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La imaginación de Sergio Ramírez en ‘El caballo dorado’: “El acto de inventar, sin ninguna regla”

Una novela de enredos y aventuras que nace en un pueblo de Rumania, en los Cárpatos, y termina en Nicaragua, durante la caída del dictador Zelaya

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez en la sede madrileña del grupo editorial Penguin Random House. Foto tomada del diario El Español / Javier Carbajal

Carlos F. Chamorro

14 de abril 2024

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La última novela de Sergio Ramírez, El caballo dorado, es una historia de aventuras y enredos que empieza en Siret, un pueblo perdido en los Cárpatos al norte de Rumania, y termina en Nicaragua, después del derrocamiento del dictador José Santos Zelaya, y tiene como epílogo el fusilamiento en Francia de un comerciante mexicano acusado de ser espía de los alemanes, que en realidad fue un secretario de Rubén Darío destacado por sus mentiras y  fantasía desbordante.

Los personajes del premio Cervantes giran en torno a un carrusel, guiado por su caballo dorado, que llegará de Europa a Nicaragua: una “princesa renca” y sus tres amores, un peluquero escultor de caballos de madera que muere envenenado; un mexicano, secretario de Rubén Darío, que se creyó el cuento de que era hijo del emperador Maximiliano; y un cocinero nicaragüense llamado Ananías, que salvó a Zelaya de ser envenenado.


Pero, en realidad, en El caballo dorado hay tantas otras historias, idas y venidas, que Sergio Ramírez describe la novela como “un desahogo de la imaginación. Disfrutar la imaginación. El acto de inventar sin ninguna regla”, dice el escritor sobre esta novela en que “yo mismo no tenía un plan adónde debería llevar a la princesa”.

“Yo lo que quería era buscar cómo ejercer mi propia libertad de imaginar”, dice Ramírez en esta conversación con Esta Semana y CONFIDENCIAL. “Quería entrar en este otro terreno y demostrarme a mí mismo que la creación literaria es un asunto de libertad y que los libros nos reclaman a uno. Y la primera condición para escribir una novela que funcione es escribirla con gusto, escribirla con ganas, y disfrutar el acto de escribirla”.

De Siret a Managua

La historia de El caballo dorado empieza en Siret, un pueblo de Rumania y termina en Nicaragua a inicios del siglo XX, con una princesa que está recorriendo las ferias de pueblo en un carrusel, de los que llamamos “los caballitos”. Investigué en Google y Siret es hoy un pueblo de 9000 habitantes que está a 479 kilómetros al norte de Bucarest. ¿Cómo descubriste este pueblo rumano?

Son los accidentes y gracias que tiene la imaginación. Yo buscaba un pueblo de los Cárpatos dónde comenzar esta historia y me encontré con Siret, que al final de la Primera Guerra Mundial, esta parte de Transilvania le quedó a Rumania y los Cárpatos, y del otro lado quedó Ucrania, que entonces era parte de Rusia.

Como las fronteras se movieron, entonces yo me metí a hacer la investigación histórica geográfica, pensando que si era un territorio de la imaginación tenía que tener un soporte histórico real. Y como los amantes, cuando la princesa se fuga con el peluquero hacia Bucarest, yo tenía que decidir cómo se iban en una carreta de bueyes hasta cierto punto a tomar un tren, hice una investigación muy exhaustiva sobre las redes ferroviarias de Rumania en esa época, cuándo se construyeron, a dónde llegaban los ramales, a ver si era posible que estos amantes tomaran realmente un tren y eso ya no fuera fantasía. De manera que toda obra de imaginación tiene que tener un soporte en la realidad, y es lo que yo me propuse con esta novela. 

Esta princesa María Alexandrova, que también describes como la “princesa coja”, el personaje principal de la novela, no se parece en nada a las princesas de Rubén Darío. Pero no encontré en el libro ninguna ilustración de cómo es ella. ¿Cómo te imaginas a esta princesa?

Es todo lo contrario de lo que uno imagina de una princesa de los cuentos de hadas, porque las princesas viven en un castillo verdadero y este castillo de la princesa está en ruinas, el padre es un borracho, jugador. Un príncipe de la nobleza rural de los Cárpatos venido a menos. Ella, para colmo, es renca. Y entonces, con los auxilios de su imaginación, ella misma va ayudando a construirse como personaje. Porque ella imagina realmente que es una princesa de los cuentos de hadas, se imagina que tiene lacayos que la llevan a misa en un coche de caballos que se parece a los de la Cenicienta. Y esto no es más que un cuento de hadas, porque ella tiene que ir a pie, es renca, en el invierno va aguantando frío, va sola y de repente a su lado aparece una institutriz alemana que no existe. También es obra de su imaginación. Pero el desafío de la novela es que los personajes que son imaginados por otro personaje comiencen a comportarse como si se tratara de personajes reales y entran en conflicto con el personaje principal.

