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El Chapo, el periodismo, la ética

¿Se debe aceptar una entrevista con un prófugo de la ley como El Chapo Guzmán a cambio de no revelar su ubicación?

¿Se debe aceptar una entrevista con un prófugo de la ley como El Chapo Guzmán a cambio de no revelar su ubicación?

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Si el diablo me ofrece
una entrevista,
voy a los infiernos…
Julio Scherer García

Las discusiones originadas por la entrevista concedida por el Chapo Guzmán a Sean Penn y Kate del Castillo, dada a conocer por la revista Rolling Stone,continúa sacando ronchas. La captura del capo mexicano y la aparición de la entrevista, explosionaron el universo mediático. La onda expansiva tuvo impacto similar o tal vez mayor que el lanzamiento de la bomba de hidrógeno detonada por el gobierno de Corea del Norte. Aunque no es pertinente establecer paralelismo entre ambos acontecimientos, la entrevista pasó a ocupar las primeras planas de los medios de comunicación. Desde hace años tienen en la mira al Chapo igual que tenían puestos sus ojos sobre Pablo Escobar, fundador del Cartel de Medellín. Sus fugas espectaculares en dos prisiones de máxima seguridad, los narcocorridos cantando sus hazañas yel desfile de millares de personas en Sinaloa oponiéndose a su extradición, prueba diáfana de la atracción que ejerce sobre los medios de comunicación de todo el orbe, incluyendo la cadena televisiva Al Jazeera. Hoy esa fruición es mayor. Generó un culebrón.


México vivió un revuelo semejante, la revista Proceso publicó el cuatro de abril de 2010, la entrevista concedida por el Mayo Zambada, segundo al mando del Cartel de Sinaloa, a su fundador, Julio Scherer García. El decano del periodismo mexicano apareció junto a él en varias fotografías, igual que ahora Penn con el Chapo,para disipar dudas acerca de la veracidad del encuentro. El gobierno mexicano recriminó a Scherer García. Entre las voces abiertas al debate se sumó Raymundo Riva Palacio. El director de Milenio razonó como pocos. Su crítica severa fue cuestionar el carácter maniqueo que adquirió la discusión. Unos argumentaron que se trataba de un golpe periodístico y otros de un mensaje sin filtro de parte del Mayo. Hoy hace lo mismo.Puso sal sobre la herida al publicar el 10 de enero: Cuando le dije a “El Chapo” que no. Sabrosa carnada invita a la lectura. La petición no iba formulada directamente a Riva Palacio. Estaba dirigida a una de sus reporteras. En su condición de director él tenía la última palabra y su respuesta fue un rotundo no. Expuso sus razones.

Igual petición fue formulada —por intermediarios del Chapo—al cronista argentino Diego Fonseca, radicado en Washington. Sus dudas las hizo saber después que Sean Penn hizo público su encuentro con el Chapo, (2 de octubre de 2015). La crónica de Fonseca apareció en El País Internacional: Mandito seas, Sean Penn, (10 de enero).Víctima de escrúpulos puso reparos a la solicitud.Deseaba escribir la historia desde su propia voz. Se negaba a convertirse en ghost writer del Chapo. Ante la insistencia del narco de narrarse a sí mismo, objetó que no hay mejor historia que aquella apropiada por los extraños. Vivió las mismas tribulaciones por la que pasó Penn: miedo, ansiedad, nervios destrozados, para concluir que el mal espanta al hombre pero atrapa al escritor. Al cabo de seis meses las comunicaciones quedaron interrumpidas. El Chapo había encontrado dos sustitutos ideales: una actriz que ha mostrado temple y coraje en su aparición en películas y series sobre la mafia, y un actor laureado, dispuesto a consentir al Chapo. No puso reparos para que este fuese guionista y actor de su propia historia.

Los planteamientos de Riva Palacio son seis. Primero,desconfía, podía tratarse de una trampa y cómo garantizar la vida de la reportera. Segundo, en caso de enfrentamientos entre policías y bandidos, sus socios podrían suponer que ella había entregado al mafioso. Tercero, indaga las razones del Chapo para ofrecer la entrevista; plantea dos riesgos: que se haga apología del delincuente o bien salvar el escollo. Cuarto, cómo garantizar la seguridad de ella y al aceptar los términos de la invitación, la entrevista debería ser publicada, equivalía a trasmitir un boletín de prensa, espectacular por la fuente, pero nada más. Quinto, ¿Qué sucedería si al Chapo no le gustaban los términos de la entrevista? La vida de la periodista y la publicación del periódico corrían riesgo que el narcotráfico tomara represalias. Sexto, ¿Qué pensarían sus rivales en el mundo de las drogas? Milenio sería considerado como aliado del Chapo.A mi juicio teníaotra opción: negociar los términos de la entrevista. ¿Por qué no lo hizo?

