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La acción climática debe estar por encima de la política

Después de años de advertencias y llamamientos a la acción, por fin hay señales de que la transición verde se ha puesto en marcha

COP29, acción climática

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llega para su intervención en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) en Bakú, Azerbaiyán, el 12 de noviembre de 2024. // Foto: EFE/EPA/ANATOLY MALTSEV

Nadia Calviño

13 de noviembre 2024

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de este año (COP29) en Bakú se está llevando a cabo en un contexto geopolítico tumultuoso. Además de los cambios en las alianzas estratégicas, las tensiones comerciales y los conflictos violentos, el “año de las elecciones” ha dado paso a un período de retórica política acalorada y ha provocado cambios de gobierno.

Pero esto no debe distraernos del estado actual del planeta y de la economía real. Los efectos y los costos del cambio climático van en aumento. Los fenómenos meteorológicos extremos, desde huracanes en el Caribe hasta inundaciones catastróficas en Europa y sequías en el Amazonas, se están volviendo más frecuentes e intensos, aumentando el riesgo de inestabilidad financiera, especialmente en los países más vulnerables y altamente endeudados del mundo.

Al mismo tiempo, ya está en marcha una revolución energética: el despliegue de las energías renovables crece de manera exponencial, y la inversión anual en fuentes de energía limpia ya supera con creces a la de los combustibles fósiles. Los ciudadanos y las empresas también se están volviendo cada vez más conscientes de la necesidad de invertir en la adaptación al cambio climático. La encuesta climática más reciente del Grupo del Banco Europeo de Inversiones arroja que el 94% de los europeos y el 88% de los norteamericanos respaldan las medidas de adaptación, mientras que la mitad de los participantes dice que estas medidas deberían ser una prioridad nacional.

Asimismo, el crecimiento económico se está desacoplando rápidamente de las emisiones de dióxido de carbono, debido a los avances y a la innovación en tecnologías de generación y eficiencia de energías limpias que ayudan a combatir el cambio climático y fomentar la competencia. La Unión Europea ha sido pionera en esta materia, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en más de una tercera parte desde 1990, período en el cual su economía creció el 68%. La Agencia Internacional de la Energía pronostica que las energías renovables cubrirán casi la mitad de la demanda mundial de electricidad para 2030. Las emisiones de la UE, Estados Unidos y la mayoría de las economías avanzadas están disminuyendo a pesar del crecimiento de su producción económica, mientras que las de China pueden alcanzar un pico este año -mucho antes de lo esperado.


Después de años de advertencias y llamamientos a la acción, por fin hay señales de que la transición verde se ha puesto en marcha. La razón es simple: la energía limpia hoy es más barata y más eficiente que los combustibles fósiles, en gran medida debido a una mejora del almacenamiento en baterías. Como resultado de ello, lo que debemos hacer por nuestro planeta hoy también es lo más inteligente que podemos hacer por nuestras economías. Cada dólar invertido en adaptación y resiliencia climáticas puede ahorrar entre 5 y 7 dólares en costos de futuras catástrofes, para no mencionar vidas y medios de subsistencia.

La mayoría de las empresas son plenamente conscientes de este ahorro y han actuado en consecuencia. Alrededor del 60% de las más de 12 000 empresas en toda la UE y Estados Unidos encuestadas por el Grupo del BEI están invirtiendo en la transición verde, mientras que el 90% han tomado medidas para reducir las emisiones de GEI. Reducir los desechos, bajar los costos y fomentar la resiliencia tiene sentido desde un punto de vista comercial. Es esto, más que la presión internacional, la retórica apasionada y los compromisos públicos, lo que alentará a empresas e inversores a financiar la descarbonización de la economía global.

En el Grupo del BEI, dedicamos más de la mitad de nuestros préstamos anuales -casi 50 000 millones de euros (53 000 millones de dólares) por año- a proyectos que aceleran la transición verde en Europa y fuera de ella. Invertir en resiliencia y adaptación al cambio climático a nivel nacional protege nuestra infraestructura, nuestra agricultura y nuestros medios de subsistencia, y permite una recuperación robusta y rápida de las catástrofes, como las inundaciones mortales que anegaron ciudades enteras en Europa central en septiembre y asolaron a mi país, España, en octubre.

Pero para que la transición sea exitosa tiene que ser rápida y justa, garantizando que nadie quede rezagado. Los países en desarrollo y los hogares de bajos ingresos son más vulnerables a los peligros del calentamiento global y al impacto distributivo de las políticas de transición verde, ya que las tecnologías emergentes alteran a las industrias tradicionales y a los modelos de negocios establecidos. El BEI, por lo tanto, está incrementando su cuota de inversiones verdes fuera de la UE, apoyando a los pequeños estados insulares en primera línea frente al cambio climático, financiando infraestructura resiliente en todo el mundo y fomentando el mercado global de bonos verdes.

Los bancos multilaterales de desarrollo han tomado la iniciativa en este frente, invirtiendo la cifra récord de 125 000 millones de dólares en proyectos verdes en 2023, y duplicando la cantidad de financiación del sector privado movilizada en comparación con 2022. Además de superar nuestras promesas, nos comprometemos a trabajar juntos para seguir movilizando financiación para el clima en los próximos años.

La cooperación mundial es la única manera de impulsar una transformación a escala planetaria. La transición verde está en marcha, en parte gracias a nuestros esfuerzos mancomunados. Pero debemos mantener el rumbo, aprovechando los foros internacionales y los marcos de toma de decisiones existentes para encontrar soluciones beneficiosas para todos que refuercen la seguridad, la estabilidad y el bienestar de todos los países.

*Este artículo se publicó originalmente en Project Syndicate.

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Nadia Calviño

Nadia Calviño

Economista del Estado y alta funcionaria española de las instituciones europeas. Presidenta del Banco Europeo de Inversiones desde el 1 de enero de 2024. Ejerció como vicepresidenta primera del Gobierno desde julio de 2021 hasta diciembre de 2023 y de ministra de Economía desde junio de 2018 hasta diciembre de 2023.

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