Si todos aceptaban la mentira impuesta por el Partido —si todos los archivos narraban la misma falsedad—, esta se incorporaba a la historia y se convertía en verdad. “Quien controla el pasado —decía la consigna del Partido— controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado”, George Orwell (1984).
Campus San Ignacio de Loyola, UCA Managua. 16 de agosto de 2023, 8:30 p. m. En la Sala de Colecciones Especiales del IHNCA, la militante del Partido mostraba signos evidentes de irritación. Quizá había supuesto que, en calidad de interventora del hoy extinto Consejo Nacional de Universidades (CNU), cumpliría sin mayores obstáculos la tarea encomendada esa noche: “recuperar” los archivos de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA).
Sin embargo, la militante no podía entrar a la sala climatizada en que se encontraba la Colección CNA. Se mostraba furiosa, pero no dejaba de hablar por teléfono. En tono conciliador le decía a la voz al otro lado de la línea que solo aguardaba por las llaves de aquella puerta.
Mientras la militante daba explicaciones a su interlocutor, quienes la acompañaban permanecían atentos a cada una de sus palabras y a todos sus ademanes. Ninguno prestaba atención a los preciosos documentos históricos, valiosas obras de arte y a miles de fotografías, algunas del siglo XIX que tenían frente a ellos.
Aquellos advenedizos tenían oportunidad de examinar la recién inaugurada biblioteca Carlos Tünnermann Bernheim, donde se albergaban miles de libros, manuscritos y numerosos diplomas y reconocimientos del ilustre ciudadano, así como la única sala de lectura para libros raros del país, podían recorrer la exposición “Sonrisa de un Ángel”, dedicada a la memoria del padre Ángel Martínez, S.J., o apreciar las valiosas obras de arte que el instituto alojaba. No obstante, se limitaban a esperar pasivamente las indicaciones de la militante.
Por fin le llevaron las llaves. Ella se relajó un poco y se apresuró a entrar. De inmediato empezó a tomar fotografías de todo: lámparas a queroseno, cotonas de brigadistas alfabetizadores, afiches, archivadores metálicos. Al abrir estos últimos, encontró decenas de cartillas y diarios de campo, además de miles de cintas magnetofónicas. Enviaba imágenes una tras otra, hasta que la voz al otro lado de la línea calló.
Hasta ese día, en el IHNCA nadie imaginaba que su acervo incomodara al Partido. Al fin y al cabo, ¿Qué amenaza le podían representar los libros religiosos del siglo XVI, escritos en latín?, ¿o los manuscritos coloniales en español antiguo?, ¿o aquellas bibliotecas familiares que custodiaban fotografías, memorias y reflexiones íntimas de autores ya fallecidos?, ¿acaso la colección de mapas del siglo XVIII constituía “propagación de noticias falsas”?, ¿podrían los estudios elaborados por el Centro de Investigación y Documentación de la Costa Atlántica (CIDCA) poner en riesgo la seguridad nacional?, ¿es posible tildar de golpistas las producciones intelectuales de Carlos Martínez Rivas, Ernesto Cardenal, Felipe Rodríguez Serrano, Pablo Antonio Cuadra, Salvador Mendieta Cascante, Socorro Bonilla o Xabier Gorostiaga, entre muchos otros?
El IHNCA no ocultaba su acervo, al contrario, lo ponía a disposición de investigadores y personas comunes, nacionales y extranjeros, incluidos estudiantes de otras universidades y de secundaria, a quienes ofrecía recorridos por sus depósitos.
Aun durante los momentos más difíciles de la pandemia de la covid-19, el Instituto continuó brindando servicios en línea. La misma mañana en que los interventores irrumpieron en sus instalaciones, había usuarios consultando periódicos antiguos en la también recién inaugurada sala de lectura Manuel Ignacio Pérez Alonso S.J.; para evitarles contratiempos, fue necesario pedirles que se retiraran apresuradamente.
Desde aquella noche los interventores de la UCA también se apropiaron de todos los documentos impresos y digitalizados, instalaciones y recursos del IHNCA. Pocos días después, en el edificio del Instituto —y haciendo uso de los mismos recursos y archivos que éste había resguardado— con pompa y circunstancia exhibieron los archivos de la CNA e inauguraron una suerte de museo dedicado a ensalzar al Partido. Sin embargo, hasta el momento no han mostrado ni acusado recibo del resto del material histórico y artístico que confiscaron, el cual constituía la mayor y más valiosa parte del acervo del IHNCA.
En fin, todo parece indicar que al Partido le interesaba confiscar no sólo los archivos de la CNA, sino todo el valioso acervo IHNCA. De este modo, intenta silenciar miles de voces del pasado, cuyos gritos y susurros le resultan incómodos. La militante interventora, tal vez —como Winston Smith, el antihéroe de Orwell—, ignoraba las nefastas consecuencias de su misión nocturna en la memoria histórica de su país.
*Este artículo se publicó originalmente en El INHCA en el exilio.