11 de febrero 2023
El Departamento de Estado y Daniel Ortega sostienen con dificultad que no hubo negociación para excarcelar a 222 presos políticos en Nicaragua y enviarlos a Estados Unidos.
Esa versión inverosímil en realidad se basa en una fórmula vieja: hay negociación, pero las partes lo niegan, porque no quieren que cuente como cesión en un ambiente bilateral tenso, que pudiera llegar a la mesa de diálogo.
Al principio de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética aplicaron la fórmula. No tenían que reconocer nada, el trato secreto terminaba con dos individuos caminando en sentido contrario, en medio de la bruma sobre el puente Glienicke en Postdam o bajo los reflectores en el aeropuerto de Viena.
Más cerca en el tiempo y en la geografía, en 1979 Cuba logró la liberación de cuatro independentistas puertorriqueños presos en Estados Unidos, que habían disparado al aire en el Capitolio para acompañar consignas insurgentes. A cambio, Fidel Castro liberó a cuatro estadounidenses acusados de espionaje en la isla. Ambas decisiones fueron simultáneas y formalmente unilaterales.
En 2014, cuando Cuba y Estados Unidos intercambiaron agentes de inteligencia presos, para reanudar relaciones diplomáticas, la liberación de Alan Gross fue descrita como “gesto humanitario” de la isla.
La Habana condenó a Gross por un delito contra la seguridad nacional, pero Washington nunca reconoció que fuera un espía o agente subversivo, sino un empleado civil para distribuir equipos de conexión a internet entre comunidades judías.
Como se le vea, la excarcelación de los presos políticos nicaragüenses es un giro de altísima relevancia en favor de los derechos humanos en la región.
También en dimensión es trascendente. En América Latina una excarcelación de ese tamaño no había ocurrido desde que, a lo largo de unos diez meses, entre 1978 y 1979, Fidel Castro permitió la salida de más de tres mil opositores a Estados Unidos.
Ortega expidió a toda prisa pasaportes nuevos para todos, pero aún tuvo la sevicia de hacer aprobar, también a toda prisa, una reforma constitucional que quita la nacionalidad a los desterrados.
Para Estados Unidos, la liberación es un “paso constructivo” que “abre la puerta a la discusión de otros asuntos de mutua preocupación” y fue resultado de un “esfuerzo concertado” del Departamento de Estado, dijo el jueves 9 el vocero Ned Price. Washington permanece “comprometido con un diálogo” con Ortega.
“No estamos pidiendo que nos levanten las sanciones, no estamos pidiendo nada a cambio”, dijo a su vez Ortega, cuando quizás de forma inconsciente tuvo que verbalizar el telón de fondo de este episodio.
Algo hay que esperar en la relación bilateral.
Horas antes se sabía de otras gestiones por otros presos.
El cardenal Beniamino Stella, quien era nuncio apostólico cuando el papa Juan Pablo II visitó Cuba en 1998, estuvo en la isla por los 25 años de ese viaje.
Al final de su gira, el miércoles 8, dijo a periodistas que el Vaticano se interesa por la liberación de los cientos de presos detenidos a raíz de las manifestaciones populares del 11 de julio de 2021 y posteriores.
Consultado sobre una posible amnistía, Stella dijo estas reveladoras palabras: “La Iglesia desea, busca, ha manifestado este propósito (amnistía)…Creo que el tema está allí sobre la mesa… El papa desea mucho que haya una respuesta positiva, como se llame, amnistía, clemencia. Las palabras pueden ser también secundarias, pero es importante que los jóvenes que en un momento han manifestado su pensamiento… puedan volver a sus casas”.
No es extraña la petición. Tres papas visitaron Cuba y el Gobierno los recibió con sendos indultos masivos, que han incluido a opositores. Por gestión de la Iglesia católica fueron excarcelados los del disidente grupo de Los 75, detenidos en 2003.
Stella también abogó por un diálogo interno en la isla y entre Cuba y Estados Unidos.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel agradeció los esfuerzos del Vaticano para un entendimiento entre la isla y Washington y expuso a Stella su intención de “seguir construyendo con mutuo beneficio” caminos para “la solución de las expectativas de ambas partes”.