24 de enero 2019
Ciudad de México––. Jorge Castañeda, quien fue secretario de Relaciones Exteriores de México durante el sexenio del expresidente Vicente Fox, afirma que no tiene “la menor duda” de que la posición actual del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en política exterior en relación con el régimen de Daniel Ortega, puede darle un respiro al dictador. México aún no define su postura ante la crisis nicaragüense, en momentos en que en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) se desarrolla una intensa negociación diplomática para imponer sanciones a Ortega o aplicar la Carta Democrática a Nicaragua, al considerar que el exguerrillero ha causado una ruptura en el orden constitucional de una nación que cumple nueve meses de crisis y una dura represión que ha dejado 325 muertos constatados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En entrevista con CONFIDENCIAL en la capital mexicana, Castañeda aseguró que “México no va a votar por la invocación de la Carta Democrática, no va a aceptar que se haya roto el orden constitucional. Lo que hay es una posición de afinidad y apoyo tácito, o no tan tácito, al régimen de Ortega, (Nicolás) Maduro, a Cuba y la Bolivia de Evo Morales”.
¿Ve usted la posibilidad de que México le dé un respiro al régimen de Daniel Ortega?
No tengo la menor duda al respecto.
¿Qué papel debe jugar México frente a una crisis como la de Nicaragua, donde se han denunciado graves violaciones a los derechos humanos?
México debe jugar el papel que ha desempeñado varios meses atrás en el Grupo de Trabajo [conformado para dar seguimiento a la crisis de Nicaragua] de la OEA: condenar con vigor y claridad las violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia y ver si este grupo puede ser un interlocutor válido entre el régimen y la oposición. Pero lo que no debe hacer México es callar ante las violaciones de derechos humanos.
El presidente López Obrador ha dicho que México no intervendrá en asuntos internos de otras naciones, pero el subsecretario de Exteriores para América Latina, Maximiliano Reyes, informó que México se ofrece como mediador para una solución a la crisis. ¿Estamos ante un doble discurso?
Lo que ellos dirían es que para ser mediadores eficaces no tienen que tomar partido. Hay que recordar que este Gobierno todavía es novato y profundamente ignorante de las relaciones exteriores en general y de la historia de México en particular. No es que a nadie se le haya ocurrido antes mediar entre Ortega y la oposición: lo ha intentado hacer la Iglesia, el Grupo de Trabajo de la OEA, el mismo (Luis) Almagro (secretario general de la OEA); simplemente lo que hay detrás de esto es una pasividad del Gobierno de López Obrador, que no quiere abrir ningún frente internacional. Dentro de su partido (MORENA) hay un sector que ve con gran simpatía a regímenes como el de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Bolivia, y López Obrador no quiere quebrarse con esa izquierda que tiene afinidad con estos regímenes.
La gente en Nicaragua tiene mucho recelo ante esta propuesta de mediación que mencionó el subsecretario Reyes.
Lo que debe tener clara la oposición de Nicaragua es que ya no cuentan con México como un actor crítico y como factor de denuncia de la violación de los derechos humanos en Nicaragua.
¿Qué puede hacer en estos momentos el presidente López Obrador frente a esta crisis?
Lo que debe hacer es lo que ha venido haciendo México: denunciar las violaciones a los derechos humanos y decirle a Ortega, en público y privado, que para México este comportamiento no es aceptable, y que México va a seguir la postura de los otros miembros del Grupo de Trabajo de la OEA, incluyendo la imposición de sanciones. Pero no lo va a hacer.
¿México debería mantener su diplomacia en el seno de la OEA o puede hacer algún tipo de presión bilateral?
Las dos cosas, pero no va a hacer ninguna de las dos. Este Gobierno tiene afinidad con el de Daniel Ortega. No lo van a presionar, no va a criticar.
México ya jugó un papel importante al final de los años setenta cuando el presidente López Portillo pidió a su canciller la ruptura de relaciones con la dictadura de Somoza, ¿ese contexto histórico puede tener alguna incidencia ahora?
Absolutamente ninguna, porque si Ortega y Somoza son la misma cosa, pues la antipatía de López Portillo hacia Somoza es similar a la simpatía de López Obrador con Ortega.
La extraña cancelación de la visita de Moncada
Maximiliano Reyes, subsecretario de Relaciones Exteriores de México para América Latina, anunció a inicios de la semana que el jueves llegaría a ese país el canciller nicaragüense Denis Moncada Colindres. La noticia acaparó la atención de medios mexicanos dada la ambigüedad de la política exterior del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, el jueves se anunció que la reunión ––prevista para las dos de la tarde–– había sido cancelada sin dar explicaciones.
CONFIDENCIAL consultó a Roberto Velasco, vocero del canciller mexicano Marcelo Ebrard, sobre la cancelación de la reunión, pero al cierre de la edición no había una respuesta del funcionario. Tampoco respondió a nuestra solicitud de información el encargado de negocios de la embajada de Nicaragua en la Ciudad de México, Juan Carlos Gutiérrez, diplomático que a decir de periodistas mexicanos que cubren temas de política exterior es “cerrado”.
La mañana del jueves un grupo de nicaragüenses exiliados en México se presentó a la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores para protestar contra la visita de Moncada a México y para entregar al canciller Ebrard una carta en la que exigen al Gobierno mexicano pronunciarse contra las violaciones de derechos humanos y mantener la postura crítica que hasta hace unos meses caracterizó la intervención del país azteca en las discusiones de la OEA sobre Nicaragua.
“Le dijimos que la postura de no injerencismo no aplica para lo que son violaciones de derechos humanos”, dijo Ana Valle, encargada de entregar la carta en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La joven agregó que “le dijimos también que si ellos quieren ser mediadores deben saber que lo que el pueblo de Nicaragua quiere mantener es la mesa de Diálogo (Nacional) instaurada con la Alianza Cívica (por la Justicia y la Democracia) y con la Conferencia Episcopal como mediador oficial, porque en el momento que el Gobierno de López Obrador se meta en el diálogo se convierte en actor de la política interna de Nicaragua”.