
11 de marzo 2020
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Antes de 2018, el IEEPP documentó la exclusión social, desigualdad y violencia hacia las mujeres; hoy es la lucha por transformar un Estado opresor
Antes de 2018
A Claudia, a Elvira, a Dayra, y a todas las mujeres que han abierto el camino.
Es común escuchar la aseveración de que “antes de abril todo mundo estaba callado”. Esa afirmación es parcialmente cierta, en el sentido de que, efectivamente, el régimen de Daniel Ortega no estaba siendo cuestionado masivamente en las calles como se vio a partir de la insurrección cívica de abril de 2018. Sin embargo, desde que Ortega y sus allegados llegaron nuevamente al poder, siempre han existido grupos ciudadanos con insistentes voces de protesta. Pocas de esas voces han sido tan valientes como las de diversos grupos y movimientos de mujeres nicaragüenses. De hecho, desde mucho antes de enero de 2007, los movimientos de mujeres venían alertando del peligro que significaría para toda Nicaragua, que un abusador sexual llegara al poder. No existía entonces un país en silencio, sino que, al igual que hoy, existía una Nicaragua que no escuchaba a las mujeres con suficiente atención.
En ocasión del Día Internacional de la Mujer, considero justo reiterar que gran parte de la descomposición política y social de Nicaragua, tiene raíces en un sistema y en una cultura política marcada por la violencia, la exclusión social y la desigualdad. Precisamente por ello, la insurrección cívica de abril y los movimientos sociales que le precedieron—como por ejemplo las protestas contra el proyecto del canal interoceánico y por los incendios de Indio Maíz—han estado liderados por diversas voces de mujeres. Hoy, más que nunca, es fundamental reconocer que la lucha por construir una Nicaragua en igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres, está íntimamente ligada a la lucha por la democracia, justicia y libertad iniciada en abril de 2018. No son dos luchas diferentes.
De ahí que es esencial hacer un reconocimiento a todas las mujeres que desde la defensa de los derechos humanos, el activismo por los derechos de las mujeres y desde los múltiples espacios de lucha y rebeldía, trabajan por hacer realidad esa Nicaragua posible.
En reconocimiento al estrecho vínculo entre democracia, inclusión social y derechos humanos, el Instituto de Estudios Estratégicos y (IEEPP) inició, hace ya varios años, una serie de programas de investigación e incidencia como fueron el Programa de Análisis de Violencias, Nuevas Masculinidades e Inclusión Social. Los hallazgos del IEEPP siempre incomodaron al régimen de Ortega, ya que año con año demostramos que a pesar de las bajas estadísticas oficiales de criminalidad y violencia, Nicaragua mostraba una tendencia alarmante en los índices de violencia hacia las mujeres.
Quiero aprovechar esta oportunidad para reconocer a dos exdirectoras del IEEPP—Claudia Pineda y Elvira Cuadra—y a la subdirectora Dayra Valle, por haber tenido la visión de enfocar desde hace muchos años las capacidades del Instituto, en la indagación sobre las raíces estructurales de las violencias hacia las mujeres. Les agradezco a ellas y a todas las colegas investigadoras del Instituto, por los esfuerzos realizados junto a otras organizaciones aliadas, en formar a miles de personas en Centroamérica y Nicaragua, sobre procesos de prevención de violencias. Desde esa visión, en el IEEPP reconocimos que la comunidad de activistas, de defensoras de derechos humanos y de periodistas, necesitaba de una contraparte técnica que les ayudara con la búsqueda de evidencias sobre la verdadera situación de las mujeres en Nicaragua.
Con base en lo anterior, quisiera hacer un rápido recuento de algunos de los hallazgos del IEEPP, con datos actualizados al 2018, y que hoy, tienen mayor relevancia que nunca:
Los datos anteriores son solo un diagnóstico resumido de la situación de exclusión social, desigualdad y violencia hacia las mujeres. Estos hallazgos están contenidos en una serie de estudios del IEEPP en el marco de los programas Nuevas Masculinidades, Prevención de Violencias, Inclusión Social, así como el reporte “Gender and Social Inclusion”, que no ha sido publicado en español.
Al igual que otras ocho organizaciones de sociedad civil en Nicaragua, enfocadas en derechos humanos y promoción de la participación ciudadana, en diciembre de 2018 el IEEPP fue arbitrariamente clausurado por la espuria Asamblea Nacional. Gran parte de nuestros activos físicos fueron expropiados. De forma ridícula, se nos acusó de ser partícipes en la planificación y financiamiento de un supuesto golpe de Estado. La realidad es que el régimen nunca ha soportado que existan voces que desnuden la cruda realidad de un sistema político violento y violador de los derechos humanos. En el año 2017 alertamos que los índices de violencia política en Nicaragua se habían multiplicado por cinco en varios municipios del país, y que los indicadores de violencia e impunidad en crímenes hacia las mujeres delataban ya una grave alerta de la descomposición del Estado.
Puede ser que el IEEPP haya dejado de funcionar temporalmente en Nicaragua o quizás nuestra labor de incidencia ya se cumplió. Eso está por verse. Lo verdaderamente esperanzador es que hoy existe en Nicaragua una amplitud de voces vibrantes de mujeres defensoras de derechos humanos, activistas, voluntarias, pensadoras, luchadoras y ciudadanas autoconvocadas comprometidas en transformar un Estado opresor en una nación incluyente, justa y libre. A todas ellas, nuestra más profunda solidaridad y gratitud.
*Director del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas
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Politólogo, académico y activista político nicaragüense. Fue secretario general del Ministerio de Defensa y director de Protección Civil durante la Presidencia de Enrique Bolaños. Es codirector fundador del Instituto de Liderazgo de la Sociedad Civil. Miembro de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, exprecandidato presidencial, excarcelado político y desterrado por la dictadura orteguista.
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