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Perú: oligarcas ultras, presidente débil y… ¿la OEA?

Durante los pocos meses que Castillo estuvo en el Gobierno sufrió presiones políticas, amenazas y tres intentos de aplicarles la vacancia

Ciudadanos a favor de Pedro Castillo se manifiestan en las calles del centro de Lima. Foto: EFE/Paolo Aguilar

Onofre Guevara López

13 de diciembre 2022

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Lo sucedido a Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022, no fue una caída anunciada, sino la caída de un presidente previamente descalificado. No hubo un momento posterior al anuncio de su candidatura que no fuera atacado y descalificado por la prensa y demás medios de comunicación ligados económica y socialmente con la oligarquía y la derecha peruana. En verdad, fue la continuidad de las descalificaciones desde sus tiempos de líder magisterial, pero ganar las elecciones le agregó el odio clasista que les causó a las élites su llegada a la Presidencia, aunque nunca al poder.

El poder siguió en sus manos, pero, por ser el protagonista de esa herejía política, las derechas no podían perdonarlo. Durante los pocos meses que Castillo estuvo en el Gobierno sufrió presiones políticas, zancadillas parlamentarias, amenazas y tres intentos de aplicarles la vacancia.


Desde el nombramiento del presidente de ministros –encargado de presentar al Congreso a los candidatos a ministros de Estado según la ley— las derechas comenzaron a “eliminarlos”, o les exigían sus renuncias después de ser nombrados con cualquier pretexto para ni siquiera dejarlos calentar la silla ministerial.

Ningún presidente, de cualquier tendencia, sería capaz de gobernar así. Y si a eso se une la inexperiencia política y la novatada, no hay quién dé la medida exigida por las clases dominantes para su seguridad en el control del poder. No por casualidad, en Perú de los últimos tiempos, los gobernantes tardaron más en entrar que en salir.

Esa inestabilidad en Perú, quizás se deba a una herencia histórica, pues fue la última colonia en lograr su independencia formal por la inestabilidad política causada por las luchas entre caudillos (San Martín, Bolívar, Santa Cruz) que duraron cinco años (1822-1827)

Perú fue la última excolonia en tierra firme del continente en independizarse, pero en realidad Cuba fue la última colonia española en América, y después de 50 años de luchas por su independencia cayó en la nueva dimensión neocolonial estadounidense (1898-1959).

Como si eso fuera poco, la historia de Perú registra guerras internacionales (1827-1840) que incluye una con España (1879-1883) más golpes de Estado, guerrillas, dictadores y políticas traicioneras. Por todas esas causas, fue que definiéramos la situación peruana, un poco antes de los sucesos actuales:

“En Perú, la democracia, por siglos negada por la oligarquía dueña del Congreso, le pone tranques legales al Gobierno de izquierdas mientras el pueblo sigue esperando la justicia social…” (Confidencial 21/11/22)

II

La suerte de Castillo está en juego –detenido y procesado— en manos de la estructura legal represiva del poder oligárquico y de la derecha que lo tienen en el Juzgado Superior de Investigación Preparatoria, “evaluando su detención preliminar”, por causa de un delito cierto: un autogolpe de Estado, obviamente inconstitucional, como fue la disolución del Congreso y la formación de uno de excepción.

Es lógico pensar entonces, que, aparte de los rencores de clases contra Castillo, lo último sucedido en Perú –el autogolpe y el contragolpe— es solo un incidente dentro de una larga historia, y lo están procesando con ánimo de venganza de la oligarquía y las derechas –unidos al fujimorismo en la práctica y en lo ideológico— por haber sido derrotados electoralmente por Castillo. Una doble osadía: derrotarlas electoralmente y desplazarlas del Gobierno, que no del poder. Y esta venganza, sí, es una venganza anunciada.

III

A la par del rosario de trampas y conspiraciones contra Castillo se hacía notar su inexperiencia política, la falta de apoyo del movimiento de izquierdas –con la cual tuvo una ruptura— y por su acercamiento a corruptos políticos neoliberales. Esos dos factores fueron oportunos para que la oligarquía, el fujimorismo y la prensa reaccionaria encubrieran todo lo antidemocrático que han venido haciendo en su contra, de antes y después de haber alcanzado la Presidencia.

Por eso, suena ridículo y muy cínico el comentario derechista de que Pedro Castillo tuvo… “Un pésimo ejercicio presidencial”. ¡Cuando en realidad no hubo un solo día que lo dejaran en paz!

Castillo no solo era objeto de ataques políticos ideológicos, sino también con argumentos clasistas y raciales. Uno de estos prejuiciados argumentos fue descalificarlo… por “no tener un doctorado”. Flojo argumento que se cae con solo pensar en Ignacio (Lula) da Silva, líder sindical y buen gobernante sin “doctorado”, y en Evo Morales, sindicalista y gobernante eficiente con igual “limitación”.

Con los errores que a los dos se les pueden señalar, han sido presidentes más eficientes y exitosos que todos los presidentes “doctorados” de sus respectivos países en toda la historia. Los motivos de sus éxitos –como los ataques y sus caídas— están en sus orientaciones políticas, sus proyectos sociales y la capacidad de las fuerzas políticas que los llevaron a la Presidencia, aunque –de nuevo— Lula y Evo nunca tuvieron todo el poder.

