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Un régimen totalitario en Nicaragua, el “modelo Bukele” en El Salvador, y un “giro dinástico” en Honduras

Alberto Cortés: “Quisiera que Costa Rica retome su liderazgo democrático en Centroamérica y apoye la transición en Guatemala, pero no tengo seguridad”

Daniel Ortega, Nayib Bukele y Xiomara Castro.

Carlos F. Chamorro

2 de octubre 2023

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La confiscación ilegal del campus del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae) en Managua, un mes y medio después que se ejecutara la confiscación de la Universidad Centroamericana (UCA), confirma la tendencia “autoritaria y despótica del régimen Ortega-Murillo que ya tiene una orientación de carácter totalitario”, considera el politólogo Alberto Cortés Ramos, catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR). 

En una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, el politólogo analizó las tendencias autoritarias en los demás países centroamericanos: el “modelo Bukele” en El Salvador, el “giro dinástico” del Gobierno de Xiomara Castro, en Honduras, y el “autoritarismo corporativo” en Guatemala, que intenta invalidar el triunfo del presidente electo Bernardo Arévalo. 


En Costa Rica, el investigador de la UCR advierte una pérdida de apoyo político del “estilo confrontativo” del presidente Rodrigo Chaves, quien al descontinuar políticas de Estado no está obteniendo resultados de Gobierno. “Se está poniendo a prueba la resiliencia, la capacidad de resistir de las instituciones a intentos que apuntan a saltarse procedimientos o regulaciones democráticas establecidas” dice Cortés, en alusión a las sentencias del Poder Judicial que han puesto límites a las decisiones del Ejecutivo. 

“Yo creo que la institucionalidad va a lograr seguir sólida y evitar que el país pueda tener una deriva autoritaria como se vive en otros países”, asegura, pero tiene dudas de que Costa Rica pueda ejercer un liderazgo democrático en Centroamérica. “Quisiera que Costa Rica retome su liderazgo democrático en Centroamérica y apoye la transición en Guatemala, pero no tengo seguridad, ni creo que lo vayamos a ver en este año que viene. Pero esa sería mi expectativa”, opina el politólogo. 

La dictadura de Ortega en Centroamérica

La noticia de mayor impacto esta semana en Nicaragua ha sido la confiscación ilegal del campus de Incae, en Managua, por la dictadura de Daniel Ortega. ¿Cómo se lee en Centroamérica, en la academia, en los Gobiernos, en los sectores empresariales, esta nueva agresión del régimen de Daniel Ortega?

La lectura inicial es una corroboración de una tendencia que se viene dando en el sector académico costarricense y creo que también regional. Impresiona el nivel de ensañamiento de esta dictadura con el sector universitario. Debemos recordar que ni Somoza hizo eso en Nicaragua. Incae es una entidad de posgrado y de formación en Administración de Negocios y Ciencias Empresariales, no era una entidad que amenazara al régimen ni por volumen de estudiantes, ni por su orientación crítica. Creo que es también una muestra de la lógica vengativa con la que actúa este régimen. O sea, que va uno a uno cerrando entidades, organizaciones e instituciones que jugaron algún papel en la protesta de 2018. Incae tuvo un papel de ser ese espacio en donde la Alianza Cívica en 2018 y 2019 se preparó para el proceso de negociación que en aquel momento se estaba dando y, parece, que eso luego fue interpretado como apoyo a los “golpistas”.

Incae fue anfitrión del segundo diálogo nacional, en el que —por cierto— se suscribió un acuerdo entre el Gobierno, firmado por el canciller Denis Moncada, y la oposición para suspender el Estado policial en Nicaragua, que esta semana cumplió cinco años de suspensión total de facto de las garantías en el país. 

Y posiblemente haya alguna pasada de factura también a sectores del empresariado que tienen relación con Incae. Pero en todo caso a mí me parece importante, no olvidar que Incae lo cierran después de haber cerrado la UCA, que era la universidad privada de mayor trayectoria, solidez en términos de capacidad de investigación y también de criticidad. Y antes, otras 27 universidades habían sido cerradas, confiscadas y pasadas a manos del régimen, lo cual significa básicamente que en Nicaragua no existe la autonomía universitaria tal y como la conocemos en el resto de la región centroamericana. Eso inevitablemente llama a la preocupación y refuerza que este es un régimen autoritario, despótico, que incluso tiene una orientación ya de carácter totalitario.

