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El legado de Berta Cáceres en este 8 de marzo

Berta estuvo contra la militarización, la represión y la opresión, que se derivan de la oligarquía, las transnacionales y la opresión

Fotografía cedida por Amnistía Internacional de la líder indígena Berta Cáceres (i), asesinada a tiros en la localidad de La Esperanza en el oeste de Honduras. EFE.

Azahálea Solís Román

5 de marzo 2016

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La columna de esta semana estaba reservada para hablar del aporte perverso a las ciencias políticas que hace el régimen que destruye Nicaragua, puesto que han institucionalizado a su estilo la dictadura con enfoque de género.

Pero la fragilidad y la fortaleza de la vida dieron una sacudida mercurial a Centroamérica, que despertó el jueves 3 de marzo con la dolorosa y terrible noticia del asesinato de Berta Cáceres. Este asesinato toca muy hondo el sentir de nuestra América y nos mueve hacia una profunda reflexión en el feminismo.


Pienso en Berta y la asocio con muchos conceptos: vida cotidiana, transversalidad, identidad, feminismo, medio ambiente, protección integral de los derechos humanos. Todos ligados a su vida y a su lucha.

Entre mayo y junio de 2013, en Honduras, Berta fue detenida, liberada bajo condiciones, juzgada y finalmente exonerada de cargos. En Nicaragua defendíamos la ley 779 y empezábamos a luchar por nuestra soberanía. Similitudes con ligeras diferencias de matices. Aquí y allá defendiendo la vida, la tierra, la soberanía y la integridad personal de las mujeres.

Conocí a Berta un año después del golpe de estado en Honduras, cuando fui invitada como feminista nicaragüense a un encuentro nacional que se realizó en San Pedro Sula. Compartiendo información y ahondando en los debates descubríamos que no solo compartíamos historia y geografía, también teníamos en común nuestras realidades, aunque supuestamente los sellos ideológicos de los gobiernos de turno estaban en las antípodas. No sin cierto estupor nos escuchábamos. En uno y otro lugar los comportamientos y las actitudes eran similares. Entre nosotras nos indagábamos, ¿cuál es la diferencia entre los gobiernos de la región centroamericana?

Los seres humanos utilizados como instrumentos, en gobierno de signos políticos distintos. La demanda de participación de las mujeres “a la hora en que los hornos no se encienden y hay que palear de nuevo el carbón del mañana”, pero luego empujadas al cuarto de al lado cuando de la toma de decisiones se trata. El uso de los bienes comunes no en función de la vida de los seres humanos, sino de intereses particulares, tanto por quienes se declaran abiertamente capitalistas, como de quienes dicen abjurar del neoliberalismo.

¿Qué nos diferencia? Salvo algún matiz, la inseguridad y la pobreza nos iguala y sin lugar a duda la exclusión y discriminación de las mujeres.

Como nicaragüense consciente de los riesgos que se viven en los regímenes de excepción, no dejó de sorprenderme la naturalidad con la que nos invitaron a continuar dialogando en otro lugar, aunque eso implicaba un traslado y necesariamente circular por las calles de San Pedro Sula, una ciudad con altos índices de violencia en el mundo. Pero la vida cotidiana es ineludible, el día a día reclama cama y comida, aun en las situaciones más adversas. Toca entonces caminar en calles violentas o peligrosas para asegurar el sustento y el encuentro.

Para las mujeres, involucrarse en las luchas sociales tiene grandes costos, porque implican las dobles y triples jornadas y ahí la vida cotidiana absorbe y requiere de mucha energía, a pesar que casi unánimemente se considera cosa menor. Luchar para transformar el mundo de la desigualdad, el horror y el abuso en que vivimos hoy la humanidad, en la calle, en la casa, y en la cama.

A las mujeres, la sociedad nos asigna tareas, nos dicta mandatos y nos impone límites. En este mundo dividido entre grandes y pequeños temas, se nos vetan los primeros y se nos otorgan como de nuestra exclusiva responsabilidad los segundos, pero encima en el reparto de la desigualdad social es de menor relevancia lo que concierne a la vida cotidiana.

Berta fue una mujer integral que no separó sus identidades, que vio la transversalidad de la lucha y unió la vida cotidiana con la protesta allende las puertas del hogar. No poca cosa es conciliar la lucha social procurando a la par el sustento y el bienestar de la familia.

Berta, como dirigente feminista lenca, defendió con ahínco los recursos naturales de Honduras, vale de decir de toda Centroamérica. Con total entereza se empeñó a fondo en “la defensa de los ríos, de los bosques, de los territorios, de la autonomía”. Estuvo contra la militarización, la represión y la opresión, que se derivan de la oligarquía, las transnacionales y la opresión patriarcal. Para ella la defensa de los bienes comunes es elemental para la supervivencia de la humanidad y que esas grandes concesiones afectan la vida cotidiana de las personas y tienen impacto muy negativo en la vida de las mujeres.

Mientras en los cómodos sillones del poder patriarcal se otorgan festinadamente las concesiones sobre los recursos comunes, sin consultas, sin explicaciones y mediante decisiones “exprés”, es en las calles y en el mundo cotidiano que se sufren las consecuencias. Insólito, pero cierto: hoy es la vida misma la que está en juego. El futuro del planeta, la especie humana, la vida cotidiana apostadas por el lucro desmedidos. ¿Qué seremos sin agua?

En este 8 de marzo y con el ejemplo de esta mujer que luchó contra la opresión y el exterminio, haciendo de su legado capital social de todas, es la lucha lo que nos convoca, para defender el derecho a decidir en nuestras vidas, en el mundo, en el país y sobre nuestro cuerpo. Eso conlleva luchar para defender los bienes comunes, la soberanía, el bosque, el territorio y las aguas, sin los cuales no podremos gozar de la vida cotidiana.


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Azahálea Solís Román

Azahálea Solís Román

Activista, feminista y abogada nicaragüense, especialista en Derecho Constitucional. Fue desnacionalizada y obligada al exilio por órdenes de la dictadura orteguista. Fue integrante del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), cancelado por la misma dictadura.

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