8 de noviembre 2021
La profesora “Catalina” muestra su dedo pulgar con orgullo. No está manchado porque no votó, pese a que podría ser despedida cuando le exijan la prueba de apoyo al “comandante”. Se arriesgó, explica, porque no quería ser parte de unas votaciones sin garantías de transparencia. Para ella la jornada del domingo solamente representa una “autoproclamación” de Daniel Ortega en el poder, quien se atornilla por cuarto período presidencial consecutivo.
A inicios de 2021, “Catalina” quería votar, pero cambió de opinión cuando el régimen inició una cacería que ya acumula 39 opositores encarcelados. “Nos quitaron las opciones y al no haber opciones, por qué voy a votar”, reflexiona en una sala de una casa prestada, a donde se movilizó para hablar con CONFIDENCIAL porque su vivienda está vigilada por el Consejo del Poder Ciudadano (CPC) de su barrio.
Antes del 7 de noviembre, la estructura del Frente Sandinista, ya garantizaba los votos de los trabajadores del Estado. En la escuela de “Catalina”, les compartieron una circular en la que preguntaban datos personales, número de Junta Receptora de Votos (JRV) y finalmente, entre bromas, les dijeron, “vamos a ver esos dedos manchados”. La última frase provocó la zozobra entre el gremio, que ha sido víctima de despidos arbitrarios.
La profesora teme que la despidan porque la situación económica del país empeora. No obstante, asegura no estar dispuesta a votar bajo la conculcación de libertades para elegir al candidato de su preferencia.
Votaciones consideradas como “fraude”
“Pancho” es ingeniero y la última vez que votó fue en 2011. En 2016 no se interesó en participar porque fueron “amañados”, pero este año si esperaba ejercer su derecho al sufragio. En enero de 2021 estaba seguro que votaría por cualquier candidato de la oposición, no importaba quién porque el objetivo era derrotar a Ortega. Sin embargo, pronto, el caudillo empezó a sacar uno a uno a sus contrincantes reales, y el deseo de este profesional de llegar a las urnas, se desvaneció porque ya no quedaba nadie por quién votar.
Desde su perspectiva, quienes acudieron a las urnas este domingo, ayudaron a fraguar “mejor el fraude”, porque la afluencia de gente fue aprovechada por la maquinaria de propaganda del régimen para mostrar un supuesto respaldo a Ortega.
“Elecciones no hay, lo que hay son votaciones, pero elecciones, te dan la opción de elegir un candidato”. “Esto es una farsa electoral completamente”, expresó “Pancho”.
“Chepe”, un académico de 55 años, señala que la captura de los candidatos de la “auténtica” oposición, desmontó toda posibilidad que hubiera un mínimo de competencia legítima. Fue en ese momento cuando decidió que no votaría este 7 de noviembre.
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“Mi posición inicial era que había que ir, no a ganar las elecciones, pero si a complicar el fraude”, expresó.
Aunque el Frente Sandinista se ha empeñado en tratar de mantener un teatro sobre el proceso electoral y crear condiciones con acompañantes nacionales e internacionales, la participación de partidos colaboracionistas en la boleta electoral, la aprobación de leyes que anulan la competencia política y la elección de magistrados del Consejo Supremo Electoral que responden al régimen, desenmascararon la “farsa”, según la oposición.
Para “Chepe”, estas votaciones “son las más fraudulentas de pies a cabeza que han existido”, ya que en las otras ocasiones intentaron hacer un mínimo de farsa creíble, pero aquí, quién puede creer esto sin observación internacional auténtica, y con los candidatos presos. Eso si que ni Somoza lo había hecho”, expresó.
Asimismo, “Luisa” de 30 años, ingeniera y sin empleo, decidió no votar porque no hay garantías. “No es un proceso limpio”, que implique un cambio real para Nicaragua. No hay que “prestarse a un juego que ellos mismos están armando”, dijo.
Se quedaron en casa como forma de protesta
Para “Fabio”, 39 años, licenciado en Mercadeo y Publicidad, el día de la votación fue como “un domingo más”. No salió a la calle. Por la mañana limpió la casa y compartió con su familia. Por la tarde, antes de esta entrevista, planeaba ver una película con sus hijos. La Junta Receptora de Votos (JRV) que le corresponde está ubicada a 5.5 kilómetros de su vivienda, pero, asegura, no tuvo motivación para votar.
“El proceso no me ha dado la confianza para ir a elegir, puedo ir a votar pero no puedo elegir”, enfatiza “Fabio”. Recuerda que en la antesala de las votaciones el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo encarceló a siete aspirantes a la presidencia, canceló la personería jurídica a tres partidos políticos opositores y organizó una votación a su medida.