Hay una lucha de celos, de rivalidades amorosas, de joyas que se pierden, de robo, de un lacayo que es un personaje maldito que tampoco existe, sino que va siendo fabricado en la medida que la novela lo va a necesitar. Entonces este es un libro que desciende en varios planos en la escala de la imaginación. 

Portada del libro “El caballo dorado”, del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Foto: Tomada de internet

Los amantes de la “princesa coja”

La princesa tuvo dos amantes que tienen en común una barba partida en dos alas. Un peluquero que cree que él inventó el carrusel y un comerciante que alegaba que era hijo del emperador Maximiliano de México. Empecemos por el peluquero.

El peluquero es un hombre de una imaginación muy desaforada. Es un escultor nato que tiene talento como escultor de caballos y en la puerta de su barbería, en este palo de listones que se pone en las barberías, ensarta un caballo dorado que es el gran atractivo de la princesa. Y como es una muchacha pobre que vive soñando con la libertad, quiere dejar atrás al padre borracho, jugador, que está perdiéndolo todo a manos de los criados.

El caballo en que realmente ella termina montándose es este caballo de madera para poder huir y seduce al peluquero, no tiene otro camino. Pero el peluquero, además, piensa que él ha inventado el carrusel, que es algo que ya está inventado hace tiempo, y se fugan juntos.

Él, efectivamente, usa una barba como la del emperador Maximiliano, la barba que habían puesto de moda los Habsburgo en el imperio austrohúngaro. Y resulta que ella se encuentra en París, en su fuga, con este otro personaje, Julio Sedano, que es de la vida real, fue secretario de Rubén Darío y fue el mismo Rubén Darío el que un día se le ocurrió decirle que se parecía al emperador Maximiliano y, como decimos en Nicaragua, “agarró la vara”.

Realmente, se parecía físicamente porque en las fotografías que están reproducidas en el libro, en estos medallones pequeños que separan los capítulos, él realmente tiene mucho parecido físico, él era un hombre de una enorme imaginación, un mentiroso profesional, y creó a su alrededor toda esta leyenda de que él era hijo del emperador Maximiliano. 

En esta novela el escritor también se gradúa como envenenador, que ya tenía alguna experiencia en Castigo Divino, pero debuta como una especie de ingeniero mecánico que nos describe paso a paso cómo se arma un carrusel de manera muy detallada. 

Quizás ahí trabaja mi memoria de niño porque mi padre tenía una tienda frente a la plaza en Masatepe, frente al Parque Central, y cada fiesta patronal, entre mayo o junio, una fiesta movible, la fiesta de la Santísima Trinidad, llegaba el carrusel. El dueño del carrusel era un señor que se llamaba Pedro Rivas y su hijo Orlando Rivas había ido a vivir a Masatepe, casado en Masatepe, y entonces el carrusel se administraba desde Masatepe, y cada llegada era celebración, porque en los cumpleaños nos regalaba fichas, el dueño del carrusel, para montarnos, solo eran los regalos de cumpleaños.

Mi fascinación era sentarme en el parque a ver armar el carrusel y con mucha tristeza a verlo desarmarse cuando se iba, desde que izaban el palo mayor con la corona maestra iban ensartando los palos, las varillas, los tubos donde colgaban los caballos, la plataforma. Todo esto quedó registrado en mi memoria, de manera que reconstruir paso a paso cómo se arma un carrusel, tal como está puesto en el manual de la novela, pues no fue para mí ninguna dificultad de invención sino más bien un asunto de recuerdos. 

La conexión Menier y Zelaya

¿Cómo llega este carrusel a Nicaragua? Porque hasta ahora nos estás introduciendo en estos personajes de Rumania, un mexicano que vive en París, pero al final el carrusel viene a Nicaragua. 

En la novela, cuando ella llega a Noisiel, donde se fabrican los chocolates Menier, ahí está la gran fábrica de chocolates, se encuentra con este personaje Henri Menier que es el dueño de Menier Chocolatier. Su plantación de cacao, donde se produce todo el cacao de los chocolates Menier que son los más famosos de Francia, se produce en Nandaime, en Nicaragua, la única plantación que ellos tienen.

Este es un personaje fascinante porque él había organizado toda su planta de producción de acuerdo con un modelo socialista lasalliano, de casas ventiladas, higiénicas, escuelas para los hijos de los trabajadores, que contrastaba mucho con las condiciones de trabajo que existían en Nicaragua para los peones agrícolas de la producción del cacao.

