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“Laudate Deum”, cómo sobrevivir al Ecocidio en la era del neoliberalismo

Papa Francisco: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí”

Sacerdotes y obispos asisten a una Santa Misa presidida por el papa Francisco, en la plaza de San Pedro. Foto: EFE/Giusppe Lami

Citlali Rovirosa-Madrazo

8 de octubre 2023

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Para quienes esperaban que la nueva carta encíclica del papa Francisco publicada en estos días iba a brindar una tregua, o incluso ofrecer generosas indulgencias, Laudate Deum cae del cielo como un torrente de agua helada. Agua de golpe como la que corría por los torrentes urbanos que desbordaron en días pasados estaciones de metro y avenidas en Manhattan y otras ciudades anegadas a causa del cambio climático.

Laudate Deum es el nombre latín de la segunda encíclica del papa Francisco relacionada a la crisis socioambiental que flagela al mundo. Su primera encíclica sobre este tema conocida como Laudato si’ había sido deliberadamente publicada en los días previos a la Cumbre Climática COP21 de Paris en 2015. En esta ocasión, con advertencias severas, el nuevo texto se publica en vísperas de la Cumbre Climática COP28 a celebrarse próximamente en Dubái.


A los ‘negacionistas’ del mundo, (posiblemente aludiendo a sectores católicos conservadores de Norteamérica), el papa Francisco les dice sin reparo: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí” […] “lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo” (LD5, 6). La encíclica del obispo de Roma no escatima palabras: “ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Sólo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos […] todo está conectado […] y nadie se salva solo” (LD 16, 19).

A los que no se considerarían así mismos ‘negacionistas’, (posiblemente aludiendo a ecologistas tradicionalistas) el Sumo Pontífice les recrimina que suelan imputar a los pobres (léase, a las mujeres) por el colapso climático: “[…] no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres” (LD 9).

Al igual que Laudato si’, la nueva exhortación papal que debe leerse como su continuación y complemento no tiene desperdicio. Al igual que aquella, esta nueva publicación es contundente y alerta sobre el espejismo del paradigma tecnocrático “que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente” (LD 20). Y agrega: “provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología ‘dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien […]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad’” (LD 23). De ahí la elección franciscana del título en latín Laudate Deum: “‘Alaben a Dios’ es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo” (LD 73).

Curiosamente, según encuestas del Pew Research Center, el 41% de los católicos en Estados Unidos que asisten a misa regularmente, jamás escuchó en el púlpito mención alguna sobre el cambio climático. Cabe suponer, no obstante, que después de esta nueva publicación, el silencio de algunos sectores de la propia jerarquía eclesiástica sobre el colapso bioclimático no se podrá prolongar por mucho tiempo (a menos, claro está, que algunos decidan arrojar la publicación a la hoguera —una práctica muy de moda en estos tiempos). De suerte Laudate Deum no está únicamente dirigida a los católicos conservadores del norte global, sino que exhorta “a todas las personas de buena voluntad”.

Las citadas encuestas revelaron también que la publicación en 2015 de Laudato si’ no parece haber tenido mucho impacto en el mencionado país, mientras que en países del sur global el impacto ha sido significativo, generando la proliferación de grupos que se han movilizado masivamente en escuelas, parroquias, universidades y diversos foros de la sociedad civil inspirados por el llamado del papa Francisco a preservar y custodiar ‘la casa común’. ¿Podemos esperar pues que en esta ocasión que el eco de la Laudate Deum no se podrá silenciar?

Cuando en el siglo XVIII los misioneros de la Orden de los Jesuitas a la que pertenece el papa Francisco sufrieron persecución y la disolución de su Orden, no imaginaban el revuelo que provocarían las publicaciones del primer papa jesuita en la historia siglos después. Habría sido justamente el descubrimiento de minas de oro en territorios donde la Compañía de Jesús tenía sus misiones en Paraguay una de las razones por la disputa entre los poderes europeos de la época: la firma de un acuerdo entre la Corona portuguesa y la Corona española terminaría por eliminar las misiones jesuitas en tierras indígenas. Desde entonces el magisterio y la visión jesuita son claros: el despojo de las tierras para la explotación depredadora de minerales es inadmisible, tanto porque dichos recursos no son infinitos (LD 22), como por el impacto devastador sobre los pueblos originarios que habitan en territorios donde materias primas como el hoy codiciado Litio se extraen. (El tema sobre los pueblos indígenas castigados drásticamente por la crisis climática, ha sido ampliamente abordado por el obispo de Roma en previas exhortaciones como Querida Amazonia, Laudato si’, Fratelli tutti).

El legado de Laudate Deum junto con todas las otras exhortaciones del obispo de Roma, parecería inmensurable y la historia juzgará su verdadero alcance, no sólo por su riqueza teológica, sino por su impacto antropológico, político y cultural. Tomará mucho tiempo y extensos tratados para estudiarlas con justicia; pero por ahora nos centramos en dos mensajes trascendentes de Laudate Deum: su llamado a revolucionar la forma de hacer política, tanto a nivel internacional como a nivel nacional; y, su reiteración sobre la importancia de la ecología integral y la incorporación transdisciplinaria del conocimiento, la interculturalidad y los otros saberes para hacer frente al colapso bioclimático. Ciertamente la visión del papa involucra una revolución epistemológica, (como afirmé en un libro que escribí en 2016 con Fernando Cardenal (SJ) (q. e. p. d.). Pero, ante todo invita a una labor de deconstrucción, o, mejor dicho, regeneración, en el ámbito internacional, del paradigma del multilateralismo. Instando a favorecer siempre los acuerdos multilaterales entre los Estados (LD 34); el sumo pontífice se pronuncia, no obstante, a favor de: “Un multilateralismo ‘desde abajo’ y no simplemente decidido por las élites del poder… Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática” (LD 38). Laudate Deum concierne por tanto a la sociedad civil: ¿qué otra cosa significa “multilateralismo desde abajo” sino la intervención de la sociedad civil, especialmente la juventud, en las decisiones políticas sobre los asuntos que conciernen su futuro. Palabras precisas del papa: “reitero que ‘si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales’“ (LD 38).

Sin duda la lectura hermenéutica de Laudate Deum tendrá que ser teológica y académicamente rigurosa, pero ¿debemos, hoy por hoy, leer entre líneas cierta simpatía hacia organizaciones ambientalistas consideradas por muchos como ‘radicales’ o ‘beligerantes’? ¿Debemos leer entre líneas posturas favorables a la labor de quienes promueven iniciativas dirigidas a modificar el derecho internacional y nacional en materia penal y ambiental? Después de todo el papa Francisco fue el primer jefe de Estado en reconocer públicamente el valor de la Ley de Ecocidio tras una iniciativa de la sociedad civil de hacer enmiendas al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional a fin de codificar el crimen de ecocidio. Concluyo citando este otro fragmento de Laudate Deum: “Si bien ‘la historia da muestras de estar volviendo atrás […] cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día’ […]” (LD 34).

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Citlali Rovirosa-Madrazo

Citlali Rovirosa-Madrazo

Periodista y socióloga mexicana. Es máster y doctora por la Universidad de Essex, Inglaterra. Actualmente es investigadora visitante del Interdisciplinary Global Development Centre (IGDC) de la Universidad de York, Inglaterra.

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