A pesar de ese rechazo que se ha expresado a través de entidades académicas centroamericanas, algunos Parlamentos y también algunos líderes políticos de Centroamérica, todavía se percibe cierta tolerancia con la dictadura de Ortega. Por ejemplo, el Gobierno de Honduras, de Xiomara Castro, aboga abiertamente por el régimen de Ortega en los foros internacionales y, por el otro lado, un representante de Ortega preside el SICA en Centroamérica. Su régimen se beneficia económicamente de la relación con el BCIE y quizá con la excepción de Costa Rica, Ortega no está sometido a ninguna condena en los espacios centroamericanos como ocurre, por ejemplo, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU o de la OEA.

Sí, en la dinámica regional hay desde silencios cómplices hasta posiciones claramente favorecedoras del régimen. Mencionabas el caso de la presidenta Xiomara Castro, que desafortunadamente en los últimos tiempos viene hablando incluso con información inexacta en defensa del régimen dictatorial de Ortega y Murillo, sobre todo cuando habla de bloqueo, porque en el caso de Nicaragua no debería olvidarse que Estados Unidos es el principal socio comercial, es la principal fuente de inversión extranjera directa y también es fuente de las remesas que representan casi un 20% del Producto Interno Bruto de Nicaragua. 

Entonces, Cuba y Venezuela tienen un tipo de sanción distinto al que tiene Nicaragua. En Nicaragua no se puede hablar de un bloqueo económico, eso no se apega a la verdad y es desafortunado que la presidenta Castro esté metiendo en la misma categoría a regímenes que tienen sanciones de distinto tipo. En el caso de Nicaragua lo que ha habido son sanciones individuales a sectores específicos y no generales.

El “modelo Bukele” y Honduras

Hablemos de la situación que se está dando en cada uno de los países. En El Salvador, Nayib Bukele avanza hacia la reelección presidencial en marzo del próximo año, violando su propia Constitución, pero amparado en un gran respaldo popular y nacional. ¿Qué representa el modelo Bukele para Centroamérica?

Bukele ha tenido una gran capacidad de articular una narrativa que tiene como correlato un proceso de gran contenido represivo y que ha permitido que en ciertos sectores y en ciertas partes de El Salvador se recupere "la normalidad", en términos del control de las maras. Y eso ha generado en buena medida una explicación del apoyo que tiene a nivel de los estudios de opinión y también electoral. Bukele, desafortunadamente es un referente para la región, en términos de avanzar en una política de ultra mano dura que es poco respetuosa del debido proceso, que es garantía del respeto a los derechos humanos y, por lo tanto, como lo señalan diversos autores, está siendo un referente estudiado para llevarse a la práctica por parte de otros Estados. En Honduras, la presidenta Castro está retomando la política de mano dura para controlar supuestamente a las bandas criminales y al narcotráfico.

En Honduras hay muchas críticas al Gobierno de Xiomara Castro, incluso dentro de su propio Partido Libre que la llevó al poder, y a algunos de sus aliados, en el sentido de que también está reproduciendo una suerte de modelo de un régimen familiar con tendencia autoritaria.

Había mucha expectativa, cuando se dio la elección, de que ella pudiera generar un nuevo estilo de gestión presidencial más dialógico, más democrático, porque el estilo del expresidente (Manuel) Zelaya había sido más caudillista. Y normalmente el caudillismo es acompañado de estilo y de formas autoritarias. Y eso era algo que en campaña se percibía como que podría ser modificado por la presidenta después de electa, por doña Xiomara. 

Sin embargo, en la práctica es evidente que el articulador de la dinámica del Partido Libre y del Gobierno es Mel Zelaya, y con eso se ha empezado a deteriorar la imagen de la presidenta. Y además, efectivamente se le empieza a notar un giro de carácter dinástico. Eso ha generado rechazo y preocupación dentro de Libre y fuera de Libre. También el giro a nivel internacional apoyando a Ortega ha sido otro factor que ha generado preocupación en sectores de la comunidad internacional.

La presidencia sitiada de Arévalo en Guatemala

En Guatemala se generó hace unos meses una esperanza de cambio democrático, después de la victoria electoral de Bernardo Arévalo, pero ese resultado electoral sigue amenazado por los poderes fácticos, al extremo de que este viernes la Fiscalía nuevamente allanó el Tribunal Electoral, incautó la actas de los resultados para intentar invalidar las elecciones ¿Puede gobernar Bernardo Arévalo en esta presidencia sitiada?

Esa sorpresa que fue el resultado electoral que favoreció a Bernardo Arévalo, fue una bocanada de aire fresco para quienes estamos preocupados por la deriva autoritaria que se está viviendo en Centroamérica. Evidencia que el pueblo guatemalteco tiene claridad de lo que está pasando en su propio país y aprovechó una ventana de oportunidad pequeña para manifestar su voluntad. 

