
9 de marzo 2025
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Testimonios en primera persona de nicas con parole describen incertidumbre por deportación inminente: “No sabemos si podremos regresar”
Imagen conceptualizada por CONFIDENCIAL, generada con asistencia de herramientas de IA.
Antes de partir de Nicaragua hacia Estados Unidos Victoria vendió todas sus pertenencias. Viajó a través del programa parole humanitario, que permitía una estancia legal de dos años en ese país, pero no estaba dentro de sus planes volver a su patria. Ahora, con la política antiinmigrantes instaurada por el presidente Donald Trump, vive con temor de que el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) de Estados Unidos la detenga y deporte. Se cuestiona constantemente: “¿Vale la pena regresar a Nicaragua?”.
Al igual que Victoria, Marcos, Andrea y Damaris, todos nicaragüenses beneficiarios del parole humanitario, sienten que su estancia legal en Estados Unidos pende de un hilo. Una orden ejecutiva firmada por el presidente Trump la noche del lunes 20 de enero de 2025, mandó al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) “terminar todos los programas y categorías de libertad condicional”, incluyendo el programa conocido como parole humanitario para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos”.
Medios estadounidenses como The New York Times y CBC News han revelado que la administración de Trump concedió facultades a los funcionarios de ICE para deportar a los beneficiarios del parole que no han cambiado su estatus migratorio. Además, se estaría preparando para revocar el programa que permitió ingresar legalmente a Estados Unidos a más de 93 000 nicaragüenses.
Las deportaciones masivas y el endurecimiento de las políticas migratorias tienen a miles de nicaragüenses paroleados en una disyuntiva, entre permanecer en Estados Unidos bajo el riesgo de deportación o intentar regresar a Nicaragua, si es que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo los deja volver a su patria.
CONFIDENCIAL conversó con cuatro nicaragüenses paroleados en Estados Unidos sobre su experiencia con el programa y la incertidumbre y el miedo que se han apoderado de la comunidad migrante. Estas son sus historias contadas en primera persona.
“Victoria” es una nicaragüense, trabajadora social, que por más de 15 años laboró en una de las universidades confiscadas por el régimen. Luego de haber perdido su trabajo, en abril de 2024, viajó a Estados Unidos bajo el programa del parole humanitario. Todavía no se adapta a la vida ajetreada de ese país y lamenta mucho la discriminación hacia la comunidad inmigrante. Sin embargo, no está dentro de sus planes volver a Nicaragua, por lo que teme una deportación.
Debido a la inseguridad que existe en Nicaragua y al desempleo en que estábamos, mi esposo y yo, decidimos vender todo y venirnos a Estados Unidos con el parole humanitario. El proceso de adaptación ha sido difícil para mí porque siento nostalgia de mi tierra y aquí el ambiente es hostil.
Cuando vine a Estados Unidos sentí un poco de miedo en el aeropuerto porque tuve que hacer una gran fila, me tomaron las huellas, me tomaron fotos, me tomaron ADN. Sentí que me trataban como delincuente. Quizá porque vine con tantos traumas de Nicaragua, donde el régimen me trataba como delincuente, y acá me tratan con discriminación.
Desde que ganó el presidente Donald Trump la discriminación hacia los migrantes es más fuerte. Aquí podés entrar en un supermercado, te pueden decir cualquier cosa, y no podés decir nada, no te podés defender porque da miedo que tomen algún tipo de represalia. Además, aquí la gente camina armada y te puede salir cualquier loco.
Actualmente tengo una solicitud de asilo político porque no quiero volver a Nicaragua. Pero igual, me da miedo que me deporten. Imaginate si me deportan a México. ¿Qué voy a ir a hacer a México?
He leído que a las personas que entramos con parole y que tenemos solicitud de asilo político no nos van a deportar, pero aquí todo puede pasar. Mi abogado me dice que esté tranquila, pero siento que los migrantes en general estamos en riesgo.
Regresar a Nicaragua no está dentro de mis opciones, lamentablemente. No porque no quisiera irme a mi patria, sino que, debido a la incertidumbre que se vive en el país, el desempleo, la inseguridad, las represalias del régimen, entonces no es seguro. Me da miedo regresar.
Además, cuando me vine de Nicaragua vendí todo, mi carro, mi moto, todas las cosas que tenía, y si regreso ahora lo haría sin nada. Siento que estoy con las manos arriba.
