19 de enero 2021
En el primer círculo de poder en Nicaragua, al lado de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se ubica Néstor Moncada Lau. Sus 40 años de lealtad le han valido el cargo de asesor de seguridad nacional en un aparato de inteligencia militar al que pertenecen antiguos guerrilleros y jóvenes guiados por igual en su fidelidad al caudillo y al partido.
Moncada es conocido como “Chema” desde la revolución sandinista. Ha contado con mucho más poder que el reconocido oficialmente en el país y fuera de sus fronteras. Para todo fin práctico es como un fantasma. No figura en comparecencias públicas y su presencia pública es casi nula. Pese a su relevancia en varios hechos públicos de alto impacto en su país, poco se conoce de él, no existen reseñas, e incluso su fotos públicas son escasas. Este perfil, realizado por la plataforma latinoamericana de periodismo CONNECTAS en el marco del especial #NicaraguaNoCalla, es de las pocas publicaciones periodísticas que han buscado arrojar luz sobre este sombrío personaje.
Sin embargo, en los últimos dos años, su nombre ha sido mencionado como una de las personas clave que participó de las graves violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses que se intensificaron en abril del 2018. Es por eso que su nombre aparece en las listas de sancionados de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Suiza, y del Reino Unido.
“Moncada desembolsó pagos para contrarrestar manifestantes en nombre de Ortega y Murillo y, a través de sus diversas funciones de inteligencia, trabajó para sobornar y chantajear a personas para obtener su apoyo o evitar que se opusieran al gobierno de Ortega. Además, se ha involucrado en actos de corrupción a favor de Ortega y Murillo. En al menos un caso, trabajó con el presidente para encubrir la conducta sexual de Ortega con una menor”, se lee en la nota de prensa del Departamento del Tesoro cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) explicó porqué lo sancionó en noviembre de 2018 junto a Rosario Murillo, Vicepresidenta y esposa de Ortega.
De forma llamativa, como reacción a esta sanción y por cuenta de un pronunciamiento de la Cancillería de Venezuela que respaldaba a su aliado político, fue que se conoció que Moncada Lau tenía un cargo hasta entonces desconocido. En el pronunciamiento oficial se refiere a él como “secretario privado” de Ortega.
Si bien las sanciones internacionales no son resultado de un juicio, son decisiones tomadas sobre fuentes calificadas y privilegiadas de los países. Que en el caso de Nestor Moncada Lau haya coincidencia de varios países sobre el tema, deja un poco débil el argumento de respuesta del Gobierno de Nicaragua que se refirió a las medidas como una “continuidad histórica de la injerencia y la política intervencionista de la potencia imperial norteamericana contra Nicaragua”.
Para los opositores como el exdiputado Eliseo Núnez, Moncada Lau es el que “controla el día a día de la represión” que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sólo en los hechos del 2018 cobró la vida de 328 personas. En ese trabajo Moncada respondería directamente a la familia presidencial y atendería las tareas encomendadas por ellos. Nicaragua es hoy en día un país, en el que se reportan asedios de patrullas policiales en las casas de opositores, permanecen en las cárceles al menos 100 presos considerados como políticos por las Organizaciones de la Sociedad Civil, y donde las madres de las víctimas asesinadas siguen pidiendo justicia.
El entorno familiar de Moncada Lau también hace parte de la compleja fotografía de este poderoso y enigmático personaje. Se conoce que su hermano Óscar es el director de Aduanas en Managua y uno de sus hijos, Ernesto David, es inspector general de la Dirección de Migración y Extranjería. Pero dentro de su seno familiar también tiene detractores. Álvaro Moncada, otro de sus hermanos, es un hostil contradictor y en sus redes sociales lo ha calificado como “sicario”.
Ese conflicto se hizo público después que Álvaro responsabilizara al Presidente y a su hermano el asesor de lo que pudiera pasarle, luego que su familia y él fueron víctimas de un atentado perpetrado por desconocidos cuando viajaban a la ciudad de Masaya en los días de la crisis en 2018. Según el denunciante, los atacaron para “crear caos y así poder acusar al pueblo de Nicaragua que protesta cívicamente”.
Álvaro Moncada, quién no accedió a hablar para este reportaje, así lo publicó en Facebook el 20 de mayo de 2018: “Mi hijo Oscar 20 puntadas en la cabeza, mi hijo Álvaro fracturas en su brazo y columna, operación en ambas partes, por seguridad no digo ni fecha ni lugar donde será operado, mi persona, casi imposibilitado de caminar debido a la brutal agresión y mareos constantes debido a los golpes recibidos en mi cabeza con los objetos que manipulaban (palos, tubos, piedras botellas quebradas, lanza morteros, armas de fuego, armas hechizas, etc...) mi esposa con crisis psicológica en tratamiento”.
