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Beltrán Morales: el gran disidente

Poeta críptico, intelectual crítico e irreverente, fue incluido por Roberto Bolaño, en su novela Los detectives salvajes como uno de sus personajes

Colaboración Confidencial

Erick Blandón Guevara

17 de julio 2016

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Beltrán Morales (1945-1986) fue, entre los poetas surgidos en Nicaragua a principios de los sesenta,quien con mayor lucidez intelectual encarnó el espíritu de ruptura y rebelión que caracterizó a ésa y la década siguiente, cuyo Zeitgeist, o espíritu del tiempo, en América Latina se vivió entre la revolución política y la liberación sexual, a lo cual hizo precisa alusión —parodiando la consigna antibelicista “Make Love Not War” de la juventud estadunidense que se oponía a la guerra contra VietNam, en su epigrama:

Lema
Haz el amor
y la guerrilla (99) 1


Se trata de una poesía críptica, hermética a veces, cargada de un corrosivo humor, aunque también llena de ternura y desolación, que demanda del lector cierta complicidad para descifrarla. Es una poesía cerebral, que no transige con la herencia colonial del discurso cultural hegemónico en Nicaragua, la que impugnó desde el post-colonialismo cuando esta corriente crítica aún no irrumpía en los ámbitos académicos del Primer Mundo.

Sus recurrentes crisis de salud le impidieron seguir una carrera universitaria; pero —a contrapelo de las prédicas negativas que hacia la universidad hacían los dómines locales de la literatura— alentaba y admiraba a quienes optaban por el estudio de las letras en la Facultad de Humanidades de la UNAN, Recinto Universitario “Rubén Darío”, adonde a veces Beltrán llegaba de oyente a las clases o a conversar con el maestro Guillermo Rothschuh Tablada. Beltrán era, en palabras de Rothschuh, el poeta joven de mayor valor en Nicaragua y siempre lo trató con gran deferencia y respeto; aun cuando al final de un cuestionario para una entrevista escrita, pactada con el profesor, le reservó una pregunta cargada de vitriolo que más o menos iba así: Poeta, ¿cómo se puede ser un intelectual de izquierda y tener una silla de número en la Academia Nicaragüense de la Lengua, que es la catedral de la reacción en el país? Rothschuh, con su gran habilidad para evadir los callejones sin salida, le respondió: “Ahora la catedral de la Academia de la Lengua en vez de una puerta mayor tiene dos pequeñas ojivas: la derecha y la izquierda. Yo entré por esta última…”. 2

Formado a la sombra de las principales figuras del Movimiento de Vanguardia, como José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, cuya corriente continuara Ernesto Cardenal y su legión de seguidores, Beltrán llegó a ser el gran disidente de esa tradición literaria, interpelando el discurso colonial de los maestros, el cual devino soporte de la llamada identidad nicaragüense y a lo cual volveré después. Una muestra de esa interpelación a sus mentores, Coronel, Cardenal y PAC, puede leerse en el poema

Alusión a la pobreza
Ya que la Universidad constituía
comprobado semillero de asnos.
Y ya usted consagrado
como joven homérida elegido
de los dioses, es natural
que en secreto comenzara a cultivar
“su” Hacienda, “su” Isla, “su” Periódico.

Al cabo de los años
usted no resultó
el avispado ganadero peripatético vencido por thepoetry,
el barbón anacoreta fundador de la Izquierda Divina en el país,
el probo editorialista al servicio de la Verdad y la Justicia.

Al cabo de los años
creo que usted había ya comenzado a comprender (328)

Beltrán, seis años mayor que yo, fue con su ejemplo ético y estético el guía que la universidad no podía ofrecerme en mi formación académica. Convivimos, un tiempo, en la casa de su prima Marisol Morales adónde él me llevó después de saber, en la librería “Libromundo” de David McField, que yo andaba buscando con urgencia un cuarto donde vivir. A la casa de la Marisol solían llegar, en los setenta, innumerables poetas y pintores como Octavio Robleto, Edwin Yllescas, Leonel Vanegas, Guillermo Menocal, Mario Selva y Róger Pérez de la Rocha entre muchos otros. Ahí se fraguó y celebró, con la presencia de su primo Manolo Morales Peralta, quien moriría unos días después, la aparición de Sin páginas amarillas.

