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El poeta chontaleñizador de las musas

Al poeta Guillermo Rothschuh Tablada –padre de dos poetas, Guillermo y Eliécer— lo conocí de modo fortuito en el año 1961 o el 62 en Juigalpa

Al poeta Guillermo Rothschuh Tablada –padre de dos poetas

Onofre Guevara López

15 de noviembre 2022

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El profesor Coloma y otros destacados intelectuales han estudiado su obra y otros más lo harán en el futuro como lo merece la excelsa creatividad del profesor Guillermo Rothschuh Tablada. De él, solo puedo escribir sobre su gran generosidad humana, de la cual conocí y –en algún momento— me beneficié de su amistad en buena parte de sus 96 años de útil existencia.

Hace mucho tiempo ya, en una entrevista radial, un personaje político me ubicó con intención crítica y mala puntería como integrante de un grupo de estudiantes del Instituto Ramírez Goyena.  Sorprendido por esa equivocación me hice una pregunta: … ¿Y cuándo estudié en ese colegio, que no me di cuenta?

En verdad, tampoco me podría acordar el haber estudiado en ningún otro colegio de secundaria. Fue bueno, sin embargo, que, al mencionar a ese instituto, me recordara al profesor Guillermo Rothschuh Tablada, director entonces del Ramírez Goyena, al que se le ha considerado el mejor colegio público de nuestro país y, a él, su más ilustre director.

II


Pasaron muchos años sin tener la oportunidad de conocer en persona al profesor Rothschuh Tablada, pero ya seguía su trayectoria desde los años 40 del siglo pasado, cuando él figuraba entre los tres mejores alumnos de la Escuela Normal Central de Varones, junto a Pedro Conrado Flores y José Quintanilla. Después, el primero profesor y poeta, y el segundo un destacado abogado.

Esa Escuela Normal estaba bajo la dirección del profesor republicano español Carlos de Sena, cuya influencia cultural e ideológica fue importante para la formación de esos tres destacados alumnos suyos. El estudiante Guillermo Rothschuh Tablada siguió siendo el más sobresaliente de todos los que allí se graduaron, hasta su lamentable fallecimiento el domingo 6 de noviembre en Juigalpa, la capital de su adorado Chontales.

III

Al poeta Rothschuh Tablada –padre de dos poetas, Guillermo y Eliécer— lo conocí de modo fortuito en el año 1961 o el 62 en Juigalpa, cuando él abordó el microbús del cual yo era uno de sus pasajeros. Por supuesto, el profesor subió dando unos “buenos días” al colectivo, y saludó a sus conocidos. Era la madrugada de un lunes; él regresaba a su labor educativa al Ramírez Goyena, después del descanso de fin de semana; y yo, un ocasional y anónimo visitante que abandonaba la ciudad de Juigalpa.

La noche anterior, había estado comentando sobre la personalidad del profesor Rothschuh Tablada con el profesor Gregorio Aguilar Barea, recordado amigo suyo, y ambos fundadores del Clan Intelectual de Chontales.

Ya ubicado dentro del microbús, un elegante sombrero Stetson de ganadero chontaleño rico –que nunca lo fue— continuó bien calado en su cabeza, y comenzó una vibrante conversación, con la cual mantuvo en permanente atención al pasaje, como buenos alumnos y, al menos yo, en cierta forma, lo fui también mientras duró el viaje.

Sin embargo, desde muchos años antes, siempre estuve atento a lo que el profesor Rothschuh Tablada pudiera opinar de lo que se escribía en Orientación Popular, semanario obrero socialista del cual él era quizá el más importante de sus lectores.

Cuando en los años ochenta escribía la columna Al margen de la cuartilla en el Diario Barricada, se me ocurrió citar un verso de un poema suyo, lo que motivó que me llamara por teléfono, aún sin haber hablado personalmente con él. En tono familiar me recordó que la cita de su poema sobre Juigalpa tenía un error; que lo correcto, tal como había descrito en ese verso la bucólica tranquilidad de su ciudad, era… “una vaca echada que ni los perros levantan”.

Seguimos manteniendo comunicación solo telefónica y, estando ya en El Nuevo Diario, me di cuenta de que el profesor Rothschuh Tablada era lector de mi columna diaria Don Procopio y Doña Procopia –diálogo de irónica crítica política entre un par de “viejos”— y por el hecho de que él fuera su lector, me tomé la libertad de solicitarle vía telefónica, me escribiera el prólogo del libro que iba a publicar con una selección de los diálogos de esa columna.

Él me hizo ese honor de escribirlo, y ahí está su prólogo en el libro De votos y devotos (2012, 449 páginas, Editorial Amerrisque) Aprovecho para reiterar mi agradecimiento por haber prologado el libro, y también porque, en el título del prólogo, me hizo el grandísimo honor de calificar mi trabajo como la de un Cronista de la dignidad.

¿Cómo no tener un fuerte sentimiento de pesar por el fallecimiento de este generoso ser humano, que escribió tal cosa, cuando ni siquiera me conocía personalmente?