Formado en Cuba
Desde niño Néstor Moncada Lau conoció lo que era el burocratismo y el poder de las armas en el régimen de la familia Somoza, por el trabajo de su padre. El asesor es hijo de un oficial administrativo de la Guardia Nacional, Oscar Moncada Aráuz, quien se casó con Elsa Lau. Tuvieron ocho hijos. Él es el mayor.
Se crió en el barrio popular de Altragracia en Managua, donde algunos vecinos consultados para este reportaje lo recuerdan poco, más bien como alguien alejado de todos desde hace años, a quien nadie se le acerca ni para pedirle un favor.
¿En qué momento acumuló tanto poder este personaje? ¿Cómo se conoció con Ortega y Murillo? Quienes lo tratan no señalan un momento preciso de este encuentro que acabó en una relación de lealtad, mediada por sus intereses personales y los de la familia presidencial.
No desarrolló una militancia destacada dentro del Frente Sandinista. Un exfuncionario del extinto Ministerio del Interior describe su rol como modesto. “Era un militante de base sin destacarse antes del 79 (año de la caída de Somoza). En los (años) 80 se le conoce por el caso de Jorge Salazar, después de un tiempo ausente, salió de la estructura de la Seguridad del Estado”, explicó este hombre que aceptó dar declaraciones desde el anonimato para evitar represalias.
Salazar fue un destacado empresario, vicepresidente de la principal patronal del país, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep). Fue asesinado en confusos hechos en el parqueo de una gasolinera en el municipio cafetalero de El Crucero al sur de Managua. Ese día el empresario se encontró con Moncada Lau. Una patrulla de agentes de la Seguridad del Estado llegó al sitio por sorpresa, abrió fuego y frenó un supuesto trasiego de armas. El único muerto fue Salazar.
Dos días después del crimen el telegrama “Managua 05558” clasificado como “Confidencial” llegó al Departamento de Estado emitido por el entonces Embajador de Estados Unidos en Nicaragua Lawrence Pezullo, según reseñó el diario La Prensa. Allí lo relacionó con el crimen llamándolo el “infiltrado”, mientras lo ubicó como el número tres en el escalafón de la Seguridad del Estado, una de las estructuras más criticadas en los años ochenta por denuncias de violaciones a los derechos humanos. Estuvo adscrita al Ministerio del Interior, dirigido por el excomandante Tomás Borge.
Reconocidos juristas como Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), han mencionado este caso, mientras lamentan la deuda de justicia que se tiene con las víctimas de violaciones a los derechos humanos, a lo largo de la historia de nacional, como lo ha mencionado en publicaciones. El crimen de Salazar fue de alto impacto en su momento por lo que marcó un punto de inflexión en las relaciones entre los empresarios y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de Ortega. En memoria del crimen de Salazar luego se decretaría el Día Nacional del Empresario Nicaragüense.
La mención de Néstor Moncada Lau en el proceso y la denuncia de los familiares de Salazar no lo llevó a ninguna sanción penal. Tras esta situación lo enviaron a Cuba, donde recibió entrenamiento de “inteligencia y contrainteligencia” durante dos años. Al regresar a Nicaragua, fue ubicado en la Policía Sandinista. El asesor llegó a ocupar la segunda jefatura de la Dirección de Investigaciones Económicas, en la cual se investigaban los casos de corrupción y falsificación de moneda. Alcanzó el rango de subcomandante. En 1992, la jefatura de la Policía decidió su retiro tras años de servicio en los cuales no es fácil ubicar en que tipo de formación y curso policial participó.
Sobre su perfil como agente de inteligencia, un alto cargo militar bajo condición de anonimato, sostiene que tiene una “mentalidad tenebrosa” y sabe mover los mecanismos de la represión, intimidación y extorsión del gobierno.
Más fuentes consultadas no aceptaron hablar sobre él. Su nombre se pronuncia prácticamente entre murmullos. Para la elaboración de este perfil periodístico, CONNECTAS hizo 23 solicitudes de entrevistas, entre políticos, activistas de derechos humanos, militares en retiro, funcionarios y ex funcionarios de gobierno, académicos en Nicaragua, pero ninguno opinó sobre el poderoso funcionario. Hasta quienes ocuparon posiciones de alto nivel en el FSLN prefirieron callarse como el exmagistrado Rafael Solís, padrino de bodas de la pareja presidencial.
