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“En Nicaragua todo parece normal, pero se siente el miedo, no hallás a un opositor”

Eyder Peralta, periodista nicaragüense, corresponsal internacional de National Public Radio: “Creo que no voy a poder volver a entrar a mi país”

Carlos F. Chamorro

17 de septiembre 2023

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El pasado domingo 10 de septiembre de 2023 el programa Up First, un pódcast de National Public Radio (NPR) de Estados Unidos, transmitió un episodio sobre Nicaragua, producido por Eyder Peralta, el único corresponsal de un medio internacional que ha logrado reportear en Nicaragua desde hace más de un año. 

Su relato sobre “una inusual mirada desde adentro en un país que se encuentra cerrado, y no permite periodistas”, describió a Nicaragua como un país “aparentemente normal, en el que se siente el miedo a flor de piel”, y donde no pudo entrevistar a ninguna persona en un lugar público y tampoco halló a un “opositor”.


Peralta es periodista nicaragüense, corresponsal de NPR para México, Centroamérica y el Caribe, entró y salió del país con su pasaporte nicaragüense, a través de un puesto fronterizo en el norte del país, y en una conversación con Esta Semana y CONFIDENCIAL, revela que “no voy a poder volver a entrar a Nicaragua. Tal vez lo pueda volver a intentar, pero sé que no voy a poder entrar”.

Peralta nació en Nicaragua y es hijo de padres nicaragüenses, que se exiliaron en Estados Unidos durante la guerra de los años ochenta. 

Vos has estado en Nicaragua antes de la crisis de 2018 para cubrir las noticias para NPR. ¿Qué diferencias encontraste en este viaje en 2023? 

Enorme, estuve allí ya casi hace una década, reporteando, y la gente me decía que el presidente Ortega estaba construyendo un Gobierno autoritario. Pero la verdad yo me sentí libre, podía tener entrevistas en los cafés, en restaurantes, en los parques, podía ir a un mercado y hacer las preguntas que quisiera.

Pero esta vez es completamente diferente. No pude hacer una entrevista en público, eso para un periodista es grave, porque ese es el pan de cada día para nosotros, ir a un mercado, a una plaza, es hablar con mucha gente. Y ahorita en Nicaragua hay una represión que no se dice públicamente, pero se entiende que si haces reportajes públicos, te van a meter a la cárcel, entonces, es un país completamente diferente. 

En diez años, ha cambiado completamente, mucha de la gente con la que hablé hace diez años ya no estaba en Nicaragua, así que también el éxodo lo noté claramente. 

Vos has cubierto historias en otros países de América Latina, de África, algunos también bajo situaciones de restricciones y autoritarismo. ¿Cómo se compara la Nicaragua de hoy con lo que has vivido en otras partes? 

Es interesante, en Etiopía, antes de la revolución era casi imposible reportear. Pero hasta en Etiopía, que es uno de los regímenes más autoritarios en el mundo, había figuras de oposición, y nosotros entrábamos y nos montábamos en un carro y nos decían –te vamos a dejar en una gasolinera, y nos recogía alguien más que no conocíamos, nos llevaban a otro lugar, nos volvíamos a montar en el carro y finalmente conocíamos a esta figura opositora. 

Pero en Nicaragua todo apunta a una normalidad, hay tráfico en las calles, las tiendas están abiertas, los bares están llenos. Pero no hay un opositor en el país. Es el único país en que he reportado donde no podés hallar un opositor. He reporteado en Venezuela, Cuba, Sudán, Zimbabue; (Nicaragua) es el único país donde no he podido hacer una entrevista en público, todas las entrevistas que hice las tuve que hacer con mucho cuidado y en lugares privados, y después el resto es observación. Así que en diez años que no he estado en el país, se ha vuelto uno de los países más autoritarios donde he reporteado. 

“Todo mundo con miedo” 

¿Cómo describirías el ambiente de los nicaragüenses con los que conversaste? En tu pódcast hablaste con varias personas que te revelaron incluso su disensión en relación con el régimen, ¿a qué le temen? 

Creo que hay un acuerdo no hablado en Nicaragua, podés vivir una vida normal con tal que no te metas en política. En las calles podés tener una conversación, obviamente sin micrófono, pero no sobre la política. 

Fui a la Catedral Metropolitana en Managua y fui a la capilla a donde tiraron la bomba molotov y había una señora que estaba rezando ahí y estaba llorando. 

