5 de enero 2023
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El estrafalario teatro montado para el 19 de julio de 2022, amenizado por los versos de Rosario Murillo, bailes de cumbia y propaganda de la dictadura, no pudo ocultar un hecho que golpea con fuerza el orgullo del orteguismo, y es el evidente aislamiento que vive el régimen, pese a sus desesperados intentos por demostrar que la denominada segunda etapa de la Revolución Popular Sandinista supuestamente cuenta con amigos en el mundo.
Ese día, un divagante Daniel Ortega literalmente dio la espalda a sus partidarios y dedicó su discurso de 45 minutos al único mandatario que lo acompañó en el acto por el 43 aniversario del triunfo de Nicaragua sobre la dictadura somocista: Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, una pequeña isla con un poco más de 100 000 habitantes, a quién Murillo llamó “Tío Ralph”, en un intento por demostrar una falsa familiaridad.
Incluso, representantes claves de la dictadura ante la comunidad internacional como el abogado Paul Reichler, quien trabajó por 20 años como asesor legal internacional de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, renunciaron en el transcurso de 2022 ante la imposibilidad de defender y justificar los atropellos del régimen.
“Usted ya no es el Daniel Ortega a quien tanto respeté, admiré, quise y serví con orgullo durante tantos años. Es inconcebible para mí que el Daniel Ortega, a quien orgullosamente serví, hubiera destruido la democracia y hubiera establecido una nueva dictadura, no muy diferente a la que él mismo ayudó a derrocar”, escribió Reichler en su carta de renuncia enviada a Ortega.
También lo hizo Arturo McFields, embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), quien renunció en plena sesión del Consejo Permanente.
“Tomo la palabra en nombre de los presos políticos encarcelados por el régimen de Daniel Ortega y los más de 350 muertos producto de la represión del régimen y sus paramilitares. Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos de todos los niveles, civiles y militares, obligados por el régimen a fingir, a llenar plazas y repetir consignas, porque si no lo hacen pierden su empleo. Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible, es imposible”, expresó McFields durante su intervención en la sesión de la OEA.
Nicaragua continúa siendo miembro formal de la OEA, hasta la finalización del trámite de renuncia previsto para el 19 de noviembre de 2023. Debido a eso, la crisis política y de derechos humanos en el país fue nuevamente abordada durante la última Asamblea General, en la que quedó registrado el grave aislamiento que sufre la dictadura orteguista.
Las 32 delegaciones presentes en la Asamblea General aprobaron por unanimidad una resolución demandando a la dictadura liberar “inmediatamente a todos los presos políticos” y “cesar la represión y la detención arbitraria de los líderes de la Iglesia católica”. La resolución no tuvo ningún señalamiento en contra.
Alianzas con Rusia, China e Irán
Ante este aislamiento de la comunidad internacional, Ortega apostó por reivindicar sus alianzas políticas e ideológicas con el disminuido bloque del Alba en Latinoamérica, además de Rusia, China e Irán.
En mayo de este año, el régimen firmó un acuerdo de cooperación con autoridades petroleras de Irán, que entre varios puntos destacaba la recuperación del proyecto de construcción de la refinería “El Supremo Sueño de Bolívar”. Ni este, ni ninguno de los otros acuerdos firmados se ejecutó durante el transcurso de 2022.
El caso de China no es muy diferente. La dictadura expulsó y confiscó a la representación diplomática de Taiwán, su más leal cooperante en 14 años, para abrazar las promesas de la República Popular China.
A un año del restablecimiento de relaciones diplomáticas, un reporte especial de CONFIDENCIAL detalló el pobre intercambio comercial entre China y Nicaragua, además de las raquíticas ayudas misceláneas que recibió el régimen de parte del país asiático.
La dictadura estrechó los lazos de cooperación en materia militar, inteligencia y espionaje con Rusia, lo que provocó la advertencia de Estados Unidos, el antagonista principal de Daniel Ortega en sus discursos políticos e irónicamente, el socio comercial número de Nicaragua.
El único viaje que hizo Ortega fuera del país fue para participar en la Cumbre del Alba, realizada en Cuba, en la que defendió las supuestas “agresiones” en contra del régimen de esta isla y Venezuela, y fustigó a las Naciones Unidas, en un evento que no tuvo trascendencia política o económica en la agenda internacional. El dictador cierra el año más solo y aislado, recibiendo migajas de los pocos amigos que le quedan en el mundo.
