22 de septiembre 2016
El excanciller de la República, Francisco Aguirre Sacasa, analiza en esta entrevista las repercusiones que podría tener la aprobación, por parte de la Cámara de Representantes de Estados Unidos del llamado “Nica Act”, una iniciativa bipartidista que establece sanciones contra el gobierno de Daniel Ortega por lo que algunos legisladores estadounidenses consideran el deterioro causado a la democracia y la violación de derechos humanos por parte del régimen que él lidera.
El Gobierno respondió a la decisión del Congreso de Washington en escueto comunicado en el que afirma que “rechazamos como violatorias al derecho internacional y a la Carta de Naciones Unidas, las propuestas e Iniciativas que se han movido en las Cámaras y Casas de los Organismos Legislativos de Estados Unidos, que son parte habitual de la Política Injerencista que a través de la Historia, ha intervenido en nuestros propios y soberanos procesos políticos, sociales y económicos, y de manera intensiva y particular en momentos electorales”.
A continuación los comentarios de el excanciller Aguirre Sacasa a la consulta hecha por Confidencial.
¿Cómo se interpreta la aprobación en la Cámara Baja de "Nica Act" por unanimidad, y qué consecuencias tiene para Nicaragua?
La acción tan rápida y unánime de la Cámara Baja se debe, a mi juicio, a tres factores. Primero, que el Comandante Ortega ha quedado sin amigos, sin defensores, en el Congreso por sus acciones que son percibidas como el desmantelamiento de la democracia en Nicaragua. Segundo, por su acercamiento con Rusia, que es visto en Washington como el socio privilegiado en asuntos de defensa. Esto en un momento en que cada vez más Rusia es visto como un adversario de Estados Unidos tanto en Europa Occidental (Ucrania) y el Medio Oriente. Y, tercero, porque en Washington se vincula Nicaragua como más Madurista que Maduro. Sé que en la capital norteamericana se habla de un eje Carcas-Managua. Eso hace que Nicaragua sufra una suerte de “daño colateral” por su cercanía a lo que el gobierno está haciendo en Venezuela.
En cuanto a las consecuencias del Nica Act, si lograra ser aprobada por ambas cámaras y firmada por el presidente, sería un golpe severo –como un tiro en la rodilla—para nuestra economía. Sólo el BID y el Banco Mundial aportan US$250 millones anualmente a nuestro programa de inversión pública. Y sin este aporte, calculo que nuestro crecimiento económico sería reducido a la mitad, o a 2% por año, o menos. Es más, esta situación desincentivaría el clima de inversión en Nicaragua, tanto para nacionales y extranjeros. ¡Sería devastador!
¿Significa esto, que el Libro Blanco presentado por la Cancillería sobre las elecciones no ha tenido acogida y credibilidad en EE. UU.?
Dudo sinceramente que el libro blanco sea conocido por los congresistas estadounidenses. Recordemos que fue entregado por el gobierno a los diplomáticos acreditados en Nicaragua. Y estos, a su vez, seguramente lo transmitieron, con sus comentarios, a sus cancillerías respectivas, no a sus parlamentarios.
¿Cuál son las probabilidades de este proyecto de ley en el Senado? ¿Será discutido antes o después de las elecciones de EE.UU.?
No me atrevo a decir cuan rápidamente actuará el Senado. Normalmente en años electorales sería difícil conseguir una votación unánime y con la celeridad que vimos en la Cámara Baja. Y son pocos los días en que el Senado sesionará en lo que queda de este año. Por eso sigo pensando que no habrá acción definitiva hasta en 2017 y estoy convencido que no sentiremos el impacto del Acta Nica hasta en 2017. Pero esta valoración se aplica a años convencionales y este no ha sido un año normal políticamente hablando en Estados Unidos. Por ende, no se puede descartar que ambas bancadas en el Senado también opten por consensuar este proyecto de ley, y con celeridad. Quizás lo que más le favorece a Daniel es que su auspiciador en el Senado es Ted Cruz, un miembro controversial en la Cámara Alta que genera muy poco simpatía entre sus colegas.
¿Considera usted que la Presidencia de la República aún puede desactivar este proceso negativo para Nicaragua? ¿Qué acciones podría adoptar?
Lo lógico sería que el gobierno de Daniel estuviese diseñando ahora mismo una estrategia para revertir el daño que le han causado las acciones --comenzando con el rechazo a la observación creíble nacional e internacional a los comicios de noviembre -- que provocaron esta fuerte reacción en el Congreso estadounidense. Y esta estrategia tiene que ir más allá de palabras. Tendría que contar con acciones contundentes que permitiese transmitir el mensaje que el gobierno está comprometido con dar un golpe de timón creíble y creativo. No bastan, como diría Tomasi di Lampudesa, “cambios para que nada cambiase”.
Algo que te puedo decir sin temor a equivocarme es que lo peor que podría hacer el gobierno de Nicaragua es repetir la defensa agresiva y poco creíble de la gobernabilidad política que dio hace un día nuestro representante permanente en la OEA hace un día. Posturas como esta lo único que hacen es reforzar la pobre imagen que internacionalmente se tiene de Nicaragua. Y frente a una crisis potencialmente muy grava, acciones como esta sólo le echarían más leñas al fuego.