No hay seguridad de estar aquí, ni hay seguridad de regresar a Nicaragua. No somos de aquí ni allá, como dice la canción.
Yo no sé por qué Trump ha tomado estas medidas, pero creo que, por diplomacia o por humanidad, debería comprender que el dictador (Daniel Ortega) no nos deja entrar a nuestro país.
“Marcos” es un nicaragüense, sociólogo y docente de profesión, que se ganaba la vida como educador en un colegio de Managua. Decepcionado por la crisis sociopolítica que vive Nicaragua, emigró a Estados Unidos en abril de 2023 bajo el programa parole humanitario. Su experiencia ha sido desafiante, aprendió un nuevo idioma y realizó trabajos a los que no estaba acostumbrado. Su estancia legal en EE. UU. vence en abril de 2025 y, aunque ha iniciado una solicitud de asilo político, todavía no obtiene una resolución y siente que su futuro es incierto.
Regresar a Nicaragua al finalizar la estadía de dos años del parole humanitario es un tema que siempre está sobre la mesa, más ahora que cambió el Gobierno de EE. UU. y que la administración de Donald Trump ha señalado que el parole es ilegal. Pienso que, si el programa se considera jurídicamente ilegal a nosotros los paroleados se nos considera criminales.
Uno se pregunta si vale la pena volver a Nicaragua, cuando también el gobierno de Daniel Ortega, desde el otro extremo, desde el populismo, está diciendo que los que se fueron a Norteamérica son traidores a la patria. En ese contexto, no es un deseo regresar a Nicaragua.
Ya he iniciado mi proceso de solicitud de asilo aquí, en Estados Unidos. Pero al haberlo hecho un año y medio después de mi llegada, tengo que esperar 180 días para solicitar el permiso de trabajo bajo la categoría C8, que es la categoría de refugio. Eso quiere decir que en algún momento, al cumplirse mis dos años bajo el parole, quedaré sin permiso de trabajo.
En este momento me encuentro con mucha incertidumbre porque, como está la situación, no sé si la Administración de Trump aceptará el formulario para el nuevo permiso de trabajo bajo la categoría de refugio.
La incertidumbre es más fuerte que nunca. También está la paranoia de que en cualquier momento el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) puede llegar a tu trabajo, arrestarte y regresarte a Nicaragua. Si es que el Gobierno de Ortega quiere aceptarnos.
Es una situación bastante estresante porque no tengo claridad sobre el parole, que es el programa por el cual entré a Estados Unidos, y el periodo de espera de la solicitud de asilo es bastante agotador.
En este momento, volver a Nicaragua es como lanzar una moneda al aire, porque una cosa son las personas que estuvieron aquí desde hace años y que regresan al país, y otra cosa somos los que venimos a partir de la crisis sociopolítica de 2018.
Sabemos que el Gobierno de Ortega lleva un control de quien entra y quien sale del país. Recuerdo que a mi salida de Nicaragua, en el aeropuerto, me preguntaron todos mis datos generales y los anotaron en una base de datos. Dado ese contexto, es posible que reciban a aparte a los nicaragüenses que puedan ser repatriados, pero también no sabemos a quienes van a negarles la entrada a su patria.
El parole humanitario fue creado por la Administración del expresidente Joe Biden en octubre de 2022 para los venezolanos. En enero de 2023 se incluyó a los migrantes de Nicaragua, Cuba y Haití como elegibles al programa. Desde entonces fueron beneficiados unos 531 690 ciudadanos que pudieron migrar legalmente a Estados Unidos, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
Los que más emigraron a través del parole humanitario fueron los haitianos, con 211 040 personas. Seguidos de los venezolanos con 117 330, los cubanos con 110 240 y los nicaragüenses con 93 070.
Hasta diciembre de 2024, había otros 3200 nicaragüenses que tenían autorizado viajar a Estados Unidos, pero con la resolución del presidente Trump ya no pudieron migrar a través del programa.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés) asegura que tras la aprobación de esta medida, que permitía a los ciudadanos vivir y trabajar legalmente en Estados Unidos por hasta por dos años, se redujeron las aprehensiones de migrantes en las fronteras hasta en un 91%.
El 19 de febrero de 2025, la Administración del presidente Trump asestó otro golpe a los nicaragüenses paroleados al poner en pausa “indefinida” todos los trámites de asilo político o solicitudes de residencia bajo cualquier opción, como petición familiar o laboral. De esta manera, los paroleados están hundidos en más incertidumbre, porque ahora no se sabe qué pasará con sus solicitudes.
