11 de septiembre 2024
El Banco Central de Nicaragua debe restringir aún más la masa monetaria, si quiere cumplir su meta de inflación para 2024, advirtió la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Para 2024, el rango inflacionario en el país oscila entre 3.5% y 4.5%, después de cerrar 2022 en 11.6%, y 2023 en 5.6%.
El acumulado al cierre de agosto es de 2.53%, según los datos del BCN.
Las recomendaciones de la Cepal no son vinculantes, pero lo normal es que los equipos económicos de los países las estudien para ver la conveniencia —y posibilidad— de aplicarlas, algo que, presumiblemente, todavía hacen las autoridades del BCN. El problema es que ya no tienen muchas opciones, según tres economistas consultados por CONFIDENCIAL.
“Desde el punto de vista de política cambiaria, no hay nada qué hacer porque el córdoba se estabilizó con tasa de deslizamiento cero”, aseguró el economista Juan Sebastián Chamorro, exviceministro de Hacienda y Crédito Público. Agregó que “una política fiscal restrictiva podría bajar presión inflacionaria” y bajaría el gasto, particularmente en planilla. Sin embargo, considera que “esas son las únicas opciones que tienen (en el régimen) para controlar la inflación”.
¿Hay otras opciones para controlar la inflación en Nicaragua?
El economista Enrique Sáenz también detalla las opciones que tiene Nicaragua para tratar de controlar la inflación, y cuáles pueden ser los efectos de esas decisiones sobre la economía en su conjunto. Al respecto, considera que “es evidente que el BCN optó ya por restringir aún más el dinero circulante, por varias vías”.
En primer lugar, valoró que la paridad de la tasa de cambio entre el córdoba y el dólar “castiga a las remesas, a los pensionados de la Seguridad Social, y a los exportadores”, entre otros sectores.
En segundo orden, mencionó elevar el costo del córdoba por vía de las tasas de interés, señalando que “los bancos reciben entre el 10% y el 12% por adquirir bonos bancarios”.
El tercero, dijo, es restringir el gasto público. Al respecto, y coincidiendo con Chamorro, Sáenz recordó que “se encuentra en marcha un programa de compactación cuyas dimensiones no se dieron a conocer, pero las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional es que superen los 300 millones de dólares de contracción”. O sea, de ahorro en la planilla del Estado.
Del otro lado, al detallar las consecuencias, dijo que “más que a la economía en su conjunto habría que enfatizar el impacto en la inmensa mayoría de la población: cero oportunidades de empleo, disminución en las prestaciones del Estado, reducción del empleo en el Estado, estancamiento o disminución de los salarios”.
“Si consideramos que tanto los datos como las encuestas recientes revelan que ‘hay hambre en el país del hambre cero’, estas medidas profundizarán las penurias y zozobras de la población, incluyendo pequeños, micros y medianos empresarios”, subrayó.
Al ampliar las opciones existentes por la vía del manejo de las tasas de interés, un economista exiliado que pidió ser identificado como Danilo, recordó que todo ente director de políticas económicas de cualquier país, “tiene como primerísima opción, la palanca de la tasa de interés pasiva para frenar un poco la inflación”.
La razón es que la decisión de subir la tasa de interés pasiva, invita a los bancos comerciales a pagar más por los depósitos de los ahorrantes. “Aumentar los intereses, invita a que la gente deposite más, inclusive sacrificando algún consumo suntuario”, y hace que “las empresas se sientan más atraídas a depositar sus reservas en los bancos, y no a invertir en instrumentos que alimentan la circulación”, aunque eso puede desincentivar la inversión, detalló.
El peligro de las remesas
El otro elemento de esta recomendación, es la convicción de los economistas de la Cepal, en el sentido de que “la demanda está superando la oferta agregada”. Al preguntarles por qué, los tres economistas apuntaron en la misma dirección: el incremento de las remesas.
Desde hace más de dos años, las remesas son un factor de demanda que influencia la actividad económica, explicó Chamorro, mientras que Danilo señala que, dado que no detecta ningún factor que esté achicando la oferta de bienes ni de servicios, solo puede suponer que “al haber más dinero [por causa de las remesas] invita a que los precios suban un poco”.
Aunque sí hay una disminución de la oferta.
Como señala Sáenz, en el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio, el Banco Central afirma que “el sector agrícola registró una disminución acumulada en la actividad económica de -3.8% en 2023, principalmente por disminuciones en la producción de granos básicos (frijol, maíz y arroz), además del café, maní, ajonjolí, y de hortalizas (cebolla, tomate y repollo)”.
Por el lado de la demanda, señala que usualmente, esta “está determinada por incrementos en el empleo, mejoras en los salarios y aumento en las utilidades de las empresas nacionales, además del gasto público por la vía de la inversión pública y el consumo público”, pero cifras cifras oficiales del Instituto Nacional de Información para el Desarrollo (INIDE), muestran que el empleo ha permanecido estancado.
“El subempleo de junio de 2024 fue igual al subempleo de junio 2023, al igual que la tasa de ocupación”, señaló el economista, para concluir que el aumento de la demanda no fue por la vía de la creación de empleo, ni tampoco por la vía de los salarios, ya que “a pesar de los ajustes, la elevación de los precios repercute en una disminución de los salarios reales”.
Dado que, “tanto la inversión como el consumo público disminuyeron en siete de los ocho cuatrimestres correspondientes a los años 2022 y 2023” con una reanimación en el primer trimestre del 2024, sin que se sepa qué ocurrió en el segundo trimestre, se puede concluir que “tampoco es por esa vía el aumento de la demanda”, sino que esta “proviene del trabajo de los nicaragüenses en el exterior. Las remesas son la causa del dinamismo de la demanda y del consumo privado”, reiteró.
Yendo más allá, Sáenz consideró que para hablar de inflación “en Nicaragua no es suficiente analizar las variables oferta y demanda, sin considerar la estructura oligopólica del sistema económico”, explicando con datos del Banco Central, que en 2023, alimentos como queso, frijoles, vegetales, carne, etc., subieron 11.8%, mientras el índice internacional de precios de alimentos, disminuyó en 13.7%.
“¿Cómo se explica que los precios internacionales de los alimentos disminuyan, mientras en Nicaragua aumentan casi en la misma proporción? Porque hay mecanismos de acumulación que concentran recursos que extraen de forma desproporcionada del circuito económico. Las tasas del interés bancario, los precios del combustible ‘congelado’, y las tarifas de energía, son algunos de estos mecanismos de acumulación y concentración”, concluyó.