8 de agosto 2016
“El morbo es el vicio más universal que existe. En todos los pueblos y en todas las culturas.”
Mario Vargas Llosa
Somoza García, sesenta años después de su muerte (1956), sigue dando de qué hablar; Francisco Mayorga, economista y novelista, entusiasmado por recrear la historia, ha publicado la novela: Cinco estrellas, que se remonta a los años treinta, cuando el fundador de la Dinastía acumulaba poder y aprovechaba la tragedia del terremoto de Managua en 1931, para comenzar a lanzar con calculada habilidad su “prolongado juego”, con el relevo oportuno de dos hijos y la asistencia cómplice de sus allegados, que lo llevaría a permanecer en la cúspide del control político y militar durante más de cuatro década.
No es extraño, por lo tanto, que Alberto Fujimori (Lima, 1938) en Perú, cuyo poder autoritario y corrupto, que apenas duró diez años, pero que desde la cárcel sostiene su herencia, persiste activa la relevante posición del fujimorismo, a través de su hija ha recuperado espacio político, y su época despierta la atención del narrador y el interés del lector. Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), publicó, con el título: Cinco esquinas (marzo 2016), una historia que incluye la figura tenebrosa del “Doctor”, uno de los instrumentos más inescrupulosos y efectivos del gobernante, Vladimiro Montesinos, manejando los entretelones de la conspiración y la manipulación de la prensa para desacreditar a los opositores y a cualquiera que se atreviera a afectar los fundamentos del poder o a cruzar sus linderos, requería preservarse a costa del control, el miedo y las prebendas.
“Cinco estrellas” es la insignia de las charreteras de General de División, la jerarquía militar que asumió el “hombre fuerte” y la marca del equipo de béisbol que financiaba y le rendía tributo en el circo de la diversión. Hace poco, en la Convención Demócrata en Estados Unidos para proclamar a la candidata presidencial, una bisnieta, nieta de Luis Somoza Debayle, su sucesor, en su lúcida intervención, nos recordó su nombre en el de ella. “Cinco esquinas” es un emblemático barrio popular de Lima, escenario de violencia, asaltos y peleas, en donde dejaron el cuerpo sin vida de Rolando Garro, director de Destapes, periódico amarillista, quien después de servir al propósito del “Doctor”, decidió extorsionar por su cuenta al ingeniero Enrique Cárdenas, un poderoso empresario “lleno de virtudes”, sin previa autorización de quien lo controlaba, costándole tal atrevimiento, la vida. Porque, en aquel escenario de manipulación y amenaza, no se permiten iniciativas propias, pero se promueven todos los extremos, siempre y cuando cuenten con la bendición de la autoridad que los incita y apaña.
Junto a esa historia, el autor peruano, Premio Nobel de Literatura 2010, incluye un relato erótico dentro de las circunstancias de dos familias adineradas, una investigación policial y la doble moral de la alta sociedad limeña contemporánea, escandalizada, devota y puritana. Muestra las dos caras del periodismo, una vil, sucia y despreciable, y la otra de información seria y denuncia responsable, una destructiva y manipuladora, y la otra necesaria e impulsora de cambios sociales y políticos. Los dos rostros usan la poderosa fuerza de la que están revestidos los medios de comunicación social. ¿Dónde radican sus límites éticos? “El fin justifica los medios”, escribió Napoleón Bonaparte en la última página del libro de Nicolás Maquiavelo “El Príncipe” (1532), fue el argumento asumido por Fujimori y su asesor principal.
El abogado Luciano y su esposa Chabela, Marissa, su esposo Enrique, víctima del chantaje, estaban unidos por una larga amistad desde estudiantes. Una noche, ante el toque de queda impuesto y el temor por el terrorismo que azotaba a la ciudad, Chabela se quedó a dormir en casa de su amiga. A partir de aquel momento, se acercaron espontáneas en la intimidad de la cama que compartían y descubrieron en secreto una prolongada pasión. La relación marital de las mujeres con sus respectivas parejas creció en intensidad desde las inquietudes que despertaban los “encuentros de amigas”, casi hermanas de toda la vida. Al círculo se agregó, tiempo después, en un incidente motivado por la esposa, Enrique, quien tuvo la inesperada oportunidad de estar con la amiga de su mujer y con ella, fue la mejor fantasía de su vida hecha realidad, con la ayuda de su esposa, y eso, los unió inexplicablemente más…
Rolando Garro, el particular e incómodo personaje que dirigía Destapes, visitó a Quique Cárdenas, como le decían los amigos, y le entregó un dossier con fotos comprometedoras en un grupo de mujeres contratadas. El empresario comprendió el propósito del visitante, pero se negó a pagar. Las imágenes aparecieron en el polémico periódico causando un agudo impacto entre la familia, los amigos y la sociedad peruana. A los pocos días, encontraron el cadáver del reportero, la principal sospecha recayó en el afectado por el reciente escándalo, fue llevado a prisión. Garro hizo caer en desgracia a muchos por los destapes imprudentes, irrespetuosos y a veces mentirosos con los que empañaba sin escrúpulos la dignidad de cualquiera, no eran pocos los que le deseaban un fin trágico y los que se alegraron con el ocurrido.
Las desagradables fotografías correspondían a una orgía que promovió un inversionista extranjero que desapareció de repente. Invitó a Quique a una reunión de negocios que terminó en un múltiple encuentro sexual de conocidas consecuencias. Las fotos fueron entregadas a Garro por el fotógrafo de Destapes, contratado por el misterioso hombre que se fue sin pagar. Aquellas, según la malicia de su oficio: “chismografía periodística”, fueron una oportunidad para obtener beneficio ante la connotación de quien allí aparecía.
Ante la ausencia del Director, la Retaquita, Julieta Leguizamón, cercana colaboradora de Garro, denunció en la policía la desaparición de su jefe. El hombre fue acuchillado, le destrozaron la cara, lo dejaron en las Cinco esquinas. Días después, la trasladaron en un auto, con la cara cubierta, ante el poderoso asesor, quien le dijo -sin esperarlo-, que ahora sería ella la directora del semanario y trabajaría para él: “Yo te diré a quién hay que investigar, a quién hay que defender, y sobre todo, a quién hay que joder... joder a quienes quieren joder al Perú”.
Sin saber qué rumbo tomar, así comenzó a hacerlo, pero un día, en acuerdo de los colaboradores del semanario, hastiada de tanta podredumbre, decidió enfrentarlo y asumir las consecuencias, publicó la verdad, incluyó grabaciones con las instrucciones que el Doctor le expresó confiando en su fidelidad. Fueron los esbirros del “Doctor” los que ejecutaron a Garro, pero inculparon a una inocente víctima de Garro, Juan Peineta, un artista desafortunado, que estaba perdiendo la memoria y que le hicieron firmar un documento aceptando la culpa.
El contenido de aquella edición extraordinaria titulada: “Destape político-criminal”, provocó mayúscula consternación pública nacional que contribuyó a la caída del poderoso y aparente inamovible régimen, aunque, como señala el autor: “Los escándalos parecen terribles cuando ocurren. Pero pasan pronto y al poco tiempo nadie se acuerda siquiera de ellos”, la prueba está en que hace poco, por casi nada, el grupo Fujimori gana las elecciones. En la próxima contienda, es casi seguro que recuperará el poder...