22 de noviembre 2016
Y entre ese “algo más” corresponde a la pareja fraudulentamente consagrada el avance de su farsa publicitaria, con las que develan que ambas acciones suyas están acordes con el signo fascista de su régimen político. Si no lo creen, vean cómo revelan ese signo fascista en sus nuevos mega-rótulos, en los cuales –junto a sus bellas imágenes— confiesan estar viviendo…“Tiempos de victorias por gracia de Dios”, y que “por amor a Nicaragua”, van “siempre más allá”, seguramente aludiendo su incursión ideológica en las ideas del caudillo fascista Francisco Franco, en cuyo lema se inspiran: ¡“Jefe del Estado español por la gracia de Dios”!
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Esta revelación se la debemos también a la abstención electoral del 6 de noviembre, pero lo más importante es que ayudó a demostrar que la voluntad popular, aun sin ser un fenómeno físico, sino una expresión política, tuvo la fuerza suficiente para develar en cuerpo y alma la farsa orteguista. Con la abstención se logró, además, unos resultados políticos no calculados, y permitió comprobar todo lo justa, necesaria y oportuna que fue la decisión de abstenerse, al margen de cuál sector político de oposición había tomado la iniciativa, pues sobrepasó la mezquindad sectarismo partidaria y calzó perfectamente con las aspiraciones de la mayoría de los nicaragüenses, hartos de las burlas a sus derechos y las violaciones a la institucionalidad.
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Si con la abstención no fueron reivindicados los derechos democráticos perdidos ante el régimen autoritario ni ha impedido que Ortega se imponga otra vez con sus ilegalidades, es porque esos dos objetivos no fueron ni podían ser objetivos inmediatos de la abstención. Pero, a la par de haberse logrado la evidencia de su derrota política y de su impopularidad, del éxito de la abstención nació un compromiso no escrito a sus promotores, cual es crear conciencia acerca de que una acción política futura, mayor que la abstención, reclamará la organización de sus fuerzas, la planificación de sus actividades junto al pueblo, la claridad de sus objetivos y, por encima de todo, la unidad de esas fuerzas, sin sectarismos.
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Y aunque esa otra posible acción mayor deberá hacerse con menos espontaneidad que como se hizo el llamado a la abstención, esta nunca dejará de ser una importante victoria política. Pero también esa victoria conlleva un llamado de alerta sobre el peligro de que a corto o mediano plazo pierda su valor político, si la oposición no le diera continuidad y organización a la lucha que se avecina con la nueva etapa de la dictadura familiar. Si no se aprovechara la experiencia dejada por la abstención, la derrota política infringida al orteguismo se quedaría en el simple recuerdo de cómo se pudo evidenciar la farsa electoral del 6/N del 2016.
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El fraude se inició con las medidas discriminatorias y antidemocráticas contra la oposición, y se confirmó con la manipulación que hizo el CSE con los votos oficialistas para compensar con 29 diputaciones el servicio de sus colaboradores. Ese pago y la asignación de 71 curules al orteguismo duro, tendrán consecuencias negativas para el país, comenzando con la dotación de una falsa imagen de institucionalidad a los proyectos dictatoriales de Ortega, lo que, a la vez le garantiza la continuidad del sistema dictatorial familiar. Es un peligro real y anunciador de peores consecuencias, si se concretara la colaboración de la OEA con Ortega, más el exceso de confianza que un sector de la oposición sigue depositando en la visita de Luis Almagro, su secretario general.
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Cualesquiera fueran los resultados de la anunciada gestión de Almagro, lo único que seguirá siendo real, es que Ortega ya tiene garantizados cinco años más en el poder. Ningún cambio, por muchas personerías jurídicas que le dieran a los partidos opositores –hasta después del “trueno”— y les hicieran otras concesiones menores o mayores, no producirían variación alguna en la estructura de poder orteguista. Sería otra farsa, pero esta vez, con nuevos cómplices. Sería como untarle zepol a un cuerpo en descomposición, y quien entrara en contacto con él, lo único que conseguiría –aparte de miserables prebendas— sería su propia contaminación.
