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De guerra, de paz y de exterminios

Los enemigos de la paz están cuidando al mundo como su coto privado, con mucho celo, a veces un poco ridículo

Volodímir Zelenski

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, conversa con un grupo de periodistas latinoamericanos. Foto: Oleksandr Popenko, del Laboratorio de Periodismo de Interés Público (PIJL) de Ucrania | Cortesía

Onofre Guevara López

6 de junio 2023

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En nuestra época se manifiesta una gran contradicción: cuando mayores son las posibilidades del estallido de una tercera guerra mundial —por las clásicas rivalidades intercapitalistas, como la guerra ruso-ucraniana— más ausentes están los movimientos por la paz y contra el uso de las armas nucleares que más de una vez han sido mencionadas durante este conflicto.

Como que se ha olvidado que, en años de la posguerra iniciada en 1945 del siglo pasado, la humanidad se puso en pie de lucha contra las amenazas de una nueva guerra mundial; que personalidades de la ciencia, intelectuales en general, mujeres y hombres amantes de la paz de todo el mundo hicieron fuerte oposición y denuncia contra las provocaciones de una nueva hecatombe mundial, con lo cual lograron se prolongaran los años de paz —aunque nunca fallan conflictos militares locales.


No obstante, no han dejado de manifestarse esfuerzos aislados y, a pesar de la superioridad de las tendencias derechistas —que cuentan con su mejor ejército, el mediático— ha aflorado al menos ligeras muestras de oposición a la guerra con varias iniciativas de paz. La primera fue la propuesta de paz de la República Popular China, ninguneada por su cercanía con Rusia, aunque hubo una conversación telefónica entre los presidentes chino y ucraniano sobre el tema de la guerra y la paz.

Un poco antes, el pasado 16 de mayo, había surgido la iniciativa de la Cumbre de la Unión Africana de Addis Abeba, Abisinia —cuando nombraron a seis países de entre sus miembros para que lideren la gestión de un diálogo entre Putin y Zelenski, con el obvio fin de procurar una vía para un acuerdo de paz.

Estos países son Sudáfrica, Zambia, Senegal, Congo, Egipto y Uganda. A la par de la sordina mediática en torno a esta iniciativa, los países que añoran su condición de exmetrópolis colonizadoras de África se han manifestado dudosos y arrogantes sobre esta iniciativa; y no por casualidad, pues son los principales proveedores de armas a Ucrania, lo cual no hacen con el ánimo de buscar la paz, sino de prolongar la guerra como el gran negocio que les está resultando.

Descalificar la promoción pacifista de los seis países africanos, no puede considerarse solo un desinterés por la paz, sino como una forma de acelerar la posibilidad de que esta guerra salte las fronteras nacionales de los países contendientes. Y hacen resaltar las diferencias políticas que esos países tienen entre sí —como si esto no fuera normal—, porque piensan que, por el hecho de que esos países tienen estructuras económicas, políticas y sociales capitalistas, están obligados a sumarse a la geopolítica “occidental” o, por lo menos, a guardar silencio cómplice.

Así les niegan su derecho a tener una política exterior orientada a consolidar su independencia, alejados de su pasado colonial. Quieren que los africanos no actúen con autonomía en sus relaciones internacionales, y por eso señalan que Sudáfrica y Uganda, son próximos a Rusia; que Egipto y Congo son neutrales; que solo Zambia es proucraniana, y Senegal pro-Occidente; no toman en cuenta que esta diversidad es la que les otorga mayor crédito a sus gestiones por el diálogo ruso-ucraniano.

También es otra forma de decirles que se mantengan aislados, que el derecho de intervenir es un derecho solo de sus exmetrópolis. No ha faltado el señalamiento crítico contra Egipto y Zambia, porque fueron países que no votaron en la Asamblea General de la ONU contra Rusia, y contra los 35 países que se abstuvieron, entre ellos 17 africanos.

II

Los enemigos de la paz están cuidando al mundo como su coto privado, con mucho celo, a veces un poco ridículo, pues una semana después de conocida la iniciativa africana, desde los Estados Unidos quisieron descalificarla porque el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, había enviado “en secreto” a Putin la información sobre la gestión africana. Pero la iniciativa fue comunicada oficialmente a China, Reino Unido, a los Estados Unidos y a la Unión Europea.

Positivo fue que Putin y Zelenski aceptaran reunirse con los delegados de los seis países africanos, aunque aún no se conoce que hubiesen anunciado algo al respecto ni cuándo se iniciarían las respetivas visitas a Ucrania y a Rusia. En verdad, esto es muy poco para tan grande conflicto, además de que no cesan las campañas mediáticas contrarias al diálogo y, lógico, también contra la paz.

