13 de febrero 2024
En un acto de manipulación mediática que sobrepasa los límites de la ética periodística, Vladímir Putin y Tucker Carlson convirtieron una entrevista en un espejo distorsionador de la realidad. La guerra en Ucrania no es un tablero de ajedrez para estrategias de comunicación, es un escenario de sufrimiento humano y violaciones al derecho internacional. Sin embargo, Putin, con la complicidad de un Carlson demasiado servil, ha intentado vendernos una narrativa peligrosamente sesgada.
Durante horas, el dictador ruso se paseó sin oposición por un jardín de teorías sin fundamento, mientras que Carlson, con su silencio cómplice, permitía que el cuasi zar de Rusia intentara legitimar lo indefendible. Es repudiable que un presentador con tanta visibilidad renuncie al rigor periodístico, abdicando del deber de cuestionar y confrontar, para convertirse en un simple vehículo de la propaganda rusa. Tucker Carlson, en su pasividad, no fue más que un espectador mientras Vladímir Putin jugaba a ser historiador, político y estratega sin oposición alguna. No hubo entrevista, sino una emisión unilateral de propaganda.
Putin, maestro de la distorsión, repitió su desacreditada justificación para la invasión de Ucrania. Afirmaciones que, para cualquiera que haya seguido la crisis, no son más que la repetición de una retórica ya desmentida por los hechos y la comunidad internacional. He aquí una pequeña muestra de las manipulaciones de Putin, las cuales no fueron refutadas por Tucker.
Bucha, Irpin y Hostomel
Durante la entrevista, Putin se refirió a la retirada rusa de 2022 de Kiev como un acto voluntario y de buena fe por su parte. Pero los rusos no se retiraron magnánimamente de la capital ucraniana: fueron obligados a retroceder por el Ejército ucraniano y, al retirarse, dejaron una carnicería a su paso. En las primeras semanas de la invasión a gran escala, las tropas rusas ocuparon varios suburbios de Kiev, incluidos Bucha, Irpin y Hostomel. En Bucha, los rusos asesinaron a sangre fría a más de 400 personas, entre ellas niños y ancianos. Muchos fueron torturados, con soldados disparando dolorosamente a los brazos y piernas de sus víctimas antes de asestar el golpe mortal. En Irpin, las fuerzas rusas masacraron hasta 300 civiles y en Hostomel, los ocupantes rusos dispararon al alcalde de la ciudad, Yurii Prylypko, mientras entregaba medicinas a sus ciudadanos.
Entre los métodos más viles que Moscú ha adoptado para alcanzar este siniestro objetivo está la deportación de niños ucranianos a Rusia y su aliado, Bielorrusia. Hasta julio de 2023, el Kremlin informó que había reubicado a 700 000 niños ucranianos en Rusia, lo que representa más del 1.5% de la población total de Ucrania antes de la guerra, incluyendo niños y adultos. Otros 2400 han sido llevados a Bielorrusia.
Corte Penal Internacional
Vladímir Putin no reconoció el hecho de que es buscado por crímenes de guerra, y Tucker Carlson no indagó al respecto. Pero en marzo de 2023, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra el dictador ruso y Maria Lvova-Belova por su participación en la deportación ilegal y la transferencia forzosa de jóvenes ucranianos.
Escribo este artículo lleno de indignación por varias razones. La primera es que he visto con mis propios ojos y en el terreno, la inmensa destrucción humana que Rusia ha causado en Ucrania, una nación independiente que se defiende del imperialismo y colonialismo ruso a costa de la sangre de sus mejores hijos. En Ucrania no solo están en juego los intereses territoriales de dos países, sino el futuro del mundo libre. En segundo lugar, miles de voces disidentes rusas han sido brutalmente silenciadas por oponerse a las políticas de Putin, incluida la invasión de Ucrania. Entre muchos patriotas rusos que se enfrentan a Putin, quisiera recordar a Vladimir Kara-Murza, periodista, historiador y opositor ruso.
Durante mis testimonios en Ginebra, abogando por la libertad de los presos políticos nicaragüenses secuestrados por Daniel Ortega, aliado de Putin, conocí a Evgenia, la esposa de Vladimir. Su valentía abogando por la libertad de su esposo y continuando el legado de Vladimir me parece impresionante. Debo admitir que encuentro en Evgenia un espejo virtuoso de la valentía que mostraron mujeres como Berta Valle, Victoria Cárdenas y tantas otras esposas y madres de presos políticos nicaragüenses. Evgenia recientemente informaba que Vladimir Kara-Murza ha sido trasladado a una nueva colonia penal siberiana y puesto en confinamiento solitario. Está además condenado a 25 años de prisión por querer hacer un periodismo crítico y frontal en Rusia.
Pero la razón de mayor indignación es precisamente, mi condición de nicaragüense opositor al régimen sandinista que desea fanáticamente emular a Putin. Como millones de otros nicaragüenses, he conocido el dolor de la represión por parte de regímenes dictatoriales como el de Daniel Ortega en Nicaragua, aliado de Putin, que también recurren a la desinformación, la propaganda y el encarcelamiento de periodistas, para ocultar sus crímenes.
Mientras la guerra de invasión rusa continúa y las tensiones internacionales se intensifican, la entrevista en cuestión se suma al montón de desinformación que complica aún más la búsqueda de soluciones reales. La verdad sobre Ucrania y Rusia, a pesar de lo que insinúan estos dos personajes, no es "fácil de encontrar en Internet", porque la verdad no es una, es multifacética y requiere una investigación seria y comprometida, no un espectáculo montado por dos figuras que juegan a ser relevantes mientras el mundo se desangra.