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Imaginemos lo que les depara el futuro a los nicaragüenses bajo la renovada dictadura de Ortega –por mucho que haya sido evidenciada su ilegitimidad y corrupción, con haberse abstenido de participar en su farsa—: una “nueva” Asamblea Nacional con sus 71 obedientes súbditos, entre ellos –y en el tercer lugar de su bancada— oportunistas como Wilfredo Navarro, quien aportará a cambio de la curul su serie de traiciones: al recién fallecido Virgilio Godoy, su traición a este con Arnoldo Alemán; y su traición a este otro con Daniel Ortega, con lo cual se ha asegurado… ¡30 años continuos de parasitismo parlamentario y burocrático en cuatro gobiernos distintos? Sin contar su somocismo original, y su inicial aparente sandinismo en su “carrera” política.
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¿Qué tipo de leyes saldrá de esa Asamblea Nacional? Imagínenlo. Si como estaba integrada la Asamblea anterior, ya era un foco de infección política, se confirmará como tal cuando, además de sus propios parásitos, se sume el inefable Byron Jerez. ¿Cree alguien que ese amiguismo político del orteguismo con Jerez, podrá sanarse con un fraterno baño en la piscina de su mansión construida junto al mar con la ayuda extranjera destinada –pero no entregada— a las víctimas del huracán Micht? Solo estos ejemplos bastarían para que algunos opositores dejaran de soñar con las bondades del diálogo Ortega-Almagro, aunque se pusieran en plaza pública a repartir personerías jurídicas a quienes quisieran tener un partido “legalmente” constituido.
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Son tantas y tan variadas las consecuencias, algunas ya develadas con la abstención, incluso de carácter internacional, que solo pude seleccionar las más gruesas. Aún sigue pendiente el tema de la renovada persistencia de algunos líderes opositores en sentirse ilusionados hasta con las declaraciones de funcionarios de tercera categoría de la Casa Blanca, el Departamento de Estado, y miembros del Congreso y del Senado, denunciando el fraude de Ortega e insinuando acciones en su contra, además de la llamada “Nica-Act”. Opositores hay, que no les gusta ni desean captar la misión obvia de esos funcionarios, cual es la defensa de la continuidad del ejercicio histórico imperial de su país, como patrón, rector y gendarme de la política latinoamericana.
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Otro tema pendiente, es la actitud de los gobiernos extra continentales aliados de Ortega, como el de Rusia, y de los más cercanos, como Venezuela, Cuba y otros de países integrantes de los organismos regionales –Alba, Petrocaribe, Unasur, Alca—, cuyas felicitaciones han sobrepasado los límites de la hipocresía diplomática. Funcionarios de gobiernos y sus medios de comunicación se sumaron –cada uno por sus particulares intereses, disímiles o armónicos entre sí—, a mentir sobre la “transparencia” que tuvo la farsa electoral del 6/N, y a divulgar otras mentiras acerca la supuesta “arrolladora victoria” de Ortega. Además, ocultan la abstención mayoritaria de los electores, exaltan fantasiosamente supuestas virtudes revolucionarias de Ortega y omiten los antecedentes antidemocráticos sobre los que montó su farsa electoral.
Ruperta y Ruperto:
- Bonito es nuestro sistema político, Rupertó, cuenta con gente tan sensible como Wilfredo Navarro, quien echó lágrimas por el doctor Virgilio Godoy, al recordar sus lecciones de “honestidad y rectitud”…
- Estate segura, Rupertá, que esas lágrimas no fueron por no haber aprehendido sus enseñanzas, sino de emoción… ¡porque si las hubiese aprendido hoy no fuera diputado!
- En la oposición hay mucha gente sensible, Rupertó; un ex diputado economista siente que Trump odia a Cuba porque la multimillonario “no le gusta el partido único”…
- Ojalá, Rupertá, que ese señor no lo sienta así, porque a él… ¡sí le gusta el imperio único!
- Ahora me doy cuenta, Rupertó, que el triunfo de Trump ha impresionado e influenciado a mucha gente en nuestro país…
- Admiran a Trump, Rupertá, por ser como el rey Midas, de quien se dice convertía en oro todo lo que tocaba…
- Aquí hay gente que imita a Trump, Rupertó, aunque sea en subdesarrollo: todo lo que tocan lo convierten en un negocio…
- “Haytá” Bayardo Arce, Rupertá, quien tocó revolución y política y los convirtió en negocios…
- Y como directivo del Bóer, Rupertó, apenas tocó a Cheslor Cuthbert, lo convirtió en una valla publicitaria móvil… ¡con una decena de rótulos comerciales en el uniforme!
- A propósito de comercio, Rupertá, me gustaría saber si el apellido Sansón del presidente de Amchan, sus amigos gringos, lo traducen como… ¡el Hijo de Sam, el Tío símbolo de su “América”?