Beltrán solía retirarse temprano al apartamento que compartía con su esposa Marcia Ramírez, desde donde se oía el teclear incesante de su máquina de escribir; o los profundos silencios de sus interminables horas de lectura. Nunca se propuso ser un guía, mucho menos que se permitiera un juicio sobre qué debíamos escribir los menores de la “tribu”; a él, por el contrario, lo movía un profundo sentido de respeto al quehacer de los otros y nunca se propuso desarrollar proselitismo para ninguna escuela crítica o capilla literaria. Quizá lo que mejor ilustra lo anterior sea la respuesta que dio al cabo de mucho tiempo de recibir la visita del joven poeta Juan Chow quien, a menudo, le llevaba poemas para obtener de él un juicio; incapaz de permitirse un comentario que pudiera herir a su admirador, recurrió a la auto ironía, aludiendo a la relación de discípulo y maestro de los dos grandes representantes de la American New Poetry, diciéndole gravemente, mientras le devolvía las cuartillas con los versos: “Tome, poeta, definitivamente yo no soy EzraPound ni usted es T.S. Elliot”, porque Beltrán abominaba el bombo mutuo.

Devoto de sus amigos mayores, de tarde en tarde me pedía que lo acompañara a visitar en Granada a Enrique Fernández Morales, en Masaya a Mario Cajina-Vega, en el Valle de Gottel, al poeta y pintor Omar d’ León, relaciones que yo continué cultivando y que me han sido pródigas en conocimientos y saberes; pero además frecuentaba a gente con la que no tenía aparentemente ninguna afinidad como Julio Ycaza Tigerino, colaborador perpetuo del régimen somocista y simpatizante de la España franquista. Eso yo lo entendía como parte de su gratitud a quienes de alguna manera habían dejado una huella en la historia cultural del país, tal a Pablito Steiner y María Teresa Sánchez, a quienes además lo vinculaba la fiel amistad y afecto con su hijo, el dramaturgo Rolando Steiner, de cuya relación ya he dado cuenta en mi texto narrativo “La ira del cordero”. 3

beltran 3

Beltrán Morales junto a Pablo Antonio Cuadra. Cortesía|Confidencial

Su afiliación a la anti poesía más que de Nicanor Parra le viene de Carlos Martínez Rivas, con una constante y pronunciada huella de la poesía de José Lezama Lima. Ejemplo:

Antipoética
Los objetos son
objetos.
No hay
Segunda intención (243)

Riguroso en su escritura no cedió a las tendencias en moda, y si las abordó fue para contradecirlas o presentar el revés del gusto y la moral burguesa, carnavalizando la sexualidad masculina como respuesta al erotismo feminista:

Sistema métrico decimal
Jamás dije
que la magnitud de mi cariño
era comparable a la magnitud
de mi verga: lo que contigo
fue fatal. (199)

O en el epigrama en el que expone sin tapujos el tema tabú de la eyaculación precoz,

Un final
Acaba, hembrita cálida, tu prensante labor
de un año entero, eterno, y aprieta el sabio
nudo que me estrangulará. Rápido sí, que
el tiempo se termina y no terminas nunca,
mi homicida: cágate en mi estampa de una vez. (201)

También combatió frontalmente los lugares comunes, la cursilería y el facilismo en el arte y la cultura en general, gesto que lo llevó a poner en evidencia la falsedad de los fácilmente consagrados por el padrinazgo de los aparatos de poder:

Una temporada en el chiquero
(Mas no todo aquel que dice
¡Rimbaud, Rimbaud!
se salvará...) (231)