Como periodista, lo primero que querés es hacerle unas preguntas. Le dije, soy periodista, y que quería saber lo que estaba sintiendo y me dio una sonrisa bien tierna y me dijo: – No pipito, aquí no hablamos de esas cosas con los periodistas. 

Y ese es el sentimiento que recibí de persona tras persona, no cuando estábamos hablando de la vida común, pero cuando ya llegábamos al tema político, sobre el Gobierno nicaragüense, ahí ya todo mundo con mucho cuidado y todo mundo con miedo.

Lo que me decían es que han vivido con lo que ha hecho este Gobierno, tienen todo eso en su mente, este es un Gobierno que ha metido a padres presos, que ha exiliado a periodistas, que ha exiliado a figuras históricas, y lo que me decían es ‘si le pueden hacer eso a personas que en Nicaragua se consideran intocables, imagínate lo que me pueden hacer a mí’. Ese es el miedo que se sentía en Nicaragua. 

Estuviste en Nicaragua, por lo que relatas, en las fechas en que se celebra el aniversario de la Revolución, ¿cómo vive la gente esa celebración partidaria? 

Se vive muy diferente. Se ve que el régimen de Daniel Ortega tiene apoyo y hay gente que verdaderamente quiere estar ahí, y después se nota que hay gente que está ahí porque es forzada, o porque tiene que estar ahí por el trabajo, y lo notas porque cuando está dando el discurso el presidente o la vicepresidente, la gente sigue hablando, sigue tomando, no le están prestando mucha atención. 

Pero también es claro que hay una división tremenda en Nicaragua, no 50-50, tal vez 80-20, pero hay un sentimiento que es nosotros contra ellos, y también mucha gente con la que hablé en Nicaragua se sienten abandonados en el país. La gente dice –es fácil hablar (desde) afuera, pero aquí adentro tenemos dos decisiones que hacer, o seguimos viviendo la vida como nos dicta el Gobierno, y podemos hacer una vida más o menos, o tomamos armas contra este Gobierno y creo que toda la gente con quien hablé no quiere ver más violencia en Nicaragua. 

En los últimos meses, muchos de los partidarios del régimen han desertado, han solicitado asilo en Estados Unidos. ¿Hablaste con los simpatizantes de Daniel Ortega?

En esos eventos, no pudimos hablar con simpatizantes de Daniel Ortega.  Pedimos entrevista con el Gobierno y hasta en la embajada aquí en México y en la embajada de Nicaragua en los Estados Unidos, pedimos entrevistas y no nos dieron entrevistas. 

¿Cómo se informan los nicaragüenses sobre lo que ocurre en el país? ¿Tienen acceso a noticias independientes, o sólo a los medios oficiales? Porque en Nicaragua no hay periodistas independientes.

En la televisión no existen noticias independientes, pero una cosa interesante del régimen Ortega-Murillo, es que el internet está abierto, eso es una diferencia enorme entre Nicaragua y otros países donde he reporteado, donde la internet se apaga y se censura. 

Creo que los nicaragüenses sí tienen acceso a la verdad, el que quiere hallar la verdad lo puede hallar porque está el internet y hay medios independientes cubriendo afuera. 

Creo que los nicaragüenses entienden lo que está pasando, lo que siento es que se encuentran atrapados, no encuentran manera de cambiar la situación, se sienten que están en un cuadro en el que no se pueden salir, donde no hay una opción de cómo cambiar el país.

“Creo que ya no podré regresar a mi país”

Sos nicaragüense y tu relato tiene también mucho de autobiografía tuya y de tu familia. Cómo te sientes ahora, después de haber estado y salido de Nicaragua, ¿te sientes como otro exiliado? 

Nací en Nicaragua, pero mis padres salieron durante la guerra. Como hijo de nicaragüenses siempre oíamos las historias de la guerra, las historias de la revolución, las desilusiones con la revolución. 

Mis padres al principio apoyaban la revolución, pero siempre me sentí un poco alejado de eso, porque nunca sentí que me forzaron a salir de mi país, y nunca sentí que no podía regresar. Pero cuando estaba escuchando el discurso del presidente Ortega y la vicepresidente Murillo, comencé a pensar lo que me iba a costar este viaje, y creo que realísticamente no voy a poder volver a entrar a Nicaragua. Tal vez lo pueda volver a intentar, pero sé que no voy a poder entrar.

Cuando estaba reporteando, hace siete u ocho años, en Sudán, me metieron preso y pasé cuatro días en la cárcel, y siempre como periodista decís –voy a regresar, voy a seguir haciendo mi trabajo. Pero nunca he regresado a ese país y tengo miedo que sea lo mismo con Nicaragua. Creo que es la primera vez que verdaderamente me siento como mis padres, que tienen un país que añoran regresar, que añoran vivir ahí, que siempre han querido regresar y no sé si va a haber posibilidad. 