“Andrea” es de los primeros nicaragüenses que viajaron a Estados Unidos bajo el programa del parole humanitario en febrero de 2023. Estaba desempleada cuando se amplió el programa para los ciudadanos de Nicaragua, por lo que no dudó en postularse. Su autorización de viaje le salió en un mes y su emoción era tan grande que viajó días después sin hacer mayores preparativos. Su estadía legal en EE. UU. venció en febrero pasado y, aunque ha solicitado asilo político, su caso todavía no está resuelto y teme ser deportada.
El proceso de adaptación a la vida en Estados Unidos es duro. Acá, si no tenés un vehículo o si no dominas el idioma, es demasiado complicado. Las distancias son largas y no es como que vamos a ir a la tiendita cada 15 minutos.
Me ha costado mucho adaptarme, pero he iniciado el trámite de asilo político en Estados Unidos porque no quiero regresar a Nicaragua. Empecé a tramitarlo después de nueve meses de estar acá, puesto que la solicitud de asilo se tiene que hacer antes de cumplir el primer año y también porque se veían señales de que Donald Trump podría ser electo presidente.
Con la presidencia de Trump y sus nuevas políticas migratorias se ha dado una situación muy fea acá. Se siente una tensión inmensa, se nota el temor en las conversaciones con amistades y con tanta información que circula en las redes sociales tenemos miedo hasta que nos prohíban hablar en español.
Regresar a Nicaragua, ahora que venció mi estadía legal con el parole humanitario, para mí no es una buena opción, puesto que fui partícipe de las marchas de 2018 y no podría volver a mi pueblo ahora que se ha aumentado la represión.
Sabemos que el régimen sandinista controla todas las entradas y salidas del país. Lógicamente van a pasarle la cuenta a las personas que lleguen deportadas o al finalizar sus dos años de estancia legal en Estados Unidos. Entonces, ¿Qué nos espera en Nicaragua?
Si me viese obligada a salir de EE. UU. pediría irme a Costa Rica o a otro país de Centroamérica que me reciban, porque no sé si en Nicaragua me espera la cárcel o mi hogar.
“Damaris” es una nicaragüense opositora al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo que en 2018 participó activamente en las protestas en el país. Por su activismo político fue víctima de vigilancia por parte de sus vecinos y miembros de la Juventud Sandinista. En febrero de 2024 viajó a Estados Unidos a través del programa parole humanitario. Aunque su estadía es temporal, asegura que no tiene planes de volver a Nicaragua. Esa idea le aterra.
Para mí no fue fácil abandonar a mi familia y venir a Estados Unidos donde todo es diferente, hay que aprender una cultura nueva, otro idioma y a estar sola. Ha sido un desafío muy grande. El proceso de adaptación lleva su tiempo.
Como el parole humanitario es solo por dos años, mi permanencia acá es temporal. Entonces, antes de cumplir el año, hice mi solicitud de asilo político para cambiar mi estatus migratorio. Esa solicitud todavía está en trámite y no es que ya esté todo resuelto.
La política antiinmigrantes del presidente Trump todavía no me ha afectado. Pero, como todos los migrantes, ando con temor de que me detengan o me deporten. Salgo a trabajar con temor porque no sé si voy a regresar a casa. Últimamente se vive con miedo.
Aunque tengo la solicitud de asilo político, igual tengo temor porque es algo que todavía no es definitivo. Es algo que apenas está en trámite, entonces como pueden aceptarla también pueden rechazarla.
En este momento los inmigrantes en Estados Unidos, incluso los que estamos legales, nos sentimos desamparados. Imagínate que nosotros, los nicaragüenses, venimos huyendo de la persecución del régimen y acá sufrimos una persecución migratoria.
Pienso que los paroleados estamos obligados a intentar cambiar de estatus migratorio porque, con la crisis sociopolítica de Nicaragua, no creo que sea conveniente regresar.
Si me deportan ni modo, pero es difícil regresar a Nicaragua con la situación política y, además, nadie está seguro allá.
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Confidencial es un diario digital nicaragüense, de formato multimedia, fundado por Carlos F. Chamorro en junio de 1996. Inició como un semanario impreso y hoy es un medio de referencia regional con información, análisis, entrevistas, perfiles, reportajes e investigaciones sobre Nicaragua, informando desde el exilio por la persecución política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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