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¿“América Primero” o de último?: el peligro de rodearse de dictadores

Estados Unidos busca normalizar su relación con Rusia, sin embargo, las acciones de Rusia en el mundo y el hemisferio amenazan la seguridad de EE. UU.

Putin saluda a Trump

En una imagen de archivo el presidente de EE. UU., Donald Trump (der.), estrecha la mano del presidente de Rusia, Vladímir Putin. // Foto: EFE

Caroline C. Cowen

20 de marzo 2025

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Hace dos semanas, Estados Unidos votó con Rusia en la Asamblea General de la ONU, bloqueando la adopción de una resolución de condena a la invasión de Ucrania. Rusia, China y Estados Unidos adoptaron otra resolución del Consejo de Seguridad en la cual no se culpaba a Rusia por su invasión. Putin busca debilitar a los Estados Unidos, separarnos de nuestros aliados y fortalecer los regímenes autocráticos a costa de la democracia. Si los Estados Unidos quisieran continuar siendo seguros y prósperos, rodearse de dictadores puede aislarlos, costar influencia en Europa y en el Hemisferio Occidental, y fomentar conductas antidemocráticas. Estados Unidos, en cambio, debe apoyar a sus aliados y promover la democracia.

Históricamente, los Estados Unidos han apoyado a varios regímenes dictatoriales, pero las acciones de Trump indican una preferencia por Rusia y falta de voluntad para ayudar a la OTAN. Estados Unidos no sólo ha cambiado de bando en un conflicto existente, sino que ha menospreciado décadas de apoyo a Europa en contra de Rusia. Estados Unidos ahora busca una relación normalizada con Rusia, sin embargo, las acciones de Rusia en el mundo y el hemisferio amenazan la seguridad de los Estados Unidos y la democracia a nivel mundial.

Trump ha dicho que está dispuesto a aceptar las objeciones de Rusia en contra de la membresía de Ucrania a la OTAN. Con su invasión de Ucrania, Putin busca incorporar a Ucrania a la fuerza, a ser un contrapeso a la OTAN, debilitar a la alianza y posiblemente preparar el terreno para acciones militares en Europa, amenazando a los Estados bálticos, Polonia, Alemania y el corredor de Ucrania, a Eslovaquia, Austria y Suiza. Si el frente ucraniano colapsa, Rusia puede tomar Kiev y exiliar o ejecutar al presidente Zelenski. Una Rusia victoriosa ejercerá presión o expandirá su conflicto hacia Europa.

El secretario de Prensa, asesor de confianza de Putin, señaló que las políticas de Trump “se alinean generalmente con su visión”. Trump no ha propuesto una sola concesión para que Putin dé por terminada la guerra, pero hay señales de qué exige Putin: limitar el número de fuerzas armadas de Ucrania, prohibir la importación de armas y otros límites a su soberanía. En 2019, Zelenski negoció un cese al fuego con Putin. Tres años después, Putin lanzó su invasión contra Ucrania. Para Zelenski, un nuevo armisticio sin garantías de seguridad carece de sustancia.


Admitir a Ucrania como miembro la OTAN sería la garantía de seguridad más efectiva, pero necesita más armas para disuadir a Rusia. Abandonar a nuestros aliados democráticos en Ucrania puede tener implicaciones peligrosas para los intereses de seguridad de los Estados Unidos no solo en Europa, sino en el hemisferio occidental, donde Putin apoya a los regímenes dictatoriales en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Además, la política exterior de Putin afecta directamente al hemisferio occidental. Rusia apoya abiertamente a regímenes autoritarios mientras desmantela otras democracias y promueve el autoritarismo militarizado. Las consecuencias, incluyendo una mayor presencia en Latinoamérica, amenazan la democracia, la seguridad y estabilidad regional en el hemisferio occidental.

¿Por qué es peligroso aliarse con dictadores?

Los dictadores expanden su base mediante el uso de la fuerza y utilizan más agresión interestatal que las democracias, en particular en contra de otras democracias. La evidencia demuestra que las democracias no solamente evitan la guerra entre ellas, sino que tienen menos conflictos civiles, terrorismo, violencia de género, crímenes violentos y pobreza. Los líderes democráticos prefieren resolver las causas de la inseguridad reparando el contrato social y con base en principios democráticos.

Los dictadores, por otro lado, están motivados por ambiciones territoriales, por recursos y su política interior. Frecuentemente surgen por un culto a su personalidad y no son predecibles —ya sea cuando negocian o cuando actúan agresivamente. En 2022, 44 países eran dictaduras y su número sigue incrementando.

Como observó recientemente el senador Risch, Rusia, China e Irán están expandiendo su influencia en nuestro hemisferio, y los Estados Unidos debe fortalecer su cooperación en temas de seguridad y economía con nuestros vecinos democráticos para proteger nuestros intereses. Irán y Corea del Norte suministran a Rusia con armas y municiones para su guerra contra Ucrania. Por otro lado, China se ha convertido en el socio comercial más importante de Rusia y actúa como contrapeso a las sanciones económicas de occidente. Aún más, al aliarse con Putin, Estados Unidos le ha dado a China una opción para invadir Taiwán ya que esto distraería a los Estados Unidos de los problemas en Ucrania y Europa, inmiscuyéndolos en el Pacífico, permitiendo que Rusia se aventure más en Europa.

