23 de enero 2023
“Protesta. Nosotros patriotas nicaragüenses que hemos luchado desde niños para que se establezca una verdadera democracia en nuestra patria, y que por ese motivo hemos sido condenados por un tribunal militar y catalogados bajo el infamante epíteto de “traidores a la patria”, hemos resuelto declarar nuestra protesta por este hecho declarándonos en huelga de hambre”.
Así comienza una carta firmada por mi padre Pedro Joaquín Chamorro, Reinaldo Antonio Téfel, y Ronald Abaunza, presos políticos en las celdas de la Loma de Tiscapa durante la dictadura somocista, en una fecha no precisada del último trimestre de 1959. El manuscrito es uno de los centenares de documentos históricos que pude leer en la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Tulane, unas horas antes de que el 8 de noviembre de 2022 se inaugurara el “Archivo Chamorro Barrios”, donado a esa prestigiosa universidad por mi familia.
El archivo contiene documentos que abarcan desde la historia del siglo XIX hasta finales del siglo XX, provenientes de cuatro fuentes documentales: la colección de mi abuelo Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, historiador profesional y periodista que cubre, principalmente, desde 1810 a 1948; los manuscritos de mi padre Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, periodista y luchador antisomocista, en el período entre 1957 y 1961, y algunos de los años 70; los documentos mi madre Violeta Barrios de Chamorro sobre La Prensa en los años 80, la campaña electoral en 1989-1990, y sus discursos de Estado como presidenta entre 1990 y 1997; y los documentos de mi cuñado Antonio Lacayo Oyanguren, su jefe de campaña y ministro de la Presidencia durante su Gobierno, que jugó un papel clave en la transición democrática entre 1989 y 1997.
Se trata de un conjunto de documentos vivos que iluminan el presente, como el que describe aquella huelga de hambre de los presos en 1959, mientras 63 años después, en la cárcel de El Chipote en 2022 los presos políticos Dora María Téllez, Miguel Mora, Miguel Mendoza, Irving Larios, y Róger Reyes, también condenados por “conspiración contra la soberanía nacional”, realizan huelgas de hambre para el cese de régimen de aislamiento, y reclamar el derecho a la lectura y escritura para todos los presos políticos, y a mantener comunicación con sus hijos menores.
Un archivo histórico para investigar nuestras raíces, sacar lecciones del pasado, y reflexionar por qué la historia de Nicaragua se repite de forma cada vez más trágica, con dictaduras familiares, presos políticos, y crímenes en la impunidad. Pero también un archivo que reune un legado de valores democráticos --mi padre predicó con el ejemplo y mi madre con su compromiso de Estado con la libertad-- y en la carrera de relevo de la memoria histórica nos ofrece grandes lecciones de esperanza para la reconstrucción de Nicaragua.
Entre todos los documentos que leí en apenas cinco horas, cuando necesitaba al menos cinco días para empezar a conocer los alcances del archivo, me conmovieron especialmente los papeles de mi padre en el exilio en Costa Rica, entre 1957 y 1959, y el intercambio de cartas que mantuvo con mi madre, durante su tercera carceleada bajo la dictadura somocista, entre 1959 y 1961. Cartas, notas, mensajes escritos con urgencia que revelan el testimonio de una historia de amor, que es también una historia de dolor, resiliencia, patriotismo, y esperanza.
Ahí está, por ejemplo, el manuscrito completo del Diario de un Preso (publicado en 1962) , escrito por mi padre durante tres o cuatro meses, primero en las celdas de la Tercera Compañía y después en las del Primer Batallón Presidencial en la Loma de Tiscapa. Un manuscrito escrito a mano en pequeños trozos de papel que luego haría llegar a mi madre a través de abogados o visitantes, para su transcripción.
También está el relato epistolar de cómo nació la primera edición de su libro Estirpe Sangrienta: Los Somoza, el testimonio de las torturas que él y sus compañeros padecieron en los albores de la dictadura dinástica después de la rebelión de abril en 1954 y de la muerte de Somoza García en 1956, publicado por primera vez en México en 1957, bajo el cuidado editorial del poeta Ernesto Mejía Sánchez a quien mi padre llama en la correspondencia “Melqui”.