Menier les propone un contrato para que traigan este carrusel a Nicaragua como un regalo personal suyo al presidente (José Santos) Zelaya. Y la princesa emprende su viaje trayendo como regalo el carrusel, pero llega a Nicaragua, desgraciadamente en el momento en que Zelaya se está yendo al exilio, es derrocado y está siendo recogido en el puerto de Corinto por el barco General Guerrero, que le ha enviado Porfirio Díaz, ahí ya entramos en las aguas de la historia.

El 23 de diciembre de ese año ella llega a Nicaragua y ya no se encuentra con Zelaya. Y con quien se encuentra es con el general (Juan José) Estrada, que es el presidente que la revolución armada en la Costa pone en alianza con los conservadores. Él era el gobernador militar de Bluefields, traiciona a Zelaya y pasa a ser el nuevo presidente y es la contraparte de la princesa. A la princesa le promete que va a apoyar que se arme el carrusel en Nicaragua y, como verás en la novela, él tiene sus propios planes para usar el carrusel en su beneficio político.

Este es un libro de aventuras, de enredos. Y el lector lo disfruta mucho, es como un vacilón y uno tiene que estar alerta para que el escritor, el novelista no le tome el pelo. Pero el escritor también se ríe de su propio invento. ¿Cómo viviste vos la escritura de esta novela?

Yo disfruté mucho. En las condiciones actuales en que me encuentro, encontrar una ventana para desahogarme de la imaginación de esta naturaleza fue una gran dicha para mí. Disfrutar la imaginación, el acto de imaginar. El acto de inventar sin ninguna regla. Porque este libro va trazando las aventuras en la medida en que se van desarrollando. Yo mismo no tenía un plan adonde debería llevar a la princesa. Yo sabía que tenía que ir a Nicaragua, pero no sabía cómo, ni cuándo, y tuve que ir ajustando los calendarios, porque en un determinado momento decidí que ya no se encontrara con Zelaya, entonces ajustar los calendarios de todo el desarrollo de la novela para que coincidiera con el momento en que Zelaya se va, y lo que queda son los recuerdos de él a través de las memorias de su secretario personal, el poeta colombiano Julio Flores.

Esta construcción es muy imaginativa, pero muy dichosa para mí, en el sentido de gozar lo que es escribir un libro, ir disfrutando de sus sorpresas, ir yendo por caminos inesperados e ir construyendo este libro como si se tratara de ir armando un carrusel. Es decir, un mecano, un aparato capaz de girar y estar compuesto por muy distintas piezas. Hay piezas de correspondencia, actas judiciales, dictámenes forenses, cartas, crónicas periodísticas, manuales. De manera que a través de todas estas piezas es que está armado el carrusel, que es la novela, un carrusel que sea capaz de girar y en sus vueltas ir descubriendo a cada vuelta una nueva aventura.

Hace un par de años escribiste Tongolele no sabía bailar, que es una novela que está anclada en la Nicaragua de hoy, en la Rebelión de Abril. Esta novela está ambientada en Europa de inicios del siglo XX y la conexión con Nicaragua. ¿Cómo llegaste a eso?

Yo lo que quería era buscar cómo ejercer mi propia libertad de imaginar, no sentirme en el deber político de seguir con este tema, necesariamente. Sino volver a él cuando coja agua el cántaro. Es decir, volveré al tema del inspector Morales, al tema de la novela policial o política, porque me parece que es una forma de expresión muy necesaria de lo que es mi universo literario. Pero, por el momento, yo quería entrar en este otro terreno y demostrarme, a mí mismo, que la creación literaria es un asunto de libertad y que los libros nos reclaman a uno. Y la primera condición para escribir una novela que funcione es escribirla con gusto, escribirla con ganas y disfrutar el acto de escribirla.

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez sostiene su nuevo libro “El caballo dorado”. Foto tomada del diario El Español / Javier Carbajal

“La alegría como forma de resistencia”

El presidente del Instituto Cervantes, Luis García, hablando sobre tu novela, dice que es una fiesta y que “la alegría es también una forma de resistencia”. Pero vos empezaste a escribir esto hace mucho tiempo, por lo que decís en la novela, desde 2014.

Sí, porque en la escritura hay temas que se van presentando. Uno avanza, de repente se encuentra con paredes que no puede superar, y abre otro camino por otra novela y vuelve a retomar el tema, a examinarlo. Puede ser que avance otro trecho. Me vuelvo a encontrar con otra pared, lo abandono, y así me fue pasando con esta novela. No es que pasé diez años escribiéndola, sino que fui retomándola a lo largo de todo este periodo hasta que encontré las claves definitivas. Y la trabajé muy intensamente en el tiempo que estuve en la Universidad de Princeton como profesor visitante, y cuando regresé a Madrid ya supe el camino que tenía que llevar, ya supe dónde estaban los nudos que había que amarrar y ya iba por el camino real al final. 

