad, ha adoptado una postura más firme contra los cárteles narcotraficantes, a diferencia de López Obrador. En parte esto se debe a una violenta guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa que estalló a mediados del año pasado. Pero también ha tomado medidas concretas, como el envío de 10 000 tropas adicionales a la frontera con Estados Unidos para reforzar la seguridad. Las autoridades han requisado en cinco meses la misma cantidad de drogas ilegales que se decomisó en todo el año previo, y, por primera vez, algunos altos mandos de los grupos criminales han expresado temor de ser detenidos. El Gobierno de Sheinbaum afirma haber arrestado a más de 900 personas en el estado de Sinaloa desde octubre de 2024.
Quizás el gesto más impactante fue entregar a 29 miembros de cárteles buscados por Estados Unidos a finales de febrero de 2025. Este acto, de dudosa legalidad doméstica (aunque pocos cuestionan la extradición “blue”), envía un mensaje contundente a Washington.
Otras políticas parecen absurdas, en particular la campaña de información pública contra el uso de fentanilo en México, un país donde este opioide no representa un problema de salud significativo. Sin embargo, Trump valoró tanto esta iniciativa que decidió replicarla en su propio país.
El analista político mexicano, Carlos Bravo Regidor, generalmente crítico del Gobierno, reconoció los méritos del accionar de Claudia Sheinbaum dentro de un escenario de opciones limitadas frente a un vecino poderoso.
“La popularidad que trae ahorita ya es una base de poder propia, y Trump crea de alguna manera la ocasión o el pretexto, si no para romper, para poder tomar distancia legítimamente”, cuenta Bravo en conversación con Cenital.
En este sentido, la amenaza de Trump es una oportunidad política para Sheinbaum de cambiar políticas de su antecesor —respondiendo también a necesidades domésticas ante el hartazgo interno debido al flagelo de la violencia criminal— sin plantear un quiebre con su mentor político. Ni títere ni traidora.
Este fortalecimiento propio, ante México y ante la prensa internacional que la mira con cariño por su actitud frente a Trump, quita el foco de la agenda más polémica del Gobierno morenista, como la reforma judicial que se comenzará a implementar este año, según Bravo.
“Claudia Sheinbaum representa la erosión democrática con un rostro progresista. Además, cuando ves a Sheinbaum frente a Donald Trump, por supuesto que te inspira de alguna manera la empatía del David frente a Goliat, y yo creo que muchos queremos que en ese pleito gane Sheinbaum, pero que gane ella no quiere decir que va a echar para atrás el proceso de erosión democrática”, añadió.
El método Claudia Sheinbaum es bien equilibrado: defiende discursivamente la soberanía mexicana sin entrar en confrontación Trump. Cuando el mandatario estadounidense cambió unilateralmente el nombre del Golfo de México a “Gulf of America”, Sheinbaum le contestó con sarcasmo, pero sin generar conflicto directo. A diferencia de otros líderes internacionales, evita las críticas personales; en febrero, ante la pregunta de la prensa de cómo fue el trato telefónico de Trump, ella contestó con mesura: “No quiero calificarlo, todos los presidentes merecemos respeto, yo no quisiera entrar a un tema personal”.
Asesores aseguran que en las llamadas hace oído sordo a los insultos, y responde con datos meticulosamente recopilados. Por ejemplo, cuando Trump justificó los aranceles de este mes alegando que México no había progresado con detener el tráfico de fentanilo, Claudia Sheinbaum le envió un gráfico con datos del propio Gobierno estadounidense que muestra una reducción desde octubre en la cantidad de fentanilo que se intercepta en la frontera sur, lo que probaría que se está reteniendo la droga en México.
También la reacción mesurada es clave. “Crea un compás de tiempo”, explica Bravo. En el caso de las medidas arancelarias del 4 de marzo, permitió que la presión de Wall Street, del mercado bursátil, de la política estadounidense, se opongan a la nueva política, sin exponer a Sheinbaum directamente. “Cuando ella llega a la llamada con Trump, pues Trump ya fue aflojado por todo ese trabajo previo que hicieron todas las otras fuerzas”.
Este enfoque se destaca en un contexto donde otras estrategias fracasan espectacularmente. Por ejemplo, el presidente colombiano, Gustavo Petro, intentó rechazar un vuelo militar con deportados, pero tuvo que recular ante la amenaza de aranceles. Panamá se distanció rápidamente de China en respuesta a amenazas de Trump, pero aun así se encuentra en la mira de la expansión territorial yanqui. En el caso de Nicolás Maduro en Venezuela, la rápida cooperación con deportaciones no alcanzó para garantizar excepciones a sanciones petroleras que son vitales para la supervivencia económica del país.
En Brasil, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva también evita el choque, manteniendo un discurso centrado en la soberanía. Esta semana anunció que buscaría evitar aranceles con negociaciones en vez de medidas de represalia. Pero la economía brasileña es menos dependiente de Estados Unidos que la mexicana. México no puede evitar el tema, ya que su destino está entrelazado con el de su vecino del norte, situación que se refleja en la historia diplomática del país, que ha tenido una “relación prioritaria con Estados Unidos” hace casi un siglo, escribe Ricardo Rojas en Nueva Sociedad. En el caso de Sheinbaum, viene a costa de una relación más estrecha con aliados internacionales ideológicamente afines.
Sin embargo, para Claudia Sheinbaum este enfrentamiento con Trump trae réditos políticos internos. Es un fenómeno nacionalista que se repite con otros líderes atacados por el mandatario estadounidense que también vieron mejorar su popularidad doméstica: Volodímir Zelenski, quien fue recibido como héroe en la Unión Europea después de ser hostigado en la Casa Blanca; el Partido Liberal de Canadá, que subió en las encuestas después de las críticas trumpistas al (hasta el 14 de marzo) primer ministro Justin Trudeau; y Emmanuel Macron en Francia.
Si bien los más críticos de Claudia Sheinbaum dicen que todas sus concesiones sólo obtienen prórrogas cortas —la situación de incertidumbre amenaza ya con empujar a México a recesión económica—, muchos otros celebran su talento en lograr postergar lo que parecía inevitable.
Mientras tanto, el método de la cabeza fría de Claudia Sheinbaum cosecha ganancias: la convocatoria al Zócalo para el 9 de marzo, en la cual iba a compartir medidas de represalia a los aranceles, se convirtió en el festejo de una victoria política.
*Este artículo se publicó originalmente en Cenital.
PUBLICIDAD 3M
Periodista especializada en América Latina. Editora del Latin America Daily Briefing. Vive en Buenos Aires, Argentina.
PUBLICIDAD 3D