Ese es el espíritu que también habita en “Muchacho Sano”, el poema que se volvió —al principio de los setenta, después de que se produjera el acercamiento entre marxistas y cristianos— emblema de la vilipendiada vacilación pequeñoburguesa de los jóvenes que, influidos por el ala más conservadora del catolicismo, titubeaban entre la fe y la revolución, alegando miedo a la manipulación comunista:

Muchacho sano
Muchacho sano evita a toda costa beber licores ásperos
y denigrantes; bebe leche blanda y pura de ser posible
tres veces al día. Y si llegara la ocasión, muchacho sano
sonriente y gustoso afirmaría en los cortos de cine:
Tomo milo y soy más fuerte en el deporte. Muchacho sano
es rudo en la caza, la pesca y el buceo. Muchacho sano
es desconsiderado, silvestre, violento; lo nutre
la convicción de su arrolladora simpatía y la seguridad
de su juventud montaraz y potente. A la hora del desayuno,
muchacho sano tira sin miramientos la cafetera haciéndola
sonar bien duro; y al entrar taconea con toda su alma
el piso del hogar. Pero muchacho sano se pone delicado
cuando recita: Dónde vas zagal cruel/ dónde vas con ese nido.
Muchacho sano se acuesta temprano y se levanta de mañanita.
Muchacho sano no tiene demasiadas ideas ni lee demasiados
libros. Muchacho sano aun ignora si en definitiva
se ayuntará con una mujer o con Dios. (115)

Foto familiar de Beltrán Morales. Cortesía|Confidencial

Foto familiar de Beltrán Morales. Cortesía|Confidencial

Hay en su poesía una permanente añoranza de los ancestros, sentido de lealtad a los amigos y un culto a la familia, que se contraponen a su perseverante crítica al patriarcado, el gamonalismo, la dictadura de los Somoza y el fascismo franquista, al cual estuvo expuesto durante su permanencia en España entre 1964 y 1965. Quiero citar algunos poemas que contienen esa línea de pensamiento y no poca autofagia irónica:

Don Beltrán Morales (1854)
Habrás nacido, hijo de José Anastasio,
en Pueblo Chiquito, calle granadina,
un poco entrado el siglo XIX.

En el 54 defendiste la ciudad
(lo cuenta el parte firmado por Corral)
del asedio jacobino de Jerez.
Por esos días apenas eras Cabo.

Relatan que parecías ceibo gigantesco;
que te criaste en la casa del O’Horan
prócer, matrimoniado con una tu parienta
Morales; y que para el hórrido jolgorio
del 56, Guerra Nacional, lucías ya
galón de Capitán galán —dato, comprenderás,
hondamente improbable aunque posible.

¿Hubo hermanos o hermanas? Sé sólo
que tu mujer se llamó Mercedes Rueda
y que echaste raíces en Nandaime.

En la batalla del Pozo salvas
el pellejo del general F. Chamorro,
y antes o después desempeñabas
oficio de llavero en una de sus fincas
—jamás Beltrán, por Dios, practicaste
el latifundismo encomendero ni nada semejante.

Nadie (a más del tataranieto maníaco depresivo
que lleva tu nombre y de un par de magníficos
amigos acuciosos: Arellano i Vijil) supo
de tu existencia y de tus pasos
por la enrojecida tierra.

Tus huellas (que conozco) fueron tus hijos
Francisco, María de la Asunción, Dionisio
y muchas que seguramente desconozco:
así de infinitas son las esquirladas
ramas del Árbol de la Pobreza.

Tampoco guardo mayor noticia de la fecha
de tu muerte, ni de la causa, ni de si fue
en tiempos de paz o en tiempos de guerrear,
porque los que recordaban se han marchado.

Pero asumiendo que celebramos algún fasto
aniversario, amorosamente tejo esta Corona
que deposito en una tumba también desconocida. (363-4)

Blanco
A Marcia
Perpetré mi búsqueda
del Centro
contra un mundo de mareantes
círculos concéntricos
sin hallarlo.