En una reciente conferencia de prensa auspiciada por los medios de propaganda ucranianos de Zelenski con unos pocos delegados de prensa latinoamericanos, estuvo ausente toda mención a las esas iniciativas de paz; y nada sobre la presencia estadounidense-europea (vale decir la OTAN), pero sí hubo muchas preguntas que permitieran respuestas propagandísticas de Zelenski. Es tan fuerte el poder mediático de los partidarios de la guerra, que son capaces de hacer aparecer a los partidarios de la paz como si fueran aliados de Putin, y el presidente Lula está siendo objeto de ese criterio.

III

Se ha conocido de una gira diplomática ucraniana por África; y de una reunión de la Fundación Brazzaville con representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania; esta Fundación fue creada en 2014 por el pacifista francés Jean-Yves Olivier, con la trayectoria de haber estado vinculado a la lucha por la independencia de Namibia, la liberación de Nelson Mandela y el fin del régimen del apartheid en Sudáfrica.

Esos esfuerzos personales por la paz no tienen la dimensión y la fuerza que tuvo en épocas anteriores el movimiento pacifista, pero esos esfuerzos aislados estimulan y confirman que la paz sigue siendo de interés y preocupación de los sectores más sensatos del género humano.

IV

¿Cuál es la importancia de esas actividades políticas por la paz en el mundo para nuestra realidad política?

Aparentemente ninguna, y quizás hasta parezca forzada la interrogante, por la poca o ninguna influencia de nuestro país sobre los sucesos mundiales; sin embargo, llama la atención al mundo por su régimen político, un modelo dinástico, por ello anacrónico y perturbador de la paz social interna y regional: a) porque su existencia significa negación de derechos humanos y de todas las libertades públicas; b) por ser objeto de atención de parte de la principal potencia capitalista como “un peligro a su seguridad nacional”. Esto último le sirve al régimen para hacerse pasar como un “peligro” de verdad, para reforzar sus “alianzas” con Rusia, China, Irán...

Tener relaciones internacionales es un derecho de todos los países del mundo —pese a su tamaño, condición política ni ubicación geográfica—; pero, es el caso que a Ortega le gusta presentar esas relaciones como un acto de rebeldía “patriótica” ante los Estados Unidos y, a esta potencia, le conviene presentar a Ortega como “un peligro para su seguridad”; y lo pintan tan peligroso, que si aquí hubiera una base militar rusa… Biden haría lo mismo que Putin está haciendo contra Ucrania por las bases de la OTAN que rodean a Rusia.

Ahora solo es un juego geopolítico con el cual el único gran perdedor es el pueblo nicaragüense, como ya lo fue una vez; la historia dice que un Gobierno estadounidense ya lo hizo en Nicaragua. Ninguna de las potencias mencionadas tiene interés —USA solo lo aparenta— en lo que el régimen orteguista hace contra la vida de hoy y del futuro de Nicaragua y de su población.

A los nicaragüenses les interesa la solidaridad internacional, incluso la de USA, pero esta no impide que los nicaragüenses estén siendo víctimas del constante y planificado exterminio de sus derechos y sus libertades. Es la oposición la que debe asumir la responsabilidad de unirse y de adquirir la capacidad de conducción con autonomía política y sentido patriótico, para que las fuerzas de las masas no se desperdicien en la espontaneidad, como ya pasó, y es la causa de la tragedia presente.  

Lo del exterminio no son solo palabras, sino una cruel realidad: el nuestros es el único país del mundo sin guerra, guerrillas ni insurrecciones, pese a lo cual no tiene paz social; han clausurado todo derecho de organización social, política y religiosa; se persigue el derecho de manifestarse públicamente en cualquier sentido; han confiscado todos los medios de comunicación independientes; a casi quinientas personas juntas les han quitado su nacionalidad, sus títulos profesionales, sus propiedades, las han borrado del Registro Civil y las han sido expulsadas del país; persiguen y encarcelan a miembros de sus familias por los mismos “delitos”: pensar diferente y oponerse al régimen dinástico.     

Al margen de estas cuartillas

*Si alguien piensa que no conoce qué es el fascismo, ya puede darse por enterado de que vive bajo esta forma de dictadura…

*Lo cual no significa que el fascismo sea la forma más extrema de una dictadura, como fue el régimen nazi-fascista de Alemania de los años 1933 a 1945…

*Ese fue otro tipo de exterminio, pues allá significó la muerte por hambre en las cárceles, campos de concentración y en las cámaras de gas…

*Con odio a muerte contra todos los seres humanos no arios, quemas de libros, enfermiza superioridad racial y nacional, y antisemitismo…

*Pero el hecho de que aquí no exista toda esa barbarie, no es motivo de conformidad con lo que hoy está pasando, incluso el cierre de universidades…

*No es humanitario, democrático ni cultural ser reprimido por el derecho de pensar diferente y actuar con criterio propio, sino hechos bárbaros…

*Más que suficiente para no conformarse y… para sublevar la conciencia.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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