Hay personajes producto de tu imaginación, y otros que en efecto son personajes históricos, mencionaste a Zelaya, Estrada y el mexicano Julio Sedano que fue fusilado en Francia, acusado de espía de los alemanes. 

Yo cierro la novela con el proceso militar que se le sigue a Sedano. A mí me parecía que la novela terminaba con la conspiración del general Mena para derrocar al general Estrada, y el papel que juega la princesa con el carrusel. Pero en una novela no pueden quedar cabos sueltos, y yo tenía una fascinación tan grande por este personaje, por Julio Sedano, y su muerte me pareció siempre asombrosa, que él fuera juzgado por traición a Francia en la Primera Guerra Mundial, como espía de los alemanes. Y revisando papeles, en las partes oscuras de la red, me encontré con el proceso militar que se le siguió a Sedano. Y yo lo que hice fue tomar ese documento y reconstruirlo dentro de la novela y ponerlo como apéndice al final. Porque aquí se revela lo que era este hombre, muere por mentiroso, porque lo que él les vendía a los alemanes era falso. Era información que él mismo fabricaba. Y pasaba estos informes a la gente que él tenía, alemanes que estaban en Barcelona, y pasaba estos informes que eran falsos, le pagaban por eso y luego pagó con su vida por mentiroso. Entonces me pareció que era una seducción demasiado irresistible no usar el proceso contra Sedano para cerrar la novela. 

Centroamérica Cuenta y la Rebelión de Abril

Esta novela ya está circulando en las librerías de muchas ciudades de España y también en América Latina. ¿El caballo dorado está en las librerías de Managua?

No creo. No lo sé, pero no creo. Por lo menos sé que está en Costa Rica. Yo tengo pendiente una entrevista con la Librería Internacional que es la que está distribuyendo el libro en Costa Rica, pero de Nicaragua no te podría decir, no tengo comunicación con las librerías en Managua. 

Pero, ¿será que lo pueden acusar de conspiración al libro porque termina con el derrocamiento de un dictador? 

Tiene sus misterios El caballo dorado. Como te habrás fijado que es un niño el que descubre, moviéndole la cola, cuáles son los secretos que El  caballo dorado encierra. Puede repetir el procedimiento. 

En las próximas semanas, el festival Centroamérica Cuenta llega a Panamá. ¿Ahí va a estar también el carrusel del Caballo Dorado? 

Sí, vamos a presentar en Panamá, con motivo de Centroamérica Cuenta, El caballo dorado. Y tengo una presentación todavía pendiente en México, otra en Colombia para el mes de agosto. Y todavía me falta una presentación en Sevilla y otra en Zaragoza, después de la que se hizo en Madrid, para cerrar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, también con la presentación final.

¿Cómo ves la crisis de Nicaragua en estos días que estamos en la víspera de otro aniversario, son seis años después de la Rebelión de Abril?

Veo una situación bastante congelada y con muy poca presión internacional, no solo por los acontecimientos en el mundo, la guerra de Gaza, la guerra de Ucrania, que no parece tener solución, las elecciones pendientes en Estados Unidos, que no sabemos su desenlace y que va a influir mucho en lo que va a ser el futuro de la política latinoamericana. Y las supuestas elecciones en Venezuela, que son una verdadera farsa, como ocurrió en Nicaragua con los candidatos vetados. Ahora con este acto insólito de la invasión del Gobierno de Ecuador de la Embajada de México en Ecuador para sacar a un refugiado de allí, que me parece que es un regreso a la Ley de la Selva. Entonces, todas estos hechos hacen que el caso de Nicaragua, desgraciadamente pierda relevancia.

Aunque Ortega ya había asaltado la sede de la OEA en Managua y la había confiscado.

Sí, claro. Pero estamos confirmando que, independientemente de las identidades ideológicas de los Gobiernos, el autoritarismo te lleva a aplicar la ley de la selva y una vez que las reglas diplomáticas dejan de valer, pues ya no nos vale nada.

En Nicaragua está en marcha un proceso de “sucesión dinástica”. La pregunta es, si va a haber sucesión como la de la dictadura de los Somoza. ¿Va a seguir el carrusel de Nicaragua girando en el mismo punto, o hay una esperanza de cambio político?

La esperanza del cambio democrático en Nicaragua no la pierdo nunca. Lo que pasa es que, adivinar en este panorama cuál va ser el camino que el futuro va a tener en Nicaragua es muy difícil. Cada vez esto está ligado a factores más dinámicos. Viéndolo dentro del panorama de América Latina, no veo una solución a corto plazo.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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