Hasta que di contigo
hermosa soberana. (404)

Ama a tu Patria
Delen viaje con el culto a los héroes
Si mis pequeños niños délen viaje
Y délen con el pito, el tambor y los desfiles
Con los ilustres compatriotas
Que batallaron duro en San Jacinto

Pero este atardecer sería más bello
Sin tanto trapo inútil blanquiazul
Flameando en hogares, burdeles e iglesias

Yo sugeriría
Que más entrañables emblemas
Tales como
Calzones azabaches portabustos rosas
Y toda la dulce gama de prendas femeninas
Sean enarboladas en la Plaza la majada y el otero

Porque el fetichismo sexual pequeños niños
Es preferible al fetichismo patriotero. (67)

Antes dije que fue muy cercano a la visión estética de Carlos Martínez Rivas, pero su obra es completamente original y muy diferente de la del autor de La insurrección solitaria; y cuando se advierte la ineludible marca originaria, ésta siempre parece un intertexto de la sección “El monstruo y su dibujante” del libro deCMR, como en el epigrama “Matrona arbitra”(111)

Estuvo vinculado, al principio de los sesenta, a la Generación Traicionada, grupo con el que no coincidió ideológicamente, de manera que se aproximó luego al Frente Ventana, con cuyos postulados políticos y culturales se identificaba más. En los setenta acompañó al Grupo Gradas, mientras mantenía una constante producción creativa que solía publicar en diferentes suplementos y revistas culturales. Estuvo raigalmente comprometido con el proyecto de liberación nacional desde los tiempos de lucha clandestina e insurreccional contra Somoza.Fue un entusiasta de la revolución sandinista en los ochenta, sin dejar de ser crítico y muy independiente del poder. Los poemas del último año de su vida fueron de un inequívoco alineamiento con la revolución, en el momento más álgido de la confrontación con las fuerzas contrarrevolucionarias, lo cual puede observarse en el siguiente poema que casi no necesita de explicación alguna y que es una parodia de la más emblemática poesía chinfónica del Movimiento de Vanguardia

Sonetín capín capo
Con estribillo de diamante y sin estrambote
4

A Pablo Antonio Cuadra y Mama Julia, oh!

La Banda de Obando
Le vi por las calle
Sus nalgas vicarias
La Banda de Obando

La Banda de Obando
El Papa polaco
La Virgen de Cuapa
La Banda de Obando

La Banda de Obando
La venda en los ojos
La Banda de Obando. (413)

Entre sus libros de poemas destacan Algún sol, Agua regia, Juiciofinal/ Andante, Los nombres, y Cruces, entre otros. Es autor de Sin Páginas Amarillas, y Malas notas, dos volúmenes de ensayos y reseñas de libros en los que no se permitió el amiguismo o los compromisos de orden económico o político, son dos libros que contienen el centro de su pensamiento crítico sobre la cultura y la literatura nicaragüenses. Además, de una copiosa correspondencia, dejó una novela inédita, Fábrica de cajones, que es un diario personal en el que hace el juicio sumario de su generación y del momento histórico que le tocó vivir.

Ajeno por completo a la versos de salón y al ejercicio de la literatura como pasatiempo o medio de figuración social respetaba y estimulaba la disciplina, la entrega completa al oficio; pero no procuraba congraciarse con quienes ostentaban el poder político o cultural. Queriendo mucho a Pablo Antonio Cuadra tuvo más de una confrontación con él. Recuerdo que una mañana me contó muy compungido que PAC lo había echado de su oficina, nada más porque le preguntó —cuando éste había adoptado el discurso del Concilio Vaticano II— en qué momento había renunciado a sus ideas juveniles de católico aristócrata; soplaban recio los vientos anti oligárquicos de la lucha popular contra Somoza y el poeta Pablo percibió, al instante, la intención política de la pregunta que lo enfureció; pero es que Beltrán nunca disimuló su crítica al orgullo con que Cuadra, se empeñó en restituir en América la hispanidad imperial bajo las banderas de Franco, proclamándose heredero directo de los conquistadores que destruyeron las culturas de los pueblos originarios y convocando a la juventud a empuñar de nuevo la espada y la cruz de la conquista para reimponer en el siglo XX el régimen colonial. 5

