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Manuel Orozco: “La OEA ha fallado, porque Ortega se ha negado a dialogar y negociar”

Investigador de Diálogo Interamericano: Lula quiere “suavizar” la resolución de condena, entonces ¿por qué no propone su mediación?

Asamblea General de la OEA

Imagen general de un foro sobre democracia y derechos humanos, durante la 53ava Asamblea General de la OEA en Washington. Foto: EFE/Lenin Nolly.

Redacción Confidencial

22 de junio 2023

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Este miércoles 21 de junio inició la 53 Asamblea General de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA), con Nicaragua nuevamente siendo parte central del debate bajo el contexto particular de estar inmersa en un proceso de salida del organismo, que culmina el 19 de noviembre de 2023.

Manuel Orozco, investigador del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, vaticinó que el debate sobre Nicaragua girará en torno a si habrá un consenso para aprobar una resolución firme y contundente en contra de los atropellos a las libertades civiles de la dictadura orteguista, o se impondrá la corriente promovida por Brasil, cuya representación busca suavizar el tono de la resolución.

El especialista cuestionó que la postura del Gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva sea la de promover una resolución moderada, en vez de dar un paso al frente para ofrecerse como promotor de un proceso de diálogo con el régimen.

Además, estimó que la percepción de que la OEA ha sido incapaz de frenar las arbitrariedades del orteguismo, se debe a  la intransigencia del régimen en negarse a buscar una salida política a la crisis de derechos humanos que vive Nicaragua. 


“La OEA ha fallado, porque Nicaragua se ha opuesto a entablar algún tipo de conversación, diálogo, comunicación o negociación. Más bien ha adoptado una posición confrontativa”, subrayó Orozco. 

Hoy se inauguró la Asamblea General de Cancilleres de la OEA 2023. ¿Cuáles son los principales temas de la agenda y qué lugar ocupa la crisis de Nicaragua en ese debate? 

Hay varios puntos en la agenda, predominantemente a nivel de país. El tema de discusión es Nicaragua y Haití. Hay una creciente preocupación de cómo lidiar con Nicaragua, sabiendo que el país va a salir ya del seno de la OEA como un Estado miembro y muchos Estados están tratando de ver qué tipo de medidas se implementan en el proceso. 

Hay una propuesta de resolución del Grupo de Trabajo sobre Nicaragua que se continúa debatiendo, especialmente porque la delegación de Brasil quiere suavizar el tono de denuncia de las violaciones de derechos humanos en Nicaragua. ¿Va a lograr Brasil imponer su propuesta? ¿Qué expectativas hay de esa resolución?

La propuesta de Brasil realmente fue una de las observaciones que realizó uno de varios países. No es el único que ha hecho observaciones. Es un texto que se filtró y que refleja la intención de Brasil de reconocer el espíritu de la región y las recomendaciones dentro de la resolución. ¿Qué quiere decir con bajarle el tono predominante? Ellos sugerían borrar la palabra ‘el uso de la violencia’, pero mantener lo referido a que se restauren las libertades civiles y políticas. Por ejemplo, reducir, eliminar lo referido lo de ‘parar la represión’ y dejar por otro lado el contenido referente a que Nicaragua no esté violando los derechos humanos. Esa propuesta hay muchos países que no la comparten. Si se apuesta por un consenso, se tendría que adoptar una propuesta más suave. Si se apuesta por votos, entonces Brasil estaría absteniéndose o votando en contra. Yo creo que todavía falta mucho que decidir. 

Falta escuchar la posición de México, que puede ser hasta más radical en términos del contenido que quisieran excluir dentro de esta resolución. Hay propuestas ya de parte de México y otros países sobre otros temas relacionados con el rol de la OEA en los procesos electorales, que tratan de disminuir sustancialmente su participación en la observación electoral. En el caso de Nicaragua, puede que quieran reducir un montón de cosas, así que falta mucho y es un proceso de negociación que está empezando prácticamente esta tarde (miércoles). 

El argumento del Gobierno de Brasil es que “si realmente se quieren producir cambios” se necesita “bajar el tono de la confrontación y permitir tender puentes de diálogo”. Pero Ortega nunca ha querido dialogar… 

La propuesta brasileña no viene realmente de la Cancillería brasileña, sino del equipo político del presidente Lula. Están tratando de negociar una posición de solidaridad ideológica dentro del círculo de países, partidos y movimientos de izquierda que todavía mantienen este romanticismo político como una cuestión de principios. Esa es básicamente la situación de Brasil en relación con Nicaragua. Brasil sabe muy bien que hay serios problemas de violación de derechos humanos en Nicaragua. Sabe que hay una criminalización de la democracia y que Nicaragua se ha aislado completamente. Si Brasil fuera serio en lo que está observando y proponiendo como propuesta de resolución, estarían presentándose propiamente como mediadores en un proceso de diálogo. 