La colección ocupa 46 pies lineales de espacio físico en los estantes de la biblioteca y reúne un total de 10 450 piezas de material manuscrito (documentos, correspondencia, publicaciones, recortes de periódicos, y mapas) además de 6365 fotografías, para un total de 16 815 piezas.
Todos están registrados en un catálogo detallado, producto del trabajo de la doctora Hortensia Calvo, directora de la Biblioteca Latinoamericana y su extraordinario equipo de documentalistas. Y a partir de este momento está abierto a la consulta del público, visitantes, estudiantes, investigadores, para acceder a los documentos físicos que aún no están digitalizados.
El archivo está organizado en cuatro series, correspondientes a Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Violeta Barrios de Chamorro, y Antonio Lacayo Oyanguren. Cada serie está organizada en subseries basadas en el contenido de los documentos personales de cada uno de los autores. Las subseries incluyen: material biográfico, correspondencia, escritos personales y profesionales; investigaciones y documentos de trabajo; colecciones de materiales impresos; fotografías y recortes de periódicos.
En la colección existen dos subseries especiales: la primera es el extenso archivo de la era colonial y los documentos del siglo XIX, recopilados por Pedro Joaquín Chamorro Zelaya; la segunda es la colección de portadas y bosquejos páginas del diario La Prensa que fueron censuradas en los años 70 y 80.
La donación de estos papeles a la universidad de Tulane es un proyecto que inició en 2020, mi hermana Cristiana Chamorro, en su carácter de custodia de este fondo documental.
Cristiana no pudo asistir a la inauguración del archivo, porque se encuentra presa política en Nicaragua desde hace 600 días, igual que mi hermano Pedro Joaquín (577 días) y mis primos hermanos Juan Sebastián Chamorro (594 días) y Juan Lorenzo Holmann Chamorro (528 días).
Ellos son reos de conciencia, y junto a otros 230 presos políticos, han sido condenados en simulacros de juicios a penas que van desde ocho a trece años de cárcel por los presuntos delitos de “conspiración contra la soberanía nacional, lavado de dinero y propagación de noticias falsas”. Todos son inocentes, y su único delito ha sido demandar elecciones libres para realizar las aspiraciones de democracia y justicia, de un pueblo que no desea vivir en dictadura.
Este es el texto que escribió Cristiana a inicios de 2021, cuando aún se encontraba en libertad, en agradecimiento a la Universidad de Tulane por acoger, y preservar en condiciones de seguridad, esta donación de documentos que hoy está a disposición del público.
Nuestra donación a Tulane
Cristiana Chamorro Barrios.
La historia no se escribe con discursos de propaganda, sino con pruebas recogidas en los archivos de sus protagonistas que deben ponerse al servicio de nuevas generaciones para aprender de sus lecciones y errores.
En homenaje al sacrificio de mis padres, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y Violeta Barrios de Chamorro, en agradecimiento a su vida y para honrar su ejemplo de servicio y amor a su patria, Nicaragua, la familia Chamorro Barrios decidió donar todos sus archivos a la Universidad de Tulane y su Biblioteca Latinoamericana.
Lo hacemos para compartir su herencia política con las nuevas generaciones y así de una forma documental transmitir el legado humano, histórico y político de su lucha por la democracia, la paz y el desarrollo económico y social de Nicaragua.
Nuestro objetivo es contribuir a la recuperación de la memoria histórica en Nicaragua. Para los investigadores académicos, los papeles de Pedro Joaquín Chamorro y Violeta Chamorro ofrecen una ventana directa a los dilemas claves del desarrollo del país en el siglo XX. A su vez, sus historias ayudan a construir referencias históricas, políticas y culturales que pueden servir a la juventud y sociedad civil nicaragüense que actualmente están construyendo el futuro del país.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, periodista asesinado en enero de 1978, triunfó póstumamente con la Revolución que derrocó al régimen de la familia Somoza en 1979, y luego con la presidencia de su viuda Violeta Chamorro (1990-1997).
