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Los tuyos, vos y yo

Con un poco de astucia, prudencia y paciencia podés construir una buena relación con tu “nueva” familia

Mayoría de nicaragüenses prefieren pasar Navidad y Año Nuevo en casa

Ana Salgado

25 de julio 2016

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Los latinos tendemos a ser tribales, es decir, nos gusta vivir en grandes grupos familiares. Todos los beneficios que esto puede traer se vuelven desventajas al momento de empezar una relación de pareja, sobre todo si tu relación con su “tribu” no es la mejor. Si te ha tocado la mala suerte de tener una familia política complicada (o peor aún, entrometida), estos consejos son para vos:

Respetarlos: es muy difícil que tu familia política piense, se relacione, reaccione o actué como vos quisieras o esperas. En términos prácticos lo mejor es que aunque no los comprendás, te esforcés por respetarlos, sino por otra cosa razón, por simple amor a tu pareja.


Si surgieran roces o inconformidad de tu parte, evitá a toda costa la confrontación directa porque corrés el riesgo de ponerlos en tu contra. En cambio busca el apoyo y la intersección de tu pareja. Él o ella son los llamados a mediar entre vos y su familia de origen.

No comparés familias: unas familias no son mejores o peores que otras, son sencillamente diferentes. Pensá que al final de cuentas cada quien tiene su gente y que a vos no te gustaría que nadie criticara o comparara negativamente a tu familia.

Asimismo, es importante tener en cuenta que cualquier comentario negativo que hagás hacia su familia, aunque él se lleve mal con ellos o estén disgustados, tiene el potencial de devolvérsete en forma de un “¡vos nunca has querido a mi familia!” en el momento menos esperado. Lo más aconsejable es apoyarlo pero mantenerte a un prudente margen.

Poné límites: Ponete de acuerdo con tu pareja sobre los límites que quieren que existan entre sus respectivas familias de origen y ustedes como pareja. Mientras más temprano establezcan y hagan respetar estos límites, mejor. Nuevamente, a cada individuo le toca lidiar con su respectiva familia, hacerle saber los límites y defenderlos cuando sea necesario.

En cualquier caso, lo mínimo que deben exigir es que los demás (amigos, padres, suegros, cuñados, primos, entre otros) no pretendan interferir en las decisiones que toman ustedes como pareja. Ellos pueden aconsejar, ayudar, proponer ideas o compartir sus experiencias personales, pero la decisión sobre lo que sucede en su relación y el rumbo que quieren darle es sólo de ustedes dos.

Ya verás que con un poco de astucia, prudencia y paciencia podés construir una buena relación con tu “nueva” familia.


Consulte el blog de la autora. 

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Ana Salgado

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