Beltrán no perdía de vista ni dejó de señalar esa violencia epistémica que subyace la poética que devino hegemónica en Nicaragua. A propósito, en una ocasión me hizo notar la condescendencia de clase implícita en el piadoso poema de Cuadra, “Juana Fonseca”, marcándome dos versos que definen el lugar de enunciación del poeta en su relación con los subalternos: “La amistad del pobre es la honra/ de mi casa.” Y es que desde muy joven pudo identificar la colonialidad del poder y los fundamentos falangistas del discurso nacional del mestizaje construido por los vanguardistas en su etapa de “Reaccionarios”, el que aún hoy repite y trata de reproducir acríticamente la vieja guardia académica, que ignora o se niega a reconocer la fuente nutricia de dicha episteme exaltadora y celebratoria de la violencia de los conquistadores sobre los pobladores originarios de América, lo cual Beltrán, con agudeza, supo interpretar como las líneas maestra del pensamiento político y cultural que se impusiera en el país después de muerto Rubén Darío, en su poema “Cocina Nicaragüense Post Dariana” (180).

Por su irreverencia y agudeza fue admirado y querido por muchos de quienes le conocieron, aunque fue señalado de resentido social por quienes defendían y defienden la hegemonía de la colonialidad epistémica del quehacer letrado, es decir el lugar subalterno de las culturas locales con relación a la europea greco latina. No obstante, su compromiso ético de escritor que le permitió ver en la literatura un lugar de rompimiento con la vergonzosa herencia colonial de la tradición, ha sido retomado por un importante número de nuevos académicos nicaragüenses que han roto con el discurso de la vieja inteligencia provincial; igual que autores jóvenes, quienes se identifican y hacen suyos cada vez más su poética iconoclasta y su compromiso sin concesiones a lo “trendy” , sino entregados de lleno y sin poses al estudio y comprensión crítica de la cultura en Nicaragua.

Carlos Martínez Rivas dijo de él que “cada molécula de su organismo era poeta — como en Joaquín Pasos.” Y es que después de Pasos y del propio Martínez Rivas no se ha dado otro fenómeno similar en la poesía de Nicaragua; y me atrevo a decir, en el pensamiento crítico cultural. Fuera de aquí, el nombre de Beltrán Morales hoy ha cobrado resonancia, a partir de la inclusión en la antología de los poetas infrarrealistas de Roberto Bolaño, el gran novelista hispanoamericano de este tiempo, quien en su novela Los detectives salvajes incluyó a Beltrán Morales como uno de sus personajes. Su obra, que no tuvo ni ha tenido una circulación masiva —igual que la de CMR, porque sus publicaciones siempre fueron locales y de tirajes modestos— demuestra que no siempre los autores best seller son los que perduran en la memoria de los lectores. Pero Beltrán Moralesno es importante hoy por lo que dijera de él su admirador Roberto Bolaño, sino porque el poeta de Agua regia se entregó al oficio de la escritura sin tregua y sin esperar nada a cambio; sólo confiado a la seguridad de que un día “despacio y con buena letra” nuevas generaciones de nicaragüenses romperían de una vez con lo que el definió como “el horrible saco de papas de la tradición nacional”.

 

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1 - Todas las citas de sus poemas provienen de Morales, Beltrán. Poesía completa. Managua; Editorial Nueva Nicaragua, 1989.
2 - RothschuhTabalada, Guillermo. Las uvas están verdes. Managua: Ediciones Lengua, Estudios Lingüísticos y Literarios. 1998. 322.
3 - Malagana 2 s.f. 18-37.
4 - Con la colaboración, “sin comillas”, De Onetti, Lezama Lima y Sarita Montiel.
5 - Cf. Cuadra Pablo, Antonio. Breviario imperial. Madrid: Cultura española, 1940.


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