12 de agosto 2023
Organizaciones juveniles en el exilio denunciaron el patrón represivo impuesto por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Universidad Centroamericana (UCA), y temen que consolide la confiscación de facto de la primera institución de educación superior privada en Centroamérica.
Este riesgo ha sumido a la comunidad universitaria en una incertidumbre, principalmente, a los estudiantes, que ven su futuro académico inseguro, ante la embestida de la dictadura en contra de la UCA.
“Hemos recibido el descontento, la preocupación y, sobre todo, el malestar que está generando el hecho de no saber qué pasará el día de mañana. Todo lo que la dictadura hasta este momento está haciendo es incierto”, señaló el líder estudiantil y expreso político Lesther Alemán en una conferencia de prensa brindada este viernes 11 de agosto de 2023.
La dictadura orteguista congeló esta semana las cuentas bancarias de la UCA y ordenó inmovilizar sus propiedades en el Registro Público, confirmó CONFIDENCIAL con fuentes cercanas a la universidad. La UCA no ha explicado oficialmente el problema, pero sí reconoció en un correo enviado este jueves, que enfrentan una “situación adversa”. Aseguran, que pese a todo, “continúan su funcionamiento como casa de estudios superiores”.
Este sábado la UCA reiteró en otro correo electrónico que continúan "desarrollando todas sus actividades académicas normalmente y de acuerdo a su planificación". También informaron que continúan realizando gestiones para regularizar su funcionamiento administrativo "afectado por dificultades para realizar operaciones en el sistema bancario".
“La decisión de congelar sus cuentas y bloquear sus bienes en un intento de expropiación y robo que constituye un ataque directo a la educación y a la libertad académica. Esto pone en riesgo la continuidad de proyectos, investigaciones y programas que benefician a toda la comunidad universitaria y a la sociedad nicaragüense en general”, señaló un grupo de jóvenes organizados, en un comunicado titulado "Todos Somos UCA", que fue leído en una rueda de prensa realizada a través de Zoom.
"Nadie quiere estudiar en una universidad controlada por el Gobierno"
“Lucía” está en tercer año de Diseño Gráfico en la UCA. Ella y su grupo de amigos están preocupados por lo que pueda ocurrir con esta crisis. “Nadie quiere estudiar en una universidad controlada por el Gobierno. Nadie quiere ser adoctrinado. Todos tenemos la conciencia suficiente para saber que las cosas están mal en Nicaragua”, expresa la joven universitaria, que accedió hablar con un seudónimo por temor a represalias por parte del régimen.
Desde 2021 a la fecha, el Ministerio de Gobernación (Migob), en contubernio con el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (CNEA), ha cerrado 26 centros de educación superior, y sus estudiantes agrupados en cuatro nuevas universidades estatales.
“Lo que está pasando en la UCA es de alarmarse”
Ni el régimen orteguista, ni las autoridades de la UCA, han divulgado información oficial sobre la situación. Sin embargo, los zarpazos de la dictadura son interpretados por los estudiantes como un paso más de la dictadura para apropiarse de la universidad, como ya ocurrió con otras entidades educativas privadas.
“Lo que está pasando en la UCA es de alarmarse”, señaló Alemán, quien también advirtió que estas acciones podrían repercutir en el Colegio Centroamérica, del cual dijo tenía conocimiento está bajo una auditoría del Gobierno. Asimismo, aseguró que miembros de la Procuraduría se presentaron al campus de la UCA y se refirieron a la utilización de terrenos sin ninguna autorización.
“Hay que entender que todo esto está en manos de desquiciados que le temen al pensamiento. Para Rosario Murillo, la UCA es y será una amenaza, porque la UCA ha prevalecido como un centro de pensamiento. Los Ortega Murillo asumen esto como una guerra de símbolos y la UCA es un símbolo de resistencia”, expresó.
La UCA se convirtió en 2018 en un bastión de lucha contra el régimen orteguista, que aplastó a fuego y sangre la rebelión cívica de ese año. Los universitarios, entre ellos Alemán, se destacaron por su contundente denuncia de las violaciones de derechos humanos.
El recinto de la UCA fue refugio para centenares de nicaragüenses que huyeron del ataque de policías y paramilitares contra la Marcha del Día de las Madres, el 30 de mayo de 2018. Y cuando el régimen empezó a cerrar cada espacio de resistencia en Nicaragua, la UCA fue el último lugar en el que sus estudiantes podían gritar con relativa seguridad “Viva Nicaragua Libre”.
UCA en la mira del régimen por fomentar pensamiento crítico
Esas acciones han incomodado al régimen, que nuevamente ataca a la UCA, tras dejarla fuera del 6% constitucional, en 2022. Yubrank Suazo, expreso político y miembro de la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), resaltó el compromiso social de la universidad, encargada de cultivar en los jóvenes un pensamiento crítico, y es precisamente, por esa razón que está siendo objeto de estos ataques.
“Una eventual confiscación de la UCA tendría consecuencias catastróficas en términos académicos y humanitarios, ya que provocaría una fuga de conocimiento y talento que, una vez más, empobrecería el futuro de Nicaragua”, indicaron en un comunicado conjunto las organizaciones Alianza de Jóvenes y Estudiantes Nicaragüenses (AJEN), Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), Movimiento Universitario 19 de Abril (MU19A), Movimiento UNA, Movimiento Estudiantil 19 de Abril (ME19A) y la Unidad Juvenil Estudiantil.
Asimismo, exhortaron a la comunidad internacional, a los defensores de los derechos humanos y a la Compañía de Jesús a nivel global a mostrar su solidaridad y a unirse en la defensa de la UCA y la educación superior en Nicaragua.
Irse del país antes de ser adoctrinados
Varios compañeros de “Lucía” ya comentaron que sí el régimen confisca la UCA, optarían por irse del país. No hay más opciones, dice la joven de 20 años, ya que ninguno de sus amigos quiere estudiar en una “universidad adoctrinada”. En su caso, ella tiene la posibilidad de residir en el extranjero, pero no es una decisión fácil porque implica abandonar tres años de estudios universitarios.
“Carlos”, estudiante de Comunicación, se siente mal por esta incertidumbre sobre su futuro académico. Estaba contento porque recién le aprobaron una media beca, lo cual le significaría un “respiro” económico. Sin embargo, ahora “cada quien está buscando para donde irse”, dijo, en referencia a su grupo de clases.
Ninguno de los universitarios habla de oponer resistencia. “Ya nos resignamos bastante al miedo” dice “Carlos”, quien reconoce que “no podemos hacer nada”. La desesperanza y resignación es evidente. “Lucía” asegura que un levantamiento estudiantil tendría más consecuencias que ventajas.
“No ganamos nada con eso. Ya sabemos lo que va a pasar, nos van a meter presos. No sirve de nada. No tenemos más opción que ceder”, expresó.