Lo que estamos viendo ahorita en Guatemala es una disputa entre el grupo de poder que había montado un régimen autoritario de carácter corporativo y las fuerzas que pretenden avanzar hacia una democratización del país. Entonces, creo que es importante que la comunidad internacional mande señales claras de apoyo a que esta transición democrática se logre consolidar y que se respete la voluntad del pueblo guatemalteco, que se manifestó claramente en las urnas, sobre todo en la segunda parte y que se logre consolidar la presidencia de Bernardo Arévalo.

En realidad va a ser un proceso complejo porque, obviamente, el presidente Arévalo va a intentar desmontar esa red corporativa mafiosa y corrupta que ha venido controlando el poder en Guatemala. Y eso no va a ser cosa fácil, pero esperemos que primero se logre que llegue a la presidencia y luego que pueda avanzar en ese proceso de transformación en Guatemala.

Resiliencia democrática en Costa Rica ante Chaves

En Costa Rica, esta semana el presidente Rodrigo Chaves decretó una emergencia nacional para atender la crisis migratoria provocada por la ola de migrantes en la frontera sur, desde donde han ingresado más de 320 000 personas este año. ¿Qué implicaciones tiene esta emergencia para Costa Rica y para su política de refugio?

Creo que esto va a significar un endurecimiento de las condiciones para el refugio. Pero hay que partir de la premisa de que Costa Rica es, por un lado, país receptor de migración, sobre todo nicaragüense, pero mayoritariamente es un país de tránsito. Obviamente, esto tiene que ver con acuerdos que ha llegado el presidente Chaves a nivel internacional, que claramente van a poner a jugar a Costa Rica un rol de retención de población refugiada que va en tránsito hacia Estados Unidos. El presidente Chaves está creando condiciones narrativas para justificar las acciones políticas que tenga que tomar para gestionar el aumento que va a haber de paso de población migrante hacia el norte, hacia los Estados Unidos. Lo cual implicará en algún momento incluso presencia por cierto tiempo de población migratoria en tránsito en el país. Creo que es, por lo tanto, una declaración que tiene un contenido orientado a marcar la cancha discursiva, en el sentido de –vamos a tener mano dura con la población migrante, no vamos a permitir que haya desorden y vamos a tener esta situación bajo control. 

Creo que va a haber un endurecimiento, como consecuencia de esto, de las políticas de refugio. De hecho, ya Costa Rica ha tenido una reducción de su recepción de población refugiada que está yéndose más hacia el norte. En el caso de la población nicaragüense.

Además de esta emergencia, en Costa Rica se registra un incremento alarmante de los homicidios que podrían estar vinculados con el crimen organizado y también con el incremento del narcotráfico ¿Hay una crisis de seguridad ciudadana en Costa Rica?

La situación se ha deteriorado y es urgente que el Gobierno tome acciones de corto, mediano, y largo plazo. Yo creo que tiene que haber una mayor presencia de la fuerza pública en los territorios urbanos y rurales. Hay que incrementar la presencia de las fuerzas policiales. También hay que mejorar la inteligencia que se está desarrollando para atender estos focos, los puntos calientes que tenemos, que yo sé que la Fuerza Pública sabe dónde están. Pero lo que necesitamos es una intervención mucho más agresiva en los sectores que están sufriendo con mayor intensidad la crisis socioeconómica del país para garantizar que la juventud pueda tener oportunidades para no tener que salirse del colegio, para ir a ver cómo sobreviven y ayudan a sus familias —incluso— con la actividad del narcomenudeo que está creciendo en el país. 

Si en este contexto seguimos recortando la inversión en educación, el financiamiento de becas de estudio para retener estudiantes en el colegio, inevitablemente estamos creando un caldo de cultivo para que los grupos criminales organizados puedan capturar a población joven y meterla en estas bandas delincuenciales, incluyendo los gatilleros y muchachos y muchachas que están prestándose a actividades criminales vinculadas al narcotráfico. 

Tiene que haber una respuesta importante a nivel de política, no de Gobierno. Esto es una política de Estado. Tiene que ser una respuesta de todos los poderes del Estado y también de las comunidades y de la sociedad civil.

La última encuesta que presentó esta semana el Centro de Investigación de Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica sobre la gestión del gobierno del presidente Cháves, indica que ha perdido casi 20 puntos de apoyo. Ha sido uno de los presidentes y gobernantes más populares de la región, junto con Bukele, pero sigue teniendo una aprobación positiva del 50%.