Los diputados oficialistas también evitan cualquier referencia. Por ejemplo Filiberto Rodríguez, se excusó a de ofrecer declaraciones a CONNECTAS sobre el asesor, aduciendo que se encontraba enfermo y con dolor de garganta, mientras caminaba en los pasillos del hemiciclo. Por su parte el jefe de bancada oficialista, Edwin Castro, dijo que no daba entrevistas vía telefónica y no fue posible concertar una cita.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), Eduardo Gamarra, quien da seguimiento a la política latinoamericana, dijo para este reportaje que este tipo de personajes, de los cuales menciona otros casos en América Latina como Vladimiro Montesinos en Perú, son vistos como males necesarios en regímenes totalitarios porque “no son simples matones, más bien son inteligentes, experimentados, y con una capacidad operativa política”.
Sexo, sangre y lealtad
La trayectoria de Néstor Moncada Lau, es también un repaso de la historia poco conocida del afianzamiento del actual poder presidencial. Su lealtad con Ortega la ha sostenido en el tiempo, pasando por momentos duros como el día que el caudillo sandinista aceptó la derrota electoral de 1990, aunque prometió que gobernaría “desde abajo”. Los años de la transición democrática tras la guerra civil en los años ochenta se caracterizaron porque el FSLN paralizó el país, a través de huelgas indefinidas y protestas en búsqueda de réditos políticos. En esos años convulsos, igual se mantuvo firme con el caudillo.
Las sombras que persiguen a Moncada Lau son múltiples. En 1995 hubo una docena de atentados con explosivos a iglesias católicas, y en su momento las hipótesis que presentaban observadores en los medios locales generaban sospechas de cual sería su rol. Dos años después, como lo relata La Prensa Moncada Lau fue capturado “en el costado sur del antiguo estadio nacional de béisbol, con dos tacos de tipo TNT que tenía ocultos debajo de uno de los asientos del vehículo en que se transportaba”. El lugar era cercano a la sede de campaña de Arnoldo Alemán que un día después se posesionaría como nuevo Presidente. Por este hecho Moncada Lau fue sentenciado a 18 meses de prisión en un juicio que dejó muchas inquietudes en el público según lo han reseñado medios especializados.
En el marco de otro crimen, también salió a relucir el nombre de Moncada, sin que aún haya claridad de la relevancia de su mención asociada con los hechos. Era 2004, en el parqueo de una televisora en la colonia Centroamérica de Managua mataron a disparos frente a su hijo al periodista Carlos Guadamuz, feroz crítico de Ortega; un antiguo amigo a quien conoció cuando ambos fueron encarcelados por el somocismo décadas atrás. En los diarios locales se divulgó que la Comisión de Derechos Humanos en la Asamblea Nacional recibió una carta de un familiar de Moncada Lau, en la que se dijo que el asesor conocía al asesino William Hurtado, otro exagente de la Seguridad del Estado. Las circunstancias en que ambos personajes se habrían conocido y la relación de esto con el crimen siguen siendo desconocidas porque la carta nunca fue pública.
Los detalles siguen permaneciendo ocultos al público 17 años después. La exdiputada María Auxiliadora Alemán, quien recibió la misiva, no responde a solicitudes de entrevista. Ella es actualmente magistrada de apelaciones de un sistema judicial controlado por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en el cual Ortega es la máxima autoridad.
Pero quizás el sello de máxima lealtad de Moncada Lau con Ortega vino por cuenta de unos denuncias según las cuales se habría prestado para encubrir el abuso sexual que el actual mandatario habría tenido de una menor en 2005.
Según reporta el diario Las Américas en 2015 Elvia Junieth Flores tenía 15 años cuando Ortega se le acercó después de conocerla en un acto de campaña electoral, pues junto a su hermana eran de la Juventud Sandinista. Él mandó a buscarla, le pidió su número y después conoció a la familia de la víctima, formada por conocidos militantes sandinistas en el norte del país, a quienes invitó a la Secretaría del FSLN. Durante tres años, los parientes de ella mantuvieron relaciones cordiales con el caudillo sandinista y, según denunció la familia, fruto de esa relación hubo una hija de Flores y Ortega. Para evitar el escándalo Néstor Moncada Lau reconoció legalmente a la menor.
Entre los detalles del reportaje de investigación se incluyó una carta del registro civil de Managua y varios depósitos de abultadas sumas de dinero que otro asistente de Ortega, Marcos Martínez Mejía, hizo a Santos Sebastián Flores, hermano de Elvia.