Aparte de que no son situaciones iguales ni personales ni políticas entre Perú, Brasil y Bolivia –como no hay situaciones iguales entre ningún país con otro— puede hacerse comparaciones en cuanto al papel que desempeñan las izquierdas y las derechas de los tres países.

Tampoco se pueden desligar las experiencias históricas comunes de los países latinoamericanos y caribeños, colonizados durante siglos. Menos que se pueda ignorar las experiencias de sus siempre tensionadas relaciones con los Estados Unidos en particular, las potencias europeas en general, después de sus independencias formales.

IV

Todo forma un fenómeno global en América Latina y el Caribe, pero distintos y diferentes a la vez, tal como lo hemos visto manifestarse con mucho énfasis en los últimos años. Y, de lo más reciente, el conflicto peruano, todavía no se ha enfocado el papel de la OEA en la reciente visita de una comisión suya a Lima, encabezada por Luis Almagro.

¿Por qué motivo la OEA, o Almagro, fueron invitados a Lima por el expresidente Castillo, días antes que estallara la crisis política?

Independiente de los actos oficiales a los que asistió Almagro… ¿cuáles fueron los verdaderos temas en las pláticas privadas con Castillo?

¿Hubo, o hay, alguna relación entre la visita, las pláticas y la situación política de Perú, del autogolpe y el contragolpe?

¿Acaso su visita fue un encargo del Departamento de Estado a la OEA, en su condición de administradora de sus golpes de Estado blandos, versión civil de los anteriores golpes de Estado militares?

Nada puede tener, por el momento, respuestas firmes pues, como es usual en política exterior, las verdades se ocultan mientras se entibian las pasiones causadas o se crean condiciones para desclasificar documentos –al menos de los hechos menos terribles— hasta cuando han pasado muchos años y los protagonistas (victimarios y víctimas) han muerto.

Nada ni nadie puede hacer que los hechos se olviden, menos que se borren los daños en las estructuras económicas de los Estados agredidos por Estados Unidos, ni las consecuencias políticas en sus sociedades.

En el presente, es difícil no asociar los sucesos de Perú con el breve, pero violento golpe de Estado en Bolivia 2019, donde la imagen y las huellas de la OEA representadas por Almagro, no pudieron ser borradas ni ocultadas.

Pero en Perú, los sucesos ocurrieron de otro modo, porque Castillo se lo facilitó por el acoso de la oligarquía más conservadora del continente, que no ha permitido cambios a su poder ni a sus prejuicios clasistas ni en sus concepciones ideológicas arcaicas (no incaicas)

También porque Castillo no estuvo a la altura de sus responsabilidades como gobernante de una Presidencia bajo un poder ajeno, el cual no ha dejado de pertenecerle a las élites peruanas. El acoso y las debilidades de Castillo, más la “masacre mediática” que le hicieron los medios de comunicación de derechas, fue más que suficiente para su caída.

V

Todas esas circunstancias hostiles, más el agotamiento de Castillo, motivaron sus errores, como: a) haberse planteado como objetivo primario el cambio de la Constitución neoliberal de Fujimori desde de consolidarse en la Presidencia; b) abandonar su proyecto de cambios para atender su defensa; c) desligarse de la izquierda y hacer ministros a neoliberales corruptos; d) olvidar la función de la OEA en el golpe en Bolivia; e) suponer que con ayuda de la OEA calmaría a las élites y a los “masacradores” mediáticos.

El error de esperar ayuda de la OEA, ofreció en bandeja una ocasión para que Luis Almagro, cumpliera su posible misión en Perú: aconsejar a Castillo la medida de romper el orden constitucional, bajo el supuesto amparo de una ley como “solución”, lo que provocaría el contragolpe, que sí se amparó en la ley.

Así culminó una fracasada gestión gubernamental, y en esta oportunidad, las derechas se están luciendo como defensoras de un orden democrático constitucional que nunca han respetado en Perú… y en ninguna parte.

Al margen de estas cuartillas

*Comentaristas como Juan José del Castillo (Prensa Alternativa) señalan a los diarios El Comercio y Perú XXI como los que iniciaron, continuaron y aún no cesan “la masacre” contra Pedro Castillo...

*Las agencias internacionales de noticias, por su lado, están distrayendo a sus lectores con lo anecdótico del suceso para esconderles las causas, como eso de contar hasta los minutos que duró la captura de Castillo…

*Dina Boluarte, la vice de Castillo, vinculada a las oenegés peruanas, continuará la ineficacia de Castillo, pero en brazos de las derechas, a las cuales les prometió fidelidad en su “toma de posesión”…

*Este suceso, es apenas un incidente en la historia del poder oligárquico, y con Castillo continuó sin alterarlo en nada, pero tampoco los oligarcas tienen garantizado ese poder…

*La victoria electoral con Castillo –con sus debilidades— fue una demostración del poder emergente y en crecimiento de las fuerzas populares antioligárquicas…

*Las cuales ahí están en las calles, enfrentando la acostumbrada represión militar, probando que han perdido una batalla, pero no guerra de clases…

*Y con un paro indefinido en busca de una definición favorable del conflicto para los intereses populares…

*Y como dijo el director de Prensa Alternativa… “No ha pasado nada [irremediable] y hemos aprendido mucho”.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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