Había un malestar acumulado en el país y la retórica con la que el presidente Chaves inició —que tenía una combinación de: yo sé lo que hay que hacer y la respuesta que hay que hacer para que este país vuelva a ser un gran país— y por otro lado, la promesa de la venganza contra la casta, contra los corruptos, incluso llevó a que tuviera un apoyo mayor que el de la votación que obtuvo en la segunda ronda y que casi llegó a tener un 80%. Con el presidente Chaves están pasando dos cosas. Por un lado, que en esa lógica de tierra arrasada, porque todo lo pasado era negativo, descontinuó proyectos que en realidad no eran de un gobierno particular. Aquí hay proyectos de infraestructura y proyectos de inversión pública que pueden pasar dos o tres administraciones continuas antes de que terminen de concretarse. Son proyectos de alto presupuesto que cuesta mucho estructurar y que se lleven a la práctica. Y cuando vos truncas eso, la posibilidad de que no tengas resultados en tu administración porque no vas a poder estructurar los grandes proyectos que querés desarrollar, entonces te quedas sin resultados. Entonces, ahí tiene un primer problema el presidente Chaves, no está dando resultados más allá de la retórica y hay un sector que ya empieza a entender que eso está pasando. 

Y la segunda razón por la que yo creo que está disminuyendo el apoyo, tiene que ver con el estilo retórico. Costa Rica es un país donde la forma importa mucho y el estilo permanentemente confrontativo del presidente, la forma en que descalifica, la forma en que ataca, la forma en que insulta a quienes se oponen es algo que ya está empezando a ser leído por una parte de la opinión pública, como algo que no gusta, como algo que no es acorde a la cultura política tradicional costarricense. Y eso está haciendo que él vaya perdiendo peso. A eso agregarle, que los apoyos en redes y en movilizaciones muy pequeñas de apoyo que ha tenido el presidente Chaves, porque no logran hacer convocatorias masivas de gente que los apoye. Si la tendencia sigue, pues llegará mal al final de su gestión.

Pero lo que distingue a Costa Rica del resto de Centroamérica y de muchos otros países de América Latina es la fortaleza de sus instituciones democráticas. Uno ve que el presidente ataca a algunos medios de comunicación, pero la Sala Constitucional emitió un fallo respaldando la libertad de prensa. Y en el Parlamento, en las Cortes, que hay un verdadero contrapeso. ¿Cómo se ubica Costa Rica como nación en este entorno de tendencias autoritarias en Centroamérica? ¿Puede ejercer algún contrapeso en la llamada Alianza para el Desarrollo en Democracia con Panamá y República Dominicana?

Yo creo que venía ejerciendo ese liderazgo y el presidente Chaves optó por una estrategia más pragmática. Si bien es cierto en algunos foros internacionales Costa Rica mantiene una voz crítica frente a Nicaragua, dejó de liderar como lo venían haciendo los países del Triángulo Sur, para llamarlo de alguna manera, o la Alianza Democrática que mencionaste. 

También está poniéndose a prueba la resiliencia, la capacidad de resistir de las instituciones a intentos que apuntan a saltarse procedimientos o regulaciones democráticas establecidas. Afortunadamente, el Poder Judicial en general, porque no es sólo la Sala Constitucional, sino también las otras salas, han tenido una actitud muy clara de mantener la independencia del Poder Judicial y de poner límites cuando haya que poner límites. Es decir, si no se siguieron los procedimientos correctos no se puede avanzar en esa ruta. Y eso, también es parte de lo que está en prueba. 

Yo creo que la institucionalidad va a lograr seguir sólida y evitar que el país pueda tener una deriva autoritaria como se vive en otros países. El hecho de que no tengamos elección de medio periodo hace que el presidente se quede toda su gestión con los diputados que sacó en la primera ronda (en que) obtuvo el 17% de los votos, lo cual significa que es una fuerza minoritaria en la Asamblea Legislativa que lo obliga a negociar y si no negocia, pues no va a poder sacar adelante su agenda.

Yo quisiera que Costa Rica retomara su liderazgo en la región centroamericana, y a Guatemala incorporándose en esa alianza democrática. Nosotros deberíamos acuerpar y apoyar a los países y a los Gobiernos que están intentando avanzar en la reversión de la tendencia autoritaria y más bien en la recuperación de las tendencias democráticas. Pienso mucho en Guatemala y la importancia de que Costa Rica apoye esa transición democrática en Guatemala. Eso es lo que quisiera ver. No tengo seguridad ni creo que lo vayamos a ver en este año que viene. Pero esa sería mi expectativa.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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