Del lado del liderazgo cívico nicaragüense, hay disposición a debatir, a discutir, pero del lado del régimen no hay nada. Entonces, Brasil ha asumido implícitamente un rol de tratar de resolver las cosas, al ofrecer básicamente un texto suavizado. Si va a suavizarlo, pues que ofrezca su mediación negociadora con Nicaragua, porque realmente Nicaragua necesita una salida a esta crisis.

Daniel Ortega, junto a Rosario Murillo, observa a Luiz Inácio Lula Da Silva, durante un encuentro del Foro de Sao Paulo, en Managua en 2011. Foto: EFE/Archivo

En los últimos cinco años la OEA aprobó 14 resoluciones, una declaración, y realizó una decena de reuniones sobre la situación de Nicaragua, ¿Cuáles son las lecciones para la OEA?, ¿Han fallado sus herramientas de presión diplomática?

Claro que han fallado. Han fallado porque Nicaragua se ha opuesto a entablar algún tipo de conversación, diálogo, comunicación o negociación. Más bien ha adoptado una posición confrontativa, ha alienado a la mayoría de los Estados miembros de la OEA. Ha invadido la propiedad privada del sistema interamericano y al mismo tiempo ha amenazado a muchos países. También ha hecho otras cosas, como salirse del seno de la OEA. Entonces, ¿es un fracaso el que se le puede atribuir como falta a la OEA? No creo. 

Si vos ves la trayectoria de 2018 al presente en esas 14 resoluciones, el porcentaje de votos ha venido creciendo de un 60 a un 100%. Están tratando de agotar todas las medidas diplomáticas. La propuesta que se quisiera tener de la OEA realmente sería suspender a Nicaragua del espacio político, dentro del contexto de la Carta Democrática. Sin embargo, sería un gesto simbólico más que todo y tendría muy pocas implicaciones en términos del impacto hacia el régimen, porque el régimen no quiere nada que ver con esto. De hecho, hay quienes dicen que si Nicaragua fuera suspendida, tendría implicaciones en el Banco Interamericano de Desarrollo y  realmente no ha ocurrido. Si no ha ocurrido con la Ley Renacer que haya resultado en  una presión económica sobre Nicaragua dentro de las instituciones financieras internacionales, pues la suspensión (en la OEA) no lo haría. Entonces, lo que los cancilleres miran es que hay que continuar básicamente la modalidad de calibrar la presión política y económica, con la oferta de diálogo y mediación. 

En esta asamblea se debatirá una resolución que plantea el fortalecimiento de la democracia. El Consejo Permanente había discutido antes la implementación de la Carta Democrática.  ¿Cuáles son los desafíos del organismo para implementarla? 

Los desafíos del organismo  son de dos tipos. Uno, es que de los 34 países que existen como miembros del sistema interamericano, prácticamente seis son democracias. Entonces, nadie quiere hablar de la Carta Democrática como un instrumento de cumplimiento legal sobre la estructura política. Y el segundo problema fundamental es que realmente los Estados miembros no representan la institucionalidad política, sino que representan al Ejecutivo. Ahí no están representados el Poder Judicial  y  el Legislativo. Los autócratas, en un sistema muy presidencialista que gobierna en América Latina y el Caribe, básicamente han secuestrado el sistema interamericano. Entonces, para ellos les conviene que exista una OEA con poco colmillo. Es paradójico porque es como un Estado narco, en donde los narcotraficantes mantienen un control del Estado, pero no quieren asumir el control completo porque saben que los costos son muy altos. 

Estos autócratas tratan de mantener una posición bastante ambigua sobre el sistema interamericano y esa es la disyuntiva en la que nos encontramos. Entonces están introduciendo propuestas, se están introduciendo mecanismos de apoyo a la Carta Democrática que no necesariamente dependen de la voluntad política de los Estados para adoptar los artículos específicos de la carta, sino que de mecanismos alternativos. Por ejemplo, un mecanismo de revisión recíproca del estado político de cada país, un mecanismo de mayor fomento de la educación cívica y democrática, que son instrumentos de largo plazo. La realidad es que estamos pasando por una ola cíclica antidemocrática, pero es un ciclo.  No es una tendencia el que va a consolidar la autocracia en la región. De hecho, ya lo estamos viendo en muchos países; Guatemala, El Salvador, Honduras, Colombia, Costa Rica, donde la popularidad de los populistas está decayendo. Entonces esa tendencia realmente te está indicando que a pesar de que existen anticuerpos contra la democracia, también hay una sociedad civil y una ciudadanía que quiere apostar al proceso democrático. 