V

Por fin llegó el momento en que pude saludar y abrazar al profesor Rothschuh Tablada. Llegué a Juigalpa acompañado de Julio Francisco (Kiko) Báez, a la presentación del libro Esto es Chontales, de su hijo Guillermo Rothschuh Villanueva. Concluida la presentación del libro, lo más importante era visitar al más ilustre vecino de la Calle Palo Solo, y en unos pocos minutos ya estábamos entrando a su casa.

Lo encontramos enfermo, acostado, y al conocer quiénes lo visitábamos, se sentó en su cama…levantó sus brazos exclamando que por fin nos conocíamos; yo me agaché para darle un fuerte abrazo. Él fue ayudado a vestirse por su hija, y los tres nos sentamos a seguir hablando, porque desde que llegamos no dejo de conversar con un ánimo tal, que no parecía tan enfermo como lo suponíamos.

Otra vez, pero ahora “en vivo”, escuchábamos sus aleccionadoras y estimulantes palabras sobre todos los temas, sin orden de importancia, sino que se le venía a su memoria, en especial, en las respuestas que le daba a Kiko Báez a sus preguntas sobre las numerosas pinturas y fotografías colgadas de las paredes del corredor de su casa, entre ellas la de su personaje preferido Catarrán (Vicente Hurtado Morales), jinete y torero chontaleño, de quien escribió; en uno de sus poemas:

“Catarrán es el milagro en carne

viva: sangre de sus

hazañas sobrevive a la

herida. Trasciende y sigue”.

“Catarrán es el último filósofo de

estas serranías. Él dice:

toreo, luego existo.

Despisto, ergo sum”.

VI

Sin faltar las chispas de su buen humor, nos contó una anécdota con una empleada de casa, la cual le había preguntado de quién eran las hermosas vacas pintadas en uno de los cuadros, y él le había respondido simplemente… “Son mías”. En otra ocasión, una de esas de cuando la escasez monetaria es “normal” en el hogar de personas honestas que no acumulan riquezas con su inteligencia (o tienen la “inteligencia” de no acumular riquezas) le había retrasado el pago por sus servicios; la empleada se paró ante el cuadro en donde estaban pintadas las vacas, y muy seria le increpó…”¡¿Y por qué no vende una de esas vacas?!”

Llegó la noche, y había que regresar a Managua, después de aquella feliz primera ocasión de un 7 de septiembre de 2019, cuando después de 75 años de tener conocimiento de la trayectoria del profesor Guillermo Rothschuh Tablada, y 38 años de relaciones telefónicas, pudimos encontrarnos y darnos un amistoso abrazo, como “viejos conocidos”, pero entonces también viejos de edad; el profesor con 93 años y el “alumno” con 89 años.

De las cuatro anécdotas con el profesor Rothschuh Tablada, publicadas en Momentos compartidos. Tres anecdotarios (2020, JEA-Editor) capítulo I. Entre poetas me he tenido que ver, transcribo el párrafo final de la última anécdota:

 “Todo ocurrió después de reconocer a Juigalpa con un intervalo de más de cincuenta años. Raro, estando en el mismo pequeño bello país, aunque ni ´único´ ni ´original´, porque la naturaleza no fabrica territorios por encargo, como para vender pasajes a turistas de otras galaxias”.

Desde aquel memorable amistoso encuentro hasta el fallecimiento del profesor y poeta Guillermo Rothschuh Tablada, pasaron tres años de habernos abrazado y hablado directamente la primera, última y única vez. A estas horas que escribo, no me es posible imaginar cuántos pocos días, meses o años faltarán para seguir con él en mis recuerdos.

Al margen de estas cuartillas

*Eso de “único” y “original” fue una alusión a la tonta publicidad que entonces hacía (o hace) el Instituto de Turismo del Gobierno de Nicaragua…

*Ahora ese Gobierno les ofrece un mensaje a quienes buscan pasaporte para salir del país, en un gran rótulo colocado en las cercanías de Migración y Extranjería…

*El mensaje ocupa todo el espacio del rótulo, con un texto único: “Donde vaya también van mis derechos”…

*El mensaje insinúa que ese texto refleja el pensamiento de cada uno de quienes buscan salir del país “por placer”…

*En verdad, la mayoría se va, precisamente, porque aquí… ¡ha perdido cosas esenciales como el trabajo y los derechos!…

*Y, a lo falso del mensaje, unieron una mala redacción quienes ordenaron, redactaron, pagaron la hechura del rótulo y para colocarlo…

*Porque fíjense: el adverbio Donde indica el lugar en que sucede algo…

*Pero ese rótulo, reclama a gritos el adverbio Adonde, porque quienes están en la fila buscando pasaporte, quieren irse a otro lugar, en donde piensan hallar lo que aquí no encuentran…

*Mi abuela decía al respecto de quienes hacen ostentación pública de su desconocimiento, que…. “Pasaron por el colegio, pero el colegio no pasó por ellos”.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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