En otro extremo de Managua vive “Sofía”, 67 años, jubilada, y quien tampoco salió a votar. “Tengo mi conciencia y mis dedos limpios”, previene. Valora que las votaciones fueron “antidemocráticas” y no llenaron sus expectativas. “Tenemos (un centenar de) presos políticos, nuestros candidatos están presos; entonces, no teníamos a quien elegir”, subrayó.
“Alejandro”, 37 años, profesor, alteró su rutina de domingo por la jornada electoral. No fue a votar, pero tampoco se atrevió a viajar a su natal Carazo como lo hace regularmente los fines de semana para evitar entrar en conflicto con “los operarios del Frente”, que estaban desplegados movilizando votantes.
La votación representa “una inconformidad más, un sentimiento de repudio hacia la dictadura y hacia este sistema que nos oprime”, señala “Alejandro”. El hecho de abstenerse de votar “es uno de los pocos espacios que nos quedan para decirle al régimen que no los queremos y que no queremos seguir su juego, no los queremos en el poder”, subraya.
Del mismo modo, “Raúl”, 50 años, abogado, no votó. “Ninguno de los candidatos que aparecen en la boleta” -asegura- le genera “confianza”. Valora que ante “una elección ilegítima”, como la que ocurrió este domingo, “no hay mucho que se pueda hacer”, pero la sociedad nicaragüense tiene que “tomar conciencia que es responsabilidad nuestra cualquier cambio que se dé” en el país.
Otra forma de protestar: votar nulo
“Mambrú”, 55 años, actualmente desempleada, ejerció su derecho al sufragio universal a las 11:05 en el Centro de Votación (CV) ubicado en el colegio Manuel Olivares, al oeste de Managua. Votó “por seguridad” y para evitar que sus vecinos de los Consejos de Liderazgo Sandinista (CLS), que controlan el CV, ejerzan algún tipo de represalia en su contra o su familia.
“Desgraciadamente estamos tan controlados, que no sabemos qué va a pasar después de estas elecciones”, advierte la mujer. Luego, se cuestiona a ella misma: “¿si votás, estás a favor del régimen?” y automáticamente reflexiona: “yo creo que no”, puesto que el voto “es un derecho ciudadano”, aunque en el contexto actual de Nicaragua no representa el poder de elegir. “Obviamente fue nulo, voté nulo, pero no me van a quitar mi derecho de ejercer el voto. Doy mi protesta en nulo, no sumo, resto”, subrayó.
Doña Vilma de 66 años acudió a misa para orar por Nicaragua. Asegura que aunque el proceso electoral es un “robo”, ella tiene derecho de elegir porque Nicaragua necesita un cambio y por eso votó. Mientras tanto, el académico “Fénix”, 57 años, se siente culpable al ver a Daniel Ortega y Rosario Murillo gobernar. Su regreso al poder se dio tras 16 años de gobiernos liberales, tiempo en el cual, él trabajó desde los barrios, para ayudar a consolidar su liderazgo.
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Este domingo, el profe “Fénix” monitoreó el desarrollo de los comicios electorales más cuestionados en la historia reciente de Nicaragua desde su computadora. En el corredor de su casa dos banderas de Nicaragua cuelgan de una pared. Me susurra que hay vecinos afines al Gobierno, así que debíamos tener cuidado para conversar sobre por qué no votó este 7 de noviembre.
Empieza aclarando que es “sandinista azul y blanco”, una combinación extraña en un contexto de gran polarización en Nicaragua. Creyó en la revolución y se metió de cabeza, y ahora, asegura que Nicaragua será libre por medio de una lucha pacífica. No fue a votar porque califica el proceso como “una farsa”, un “fraude y un circo electoral”.
“Lo que el gobierno necesita no es que vayas, y rayés la papeleta en nulo, lo que el Gobierno necesita es ver a la gente moviéndose en las calles. Que vayás a votar o no vayamos a votar, que marquemos nulo o no, para el Gobierno es irrelevante porque la decisión ya fue tomada(...) por eso estamos en casa, todo mundo debe quedarse en casa”, expresó el académico.
Ninguno de los entrevistados por CONFIDENCIAL tiene expectativas favorables para el país después del viciado proceso electoral. La profundización de la crisis económica, desempleo y mayor migración es el escenario próximo para Nicaragua mientras Ortega continúe en el poder, aseguran. Sin embargo, la mayor preocupación para la docente “Catalina” es que pasadas las elecciones, el Gobierno “haga barrida” de las voces disidentes dentro de las instituciones.