Eyder Peralta entrevista a un ciudadano en Sudán del Sur, África. Foto: Tomada de www.eyderperalta.com

¿Qué te impresionó más de los nicaragüenses, de la gente con que hablaste?, ¿Lo que viste en Nicaragua te da alguna señal de esperanza?

La verdad, no. Lo que vi es un Gobierno completamente enraizado, un Gobierno completamente bajo control, y en estas situaciones nunca se ve lo que puede pasar.

He visto a Omar al Bashir en Sudán, cayó después de 40 años cuando salieron un montón de muchachos a las calles, muchachos y muchachas, fueron muchas mujeres las que impulsaron ese cambio en Sudán. Así que, decir que en Nicaragua no puede pasar nada, estas cosas son bien difíciles de predecir. 

Pero lo que vi es un régimen enraizado. Estuve buscando señales de crisis económicas, por ejemplo, y  yo no la vi, las tiendas siguen llenas, la gente sigue comprando, estuve ahí para el estreno de la película Barbie y uno de los centros comerciales estaba completamente lleno de gente y creo que lo que pasa en países autoritarios es que cuando la gente no ve salida, decide que va a vivir su vida, y en muchos aspectos eso es lo que está pasando en Nicaragua. 

¿Cómo ha reaccionado la audiencia de NPR sobre tu crónica sobre un país que ha cerrado las puertas a la prensa nicaragüense y también a la prensa internacional? 

La respuesta ha sido muy buena entre nuestros radioescuchas. Ayer (martes 12 de septiembre) recibí un correo electrónico de una señora que me dijo –Eyder, me abriste los ojos porque yo tengo un montón de amigos que van a Nicaragua de vacaciones, que tienen casas en las playas y nunca me habían dicho qué es lo que estaba pasando. Y me preguntó –¿es que viven con los ojos vendados? Pero creo que es lo mismo que te dije al principio, en Nicaragua si aterrizas, todo apunta a lo normal, pero lo anormal está nada más una pulgada abajo de la tierra, está ahí mismito, y creo que lo que hace esta historia, que tal vez para los nicaragüenses no es nada nuevo, para un público internacional, les revela este lugar. 

También ha habido una respuesta muy dura en contra del reportaje por gente en Twitter (ahora X) que apoyan al Gobierno de Daniel Ortega, que dicen que es propaganda, que todo es mentira.

La memoria de la violencia estatal en 2018

Algunas de las personas con que hablaste en tu reportaje no tienen como referencia histórica, ni  la revolución del 79, que se celebran 44 años, ni la transición del 90. Hablan de abril de 2018. 

Sí, eso es lo que está en la memoria, y eso es lo que ha metido el miedo. Con la gente que hablé, lo que se les ha quedado en la mente es un Gobierno que salió a las calles y reprimió violentamente.

Eso me sonó muy familiar, pasé un tiempo cubriendo el Congo, un lugar increíblemente violento con diferentes rebeldes controlando partes del país. Y lo que me decían los rebeldes es que entraban a un pueblo, y la manera de controlarlo era con mucha violencia, mataban y quemaban casas y lo que me decían estos rebeldes es –la siguiente vez llegábamos con un paquete de fósforos y nada más le enseñábamos al pueblo el paquete de fósforos y se calmaban. 

Creo que eso es lo que pinta el 2018 para Nicaragua, es una explosión de violencia del Gobierno que le enseñó al pueblo de lo que son capaces. Y eso es lo que queda psicológicamente en un pueblo. 

¿Qué pasa un día después que se emite tu pódcast? ¿Nicaragua desaparecerá de las noticias internacionales?  ¿El mundo seguirá mirando a otro lado?

Sí, y creo que ese es el desafío de nosotros los periodistas. Cubro Centroamérica para NPR y ahora termino en la misma posición de todos los otros periodistas,  no tengo posibilidad de volver a entrar, así que hacer reportajes que tengan impacto con un público norteamericano es mucho más difícil. 

Hacerlo desde Costa Rica o desde Honduras es muy diferente que hacerlo dentro de Nicaragua, y ese es el desafío. Lo que siempre me comprometo como periodista, es que sigo trabajando, tratando de contar esas historias porque son importantes. Es lo que, como periodistas, lo único que verdaderamente podemos hacer, seguir contando las historias cómo podamos.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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