Rusia, China y una alianza de cleptocracias han cooperado alrededor del mundo compartiendo recursos a través de paraestatales, fuerzas policiacas y militares corruptas. Por ejemplo, Rusia utiliza drones iraníes en Ucrania; Cuba instala tecnología de seguridad China. Por otro lado, los esfuerzos de propaganda de estos Estados se retroalimentan el uno del otro, desde granjas de bots hasta operaciones de medios: China promueve propaganda rusa, y viceversa, y muchas dictaduras incluyendo la iraní y la venezolana utilizan la narrativa de las otras. Lo que une a estos dictadores no es una ideología como en el pasado, sino su desprecio de los Estados Unidos.

Una amenaza al hemisferio occidental

Putin ha profundizado sus nexos con aquellos aliados que comparten su estilo autoritario de gobierno y que resienten los regímenes democráticos. Moscú fortalece a los regímenes en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Dado que Venezuela y Nicaragua están desesperados por fondos, crédito y poder, requieren asistencia militar de Cuba y Rusia conforme incrementan sus niveles de represión.

La estrategia multidimensional de Rusia en Cuba, Nicaragua y Venezuela incorpora actividades estratégicas y expande su influencia a través de ventas de armamento y otras actividades de bajo perfil, incluyendo la desinformación y fortaleciendo su posición en Latinoamérica. Esto limita la influencia de los Estados Unidos en materia de cooperación bilateral en temas de seguridad y en los foros multilaterales para presionar a estos regímenes.

Rusia es uno de los principales proveedores de armas de Venezuela y Nicaragua. Al asociarse con Rusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela han consolidado un nuevo triángulo de seguridad regional, rompiendo con el régimen de seguridad interamericano, incluyendo la Iniciativa Regional de Seguridad para América Central.

Los ejércitos nicaragüense, cubano y venezolano dependen de sus dictadores, quienes militarizan sus regímenes autoritarios y les permiten actuar con impunidad y cometer violaciones de derechos humanos. Como un instrumento de represión, el Ejército ayuda y cobija los abusos gubernamentales. Estos ejércitos están armados y entrenados para operar un Estado policiaco represivo.

Al apoyar a estos dictadores, Rusia socava los intereses de los EE. UU. y utiliza temas periféricos, tales como Venezuela, Cuba y Nicaragua, para apoyar su papel como un árbitro de la seguridad internacional. En 2014, por ejemplo, Cuba, Venezuela y Nicaragua votaron con Rusia en contra de la resolución 68/262 de las Naciones Unidas, que expresaba apoyo por la integridad territorial de Ucrania.

El futuro

El costo de hacer negocios en Latinoamérica con regímenes no democráticos será alto porque estos países expulsarán a más gente en el futuro, tendrán economías inestables y serán poco amigables a la inversión estadounidense — y tienen mucha voluntad de fortalecer sus nexos con Rusia y otros, como China.

Esta alianza entre dictaduras nos llevará a una década de vulnerabilidad: China ha alcanzado a los Estados Unidos económica y militarmente, y Rusia ofrece apoyo militar y tecnológico a casi cualquier dictadura. Ambas ofrecen una amenaza a los intereses de los EE. UU. Los Estados Unidos deben ofrecer una alternativa a las dictaduras de Rusia, Chinas y sus aliados ya que están llenando el vacío rápidamente.

En el pasado, Estados Unidos y sus instituciones han jugado un papel crítico contrarrestando la influencia de los regímenes autoritarios. Estados Unidos ha cortado el apoyo para promover la estabilidad política y económica, reducir presiones migratorias masivas y confrontar la manipulación del mercado en el exterior para asegurar la existencia de una cancha de juego parejo para los negocios estadounidenses y sus trabajadores.

Los dictadores reprimen a sus ciudadanos, debilitan las instituciones democráticas, promueven su narrativa y recursos. Estados Unidos debería continuar fijando el estándar como el ideal de los principios con que se fundaron: respeto de las libertades individuales.

Actualmente, Estados Unidos no parece aliado de las democracias. La pérdida de confianza entre sus aliados es tan profunda que afecta el intercambio de inteligencia. Esto ha tenido un efecto devastador en las operaciones antiterroristas a nivel mundial. Parte del poder de los Estados Unidos viene de sus alianzas y liderazgo promoviendo la democracia: los Estados Unidos tienen la capacidad extraordinaria de actuar e influencia que nadie más tiene. Ceder esa ventaja a las dictaduras es un error estratégico, contrario a los intereses de seguridad de los EE. UU. y coloca a los Estados Unidos en último lugar en el juego geopolítico.

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Caroline C. Cowen

Caroline C. Cowen

Consultora y especialista estratégica internacional. Ha trabajado en temas relacionados con desarrollo, defensa y democracia con Diálogo Interamericano, Duco, Expediente Abierto y Q2 Impact. En Latinoamérica, ha trabajado con organizaciones civiles y políticas y la diáspora nicaragüense en reformas políticas y democráticas.

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