22 de febrero 2019
La reanudación del diálogo nacional entre la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la dictadura de Daniel Ortega tendrá su primera sesión el miércoles 27 de febrero a puertas cerradas. El dictador manifestó que no habrá transmisión en vivo, tampoco será multitudinario y no podrán estar los medios de comunicación durante las sesiones de negociación.
Durante su discurso Ortega no reconoció la represión ni los 325 asesinados por su dictadura, tampoco la censura a los medios de comunicación, la persecución a los ciudadanos que participaron de las protestas pacíficas, y no dijo una sola palabra sobre los más de 700 presos políticos que están detenidos en los distintos centros penitenciarios y estaciones policiales en todo el país.
El dictador ni siquiera dijo una sola palabra sobre la liberación de los presos políticos, que es uno de los requisitos que exige la sociedad civil previo a cualquier negociación con el Gobierno.
“Estamos haciendo esfuerzos para que se pueda instalar esta mesa ya el próximo miércoles, ese día 27 (febrero), ya no con la multitud, tampoco con medios de comunicación, eso no es correcto en ninguna negociación”, dijo Ortega a sus simpatizantes durante un acto en homenaje al general Augusto C. Sandino, realizado en el centro de convenciones Olof Palme.
El presidente de Nicaragua manifestó que durante la negociación realizada el año pasado se “rompió un récord Guinness”, porque había sido la única mesa de diálogo multitudinaria y “retransmitida en vivo y a todo color”. El dictador expresó que todas las negociaciones exitosas han pasado por procesos totalmente privados y “han durado semanas, meses y a veces años”.
“El camino para la paz es ese, la negociación con la mayor seriedad, responsabilidad. Nosotros asumimos el compromiso ante nuestro pueblo, de que ese encuentro y esa negociación que esperamos se inicie el día miércoles, vaya cargada de buena voluntad, de compromiso, para que le demos a nuestro pueblo lo que merece, que es la paz con justicia y dignidad”, dijo Ortega.
La historia según Ortega
Ortega confirmó que fue su Gobierno quien llamó el sábado 16 de febrero a una reunión a los empresarios del “gran capital”, para hablar sobre la estabilidad, seguridad, la paz y la crisis económica. Dijo que estos pidieron ser acompañados por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico, para que “no fuesen después a decir allá afuera que habían llegado a buscar su carnet de militante”.
“Los líderes empresarios venían trabajando desde el año 2008 hasta abril del 2018 sin condicionamiento político, o sea, no era una alianza política. Entendían que era imprescindible, dadas las condiciones del subdesarrollo de la economía nicaragüense, hacer acuerdos de orden económico para combatir la pobreza, generar empleos, desarrollar programas de salud, todo lo que necesita el Estado para poder responderle al pueblo, y veníamos caminando a buen paso”, recordó el presidente sandinista.
Ortega dijo que los “grupos extremistas” que condenaban y cuestionaban el entendimiento entre el Gobierno y los empresarios, acusaban a estos de ser militantes del sandinismo y por tal motivo fueron a “denunciarlos a Estados Unidos”.
“Cuando se estaban viendo los resultados de un país que venía avanzando, creciendo, derrotando la pobreza, en abril, ese entendimiento se rompió, se destruyó con las pérdidas de vidas que provocaron los que intentaron el golpe, también le hicieron un enorme daño a la economía del país”, repitió.
Ortega no mencionó que la mesa de negociación será con la Alianza Cívica. Justificó su desconocimiento alegando que serían los empresarios quienes lo deben decidir, pues este es un principio en toda negociación.
El “golpe de Estado”
Ortega justificó que la crisis económica que atraviesa el país es producto de un supuesto intento de golpe de Estado, cuya existencia han negado los organismos internacionales de derechos humanos y recientemente la misión de eurodiputados que visitó el país.
“Para el pueblo, nuestro reconocimiento por la forma en que han venido enfrentando los desafíos, los retos que nos dejó el intento del golpe. Con esa acción criminal lanzaron al desempleo a muchos hermanos nicaragüenses, afectaron los cimientos de nuestra economía, que tenía un crecimiento sostenible de manera ininterrumpida, crecimiento que andaba entre 4.5% y 5%”, dijo el dictador a sus simpatizantes.
Ortega alegó que el “golpe” fue tan fuerte en el terreno económico, que los impulsó a presentar en la Asamblea Nacional unas reformas a la Ley de Concertación Tributaria, que elevan los montos de pago al Gobierno, desligando la responsabilidad de su Gobierno, frente a la crisis económica que atraviesa el país. La aprobación de las polémicas enmiendas se ha pospuesto en dos ocasiones.
El dictador fue acompañado en la mesa principal por el jefe de la Policía Nacional Francisco Díaz; el jefe del Ejército, general Julio César Avilés; la vicepresidenta Rosario Murillo; la ministra de Gobernación, María Amelia Coronel, y la ministra de Defensa, Martha Ruiz. También estuvieron los diputados Edwin Castro, Gustavo Porras, y diplomáticos de países que apoyan el régimen de Ortega, tales como Taiwan, Cuba e Irán.
El muro de contención
Durante su discurso el dictador alegó que Nicaragua es el “muro de contención” de Centroamérica pese a que la Policía y el Ejército Nacional cuentan con el presupuesto más bajo de la región para realizar su trabajo.
El “Y ahí está la gran fortaleza, una unidad de las instituciones con el pueblo, lo que explica la efectividad que tienen nuestras instituciones para construir un muro de contención frente al narcotráfico y el crimen organizado, y coordinando con hermanos de Honduras, El Salvador, Guatemala, México, y de más allá”, alegó Ortega