La historia de mi madre, Violeta, representó una continuidad de la larga lucha de mi padre por la democracia de Nicaragua. Ella recogió su bandera para reconstruir el país luego de una dictadura de derecha y después, cuando el proyecto somocista fue reemplazado por un régimen dictatorial de izquierdas, Violeta mantuvo viva la lucha por las libertades públicas.
Con un mensaje de amor y reconciliación nacional, en 1990 puso fin a una devastadora guerra civil y llevó a cabo una triple transición democrática: de la guerra a la paz, del totalitarismo a la democracia y de una economía estatizada al libre mercado, en la historia del país.
Actualmente, en 2021 Nicaragua nuevamente vive un momento de polarización bajo una creciente tiranía. En ese contexto la historia de ambos nos recuerda del mantra esencial de Pedro Joaquín: “Nicaragua volverá a ser República”.
Cada uno de los documentos de sus archivos personales entregados a Tulane son un recordatorio que la democracia y los derechos fundamentales no son conceptos abstractos, sino realidades que necesitan de un constante esfuerzo humano y de un activo compromiso de hombres y mujeres para su consolidación donde se tiene, o instituirlos, donde no tenemos la dicha de poseerlos como ha sido el caso de Nicaragua en alguna de sus etapas.
La familia Chamorro Barrios escogió a Tulane y la Biblioteca Latinoamericana por muchas razones. Entre estas sus nexos con la historia de Centroamérica desde su fundación.
En particular el interés de Tulane en Nicaragua en cuanto a material histórico único que sabemos ha venido recogiendo a lo largo de los años. Entre estos merecen destacarse, por ejemplo, los papeles de dos presidentes, Joaquín Zavala Solís y Adolfo Díaz, la correspondencia del general Emiliano Chamorro, miembro de nuestra familia.
Quisimos ser parte de estas y otras colecciones que ayudan a comprender otros períodos de la historia de Nicaragua, como lo es, por ejemplo, un álbum estupendo de fotografías de soldados norteamericanos en nuestro país cuando la ocupación norteamericana a principios del siglo XX. Asimismo, una colección muy consultada sobre William Walker de su edecán en Nicaragua, Callender Fayssoux.
Otra motivación de la familia Chamorro Barrios, para hacer esta donación es el conocimiento que tenemos que durante muchos años Tulane trabajo muy de cerca con el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica en la UCA , para reunir digitalmente colecciones complementarias de estos dos presidentes que residen físicamente en las dos instituciones.
Lo hicimos también porque en Tulane, todo el material latinoamericano está junto—incluso los fondos especiales—en una sola unidad administrativa que es la Biblioteca Latinoamericana.
Esto es muy importante por varias razones. Es una biblioteca que cuenta con su propio espacio físico donde tiene un ciclo permanente de exhibiciones y eventos públicos en torno a las colecciones.
Sabemos que las colecciones de una biblioteca no valen mucho si no se ponen a la disposición del público. Pero sobre todo, es fundamental que sea una colección aparte, con un personal permanente de gente especializada con la autonomía de determinar políticas de colección así como las prioridades de catalogación y de procesamiento.
Otra motivación que tuvimos es tener presente que Tulane permanentemente recibe investigadores de todas partes del mundo que llegan a consultar las colecciones. Y que además,) desde 2007 sostiene un programa de becas donadas por el historiador Richard Greenleaf para apoyar a investigadores de América Latina.
Por todas estas razones y algunas que se me quedan por fuera, consideramos que la Biblioteca Latinoamericana de Tulane es donde mejor se puede preservar y hacer accesible al público el legado documental de Pedro Joaquín y Violeta Barrios de Chamorro, y en general de la familia Chamorro, quienes han sido actores tan importantes en la historia moderna de Nicaragua.
La familia Chamorro Barrios agradece a Tulane sea guardiana de este acervo histórico. Muchas Gracias
Inauguración del “Archivo Chamorro Barrios” en la Biblioteca Latinoamericana de la universidad de Tulane