Los planteamientos de Riva Palacio adquieren hoy mayor importancia, Milenio acaba de publicar información incautada sobre las conversaciones entre el Chapo y Del Castillo. Entrevistado por CNN, Jorge Septién—mexicano experto en temas de Seguridad— tipificó las filtraciones como fuga de información. Cree que el diario debe explicar cómo las obtuvo y por qué hizo circular el mensaje a la luz pública. Durante la entrevista con Fernando del Rincón —la noche del 13 de enero— Septién dijo que las publicaciones están llenas de incoherencias. El director de Milenio criticó en aquel entonces la forma maniquea que adquirió la discusión generada por Scherer García. ¿Al publicar información sensible en manos de las autoridades pretende dar ungolpe periodístico? Septién considera que el objetivo de Kate del Castillo era acercarse al Chapo, para provocar la espectacularidad mundial que ha ganado. Milenio presentó además fotos de la llegada de Kate y Sean al aeropuerto de México. ¿Cómo las obtuvo? ¿Las publicó para ubicarse del lado de los buenos?

Las reflexiones de Riva Palacio son aplicables a la entrevista aparecida en Rolling Stone. Acusaciones y réplicas son inevitables. Las acciones del Chapo mantienen dividida a la opinión pública mundial. No solo a la mexicana. En Colombia Javier Darío Restrepo fue invitado a intervenir. ¿Se debe aceptar una entrevista con un prófugo de la ley a cambio de no revelar su ubicación? Aclara que ni Penn ni Del Castillo son periodistas. Sus límites éticos por lo tanto son personales. No están regidos por los cánones de la profesión periodística. Sus respuestas fueron cinco. Iluminan las nebulosas que envuelven la participación de oficiantes del periodismo. Primero, los periodistas tienen como tarea dar a conocer la realidad de manera completa y sensible. Exponer lo que piensa un prófugo de la ley, sus motivaciones y personalidad, forman parte de la realidad, la ciudadanía tiene derecho a saber sus opiniones para juzgar políticas y mecanismos de seguridad apropiados.Un tema del que poco o nada entienden las autoridades. ¿Se hacen los desentendidos para presionar?
Segunda, si por incompetencia e irresponsabilidad los periodistas incurren en apología del delito, lo condenable no es la entrevista, lo reprochable es la ineptitud del entrevistador y editor. (Para disipar equívocos, JannVenner, fundador de la revista Rolling Stone, expresó que ellos hicieron todo lo que una operación de periodismo tradicional habría hecho en términos de fuentes, refiriéndose que la revista tenía que resistir las presiones de las autoridades para dar con el paradero del Chapo. Los editores se guardarían de mantener su ética. Si Guzmán solicitaba cambios el artículo no iba a ser publicado). Tercera, los derechos del delincuente no desaparecen por razón de su delito. Al menos las limitaciones no restringen su libertad de expresión. Cuarta, las autoridades piensan que el acceso de periodistas a delincuentes, constituye una forma de complicidad. La realidad es todo lo contrario. Los delincuentes son quienes buscan al periodista. Quinta,aun conociendo el lugar de la entrevista, el periodista no debe dárselo a las autoridades. Eso mismo argumentó Scherer García.

Riva Palacio y Darío Restrepo sustraen el debate de la esquizofrenia en que ha sido entrampado. Queda claro entonces y es bueno repetirlo: la libertad de expresión no es prerrogativa únicamente de medios y periodistas, gozan de los mismos derechos todas las personas a quienes se les ocurra entrevistar a quién sea, incluso al diablo si se los pide —como expuso Scherer García— cuidándose de no hacer apología del delito. Existen otras aristas. ¿Al ser el actor de su drama, el Chapo pretendía lavarse la cara? Llevaba años queriendo ver en imágenes multicolores su propia vida. El cine históricamente ha sentido atracción fatal sobre la vida y hazañas de delincuentes y matones. ¿El Chapo deseaba sentarse con sus cómplices para demostrar que había remontado las cumbres más empinadas? Ni Pablo Escobar, Lucky Luciano y Al Capone, pudieron solazarse viendo sus imágenes grabadas en celuloide. El Chapo podía morir satisfecho, sabiendo que sus proezas, en la sociedad del espectáculo, quedaban registradas para la posteridad. La decisión, aunque frustrada, forma parte de su leyenda.


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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