
4 de abril 2025
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Este catálogo de disparates traerá un daño innecesario a Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, muestra la firma del decreto que aumenta aranceles a todos los países. EFE | Confidencial
Casi todo lo que dijo el señor Trump esta semana —sobre historia, economía y los aspectos técnicos del comercio— fue completamente delirante. Su interpretación de la historia está al revés. Desde hace tiempo glorifica la era de altos aranceles y bajos impuestos sobre la renta de finales del siglo XIX. Sin embargo, los mejores estudios demuestran que esos aranceles perjudicaron a la economía en aquella época.
Ahora ha sumado la afirmación absurda de que eliminar los aranceles provocó la Gran Depresión de los años 30 y que los aranceles de Smoot-Hawley llegaron demasiado tarde para salvar la situación. La realidad es que esos aranceles empeoraron gravemente la Depresión, tal como hoy dañarían a todas las economías.
En materia económica, las afirmaciones del señor Trump son un completo disparate. El presidente sostiene que los aranceles son necesarios para cerrar el déficit comercial de Estados Unidos, el cual interpreta como una transferencia de riqueza hacia el extranjero.
Sin embargo, como cualquier economista de su administración podría haberle explicado, ese déficit general se debe a que los estadounidenses eligen ahorrar menos de lo que invierte su país—y, lo más importante, esta realidad sostenida en el tiempo no ha impedido que la economía estadounidense supere al resto del G7 durante más de tres décadas.
No hay razón para pensar que sus aranceles adicionales eliminarán el déficit. Exigir equilibrio comercial con cada socio comercial por separado es una locura—equivale a sugerir que Texas sería más próspero si exigiera un comercio equilibrado con cada uno de los otros 49 estados, o a pedirle a una empresa que solo compre a quienes también le compran.
Y el entendimiento del señor Trump sobre los aspectos técnicos es patético. Afirmó que los nuevos aranceles se basan en una evaluación de los aranceles que cada país impone a EE. UU., más la manipulación cambiaria y otras supuestas distorsiones, como el impuesto al valor agregado.
Pero todo indica que los funcionarios establecieron los aranceles con una fórmula que toma el déficit comercial bilateral como proporción de las importaciones de cada país y lo divide por la mitad—una lógica casi tan arbitraria como cobrarle impuestos a alguien según la cantidad de vocales en su nombre. Este catálogo de disparates traerá un daño innecesario a Estados Unidos.
*Editorial publicado por The Economist
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Publicación semanal en lengua inglesa, con sede en Londres, que aborda la actualidad de las relaciones internacionales y de la economía desde un marco global. Su primer número fue publicado el 2 de septiembre de 1843.
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