6 de mayo 2019
Venezuela y Nicaragua tienen en común estar gobernadas por regímenes mesiánicos que se aferran al poder ad infinitum, pero sus finales tendrían matices muy distintos, según el excanciller Francisco Aguirre Sacasa, entrevistado en el programa de televisión Esta Semana.
El excanciller estima que las situaciones de los dos países “no son comparables” y advierte en Estados Unidos “un cierto desencanto con el desenlace de la situación venezolana”, que tendría su efecto en Nicaragua.
El diplomático compara la situación de represión y muerte que han vivido los pueblos de ambos países, señalando que “en Nicaragua, según algunos cálculos, más de 500 nicaragüenses dieron su vida por la recuperación de la democracia representativa en nuestro país”.
“Tenemos un número elevadísimo de presos políticos, medios de comunicación cerrados, más de 2000 heridos, más de 500 desaparecidos, y un Gobierno que continúa reprimiendo a la población, aunque de manera menos cruenta. En términos relativos, el esfuerzo que ha hecho el pueblo nicaragüense —que realmente ha sido heroico en toda esta odisea— es mucho mayor que el que ha hecho hasta la fecha el pueblo venezolano”, asevera.
La ventaja para los venezolanos, dice, es que “ellos tienen a un Juan Guaidó, y una Asamblea Nacional legítimamente electa”, lo que genera beneplácito en Washington, donde, por contraste, opinan que “existe un cierto vacío en la oposición, y creo que ni la Alianza Cívica, ni la Unidad Nacional Azul y Blanco, llenan ese vacío”, valora el también exdiputado liberal.
¿Quién le teme a las sanciones?
La imposibilidad de que la gente se manifieste en la calle, por la estrategia de terror implementada por la dictadura, obliga a la comunidad internacional a trabajar de manera mancomunada para presionar por un acuerdo que conlleve a una salida adelantada de Ortega y su régimen, a través de la imposición de sanciones personales, y la aplicación de la Carta Democrática Interamericana.
Al respecto, el diplomático señala que no sabe si las sanciones bastan para promover un cambio en el país, pero le resulta evidente que “las sanciones internacionales, principalmente, las de Estados Unidos, y de las instituciones financieras internacionales, han llamado la atención de El Carmen”.
Lo dice no solo por la insistencia de los representantes de Daniel Ortega en la mesa de negociación, sino también por el contenido del discurso del mandatario, que tronó en contra de esas sanciones en el acto conmemorativo del primero de mayo, exigiendo que se suspendan, aunque su Gobierno no ha cumplido ninguno de los acuerdos firmados.
“Hay sanciones que se aplicaron hace más de un año, como la Magnitsky a Roberto Rivas, y los otros cinco nicas golpeados por la Magnitsky nica, si queremos llamarla así. Todas están vigentes”, señaló Aguirre.
En cuanto al Banco Mundial, el Interamericano de Desarrollo (BID), y el Fondo Monetario Internacional (FMI), “ninguno ha aprobado ni un solo préstamo nuevo a Nicaragua desde abril 2018, y el BID está reduciendo el ritmo de desembolso de préstamos ya aprobados”, añadió.
En todo caso, las exigencias de Ortega están fuera de lugar, porque no es una petición de la Alianza la que podrá desactivarlas, sino la actuación del régimen.
Garrote y zanahoria
La ‘llave’ la tiene “Daniel Ortega y doña Rosario, porque estas sanciones son una reacción internacional —hasta la fecha, principalmente de Estados Unidos— por causa de la represión que se desató en Nicaragua a mediados de abril y que continúa ahora”, recordó el diplomático.
En todo caso, las sanciones —o sea, el palo— llegaron después que Estados Unidos ofreciera una salida —la zanahoria— a Ortega, a través de la tesis del ‘aterrizaje suave’, que diera un respiro a la economía nicaragüense, y una salida a la crisis política.
“Especulo que los estadounidenses estaban dispuestos a darle ‘espacio’ a El Carmen, para resolver la crisis. Él no ha aprovechado ese ofrecimiento, y en la medida en que la crisis siga profundizándose en el tiempo, e impactando la economía, será más difícil para los estadounidenses”, mantener ese espacio, reveló.
Lo que sigue es, no solo sancionar a otros miembros de la familia y los allegados al régimen, sino, quizás, al régimen mismo, a través de la aplicación de la Carta, decisión que Estados Unidos ve como una presión adicional, para lo que cuenta con el apoyo de Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Chile, Costa Rica, entre otros, quienes “están perdiendo la paciencia con el tiempo que está tomando resolver la crisis política nicaragüense, tal como dijeron varios embajadores en la OEA”, estima el excanciller.
Sacasa vislumbra que en la reunión de cancilleres de junio, en Medellín, se consigan los 24 votos para aplicar la Carta Democrática Interamericana a Nicaragua. “El hecho que un representante de Guaidó ocupe la silla de Venezuela, y que El Salvador haya dicho que se unirá a la mayoría latinoamericana y hemisférica que quiere aplicar la Carta a Nicaragua por la falta de progreso de Daniel Ortega, hará prácticamente seguro que se obtengan esos 24 votos”, vaticina.