Países como México y Argentina, bajo la administración de Manuel López Obrador y Alberto Fernández, muchas veces invocaron el principio de no injerencia para abstenerse de condenar o tomar acciones sobre la crisis de Nicaragua. ¿Ese principio es un pretexto para no actuar cuando se da el colapso de las democracias?

Claro que es un pretexto. México en particular tiene ese pretexto desde que el PRI fue creado y realmente en este momento, el partido de Andrés López Obrador y el presidente mismo son el PRI 2.0, es el PRI del siglo 21. Están adoptando la vieja posición de mantener una política exterior populista, sin asumir compromisos políticos reales. México ha tenido pocas instancias de experiencia diplomática en donde han ejercido una posición consecuente con la democracia. En el caso de Argentina, ha tratado de mantener una posición un poco menos involucrada en temas internacionales, en parte porque tiene una tradición histórica de regímenes militares. Han tratado de mantenerse al margen y el peronismo tiene una historia y una tendencia no solamente populista, sino que también no democrática. En el caso de Argentina, es un Gobierno que ya va para afuera y yo creo que eso va a marcar una tendencia en el péndulo político de América Latina. De igual forma, tenemos una tendencia de cambio en Guatemala y en otros países que va a tener implicaciones positivas. México va a seguir siendo un problema y lo más probable es que gane el partido de Andrés López Obrador y eso signifique que México va a tratar de lavarse las manos en este siglo 21.

Manuel Orozco, investigador de Diálogo Interamericano. Foto: Archivo

La salida de Nicaragua de la OEA será efectiva en los próximos seis meses. ¿Puede el organismo hacer algo más por la crisis de Nicaragua? 

Pueden tratar de involucrar a Nicaragua dentro del contexto  del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la misma Carta Democrática. Aunque Nicaragua salga, son parte implícita del sistema interamericano y están también los tratados internacionales de derechos humanos, de los cuales Nicaragua es parte vinculante. Creo que al menos la Secretaría General va a tratar de mantener una presencia ofreciendo sus buenos oficios. La va a tener más difícil. Muchos países lo que van a hacer es optar por la vía bilateral de presión diplomática. 

¿Su salida podría tener un impacto en el acceso a créditos en el Banco Interamericano de Desarrollo, por ejemplo? ¿Quedaría fuera de la Organización Panamericana de la Salud?

Seguirán recibiendo financiamiento, si califican dentro del Banco Interamericano de Desarrollo. En la Organización Panamericana de la Salud es posible que puedan mantenerse dentro del entorno. En algunos casos, el tratado con la OEA es vinculante con otras organizaciones. En otros casos no lo es. Fundamentalmente, que Nicaragua salga no significa que la comunidad internacional va a dejar de presionar. El problema realmente es que el régimen ha adoptado el riesgo extremo de apostar por todo tipo de represión y aislamiento de forma desproporcionada,  al punto que la única forma de resolverlo es por la salida violenta. Y ellos saben que la comunidad internacional no va a intervenir violentamente. Entonces siguen con su consolidación autocrática. Es un sistema totalitario exageradamente represivo y en el que desafortunadamente no se vislumbra un cambio político en el corto plazo. 

Esa es realmente la disyuntiva en la que se encuentran muchos países. Pero si les preocupa Nicaragua. Le preocupa a Costa Rica, a Guatemala, República Dominicana, Panamá que el presidente de Irán haya ido a Nicaragua, entre otras cosas. Nadie quiere acercarse a Nicaragua. Es una realidad. Nicaragua es un país tóxico para el resto de los países de América Latina y el Caribe. Es una fruta podrida que nadie quiere tocar y desafortunadamente hay que resolver esta situación. Esa es la disyuntiva de estos países, como tratar de seguir incidiendo sobre Nicaragua de una forma en que no causen más daños. Están enfrentados con un riesgo moral, explorando opciones. Una de ellas puede ser referente a CAFTA, que muchos de los Estados miembros realmente se den cuenta de que Nicaragua está en total violación del acuerdo de libre comercio. Entonces, ¿por qué no trabajar en función de eso? Otros están pensando en adoptar sanciones. Pero todo lo tratan de calibrar en un contexto de un balance en términos del aumento migratorio, la represión y la violación de derechos humanos. Ellos saben que los nicaragüenses están secuestrados por esta dictadura.

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Redacción Confidencial

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Confidencial es un diario digital nicaragüense, de formato multimedia, fundado por Carlos F. Chamorro en junio de 1996. Inició como un semanario impreso y hoy es un medio de referencia regional con información, análisis, entrevistas, perfiles, reportajes e investigaciones sobre Nicaragua, informando desde el exilio por la persecución política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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