“Me he sentido muy lastimada, como mujer del único hombre que realmente amo, en recibir, algunos mensajes verbales personales y por teléfonos de tus asistentes privados del compañero Néstor Moncada y el compañero Marcos Martínez”, escribió Flores en una carta enviada a Ortega el 12 de enero de 2010.
Por denunciar a Ortega en Estados Unidos, a su regreso a Nicaragua, el mismo Santos Sebastián Flores fue encarcelado en una celda para delincuentes de alta peligrosidad bajo cargos de violación a una trabajadora del poder judicial. La persecución a la familia de la víctima provocó que seis de los hermanos del abogado se exiliaron en EE.UU. La denuncia terminó en una retractación, luego que ella recibió un mensaje de que el método usado “no era el adecuado”, y que, de retractarse, su hermano saldría libre, según fuentes consultadas. Han pasado más de dos años y él sigue detenido. CONNECTAS intentó conversar con ella para este reportaje sobre Moncada Lau, pero no respondió a la solicitud.
La presidenta del Cenidh, Vilma Núñez de Escorcia, expuso la situación de Flores en una audiencia de la CIDH en abril de 2016. El caso sigue en estudio. “En Nicaragua no se ha podido hacer nada por los niveles de impunidad que existen en el país”, reconoció Núñez a través de un portavoz.
Varios años después quedaría en evidencia el nivel de compromiso de Moncada Lau en sus acciones como ficha clave en la inteligencia. Corría 2011 y se le asignó a Moncada investigar un sistema ilegal de recaudación de fondos. En el informe presentado vinculó a su antiguo jefe en la Seguridad del Estado, el excoronel Lenín Cerna, entonces de confianza de la dupla Ortega Murillo. La denuncia marcó la ruptura que llevó al retiro del militar de las estructuras del FSLN, y a Moncada Lau a sellar su posición en un lugar privilegiado, empoderado a la sombra de la familia presidencial, participando incluso en negocios como Difuso, una productora de contenido asociada a un hijo del mandatario, beneficiada con contratos estatales, en la que tiene el 40 por ciento de las acciones, según información fiscal.
Dos años después, en 2013, un nuevo episodio evidenció cómo ese poder cada vez era más personal y discrecional. Ese año, el italiano Mateo Cardella Costa fue expulsado del país, un día después de acusar al asesor presidencial de obstaculizar el reclamo de la herencia de su padre, Francesco Cardella, un exembajador que hasta su muerte fue amigo del gobernante sandinista. En sus declaraciones al diario La Prensa, Cardella Costa pidió un proceso justo para el reclamo que hizo. Eso nunca ocurrió.
Mientras se movilizaba en el sector del kilómetro siete sur de Managua en marzo de ese año aquel hombre conoció cuan largo puede ser el poder del asesor cuando fue capturado por policías. Lo llevaron inmediatamente a la frontera con Costa Rica. Lo deportaron. Aquel italiano sin dinero y modo alguno de comunicarse con nadie se convirtió en una perfecta imagen de esta clase de justicia operada por Moncada Lau desde las sombras. Para este reportaje se buscó contactar a Cardella sin éxito.
Buscando superar el laberinto impuesto por el secretismo nicaragüense se buscó contrastar los hechos expuestos con Moncada por varías vías. La prensa extranjera identifica a Idania Castillo, actual directora de la Cinemateca Nacional de Nicaragua y ex esposa de uno de los hijos de Ortega, como el canal de comunicación con la Presidencia. Se envió a través de ella un cuestionario. No tuvo respuesta.
Localmente se buscó llegar al despacho del asesor para radicar el mismo cuestionario y buscar una entrevista. Lo más cerca que se pudo llegar fue a unos 300 metros donde luego de una larga espera un comisionado, que no se identificó recibió con desdén la comunicación. No quiso firmar el recibido de la solicitud. “Tengan la plena seguridad que se la entregaremos", dijo. Sonrió, cruzó la calle y se ubicó entonces detrás de un retén.
Así transcurre la vida en el exclusivo sector de El Carmen, en Managua, donde se han colocados piedras en la vía como barricadas, además de una seguidilla de retenes y policías en motos de aquí para allá y estrictos controles que son motivo de queja permanente de los vecinos. En medio de toda la parafernalia militarista casi puerta a puerta está la secretaría del FSLN, que funciona como la casa de gobierno, la residencia de la familia Ortega, y por supuesto el puesto de mando en la sombra de Néstor Moncada Lau, el enigmático secretario privado del Presidente.
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